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Sábado, 2 de Agosto de 2025
[Sábados de streaming)

Summer of Soul (…O, cuando la revolución no pudo ser televisada) – Tiempo recobrado

Juan Pablo Vilches

Otra consecuencia de la bofetada infame de Will Smith, fue que nadie se ocupó del documental ganador del Oscar, y de su esfuerzo de recuperación de un hito cultural afroamericano ya casi tragado por la historia.

Mientras cientos de miles de jóvenes mayoritariamente blancos se reunían en el festival de Woodstock, en 1969, a 150 kilómetros de ahí se llevó a cabo un evento similar y a la vez profundamente distinto, del que no se supo mucho. 

Bajo la producción de un colorido cantante y animador llamado Tony Lawrence y con el apoyo del alcalde republicano liberal de Nueva York, John Lindsay, se gestó el Festival Cultural de Harlem, el que durante seis fines de semana congregó a cerca de 300 mil personas en el Mt. Morris Park (hoy Markus Garvey Park), en la zona norte de Manhattan. 

El objetivo –discretamente confesado– era servir como una chimenea social tras los disturbios que se derramaron por el país tras el asesinato de Martin Luther King, y de paso dar algo de solaz a un barrio bastante castigado por la pobreza, la heroína y otras fallas estructurales que no son desconocidas por acá.

Summer of Soul es el registro en pasado de lo que ocurrió y ebulló en esos fines de semana estivales, porque, a diferencia de Woodstock, el material original –48 horas, grabadas por el productor televisivo Hal Tulchin– no alcanzó a ser montado ni convertido en un clásico instantáneo como Woodstock (Michael Wadleigh, 1970).

Al igual que las botellas de vino, el material grabado en Harlem estuvo guardado en una bodega durante medio siglo, diluyéndose en la inexistencia oficial y a la vez sobreviviendo en la memoria y el cariño de quienes estuvieron ahí. 

Y si algo hace que este documental sea tan singular, es precisamente la urgencia de su realizador –el músico, productor y Ahmir “Questlove” Thompson– por convertir ese registro del pasado en una realidad del presente; así como la complicidad que establece con los músicos y activistas participantes, y sobre todo con los espectadores que han mantenido vivo el festival como parte de un folklore anclado eternamente en sus vidas.

Tras una presentación vertiginosa, el documental se nos revela rápidamente como un desfile de los talentos musicales afroamericanos más importantes de la época, haciendo dialogar trozos hábilmente seleccionados de sus presentaciones con variados tópicos raciales y políticos que martillan hasta hoy.

Nina Simone, Sly and the Family Stone, The Fifth Dimension, The Staples, B.B. King, Gladys Knight & the Pips son algunos artistas convocados, y que desde el escenario conversan con la versión envejecida de ellos mismos mientras se miran en el metraje, o con los fans que estuvieron ahí, acerca de lo que significaba y significa ser afroamericano, desde distintos ángulos y con distintos acentos.

Por ejemplo, el documental aborda de esta manera el cambio de la expresión juvenil, desde los conjuntos uniformemente afroamericanos y uniformemente vestidos con trajes, a otros donde había integración racial y atisbos de paridad de género. De esta manera también se nos ilustra a los profanos –y lo agradecemos– acerca del impacto perenne de la cultura del góspel en la música afroamericana, mientras resuenan las voces de Mavis Staples y Mahalia Jackson cantando la canción favorita del recientemente asesinado Dr. King.   

De la misma manera, al ritmo de las percusiones de Ray Barretto y Mongo Santamaría, se evidencia la creciente comunidad de intereses y de reivindicaciones de las secciones este y oeste de Harlem, entre afroamericanos y portorriqueños (entre otros centroamericanos); o también la profunda indiferencia de la comunidad afroamericana ante la llegada a la luna de tres astronautas blancos, mediante una expedición costosísima que no les servía para nada.

Lentamente, el documental nos convence de que ese festival fue mucho más que una sucesión de artistas talentosos; y que lo importante ocurría tanto arriba como abajo del escenario porque ese verano de 1969 fue un vórtice: una convergencia de energías y conflictos generacionales, raciales, políticos y de género, que siguen moldeando al EE. UU. de hoy.

Pero, ¿habrían cambiado mucho las cosas si el festival hubiera eternizado su impacto, como ocurrió con Woodstock y su documental homónimo? ¿El más de medio siglo de oscuridad en que quedó sumido el metraje del festival de Harlem, truncó de alguna manera el proceso cultural que registró?

No hay forma de saberlo. Lo que sí sabemos es que el documental se abre y se cierra con las reflexiones sobre la propia naturaleza del festival y de su olvido, dejando al centro un pasado encapsulado. Un recuerdo recuperado como las esferas de colores de Intensamente (Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015), y que ahora está a nuestra disposición para atesorarlo y sobre todo enlazarlo con otros recuerdos asociados y con los hechos de hoy, que tarde o temprano también serán recuerdos.

El cierre de Summer of Soul no puede ser más acertado al enfatizar el aspecto emocional de esta recuperación. Uno de los asistentes, quien era un niño en el verano de 1969, reacciona al pasado que ve a través de la pantalla, y su reacción consiste en decir que su recuerdo vago y encapsulado no era un sueño que fabricó su mente, sino que era real. Exponerse a este metraje le permitió a él –y posiblemente a la comunidad afroamericana– recobrar una vivencia sumergida por el olvido y por el apabullante peso de la vida y de las cosas.

Este esfuerzo de recuperación de Questlove fue reconocido y valorado. Su documental ganó en esta categoría en el festival de Sundance, ganó en los BAFTAs, y –sin embargo– lo que pudo ser su apoteosis ante las grandes masas, cuando obtuvo el Oscar al mejor documental, pasó a un segundo plano por un estúpido altercado entre dos millonarios afroamericanos.

Afortunadamente, a los pocos días ganó el Grammy como mejor película musical. Y, afortunadamente, el documental podrá tener un segundo aire en los streaming con su Oscar bajo el brazo.

 

Acerca de:

Título: Summer of Soul (...Or, When the Revolution Could Not Be Televised) (2021)

Nacionalidad: EE. UU.

Dirigido por: Ahmir “Questlove” Thompson

Duración: 117 minutos 

Se puede ver en: Star+

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