Sebastián Piñera es una persona a la que pocos pasan a llevar, y cuando lo hacen, la pagan. Sin embargo, la semana pasada el presidente chileno sufrió una humillación que no lo queda otra que tragársela, pues se la profirió uno de los pocos en posición de hacerlo sin sufrir las consecuencias: Michael Pompeo, el secretario de Estado de Estados Unidos, una de las personas más poderosas en el mundo.
Pese a que la prensa tradicional no connotó el hecho como una humillación, el mensaje de Pompeo a los cuatro vientos bajándole la línea al presidente de Chile respecto de lo que tiene que hacer o no hacer con Huawei y el 5G, en la víspera de su viaje a China, no puede interpretarse sino como una llamada de atención avasallante, casi de fuerza. Era la imagen rediviva del Estados Unidos de la época de la Guerra Fría, en su búsqueda de alinear sin sutilezas a América Latina contra sus enemigos geopolíticos, hoy China, antes la Unión Soviética.
Además a Piñera le debe doler doblemente, pues la pulla recibida es autoinflingida al menos en dos modos.
Por una parte, su primo, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, frente a la amenaza de Pompeo, afirmó que Piñera no visitaría la planta de Huawei en Shenzhen, lo que fue interpretado como una señal de debilidad de Chile frente a Estados Unidos. Un error doblemente extraño, pues no había necesidad de confirmar la información, y porque una explicación así debió ser meditada por el canciller Roberto Ampuero, quien debiera tener la experticia suficiente como para no cometer ese equívoco de novato.
Por otro lado, la ingrata visita de Pompeo es posible porque fue el propio Piñera quien le abrió de par en par a Estados Unidos las puertas de la política exterior chilena, cuando lo secundó de manera tan acrítica en su intervención fallida contra la Venezuela de Nicolás Maduro, en el episodio de febrero de Cúcuta, Colombia. En la ocasión Piñera junto con no lograr nada concreto y comprar toda la retórica anti-chavista, se casó con un discurso pétreamente anti-comunista, que delezna de toda lo que huela a dictadura de izquierda. Es decir, que delezna del país al cual hoy visita.
En Beijing, Piñera se reunirá con el presidente de la República Popular China, el comunista Xi Jinping. Con toda probabilidad este líder, aún más poderoso que Pompeo, no será tan despiadado con el presidente de un pequeño país que parece ser buena playa de desembarco de los capitales chinos en América Latina, pero también con toda probabilidad le hará ver su poder y le hará notar -sin decírselo- la contradicción flagrante que hay entre perorar contra Maduro por dictador y violador de los derechos humanos, a la vez que disfruta de los agasajos de estado de la mayor potencia comunista mundial, la que no es ninguna democracia y que registra serias y masivas violaciones a los derechos humanos.
Tal vez en la conversación salga el tema de por qué el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tuvo que cancelar su asamblea general, ante la oposición de China a que Juan Guaidó nombrara a Ricardo Hausmann como el representante de Venezuela, en vez del funcionario asignado por Maduro. Un tema de mutuo interés, pues es China uno de los principales países acreedores de este banco que financia políticas públicas a lo largo y ancho de América.
También Piñera se reunirá con un mucho más directo Vladimir Putin, el presidente de Rusia y otro defensor de Venezuela. Y otra ninguna democracia ni ejemplo de cultivo de los derechos humanos. Y otro rival del aliado que busca imponérsele a Chile. Alguna palabra cruzarán al respecto, veremos si el presidente chileno mantiene ahí el tono de Cúcuta.
Probablemente los mandatarios de China y Chile también hablarán de Huawei, la red 5G y la rudeza propia de un cowboy de Pompeo, y Piñera se reirá nervioso, asegurará que habrá una licitación justa y que se respetarán los avances ya acordados en este sector.
Pero, las reuniones importantes para el futuro del 5G van a ser en Shenzhen, la ciudad de la casa matriz de Huawei y sus principales operaciones. Piñera finalmente no va visitar la empresa, pero sí se reunirá con sus altos ejecutivos. Inevitablemente, en dicha reunión el presidente chileno notará que está como el jamón del sandwich, con los negociadores chinos por abajo y el recuerdo fresco de Pompeo por arriba, quien fuerte y claro le acaba de comunicar que en la guerra comercial entre China y Estados Unidos, tiene que elegir bando.
En suma, Piñera descubrirá que no es tan fácil en política exterior ir un día con un sombrero de asistente del sherif y al otro de mercante veneciano en la ruta de la seda. Se ve mal a kilómetros y genera alto ruido ¿lo notarán los medios acreditados para acompañarlo en la gira?
Comentarios
Excelente análisis!
Clarísimo para muchos, pero
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