Cada generación tiene personajes, reales o ficticios, de la política o el espectáculo, que resumen y rezuman su espíritu, su manera de ver el mundo y los valores y las formas de vida con las que se identifican: fueron Lord Byron -o Manuel Rodríguez- a inicios del siglo XIX; Tom Sawyer -o José Martí- a fines de tal centuria; los Beatles -o Víctor Jara- durante los años sesenta.
Y eso fue Friends para quienes eran veinteañeras y veinteañeros alrededor de mediados de los noventa.
Porque Friends fue mucho más que una serie de televisión de seis personajes, tres mujeres (Rachel, Monica y Phoebe) y tres hombres (Ross, Joey y Chandler) que habitaban una Nueva York que venía saliendo de los opacos y difíciles años setenta y de los yuppies años ochenta y que se transformó en una idealización de la vida joven luego de salir de casa y antes de casarse, en los llamados veintitantos (twenty-something).
No; Friends fue un espacio que promovió una forma de vida veinteañera que, si se apura el argumento, tiene paralelos en la década del 90, con la irrupción de la adolescencia cuarenta años antes, fecha esta última en que los jóvenes quinceañeros irrumpieron vía El Guardián entre el Centeno, las cintas de James Dean y Marlon Brando y, por supuesto, el advenimiento del rock and roll.
La industria del consumo había hallado en aquella nueva población demográfica etaria de los adolescentes a partir de los cincuenta un nuevo sujeto de consumo y volcó, sobre todo en la moda y el espectáculo todas sus fichas, lo que se propagó hacia los sesentas, setentas y ochentas, que fue el momento en que alcanzó su mayor predominio, tal como lo ilustran series actuales como Freaks and Geeks o Stranger Things, que se ocupan del periodo temporal y etario de esos años.
Queda siempre la sensación de que esa silla reclinable, vacía tempranamente por Matthew/Chandler al desaparecer a los 54 años es un recuerdo de un tiempo en que una o unas series de televisión repararon en la irrupción de un nuevo sujeto demográfico y corrieron a tratar de darle una historia pop entrañable.
Crecer
Pero los adolescentes -en particular del Primer Mundo- de los ochenta crecieron y alcanzaron la veintena en los noventa. De pronto se vieron en un mundo y con demandas vitales que ya no eran las mismas de sus padres de la llamada Silent Generation y se dieron cuenta de que no podían comprar una casa en los suburbios como aquellas que se mostraban en Los Picapiedra o en Los Locos Adams, pero que esa década vital no solo estaba plagada de amenazas, sino que también de oportunidades.
Había nacido la Generación X.
Las series cómicas de la televisión (sitcoms), en particular desde los sesenta, habían dado cuenta del primer fenómeno y habitualmente ellas abordaban las vidas familiares de los suburbios y sus situaciones ocurrían en casas, con la familia y los vecinos.
Ese mundo, obviamente idealizado, primermundista, blanco y heteronormativo, ya no calzaba tanto con las y los espectadores en sus veintes en los 90 que se daban cuenta de que ellas no reflejaban su propio mundo.
Entonces tres o cuatro series de aquellos años plantearon un giro: ya no habría casas, sino departamentos, los personajes no serían más los padres y sus hijos, sino que los amigos o compañeras de piso. Esas series fueron Sex & the City, Mad about You, Seinfeld y, por supuesto, Friends. Todas habitando New York, y todas aún blancas y hasta cierto punto heteronormativas, pero que hacían referencia explícita a este nuevo sujeto de consumo que era la o el joven que había salido de la casa de los padres y aún no se había casado, o que si se había casado, como en Mad about You, no había, por de pronto, tenido hijos. Esto último hasta recibió un nombre crucial para las ofertas de entretención y restauración de discotecas, bares, pubs y restoranes: DINKYS (double income, no kids; “parejas de doble ingreso sin hijos”).
El elemento clave, mucho más allá de la creación de tendencias, era lo memorable de sus personajes. Y ahí Chandler simplemente reinaba. Él mismo solía presentarse con la frase, “soy Chandler, hago bromas cuando me siento incómodo” y su sarcasmo permanente solía sacar de sus casillas a sus amigas y amigos.
Estas series, y en especial Friends, descansaban sobre personajes que identificaban a tal grupo etario, amén de que proponían formas de vida, como juntarse en un café como el Central Perk; vestuario, como los polerones y faldas gigantes de Phoebe, las camisas a cuadros de Monica, y, por supuesto los chalecos sin mangas y abiertos de Chandler; también servían para promocionar música pop, como The Rembrandts, autores de la intro de la serie en un ejercicio power-pop que por años fue considerado como el mejor opening musical de sus tiempos, o Hootie and the Blowfish a quienes los personajes seguían con ahínco.
Pero el elemento clave, mucho más allá de la creación de tendencias, era lo memorable de sus personajes. Y ahí Chandler simplemente reinaba. Él mismo solía presentarse con la frase, “soy Chandler, hago bromas cuando me siento incómodo” y su sarcasmo permanente solía sacar de sus casillas a sus amigas y amigos, que, por otro lado, veían en él a quien aliviaba las situaciones ejerciendo de comic relief las más de las veces.
Chandler vivía junto a Joey en 90 Bedford St, en el departamento 19 y Monica con Rachel lo hacían en el 20, mientras que Ross, hermano de Monica, y Phoebe, amiga de las otras dos, circulaban por ahí mismo para conformar el sexteto que a partir de cierta fecha de 2002 embolsaría para cada una de las actoras y actores del sexteto un millón de dólares por episodio grabado de esta serie que duró diez temporadas entre 1994 y 2004.
A tanto empezó a llegar la fanaticada por la serie que hasta el día de hoy personas de todo el mundo que visitan Nueva York, van a la locación del edificio y muchas personas compraron o soñaron comprar sillones reclinables BarcaLounger como los que usaban Joey y Chandler y que eran probablemente sus posesiones más preciadas en aquel departamento.
Y más
Pero hay más, que puede ir como un punteo:
1. Friends y Chandler estuvieron al aire antes de la disrupción definitiva de Internet. Antes de los smartphones. Antes de las redes sociales. Como tal representa un mundo que jamás va a regresar y, como señalaba un posteo de Pictoline hace varios días, está en el corazón de unos años 90 que han empezado vigorosamente a ser revisitados, como un espacio sin las complejidades tantas veces inabordables de la vida actual: Friends y Chandler en particular identifican aquella era tal como para los ochentas lo podía ser “Take on Me” de A-ha.
2. Friends, además, fue de esas series que se veían en protomaratones (binge-watching) no en DVD ni en streaming, sino que en VHS.
3. Friends y Chandler legaron momentos memorables que se suelen citar con la frase mantra “es como en ese capítulo en que…”, tal como ocurre con Los Simpson o el mismo Seinfeld. Algunos de esos tropos, sin tratar de hacer una lista muy extensa, son unagi!, la habitación secreta, la copa Geller, la friendzone, Ross y Chandler vestidos como Miami Vice.
Es menester mencionar que Matthew Perry cuyo fallecimiento ha inspirado este texto experimentó muy difíciles momentos de adicción al punto que en su libro y en entrevistas de los últimos años solía declarar que quería ser recordado más por su aporte a las personas adictas que por su papel como Chandler.
4. Friends y Chandler cimentaron la versión moderna de las llamadas roommate-com (“comedias de situación de compañeros/as de piso”) que habían sincrónicamente nacido con Tres son Multitud (versión estadounidense de la inglesa, Un hombre en casa) en la segunda mitad de los setenta, y cuya actriz Suzanne Somers acaba de fallecer, desplazando a comedias familiares de la misma época como Ocho son suficientes, y que se perpetuarían en Two and a Half Men, The Big Bang Theory o How I Met Your Mother.
5. Como roommate-com, Friends y Chandler coincidieron con el desplazamiento de las viviendas de las casas a los departamentos, que incluso sucedió en Chile y en particular en Santiago Centro con la llegada de la alcaldía de Jaime Ravinet (1990-2000).
6. Friends y Chandler fueron parte de una generación, la ya repetida acá Gen-X, que en los medios audiovisuales empezó a adquirir conciencia de su propio lugar en la cultura pop y a hacer citas internas con dicha cultura, como el episodio ya citado en que recuerdan el pasado y vuelven a inicios de los ochenta y llegan Chandler y Ross a la casa de los papás Geller vestidos y peinados a la usanza del New Wave y donde, en otro flashback, un año más tarde, les abren la puerta de los Geller y están vestidos como Miami Vice. Y el papá de Ross le dice a Chandler, “tu pelo se ve distinto ahora”. A lo que este responde, “el año pasado éramos unos estúpidos”. O algo así.
7. Friends y dos de las otras series que promovían la Nueva York de la época se dieron cuenta de que debían inseminarse cruzadamente, de modo que Seinfeld, Mad About You y Friends, compartían un mismo universo. Ello porque la hermana gemela de Phoebe de Friends, Ursula, trabajaba de camarera en la cafetería que frecuentaban los personajes de Mad About You, y Paul, de esta serie, le arrendaba departamento a Kramer de Seinfeld. En todos esos crossovers los personajes que interpretaban eran los mismos, no cameos del actor o actriz, sino que el mismo personaje de la otra serie. O sea que la Nueva York de los noventa era la misma ciudad para las tres roommate-coms.
Se podría seguir, y también es menester mencionar que Matthew Perry, cuyo fallecimiento ha inspirado este texto, experimentó muy difíciles momentos de adicción, al punto que en su libro, y en entrevistas de los últimos años, solía declarar que quería ser recordado más por su aporte a las personas adictas que por su papel como Chandler, lo que merece todo el reconocimiento; mas queda siempre la sensación de que esa silla reclinable, vacía tempranamente por Matthew/Chandler al desaparecer a los 54 años, es un recuerdo de un tiempo en que una o unas series de televisión repararon en la irrupción de un nuevo sujeto demográfico y corrieron a tratar de darle una historia pop entrañable.
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