Hace más de un año y medio el estado alemán de Turingia fue epicentro de un terremoto político en las filas de la CDU, partido de Angela Merkel, cuando la derecha moderada rompió por primera vez su axioma democrático contra la formación de gobiernos con la ultraderecha. Se aliaron con la Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), un referente nacional-populista extremo, desatando una crisis que precipitó la renuncia de la favorita para la sucesión de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer.
Eso que los alemanes de derecha moderada llaman “cordón sanitario” contra la ultraderecha, se ha quebrantado varias veces en Chile. Desde luego en dictadura, cuando los partidos tradicionales del conservadurismo democrático se radicalizaron al punto de convertirse en el soporte político, ideológico y tecnocrático del régimen. Y la última vez, cuando la actual coalición de gobierno se unió al Partido Republicano de José Antonio Kast para las elecciones de convencionales constituyentes, en mayo pasado. Hoy están en proceso de acometer su tercer maridaje con el extremismo.
La tentación autoritaria surge tras el desplome de popularidad del candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Sichel, causando el triste espectáculo de una derecha tradicional agolpada en las puertas del comando de Kast.
Con los brazos abiertos, el republicano asegura que su programa no es extremo, sino que representa lo que él denomina “sentido común”.
La derecha chilena ya ha quebrantado el cordón sanitario que los separa de la ultra derecha; en dictadura y cuando la actual coalición de gobierno se unió al Partido Republicano de José Antonio Kast para las elecciones de convencionales constituyentes, en mayo pasado. Hoy están en proceso de acometer su tercer maridaje con el extremismo.
Para evitar sandeces conceptuales, veamos lo que dice la academia acerca del extremismo de derecha. El politólogo neerlandés Cas Mudde -uno de los principales estudiosos del fenómeno- sostiene que el año 2000 se inició una cuarta ola de la ultraderecha, cuyos grandes ejes temáticos son el rechazo a la inmigración, la exaltación de la seguridad, la épica contra la corrupción, el anti-multilateralismo, el recelo de las minorías sexuales y la denostación de los temas de género.
¿Existe algún componente de esta lista que no figure en el programa o en el discurso del abanderado del Frente Social Cristiano? Los tiene todos, porque es un arquetipo del nacionalismo ultraderechista: la zanja en el norte, la eliminación del Ministerio de la Mujer, el retiro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la militarización de la Araucanía, el aumento de restricciones en los estados de excepción constitucional, por mencionar algunos de los planteamientos de su programa de gobierno.
Las migraciones masivas y la crisis económicas de 2009 permitieron que la receta nacional-populista encabece los gobiernos de Turquía, Hungría, Polonia y forme parte de nueve coaliciones gobernantes, además de su presencia en 21 de los 28 parlamentos nacionales de los estados miembros de la Unión Europea. Al otro lado del Atlántico, el fenómeno de Trump sigue latente en Estados Unidos y Jair Bolsonaro continúa timoneando en Brasil.
En Chile, la crisis humanitaria por el éxodo de venezolanos se conjuga con la ineficacia policial frente al narcotráfico y el crimen organizado, creando las mejores condiciones políticas para un discurso autoritario, basado en la xenofobia y la doctrina de mano dura para recuperar el orden público. Además, el estallido social, la delincuencia oportunista en las protestas, la violencia en el Wallmapu y el proceso constituyente son incentivos poderosos para conjuras reaccionarias, basadas en las clásicas campañas del terror. Máxime, ante la amenaza de un futuro gobierno de transformaciones sociales.
Kast representa el mejor liderazgo para capitalizar este escenario amenazante para el coservadurismo, con su oferta nacional-populista, exacerbada por otros rasgos inquietantes como el integrismo religioso y la ortodoxia neoliberal.
En el ámbito espiritual, la declaración de principios del Partido Republicano apela al “orden natural de las cosas”, que es la fuente del derecho divino como regla rectora de la sociedad. En ella se fundan el odio frente a las disidencias sexuales y la intolerancia ante la igualdad de género.
Una de las consecuencias de ese pensamiento se ha visto en Polonia, donde cerca de 100 ciudades y regiones han aprobado resoluciones en las que se declaran libres de la "ideología LGBT". En Hungría, el Parlamento acaba de aprobar una ley que prohíbe los contenidos que hagan referencia a la homosexualidad en los colegios y en programas de televisión dirigidos a menores.
Pues de forma similar, en Chile el candidato Kast ha declarado que la “Ley de identidad de género traiciona a la familia y a los niños, porque la ideología de género va corrompiendo desde la infancia y atenta contra la fe pública porque borra la historia de que fui hombre y ahora soy mujer”.
En el ámbito espiritual, la declaración de principios del Partido Republicano apela al “orden natural de las cosas”, que es la fuente del derecho divino como regla rectora de la sociedad. En ella se fundan el odio frente a las disidencias sexuales y la intolerancia ante la igualdad de género.
En el plano socioeconómico, la regresión tecnocrática de Kast lo ha llevado a decir que el sistema de AFP "es el mejor invento que se ha hecho" y que nombraría a su ideólogo, José Piñera, como ministro de Hacienda. Su programa de gobierno considera retrocesos en la regulación de proyectos con impacto ambiental y en las metas de descarbonización. Lo propone amparado en un supuesto recelo sobre la evidencia científica respecto al cambio climático, pero más bien se inspira en intereses económicos que tradicionalmente han respaldado a la derecha. Otra de sus propuestas sociales las emprende contra la gratuidad de la educación superior, planteando un cofinanciamiento en la medida que los recursos fiscales lo permitan.
Kast emerge en el escenario de la incertidumbre, después del fracaso de la operación desesperada del gran empresariado por levantar una figura alternativa a la derecha social. Pero la visión política del establishement es tan mediocre, que prefirió inventar un liderazgo fatuo como Sebastián Sichel, para remozar su ortodoxia liberal, en lugar de apostar a una oferta social más a tono con las transformaciones culturales del país.
El resultado es la derrota de su “producto” y el recambio de liderazgo por un tosco centinela del modelo neoliberal y una promesa de restauración autoritaria, en el seno de un sector político que tardó décadas en desprenderse de la mochila pinochetista.
Pero ojo, no se trata solo de un populismo nacionalista, conservador y neoliberal, sino de una verdadera amenaza para la democracia.
Comentarios
Por favor EDITOR.....es
Yasna, un faro de luz y
Las encuestas lo están
Excelente columna de la
Por qué me censuraron mi
El típico análisis
Un mal actor - y se le nota,
Estimada. Muy ideologizada
Parece que don Pëdro
No hace falta ir a Harvard
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