Así se fue enredando el hilo de la madeja. Próximo a cumplir tres años de su triunfo electoral con la primera mayoría relativa, volvió Allende a integrar su gabinete UP con cuatro uniformados, que representan los escalafones más altos en las FF. AA. y Carabineros.
El 2 de noviembre de 1972, llamó a los militares como la receta heroica para contener el paro de octubre. Entonces quiso que lo acompañaran los tres comandantes en jefe; logró únicamente a Prats. El almirante Raúl Montero y el general de la FACh, César Ruiz Danyau, prefirieron vigilar desde fuera.
Ahora el Gobierno considera que la situación es muchísimo más grave que el año pasado. El presidente tuvo que recurrir a argumentos supremos y dramáticos para obtener la aquiescencia de los cuatro más altos uniformados y, al mismo tiempo, conseguir un frío visto bueno de los partidos Socialista, Mapu (Gazmuri) e Izquierda Cristiana. Sólo los comunistas, se batieron al lado del mandatario. Pero. nadie quedó hondamente satisfecho de la heterogénea fórmula encontrada. ¿Tendrá "muñeca" Orlando Letelier para la cartera de Interior y parlamentar con éxito con un Congreso con mayoría opositora?
¿Se podrá desempeñar con acierto el contralmirante Montero en Hacienda, en vísperas de confeccionar el Presupuesto Fiscal, que arroja, a la fecha, un déficit de 80 mil millones de escudos, al cual debe sumar los 120 millones de pérdidas en las empresas estatizadas? ¿Será un hábil negociador para la deuda externa? Ojalá que el marino navegue con éxito en un océano financiero cargado de turbulencias y cuando el Fondo Monetario Internacional señala a Chile batiendo el récord mundial de la inflación con un 283 por ciento y que al ritmo que lleva cerrará el año con un 350 por ciento, lo que equivale al uno por ciento diario.
El país se está ahogando por la asfixia inflacionaria, como lo han reconocido Allende y los ministros, Fernando Flores -ahora en la Secretaría General de Gobierno-, y el de Economía, José Cademártori. Felipe Herrera no aceptó conducir las finanzas porque estima que ya no existe médico ni medicina para curar a Chile de su terrible mal.
Zapato chino
El presidente, al tomarles juramento a sus ministros nuevos, dibujó con franqueza el zapato chino en que Chile está metido. "Yo llamo a este gabinete de Seguridad Nacional porque es la última posibilidad que tenemos para atacar la subversión. Tenemos que evitar que se separe al Gobierno del pueblo y al pueblo de las FF. AA. Imponer el orden político y económico, deteniendo el monstruoso proceso inflacionario que nos liquida. Manejando en forma implacable la ley contra los grupos de la ultraderecha y de la ultraizquierda, que se dan la mano. Hay que poner atajo a la especulación desorbitada y al mercado negro. Restablecer el orden interno y la seguridad nacional e internacional. Obtener del Congreso el despacho de muchas leyes que están pendientes. Aprobar medidas drásticas para castigar el delito económico. Imponer todo un régimen de distribución, que asegure el reparto democrático y equitativo de los alimentos. Rechazar la infiltración subversiva en las FF. AA. En Chile jamás habrá un Ejército paralelo; se respetará la verticalidad del mando…".
El jueves 9 de agosto no parecía un gobernante el que hablaba, sino un adversario desde la trinchera de la oposición. Y era Salvador Allende, que ahora sabe, con su dura y amarga experiencia, que la Presidencia de la República, que tanto ansió, no es un regalo concupiscente. Pudo serlo en otras épocas ya lejanas. Ahora el oficio de gobernar es vivir sobresaltado, como el condenado a muerte que cuenta las horas para su fusilamiento.
El oficio no fue de este jaez cuando asumió el mando. Se desplazó con seguridad de un esquiador bien entrenado. Tuvo diálogo fácil con la DC., que también lo eligió para la Primera Magistratura. La oposición era más retórica que real. Existían, por cierto, problemas profundos; pero, en la superficie, había orden social y político. La Iglesia Católica "era más ostensible colaboradora que la masonería, a cuyas logias pertenece Allende. Los uniformados no sólo eran leales, como lo son ahora. Eran sus más fervorosos e incondicionales amigos, porque S. E. -desde que fue ministro de Salubridad con Pedro Aguirre Cerda- nunca perdió el contacto directo con ellos.
El presidente, al tomarles juramento a sus ministros nuevos, dibujó con franqueza el zapato chino en que Chile está metido. "Yo llamo a este gabinete de Seguridad Nacional porque es la última posibilidad que tenemos para atacar la subversión. Tenemos que evitar que se separe al Gobierno del pueblo y al pueblo de las FF. AA. Imponer el orden político y económico, deteniendo el monstruoso proceso inflacionario que nos liquida. Manejando en forma implacable la ley contra los grupos de la ultraderecha y de la ultraizquierda, que se dan la mano. Hay que poner atajo a la especulación desorbitada y al mercado negro. Restablecer el orden interno y la seguridad nacional e internacional".
La inmensa mayoría de los trabajadores organizados en sus sindicatos recibieron con plácemes al mandatario, cuyo programa presidencial había coincidido en buena parte con el de la DC.
No tuvo problemas en sus primeros meses. Pudo gozar con agrado del título, y tanto, que hasta adquirió para los presidentes la regia mansión almenada de Tomás Moro.
¿Todo "irreversible"?
Pero muy pronto se contagió de la enfermedad que sufren los que alcanzan el poder. Sin decirlo, con las mismas palabras, repitió la jactancia de que la UP gobernaría hasta el año 2.000 porque "el proceso revolucionario era irreversible".
Se cayó en la fatuidad y fueron irreversibles hasta los errores.
Es la soberbia la madre natural del sectarismo.
El sectarismo provoca la ceguera de que el Gobierno y su presidente son infalibles. Se precipita hacia un sistema de gobierno unipersonal. Todo lo decide y lo manda el jefe y se rompen los lazos de un buen entendimiento con el adversario democrático, que no piensa derrocarlo, sustituirlo sí; pero una vez cumplido el plazo constitucional.
Allende fue elegido con el 36 por ciento de los sufragios. En las elecciones municipales de 1971 se elevó al 49 por ciento y en las parlamentarias de marzo disminuyó al 43.
Estas cifras aferraron al Gobierno a la creencia que lo estaba haciendo macanudamente bien y con un poquito de empeño más, en 1976, eligiría Allende a su sucesor, que, por el momento, es Clodomiro Almeyda.
Con el paro de octubre, la UP despertó de su sueño dorado. Ese movimiento demostró el grado de efervescencia social, que se agravó ahora en julio y agosto, no solamente por el paro de transportistas, sino por muchos otros acontecimientos que vuelan como pájaros ciegos. La "infalibilidad de lo irreversible" llevó al Gobierno a pretender imponer por la fuerza la Escuela Nacional Unificada (ENU). Una iniciativa que los desaprensivos podrían calificar de baladí o secundaria; pero fue tal el impacto que produjo en los hogares, en la juventud, en los padres y profesores. que sus efectos se demostraron de inmediato.
La ENU distanció a la Iglesia del Gobierno. El cardenal se abstuvo de presentarse al lado de Allende el 1 de Mayo.
Las FF. AA., si no se distanciaron, deliberaron del contenido de la ENU y con franqueza le comunicaron al Gobierno su desacuerdo.
De esta manera, se abrió un frente ideológico profundo y altisonante que obligó al Ejecutivo a retirarlo y cambiar su táctica. Ya no todo era irreversible y las FF. AA. dejaron de ser estrellas frías, distantes y neutrales. Entraron a participar en el proceso de un modo polémico.
Un sector minoritario y golpista se alzó y dio el "tancazo" del 29 de junio, lo que vino a demostrar que, en las condiciones actuales, Allende ya no es el árbitro único. Hay muchos que deliberan en el oficialismo y en la oposición; pero los que están decidiendo el futuro son las FF. AA.
En sus altos mandos está el árbitro y fue por resolución de éste que el Gobierno tuvo que abrirse al diálogo con la DC; las FF. AA. no aparecieron en ‘la pantalla’. Emergió la voz del Episcopado, pero ya en los cinco meses que los generales acompañaron a Allende en su gabinete, fueron terminantes en aconsejarle un arreglo con los sectores democráticos de la oposición para poner fin al conflicto de poderes y para apaciguar la vorágine económica y social.
Allende, envuelto en esta enervante encrucijada, ha tenido que romper violentamente con los sectores ultristas, que también militan en su propio PS, para abrir las puertas a un nuevo entendimiento entre la UP y los elementos castrenses.
El nuevo Ministerio
Así quedó el Gabinete:
Interior: Orlando Letelier, PS (antes Canciller).
Economía: José Cademártori, PC.
Cancillería: Clodomiro Almeyda, PS (antes en Defensa).
Hacienda: almirante Raúl Montero.
Defensa: general Carlos Prats.
Obras Públicas y Transportes: general (A) César Ruiz.
Educación: Edgardo Enríquez, PR (confirmado).
Agricultura: Jaime Tohá. PS (confirmado).
Trabajo: Jorge Godoy, PC (confirmado).
Vivienda: Aníbal Palma, PR (antes Secretario General de Gobierno).
Minería: Pedro Felipe Ramírez, lC (confirmado).
Salud: Arturo Jirón (confirmado).
Tierras: General (C) José María Sepúlveda.
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