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Miércoles, 23 de Julio de 2025
[Sábados de Streaming - Películas]

El aprendiz: La línea de sombra de Donald J. Trump

Juan Pablo Vilches

Con un estupendo trabajo de fotografía y dirección de arte, esta historia de maestro-discípulo existe para responder dos preguntas: ¿Por qué Trump es como es? ¿Y siempre fue así? Y sí, cumple; aunque con sacrificios.

En una de las escenas finales de la película que nos ocupa, un maduro Donald Trump (Sebastian Stan) se reúne con el periodista Tony Schwartz, quien será el escritor fantasma de Trump: The Art of a Deal (1987), un libro que chapoteaba entre la biografía y los consejos de negocios, dándole cierta coherencia al relato del ya exitoso magnate inmobiliario.

En el marco de esa conversación, Trump enuncia con total desparpajo los tres principios de su éxito –robados, por supuesto, y ya veremos a quién–, consistentes en a) atacar siempre; b) no reconocer ni confesar nada; y c) nunca admitir una derrota. A lo que el periodista responde: “Esto se parece a la política exterior de los Estados Unidos”.

Si bien esta película fue escrita y filmada para registrar la evolución –o degeneración– de una persona a partir de su relación con otras personas, nunca renuncia a comprender los elementos públicos y sistémicos de ese país que hicieron posible el surgimiento, ascenso, apoteosis, caídas y sucesivos renacimientos de un individuo tan singular como el actual presidente de los Estados Unidos de América.

No es casual que esta historia comience con un joven Trump, ambicioso, banal y obnubilado con la riqueza y el poder –pero aún capaz de cierta empatía–, concibiendo glamorosos proyectos inmobiliarios en un Nueva York degradado… mientras Richard Nixon está siendo acorralado por el caso Watergate. 

Tampoco es casual que ese joven Trump haya empezado a orbitar en un sistema solar donde el sol se llamaba Roy Cohn (Jeremy Strong), el brazo legal del macartismo de dos décadas atrás. “El mismo que montó el show para ejecutar a los Rosenberg”, le explica Trump a su renuente padre con claro tono elegiaco.

Y, en efecto, los tres principios del éxito enunciados por Trump en realidad fueron creados por la inescrutable mente de Roy Cohn, quien es interpretado por Strong como si fuera un reptil con infinitas capas de escamas, que lo protegen de un entorno al que le ha declarado la guerra hace décadas. Y la está ganando.

A su lado, Fred Trump (quien sí forjó su fortuna desde cero, a diferencia de su hijo Donald) aparece como un padre deficitario, vulgar y cuya única herencia, aparte del dinero, fue una inclinación a la crueldad caprichosa. El opuesto absoluto a los daños calculados, en tiempo y forma, que Cohn infligía a personas selectas para lograr sus objetivos.

Así, la película se construye sobre la relación maestro-discípulo con cierta dosis de tensión sexual por parte de Cohn, cuya obvia homosexualidad era obviada por el poder y el temor que infundía. Las lecciones del viejo al joven destilan cinismo, así como una lucidez que no hace más que aumentar en vista de las acciones del Trump presidente en su segundo mandato.

Cohn dice, por ejemplo, que “este no es un país de leyes, sino un país de hombres”, pues tanto el joven como el viejo hacen todo lo que pueden para ajustarse al molde de los robber barons que forjaron el EE. UU. moderno. “A diferencia de los deportes, hay que olvidarse de la pelota y caerle al hombre”, predica Cohn en la ficción, y su discípulo en la actualidad sube aranceles un 25% si le llevan la contra.

La película se ve bien y se ve fiel a una época ida, con una cámara inquieta que revolotea en un Nueva York opaco y marrón, con una minuciosidad notable en cuanto a vestuario y mobiliario, desplegada para que nos quede claro que se habla de un pasado lejano, pero con ideas y palabras que llegaron para quedarse. 

En efecto, el rigor visual camina de la mano con un afán “genealógico”, por llamarlo de alguna manera, como si la película y sus autores tuvieran el deber de explicar el origen de todos y cada uno de los manierismos, eslóganes y evidentes taras de Donald J. Trump. De hecho, a medida que avanza el metraje, queda la sensación no muy agradable de que la película está diseñada para llenar un check list.

A esta cojera de la película se le suma una segunda, vinculada con los personajes secundarios –como su padre Fred, su hermano homónimo (y mayor), y su esposa Ivana–, todos ellos importantes pero carentes de una entidad propia que trascienda la función que les encomendó el guion: el ser relojes del proceso de depravación y degradación de Trump.

¿Y en qué consistió este proceso? Pues en la aplicación de las reglas de Cohn en los negocios y en la propia vida de Donald Trump, valiéndose de los sucesivos éxitos inmobiliarios y el cortejo, nupcias y vida matrimonial con Ivana, en un devenir bastante ágil, a ratos vertiginoso, y siempre diseñado para que reconozcamos en el joven empresario de entonces al senil político de hoy. 

El hecho de que Trump aplique las lecciones de Cohn a las relaciones con su propio maestro caído en desgracia, pone cierto dramatismo a la predecible trayectoria vital de Trump, montándose ni más ni menos que en Shakespeare y la improbable relación que concibió entre Falstaff y el príncipe Harry. 

Hay una escena que parece calcada del final de Enrique IV, cuando el príncipe –ante la muerte del rey, su padre– asume súbitamente la razón de Estado y repudia al viejo bufón, el que ya no le sirve para sus nuevas responsabilidades. La escena es análoga, pero el joven príncipe acá no emerge mejor ni más consciente, sino que cruza definitivamente la línea de sombra hacia la persona caricaturesca, monstruosa, atractiva y divertida, que lo catapultó al pináculo de la política de su país.

Y no habla bien del sistema estadounidense que el éxito de Trump tiene una altísima correlación con su progresiva degradación. En un sistema estructuralmente corrupto, para encumbrarse, hay que envilecerse.

Acerca de…

Título original: The Apprentice (2024)

Nacionalidad: Canadá, Dinamarca, Irlanda y EE. UU.

Dirigida por: Ali Abbasi

Duración: 122 minutos

Se puede ver en: Alquiler en Apple TV+ y Prime Video

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