La entrevista está fijada para las 3 de la tarde. Debido a un imprevisto nos atrasamos unos minutos y damos una explicación por teléfono. Quien la recibe se muestra molesto: "Si, señorita usted debió estar aquí a las 3 y son las 3 siete ... y él la está esperando".
Es uno de los muchos protectores que tiene el padre espiritual de los trabajadores chilenos, a quien ellos cuidan como una verdadera reliquia.
Sus amigos de la ANEF (Asociación Nacional de Empleados Fiscales) lo van a buscar a su casa, nos lo "prestan" por un rato asegurándose que el lugar donde conversamos está temperado, y lo llevan de vuelta a su modesta vivienda de donde él sale muy de vez en cuando y a regañadientes ("Soy alérgico a salir y cuando lo hago me siento como un extraño en la calle").
"Don Clota", como lo llaman sus amigos más cercanos, es de pequeña estatura, rostro enjuto, escasa dentadura en la que el cigarrillo ha impreso su huella amarillenta, y una mirada lúcida, a veces irónica. Directo, preciso y categórico en sus juicios, Clotario Blest -fundador de la Central Única de Trabajadores (CUT) - recuerda con memoria sorprendente los hechos de su vida, mientras siembra el relato de fechas y detalles pintorescos. Incisivo en sus apreciaciones y lapidario en su crítica, no sirve a ninguna posición partidista y, por el contrario, quema sus naves por todos los trabajadores sin distinción. A los 74 años aún tiene fuerzas para seguir luchando por sus ideales de justicia, fraternidad, mientras lamenta "que la política y el sectarismo hayan invadido los terrenos gremiales y sindicales".
Nacido en Santiago a fines del siglo pasado rememora su niñez rodeada de pobreza ("pero cuando ella se lleva con un sentido cristiano no es triste"), sus estudios en el Seminario donde estuvo becado, y los tremendos sacrificios de su madre -directora de escuela- por educar a sus 3 hijos. A los 17 años realizó sus primeros trabajos en centro juveniles cristianos, fundando también La Casa del Pueblo en el barrio La Vega. Tres años más tarde ingresaría a la Tesorería Fiscal "gracias a mis parientes momios, los Blest Gana”.
- ¿Los desprecia usted?
- No, yo como cristiano no desprecio ni odio a nadie. Claro que la gente aristócrata de esa época entendía el cristianismo como una dádiva... mientras ellos seguían siendo ricos.
Ascendiendo en su carrera, llegó a ocupar el cargo de Tesorero Comunal de San Antonio, "donde me dediqué a redimir a muchos presos". El inicio de su carrera sindical comenzaría en 1937 cuando "busqué un resquicio legal y empecé a fundar Clubes Culturales y Deportivos, y yo ahí en "culturales" metía mi golcito...". Así se iría incubando el sentimiento solidario de la clase trabajadora. Fundador de la ANEF -y gran amigo y admirador de su actual presidente, Tucapel Jiménez- y de la CTCH (ahora CUT), recuerda la división de ésta en el año 1946 y "la masacre de la Plaza Bulnes donde murió la Ramona Parra, una mujer ilustre"
-¿Tan ilustre como lo son sus actuales brigadistas?
-Seguramente las bases están bien inspiradas; no hablo de quienes las dirigen. -
Después de múltiples y significativos pasos para solidificar la posición de los asalariados, fundó en 1953 la CUT, de la cual fue presidente durante nueve años. "La pugna política que llegó a límites increíbles y la falta de honestidad para ventilar a la luz pública los problemas internos" lo llevaría a renunciar a su cargo.
El renombre de Clotario Blest trascendía entonces las fronteras nacionales, y es así como recuerda cuando fue llamado desde Argentina para ir a liberar a los presos encarcelados por Perón: "Desgraciadamente me bajaron en Mendoza y el señor Perón me tuvo preso durante diez días".
Mejor fue sin embargo su suerte en Paraguay, "donde fui tratado muy bien por el señor Stroessner quien accedió a mi petición soltando a los presos políticos, los cuales debieron -eso sí- salir del país".
Múltiples anécdotas hacen de su vida un fardo gigantesco de satisfacciones y sinsabores, un desafío diario al riesgo de la pobreza, la incomprensión y la soledad. Hoy le visitan innumerables jóvenes y seguidores, mientras él los espera en su casa, donde no tiene un aparato de televisión "porque es muy caro", acompañado de una vieja radio en la que suele sintonizar a Beethoven, "el genio de la música', y donde lee a su autor predilecto Nlko Kazantzakis. "Como poco y trabajo mucho, gracias a lo cual tengo hasta el día de hoy muy buena salud”.
- Usted estuvo varias veces en la cárcel, ¿no es así? ¿Qué recuerdos guarda de ella?
- Fíjese que Ibáñez me metió 14 veces a la cárcel, Alessandri 3, Frei una... claro que ésa fue cosa de los pacos más bien. En fin, tengo un récord en la materia: creo que al Loco Pepe (asaltante argentino) lo gano por siete veces. Pero le diré la verdad, cuando estaba adentro sentía la gran satisfacción de saber que se debía a que me jugaba por mis ideales. Pasé instantes felices allí, aunque también reconozco que otros no tantos, como cuando tuve que estar por tres meses en la galería de los cogoteros.
- ¿Y qué siente hoy?
- Que estamos viviendo un período de confusión, una lucha política muy enconada que llega a lo personal. Los políticos están usando un lenguaje que confunde a la gente. Pienso que todo esto es extraordinariamente grave. Yo llevo 54 años de lucha y creo que vivimos uno de los períodos más graves en nuestra historia, especialmente en lo económico. En la época de Ibáñez nosotros hacíamos huelgas nacionales con las cosas que pasaban entonces... iY por Dios las que pasan hoy día!
- Cuéntenos su parecer sobre la CUT que usted fundó.
- En mi época la CUT daba garantías de no ser sectaria. Era una unidad compacta. Hoy mantiene una unidad formal, pero por dentro está tremendamente dividida.
- ¿Y quiénes son los culpables?
- Todos los dirigentes políticos que no saben distinguir entre lo gremial, lo sindical y lo político. Piensan solamente en sus fines electorales.
- Digamos entonces que usted no comparte la postura de un dirigente gremial que ocupa paralelamente un cargo político, como es el caso de don Luis Figueroa…
- Ciertamente que no, pues. Un dirigente gremial no puede ser político ni menos asimilarse a intereses partidistas, porque entonces, ¿a quién sirve? ¿Al gobierno o a la clase trabajadora?
- Cuéntenos dónde estaban sus enemigos cuando en el año 62 usted renunció a la presidencia de la CUT.
- En nuestras propias trincheras. Ha sido en nuestra clase -ya que la derecha no se nos atrevía- donde nació el germen del sectarismo.
- ¿Piensa usted que la clase trabajadora se siente auténticamente representada en este gobierno?
- Parece que no, ¿no? Porque es curioso que en este período haya habido más huelgas en contra que a favor del gobierno. Me pareció extrañísima, por ejemplo, la actitud del ministro del Trabajo, al no querer dar reajustes parejos sino discriminatorios a todos los trabajadores chilenos.
- ¿Cuál cree usted que es la causa del mal que nos aqueja?
- Mire, yo pienso que el mal hay que atacarlo en su fondo. Lo primero que deben exigir los trabajadores es el control del proceso inflacionario. Los trabajadores deberían estudiar un proyecto con la ayuda de técnicos. En este sentido la derecha tiene la razón: los reajustes son parches, inyecciones de morfina. Después la enfermedad se agrava más. Deberían elegirse dirigentes que merezcan la confianza de todos los trabajadores de Chile; sólo así éstos estarían dispuestos a hacer los sacrificios necesarios. O nos sacrificamos todos o no se sacrifica nadie. Que no sean como el padre Gatica, que predica pero no practica...
- ¿Vislumbra usted a alguna figura nacional que pueda sacar al país de donde está?
- En este momento no veo al hombre, desgraciadamente. No veo a ningún Recabarren ni nada que se le parezca. Todo el mundo está comprometido y envilecido.
- ¿Y el presidente de la República, don Salvador, como dice su nombre…?
- Mire, yo a él personalmente lo estimo mucho porque a pesar de todo lo que se diga es muy humano. Lo único que lamento es que no se haya rodeado de gente capaz y con buenas intenciones. Han llegado personas ahí, que no me merecen ninguna fe. Yo a éstos los conozco hace muchos años, no se le olvide, y nunca los he visto en la pelea.
- ¿Ni siquiera ahora?
- Menos que nunca, pues. Echan a pelear a los jóvenes a la calle en un gesto de inconsciencia extrema. Que salgan ellos a la calle como lo hacíamos nosotros, arriesgando nuestro propio pellejo.
- ¿Cómo expresa usted su profundo sentimiento religioso?
- Todo se concreta en un precepto fundamental que dice: "Ama al prójimo como a ti mismo". Es una religión de fraternidad y no de odio.
- ¿Cree compatible marxismo y cristianismo?
- Creo que el marxismo es una teoría socioeconómica y no una filosofía. Cuando Marx empieza a filosofar, la empieza a embarrar. El cristianismo es una vivencia, una fe, una doctrina social.
- ¿Reñida con la lucha de clases?
- Desde luego, la lucha de clases está profundamente reñida con el amor que predica Cristo. Soy un convencido de que el amor es el gran motor del mundo y pienso que si el socialismo no es amor no es socialismo.
- Pero al mismo tiempo usted es un hombre violento y agresivo, ¿no es así?
- Sí, soy violento contra los prepotentes, los soberbios y los hipócritas y por lo demás, Cristo jamás perdonó a esta gente.
- ¿Se diría usted melancólico…?
- Ya en la vejez no se puede ser alegre. La vejez es peor que la muerte, a la cual ciertamente que le temo. El que dice que no le teme, miente.
- ¿Se ha acostumbrado a la soledad que implica vivir sin una mujer, unos hijos, un hogar…?
- Uno nunca se acostumbra a la soledad. Yo tuve. que renunciar a casarme en 1920. La niñita con la cual yo tenía amistad presidía una fracción de la Juventud Católica, en tanto yo presidía otra. Nuestro trabajo nos impedía vernos y entregarse a medias no resulta. Prometimos no casarnos y aquí me tiene; yo no me casé y ella murió de monja como una santa.
Comentarios
La información que se omite,
Don Clotario, un ejemplo para
Una entrevista tendenciosa y
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