Donald Trump ordenó al pentágono preparar opciones para incrementar la presencia militar en Panamá y así disminuir la influencia de China y recuperar el Canal.
La respuesta del país centroamericano, que no tiene ejército, fue comprar 6 aviones. Un pésimo chiste.
Los aviones A-29 Super Tuscano y un AeroCasas C295 fueron comprados con un sobre precio de un total de 197 millones de dólares. Las comisiones de las coimas a la administración panameña aumentan cada vez que Trump habla de Panamá.
La compra que fue sin duda un aprovechamiento para enriquecer a las autoridades panameños es tan ridícula como el machete del dictador panameño Manuel Noriega con el que esperaba a las tropas americanas, o el polvo que tenía guardado Haití según ellos para convertir a los marines americanos en zombies.
Las últimas semanas las agencias de inteligencia de EE.UU. han investigado al presidente panameño José Raúl Mulino y su gabinete. Se habla en Washington de las graves enfermedades que tendría Mulino y no le dan muchos años de vida.
También están enterados de su ritmo de vida y vicios. Conocen los negocios de su bufete de abogados y lo escudriñan a diario. Muchos de su círculo más íntimo van voluntariamente a la embajada americana en Panamá para dar información a cambio de no perder su visa e ir a tomarse un café al Aventura Mall de Miami.
Algo más preocupante son los miembros de su gabinete que lo sabotean y desean ser presidentes y millonarios. Otros cercanos y asesores de Mulino se ofrecen como informantes a los americanos. Panamá es un enjambre de corrupción. Todo es negocio y traiciones. Procuradores, jueces, gobierno, congresistas y empresarios. La frase célebre nacional es “¿y qué hay pa’ mi?”.
Todos estos actos de corrupción están documentados en EE.UU. y por años han cancelado visas y declarado corruptos a ex presidentes. Sin embargo, la mala costumbre no cambia y hace más fácil la razón o excusa de Trump para quitarles el Canal de Panamá, que no lo hace por un fin político sino que es, al igual que los panameños, un negocio para él y sus amigos.
A medida que aumenten las amenazas de Trump contra Panamá, más empresas de lobby son contratadas en EE.UU. Los cercanos a Mulino y que son proveedores del gobierno presumen sus ganancias y de cómo ellos manejan al presidente. Todo esto bajo los ojos de Washington.
Panamá no es diferente a otros países de la región en cuanto a corrupción. Y esa es la base que está usando Trump para arrinconarlos en las negociaciones. En cambio las autoridades panameñas solo piensan en cómo beneficiarse y poder ir a ver al ratón Mickey. Otros piensan que como se acostumbraron a vivir rodeados de bases militares norteamericanas sean los gringos los que lleguen finalmente a parar la corrupción.
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