El cuerpo habla por sí solo sin que nadie se lo pida, aunque se intente evitarlo. Mover las manos, apuntar a un objeto cualquiera, rascarse la nariz, aplicar fuerza, incluso mentir; el rictus devela el enojo, acompañado del tono de la voz y los énfasis verbales elegidos que intentan imponer el poder sobre otro.
Las posibilidades a la hora de analizar a un hombre o una mujer en una situación cualquiera, dan cuenta de ciertas características que los definen.
Por ejemplo, cuando Chile enfrenta una crisis que, eventualmente involucra al sistema de Defensa con un país extranjero, los servicios de inteligencia usan a sicólogos que perfilan tanto el aspecto discursivo como el lenguaje no verbal y esos análisis -en no pocas oportunidades- llegan al secretario de Estado del ramo.
Pues bien, Interferencia consultó a un militar de la Brigada de Operaciones Especiales del Ejército (BOE), un sicólogo experto en análisis del lenguaje no verbal, dos policías antinarco y un fiscal experto en crimen organizado para analizar las imágenes que se conocen hasta ahora.
Los especialistas explican que los secuestradores del ex teniente venezolano, sabían perfectamente lo que hacían. Y más aún, mantenían control del espacio donde se movían, mostrando una tranquilidad inusual.
Los especialistas explican que los secuestradores del ex teniente venezolano, sabían perfectamente lo que hacían. Y más aún, mantenían control del espacio donde se movían, mostrando una tranquilidad inusual.
De hecho, ese 24 de febrero, cuando Ojeda fue sacado de su departamento en Independencia, los sujetos cubren su rostro y la calidad de los registros ni siquiera permite ver los ojos.
Al mismo tiempo, apuntan las fuentes, conocían las técnicas para mantener el control sobre un detenido, maniatarlo y provocar una amenaza suficiente para crear temor en la pareja de este último. Y más: la hora es relevante, porque pasadas las tres de la madrugada, es la de mayor cansancio.
Otro detalle es que interpretaron su papel de policías de forma altamente convincente. De hecho, en uno de los videos, uno de los sujetos cambia la dirección del cuerpo, gira levemente y apunta con el dedo de su mano derecha -posiblemente- a la pareja del ex oficial advirtiéndole de forma perentoria.
En los registros de la cámaras de seguridad que se conocieron a través de la red X, Canal 13 y Mega, se observa a sujetos de buen estado físico -pueden ser jóvenes o de mayor edad- pero lo cierto es que “extraen” desde su domicilio a Ojeda con el cuerpo en 45 grados y en ropa interior para evitar que reaccione. Desde otro ángulo de la filmación, el secuestrado camina de pie, maniatado, sujetado del cuello firmemente por uno de los miembros del comando. De seguro Ojeda teme, pero está impedido de actuar, dicen los especialistas; entregado a su suerte y quizás confiando en que se trata de personal de la PDI, a raíz de los parches adheridos en su ajuar.
Todos portan pistolas en ristre y uno de los tres lleva en sus manos un “rompepuertas”, un objeto de acero, que suele aparecer en las pantallas de televisión cuando la policía ingresa a un domicilio. Y más: quien mantiene tomado del cuello a Ojeda llama al ascensor con la pistola en su mano derecha, de seguro con bala en la recámara para disparar de inmediato si es necesario. Ese acto, dicen los consultados, “lo realiza quien conoce cómo funcionan las armas y no teme que se escape un tiro”.
Hay otro elemento: el automóvil Nissan Versa V-16, no tenía encargo por robo el día de los hechos. Era de la misma marca que otro estacionado en Ñuñoa a igual hora y con patentes gemelas, que pertenece a una ex funcionaria pública que ya declaró en el caso. Eso, indican los consultados, revela un alto nivel “preoperativo, operativo y logístico”.
Punto ciego
Las cámaras de seguridad del edificio grabaron el vehículo mientras permanecía en el estacionamiento con una baliza azul adosada el vidrio delantero, titilando, similar a las que usa la PDI que denota un trabajo “puntilloso”.
El vehículo estaba limpio, brilla para no llamar la atención o bien atraerla dejando claro que a esa hora un carro no lleva en su interior a delincuentes, sino agentes de la ley. Luego, para recoger al secuestrado, avanza y queda bajo el punto ciego de la cámara.
Un cargador
La primera diligencia que realizó Carabineros el día de los hechos fue constituirse en el Cuartel Borgoño de la PDI, donde les indicaron que no figuraba en los registros ningún operativo en la zona. Al mismo tiempo, la Jefatura de la Zona Metropolitana envió a todas las unidades del país una orden perentoria: fiscalización en las zonas norte y sur del país, con especial énfasis fronterizo, para evitar que los secuestradores llevaran a cabo la “exfiltración” junto a Ojeda.
Y más: a poco de ocurrido el secuestro, la policía encontró un vehículo Nissan en la Costanera Norte. En su interior, los plagiadores dejaron los chalecos antibala y un cargador de una pistola 9 milímetros. Las fuentes inquiridas indican que, o bien se deshicieron de ellos como lo haría cualquier delincuente o bien los dejaron ex profeso como pistas para “infectar” el sitio del suceso.
En el gobierno y en el Ministerio Público aseguran que se trata de un secuestro “atípico” y no descartan ninguna hipótesis. Ello indica que hasta ahora la investigación sigue su curso, pero la información escasea.
En el gobierno y en el Ministerio Público aseguran que se trata de un secuestro “atípico” y no descartan ninguna hipótesis. Ello indica que hasta ahora la investigación sigue su curso, pero la información escasea.
Los plagiadores no han pedido rescate ni entregado “prueba de vida” como inicio de una posible negociación. Por ello los esfuerzos están centrados en ubicar una “casa de seguridad”, donde podría estar retenido Ojeda. Este último, para todos los efectos, es un desaparecido en suelo nacional.
Logística
Lo único claro hasta ahora es que se trata de una operación limpia, bien planificada que tiene a las autoridades intentando explicarse qué falló y enfrentando críticas sobre las falencias en inteligencia. También barajando -tal como reveló Interferencia el 22 de febrero- posibilidades obvias: autosecuestro para crear impacto, un acto delictivo vinculado al crimen organizado y que sea una operación de “recuperación”, emanada desde el régimen de Nicolás Maduro. Y, de acuerdo a fuentes cercanas al caso, el análisis evalúa una “tercerización del servicio” o la participación de la CIA.
Como sea, si Ojeda no aparece, el secuestro quedará como una mácula en este gobierno y en los anales de las policías.
Comentarios
Qué conclusión más estúpida.
Muy de película, nada se
Plop esto es condorito: exijo
Para los chilenos es muy
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