Es sabido que el lenguaje moldea las mentes y que -por ello mismo- la política trata de moldear el lenguaje. Ya lo advirtió George Orwell en su famoso ensayo La política y el lenguaje inglés.
“El lenguaje político está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento”, escribió en 1946.
En varias de sus novelas -como 1984 y La granja de los animales- el lenguaje es un elemento esencial en someter a la sociedad a los dictados de los poderosos.
En una línea más práctica, el ministro de Propaganda del régimen nazi, Joseph Goebbels, anotó, en enero de 1942, en su diario de vida: “La esencia de la propaganda es la sencillez y la repetición. Sólo quien logre reducir a su fórmula más básica los problemas de la gente, y que tenga la valentía de repetir eternamente estas ideas en esa forma simplificada, pese a las protestas de los intelectuales, tendrá con el tiempo éxitos en influenciar la opinión pública”.
Hagamos un fast forward al Chile de abril de 2023. La clase política, el empresariado, los matinales de TV hablan todos -de la misma manera y con los mismos argumentos- de la crisis de seguridad que vive el país. Hay un consenso y las encuestas lo reflejan. Cuál es la verdad detrás de ello no es tan relevante como cual es la sensación. Es un momento goebbeliano que las clases dirigentes usan para aplicar un lenguaje uniforme, desde el Presidente Boric a José Antonio Kast, desde el dirigente empresarial Ricardo Mewes (CPC) a la ministra del Interior Carolina Tohá (PPD).
En verdad no estamos ante un “sexto” retiro, sino que ante el sexto proyecto de ley para retirar parte de los fondos previsionales. El cuarto y quinto retiro fueron rechazados por el Congreso. Entonces, ¿porqué la prensa y la clase dirigente no sinceran su lenguaje?
Noam Chomsky, en un libro publicado en 1988, aseguraba que los métodos de propaganda de las democracias consistían en “fabricar consensos”, con la prensa ejerciendo un papel clave en ello. A diferencia de los totalitarismos de inicios y mediados del siglo pasado, que usaban la violencia para controlar las masas, hoy basta con atomizar a los individuos y despolitizar la sociedad, afirmaba el lingüista.
Desde luego, el mundo occidental no está experimentando (aún) los regímenes autoritarios que arrasaron su civilización hace un siglo.
Pero el lenguaje propagandístico, que busca “que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable” ya está instalado entre nosotros.
En Chile tenemos varios ejemplos de ello, de eufemismos que, como diría Orwell, buscan ocultar una verdad que no sería digerible para una parte importante de la sociedad. En la prensa y las vocerías de la clase dominante se habla de “apremios ilegítimos” en vez de torturas. La pregunta que nadie se hace es: ¿y cuáles serían los ‘apremios’ legítimos? ¿Una bofetada? ¿Un insulto?
En nuestra sociedad neoliberalizada se insiste en “el derecho a elegir”. Pero en un país en que el ingreso familiar promedio está por debajo de 750 mil pesos mensuales, ¿cuál es la libertad de elección de los padres para escoger a un colegio como el Saint George, cuya mensualidad equivale a casi todo el ingreso familiar? Habría que sincerar el lenguaje y hablar del ‘derecho de separarnos, de no mezclarnos con clases sociales indeseadas’.
En varias autopistas se han instalado sistemas que, teniendo Tag, ya no obligan a los automovilistas a pasar por las casetas de peajes. Lo llaman “free flow”. Más allá del anglicismo en un país con niveles bajos de entendimiento del inglés, el eslogan es engañoso. Free, significa libre o gratuito, pero ello no es el caso. Se paga igual, en promedio más de 3.000 pesos. La frase debería ser “Easy flow”, flujo fácil, que no es lo mismo que flujo gratuito.
O tomemos el ejemplo del sexto retiro de fondos de las AFP que se está discutiendo actualmente. En verdad no estamos ante un “sexto” retiro, sino que ante el sexto proyecto de ley para retirar parte de los fondos previsionales. El cuarto y quinto retiro fueron rechazados por el Congreso. Entonces, ¿porqué la prensa y la clase dirigente no sinceran su lenguaje?
La respuesta, creo, es simple y a la vez desconcertante: el consenso manufacturado (Chomsky), el lenguaje de la política imperante (Orwell) y las técnicas de repetición pese a la verdad (Goebbels) se han instalado firmemente en el discurso del régimen chileno, más allá de su particular color político.
Comentarios
Este artículo es tan real
Buenos dias, soy suscriptora
Faltan muchos de nosotros que
Es "el tormento que dá la
Hoy mismo estamos viendo la
Que brillante artículo.
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