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Viernes, 18 de Julio de 2025
[Sábados de streaming- Documentales]

MH370 – El avión que desapareció: Jugando con el propio descrédito

Juan Pablo Vilches

Hay un problema cuando un producto promete implícitamente informar sobre un misterio, cuando lo que realmente quiere es marear al espectador con las razones por las que probablemente nunca sabrá nada.

Hemos llegado a un momento en que el aburrimiento burgués es tan interminable, que el entretenimiento serial que pretende entregar el streaming debe valerse más de la venta de incertidumbres que de certezas.

Ya sea que se trate del enigma del aeropirata D.B. Cooper, de la chica del Vaticano o del destino del vuelo MH370 de Malaysian Airlines –desaparecido hasta hoy–, se está consolidando un molde: un modo de proceder destinado a gestionar la atención y la curiosidad, sabiendo que probablemente la gran revelación nunca ocurrirá. Y que es mejor que así sea.

Es como si en una novela de Agatha Christie o el padre Brown –que en EE. UU. llaman Who dunnit, o quién fue– le dedicaran largas páginas a perfilar a cada uno de los sospechosos, sus respectivos móviles y supuestos modus operandi, para que el detective de turno termine la historia reconociendo que no pudo resolver el misterio.

En los documentales mencionados, y muchos más, lo que tenemos no son necesariamente sospechosos sino hipótesis, y su valor se podría medir en la capacidad de usar estas hipótesis como vehículos de entretenimiento e información, siempre y cuando estas parezcan respetables. Y es exactamente aquí donde falla el documental que nos ocupa.

Junto con dar cuenta de la temporalidad de los hechos con precisión cronométrica, el documental alterna su desarrollo con testimonios de los familiares de los pasajeros y de los tripulantes del vuelo, conformando un coro de australianos, franceses, malayos y chinos.

Vamos al principio: a las 01:19 (hora de Malasia) del 8 de marzo de 2014, cuando el vuelo MH370 de Malaysian Airlines –de carácter rutinario y que iba de Kuala Lumpur a Beijing– simplemente desapareció del mapa a pocos segundos de ingresar en el espacio aéreo vietnamita.

Junto con dar cuenta de la temporalidad de los hechos con precisión cronométrica, el documental alterna su desarrollo con testimonios de los familiares de los pasajeros y de los tripulantes del vuelo, conformando un coro de australianos, franceses, malayos y chinos; a los que además se suman los periodistas y expertos en aeronáutica que tratan de elaborar hipótesis y descartar otras.

Así, la serie salta con sus voceros dispersos por diversas ciudades del mundo, reconociendo así que estamos hablando de una tragedia y de un misterio global.

Los hechos posteriores a la desaparición –como la detección de una señal de radar que indicaba que el avión no cayó donde desapareció, sino que desactivó su comunicación para cambiar de rumbo hacia el oeste– son explicados con claridad, mientras que el material de archivo es bastante eficaz para dar cuenta del desconcierto general. De las autoridades malayas, de la dirección de la aerolínea, de los familiares y de la prensa mundial.

Ante la incertidumbre de los hechos y la desesperación de los involucrados, se le atribuye a expertos externos el rol de clarificar las cosas y esbozar hipótesis plausibles. Periodistas, principalmente, como el estadounidense Jeff Wise o la francesa Florence de Changy.

Hasta ahí, todo relativamente bien. Estos voceros inquietos e inquisitivos parecen hacer las preguntas correctas y preparan el terreno para las hipótesis, las verdaderas vedettes de este espectáculo, donde cada una tiene el nombre de su respectivo capítulo, tomándose la última fracción de cada uno de ellos.

Tenemos entonces una serie enamorada de su estructura –un episodio por hipótesis–, lo que la obliga a alargarse y a presentarnos explicaciones posibles, no para informarnos sino para entretenernos.

La primera hipótesis se centra en el piloto del vuelo, especulando con que cometió un suicidio arrastrando a la muerte a las más 280 personas que estaban en el avión, quienes deberían yacer en algún lugar muy al sur del océano Índico. La reconstitución de este hecho supuesto está bien escrita y mejor montada, generando las emociones propias del thriller y cubriendo con el relato los diversos indicios que hacen la hipótesis plausible.

Y sin embargo, en los episodios siguientes nos enteramos de que varios supuestos necesarios para la hipótesis simplemente no estaban ahí, por lo que la cuidadosa reconstitución que tomó más de 25 minutos para ser explicada podía desecharse en cosa de segundos.

Tenemos entonces una serie enamorada de su estructura –un episodio por hipótesis–, lo que la obliga a alargarse y a presentarnos explicaciones posibles, no para informarnos sino para entretenernos. Y aunque logre esto último, la sensación de estafa no se va.

Lo que ocurre en el segundo episodio simplemente cae en lo escandaloso. Ante las falencias obvias de la primera hipótesis, el aparentemente serio Jeff Wise lanza una teoría aún más disparatada: una que vincula el destino del MH370 con la guerra del Dombás, el derribo de otro avión de la misma aerolínea y un improbable vuelo hacia el corazón de Kazajstán.

Ante esa rocambolesca teoría, el documental parece dejar de interesarse en el enigma en cuestión para empezar a fijarse en el perfil de estos periodistas; es decir, gente relativamente prestigiosa que sin embargo arriesga su credibilidad por su incapacidad de reconocer que no saben y probablemente nunca sepan lo que ocurrió con D.B. Cooper o con el vuelo extraviado camino a Beijing.

Digámoslo, ese tipo de personajes no carece de interés. Son personas inquietas, determinadas y que toman riesgos altos, como farrearse su credibilidad, siendo este el único capital real de quienes se dedican al periodismo. Sin embargo, cuando este documental se centra en estos personajes y en sus hipótesis surgidas desde la desesperación, no hace más que coquetear con su propio descrédito; presentándose como un vehículo de bonita carrocería pero movido por el motor ahogado de la conspiranoia.

Si a eso agregamos la aparición de otros personajes que aportan opacidad cuando dicen buscar la claridad, nos encontramos ante un producto que no quiere desenredar la maraña sino examinarla completa.

El documental parece levantarse en el tercer episodio, con la hipótesis de Florence de Changy acerca de la intercepción y posterior derribo del vuelo por la Fuerza Aérea estadounidense debido a una carga sensible que no debía llegar a China. El atractivo de la hipótesis es que supone una cooperación entre EE. UU., Reino Unido y Australia, una especie de Aukus Avant la lettre, que sin embargo no se condice con el hecho de que no hay un solo resto de avión en la zona donde supuestamente cayó. De nuevo, se explica en 20 minutos lo que se puede refutar en cinco segundos.

Si a eso agregamos la aparición de otros personajes que aportan opacidad cuando dicen buscar la claridad, nos encontramos ante un producto que no quiere desenredar la maraña sino examinarla completa, apenas vislumbrando la posibilidad obvia de que esta maraña sea fabricada.

Si bien hay información valiosa y momentos bien realizados, la impresión general que deja todo esto es que la constatación del misterio y de sus razones se pudo solventar en mucho menos tiempo. Mejor ahorrarse el click.

Acerca de…

Título original: MH370 – The Plane that Disappeared (2023)

Nacionalidad: Reino Unido

Dirigido por: Louise Markinson

Duración: Tres episodios de 45 a 55 minutos aprox.

Se puede ver en: Netflix

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