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Jueves, 7 de Agosto de 2025
[La columna de Yasna Lewin]

"Meter los pies, pero jamás las manos”

Yasna Lewin

La gran diferencia entre la izquierda tradicional y la nueva generación radica en la vilipendiada ideología. Sin ella, los partidos están más expuestos a la fragilidad ética; bien lo sabe la vieja Concertación. Pero se puede madurar y aprender de los errores del pasado, para no repetir la impunidad del financiamiento ilegal de la política.

“Esta nueva moral, junto con el patrimonio y el sentido revolucionario, presidirán los actos de los hombres de Gobierno”, dijo Salvador Allende el 5 de noviembre de 1970, en su primer discurso como Presidente, cuando hizo célebre una cita de Fidel Castro: “En este Gobierno se podrán meter los pies, pero jamás las manos”. Más de medio siglo después, y con las botas embarradas por las inundaciones de la semana pasada, un admirador de Allende, el presidente Gabriel Boric, prometió enfrentar el escándalo de Democracia Viva con “los estándares que en el pasado tuvimos para juzgar y criticar a nuestros adversarios”.

El mandatario recién había destituido a la subsecretaria de Vivienda, Tatiana Rojas, pero el caso desatado por un grupo de militantes de RD amplió su onda expansiva, desde la Fundación Democracia Viva hacia todas las organizaciones sin fines de lucro que prestan servicios al Estado. Incluso la campaña del apruebo en el plebiscito constitucional de 2022 quedó salpicada por las fechorías del director de esa fundación, Daniel Andrade, un multifacético experto en propaganda electoral, defensa y programas sociales.

Se ha dicho hasta la saciedad: el merecido escarnio al partido de la estrella verde ha sido especialmente mordaz por sus pasadas pretensiones de superioridad moral y por la arrogancia de algunos de sus dirigentes para criticar la probidad de los partidos tradicionales. Pero al recordar al presidente Allende surge la pregunta ¿cuál es la diferencia entre la “escala de valores distinta” de la que habló el ministro fundador de RD, Giorgio Jackson, y la “nueva moral” que enarboló el líder de la Unidad Popular en su primer discurso como presidente. “Seré inflexible en custodiar la moralidad del régimen”, dijo Allende ese 5 de noviembre.

¿Por qué ha sido tan criticada la promesa de purificación del Frente Amplio, cuando existe una tradición en la izquierda que reclama para sí una estatura ética mayor? 

Los partidos que convivieron en la Concertación siempre le reprocharon a la derecha la bajeza moral de haber apoyado una dictadura y enarbolaron una justa superioridad ética, basada en la vocación democrática y el respeto a los derechos humanos que no tuvieron los partidos pinochetistas. Pero el tiempo y el poder fueron socavando esa fortaleza, hasta que de tanto meter los pies, algunos también metieron las manos. 

El proyecto político de RD ha tenido un desarrollo ideológico débil, al punto que sus propios aliados del Frente Amplio le reprochan un exceso de pragmatismo, más orientado al poder que a las ideas. Incluso en sus filas hay dirigentes e intelectuales que echan de menos la reflexión teórica y perciben frivolidad en una estrategia que más parece posicionamiento de marca que proyecto político. 

La gran diferencia de valores entre la izquierda tradicional y la nueva generación del Frente Amplio radica en la vilipendiada ideología. Las ideas y principios del izquierdismo histórico han tenido una larga historia de construcción filosófica y política, enriquecida por las especiales distinciones que diferenciaron al progresismo chileno de sus referentes mundiales. La vía chilena al socialismo fue un proyecto distinto de las estrategias revolucionarias de su época y siguió desarrollándose con nuevos aportes a su pensamiento, durante el proceso autocrítico llamado “renovación socialista”, que tuvo lugar en una parte de ese sector en el exilio. En el caso del Partido Comunista, huelga describir la densidad ideológica de sus 111 años de existencia, que también incluyó reflexiones locales mucho más democráticas que el pensamiento marxista-leninista soviético y latinoamericano.  

El proyecto político de RD ha tenido un desarrollo ideológico débil, al punto que sus propios aliados del Frente Amplio le reprochan un exceso de pragmatismo, más orientado al poder que a las ideas. Incluso en sus filas hay dirigentes e intelectuales que echan de menos la reflexión teórica y perciben frivolidad en una estrategia que más parece posicionamiento de marca que proyecto político. 

La vida pública y el poder político están regados de tentaciones, vanidades y privilegios, que solo se contienen con la integridad de los valores y principios de los proyectos para una mejor sociedad. Aun así, las convicciones tienen rendijas por donde se cuelan los facinerosos y la única manera de contenerlos es con la efectiva condena. Bien lo saben los partidos tradicionales, varias veces sacudidos por escándalos de corrupción.  

Una vez en el poder, la debilidad ideológica deviene en fragilidad ética e incoherencia política. En el primer caso, se abren las puertas a la corrupción y, en el segundo, se suele confundir el pragmatismo con la tecnocracia. La vieja Concertación sufrió ambos embates, pero siempre tuvo un repertorio ideológico y programático para sostenerse. 

La vida pública y el poder político están regados de tentaciones, vanidades y privilegios, que solo se contienen con la integridad de los valores y principios de los proyectos para una mejor sociedad. Aun así, las convicciones tienen rendijas por donde se cuelan los facinerosos y la única manera de contenerlos es con la efectiva condena. Bien lo saben los partidos tradicionales, varias veces sacudidos por escándalos de corrupción.  

Chile mantiene abierta una herida de impunidad tras la operación de encubrimiento institucional a los delitos en el financiamiento de la política, que se destaparon en 2015, con las tropelías de Penta y SQM. A través de las propuestas de probidad y transparencia de la llamada Comisión Engel, se intentó frenar la captura de las convicciones por el dinero de los grandes empresarios, pero salvo escasas excepciones, los delitos no se castigaron y los intereses particulares se salieron con la suya. La nueva generación de izquierda tiene la oportunidad de madurar su proyecto político, aprender de los errores del pasado y mostrar firmeza frente a la corrupción. No hay otra salida.



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Comentarios

Comentarios

Me llama la atención lo poco o nada que nombran en los análisis de este nuevo caso de corrupción política al partido comunista de Chile. El PC es un referente de comportamiento probo y de mantención de principios y lealtades a los pactos y de coherencia entre lo que dice y lo que hace. ¿Por qué lo ningunean?...

buen artículo

Como siempre sus comentario son excepcionales.

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