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Viernes, 8 de Agosto de 2025
Estadio Nelson Oyarzún de Chillán

Ñublense: llega al fútbol chileno polémico sistema de reconocimiento facial al que impugnan por sesgo racista

Lissette Fossa

La propuesta impulsada por la Municipalidad de Chillán y la Subsecretaría de Prevención del Delito -que ya había sido impulsada en 2020 por la ANFP- busca bajar la tasa de delitos en los estadios. Sin embargo, la tecnología de reconocimiento facial carga con varios estudios que muestran los sesgos racistas que contienen, en especial en el reconocimiento de personas indígenas y afrodescendientes, además del alto procentaje de errores que presenta. 

A principios del 2020, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP) hacía noticia por un proyecto de instalar cámaras de vigilancia con reconocimiento facial en los estadios, con el fin de prevenir delitos y altercados entre el público.

Era febrero y el estallido social continuaba, con menos energía que en meses anteriores, y a esto se sumaba la muerte del hincha de Colo-Colo, Jorge Mora, quien fue atropellado por un vehículo policial a la salida de un partido, en enero del 2020. Muchos vieron la iniciativa de la ANFP como una medida de vigilancia, pero también de control frente a las manifestaciones y a lienzos con mensajes en contra del gobierno de Sebastián Piñera.

El 7 de febrero del 2020 el organismo presentó un plan de seguridad que, entre varias medidas, contemplaba una unidad centralizada de seguridad, más atribuciones para los guardias de seguridad privados y el uso de nuevas tecnologías, que incluían el reconocimiento facial en los estadios del país, además de nuevos sistemas de control como el fan ID que se utilizó en el Mundial de Rusia. La asociación contaba con apoyo económico de la Conmebol para llevar a cabo esta agenda.

Para implementar la medida, el municipio de Chillán y la subsecretaría de Prevención del Delito, dependiente del Ministerio del Interior, invirtieron 105 millones de pesos en la compra e instalación de 52 cámaras de seguridad.

Finalmente, el millonario proyecto no se concretó, en parte por la dificultad legal que implicaba generar un sistema de reconocimiento facial para la asociación privada, que para eso debía acceder a bases de datos de rostros del registro civil.

Sin embargo, ya es un hecho de este tipo de políticas comenzó a aplicarse, esta vez de la mano de la Subsecretaría de Prevención del Delito y de la Municipalidad de Chillán. Este lunes se viralizó la noticia de que el estadio de la ciudad, el Nelson Oyarzún, sede de Ñublense, se transformó en el primer recinto deportivo en implementar cámaras de reconocimiento facial.

Para implementar la medida, el municipio de Chillán y la subsecretaría de Prevención del Delito, dependiente del Ministerio del Interior, invirtieron 105 millones de pesos en la compra e instalación de 52 cámaras de seguridad,- 8 de ellas con reconocimiento facil-, y una sala de monitoreo.

A la inauguración asistió el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, quien visitó las instalaciones de cámaras y pantallas del sistema de televigilancia del estadio.

“Nuestro estadio será el primero de Chile con esta tecnología, que va a permitir no sólo mirar lo que pasa adentro del recinto deportivo sino que también afuera”, afirmó Camilo Benavente (PPD), alcalde de Chillán.

En Uruguay funciona un sistema de seguridad en los estadios, desde 2017, que incluye el reconocimiento facial. La iniciativa comenzó en el Estadio Centenario de Montevideo, pero pronto se extendió a los estadios de Nacional y Peñarol y tiene capacidad de instalarse, de manera portátil, en otros recintos. Según el Ministerio del Interior de ese país, de 2016 a 2017, tras un año de implementación de la medida, disminuyeron en 80% las detenciones en los estadios.

Pero el sistema de reconocimiento facial también tiene detractores. En 2016, hinchas del fútbol escosés se organizaron para protestar en contra de la criminalización de la fanaticada y en contra de las cámaras con reconocimiento facial, por considerarlo una medida de hostigamiento y que atentaba en contra de la libertad de expresión de quienes acudían a ver los partidos.

A fines del 2019, un estudio del Instituto Nacional de Estándares y Tecnologías de Estados Unidos (NIST, por siglas en inglés), llegó a la conclusión de que los algoritmos de los softwares de reconocimiento facial tienden a sacar conclusiones racistas.

En mayo del 2019, Interferencia informaba sobre un estudio de la Policía de Londres, que indicaba que el sistema de reconocimiento facial falló el 96% de las veces que fue aplicada. Este tipo de errores, según pudo comprobar la organización inglesa Freedom of Information (FOL), generó la detención por error de un joven afrodescendiente de 14 años.

A fines de ese mismo año, un estudio del Instituto Nacional de Estándares y Tecnologías de Estados Unidos (NIST, por siglas en inglés), llegó a la conclusión de que los algoritmos de los softwares de reconocimiento facial tienden a sacar conclusiones racistas. La tecnología tendía a generar “falsos positivos” de reconocimiento facial en personas afrodescendientes, asiáticas e indígenas. Los programas estadounidenses presentaban, según este estudio, más falsos positivos en rostros indígenas y nativos americanos, mientras que los sistemas de origen asiático cometían menos errores en el caso de personas de origen asiático.

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