Cada 12 de octubre en España se celebra el Día de la Hispanidad para conmemorar el “descubrimiento” de América por parte de Cristóbal Colón en 1492. La jornada, que incluye distintas actividades oficiales, termina con un desfile de las Fuerzas Armadas en el Paseo de la Castellana, una de las avenidas más emblemáticas de Madrid.
En esa línea, pero hace 30 años atrás, en 1992, España había construido un programa para conmemorar de manera festiva el Quinto Centenario para celebrar “500 años de evangelización”. Sin embargo, en torno a esa efeméride, comunidades y organizaciones indígenas comenzaron a cuestionar más mediáticamente lo que tradicionalmente se conocía como 'el Día de la Raza' o 'el Descubrimiento de América'.
Juan Porma Oñate, profesor de Historia y magister en Ciencias Sociales Aplicadas, explica a INTERFERENCIA que el año 1992 es importante para las luchas indígenas latinoamericanas porque marca la consolidación de un proceso que se venía gestando hace unas décadas. “El Quinto Centenario se alejaba de la celebración que se conocía que invitaba a la reflexión. Aquello, sin duda, representa una victoria para el movimiento indígena internacional, que disputando espacios de memoria sentará un precedente conmemorativo que servirá como base para los movimientos indígenas futuros”.
“Por ejemplo para el caso chileno, se puede hacer un seguimiento a través de la prensa, en donde a lo largo de todo el siglo 20 constatamos esta fecha como una celebración que busca reconocer la herencia hispana. Así, se hacían actividades festivas en los colegios, se organizaban actividades deportivas como maratones o cicletadas, y por supuesto, la colonia española se reunía con la finalidad de celebrar esta fecha. Esta situación, en donde hay total ausencia de reconocimiento hacia identidades indígenas latinoamericanas, cambiaría para el Quinto Centenario”, explica Porma.
“El Quinto Centenario se alejaba de la celebración que se conocía que invitaba a la reflexión. Aquello, sin duda, representa una victoria para el movimiento indígena internacional, que disputando espacios de memoria sentará un precedente conmemorativo que servirá como base para los movimientos indígenas futuros”, dice el historiador Porma Oñate.
El docente mapuche también señala que en ese entonces el Instituto Indigenista Interamericano llevaba 50 años de funcionamiento levantando información en torno a las comunidades indígenas del continente y reflexionando en torno al funcionamiento de las políticas estatales que les abordaban, abriéndose espacios poco a poco en dirección a una participación directa de indígenas para proponer ideas y soluciones al empobrecimiento multidimensional que les afectaba.
“Las dictaduras latinoamericanas y los exilios que provocaron fueron una instancia que reforzó el contacto entre distintos líderes de pueblos indígenas, que retroalimentaron sus posicionamientos conociendo historias similares de otras latitudes. Por este motivo, la década de los ochenta encuentra tanto a los estados latinoamericanos con sus organismos indigenistas, y en mayor medida, a las propias organizaciones indígenas, con una postura mucho más crítica respecto al 12 de octubre. En distintos países, las organizaciones indígenas se congregaron para rechazar el festejo de una fecha que recordaba el despojo y abuso”, añade Porma.
En el país europeo las celebraciones venían preparándose con tiempo. En 1981 se creó la Comisión Nacional Española para el Quinto Centenario, y también “comenzaron a replicarse comisiones nacionales con los mismos objetivos en estados de Latinoamérica, generando un terreno propicio para el establecimiento de una agenda internacional de largo aliento”, según señala el artículo académico El Quinto Centenario de la Conquista de América: movimientos indígenas y memorias en disputa.
Pero al mismo tiempo, las autoridades ya estaban al tanto que se aproximaban protestas. En noviembre de 1988 el diario El País de España, publicó “El V Centenario causará protestas de los indios contra España, según un asesor de la ONU”:
“Las principales comunidades indias de América contemplan la posibilidad de convertir 1992 en un año de grandes movilizaciones. El boicoteo de las celebraciones del V Centenario del Descubrimiento sería utilizado como caja de resonancia internacional de sus reivindicaciones, afirmaba el indigenista Ginés Serrán-Pagán, asesor antropólogo, de Naciones Unidas y de la Fundación Ford, en el artículo español. En su opinión, "la marginación de los indios practicada por la Comisión del V Centenario" ha sembrado el nerviosismo en la comunidad diplomática española, que teme que embajadas y consulados se conviertan en escenario prioritario de las protestas indígenas”.
Según el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la primera articulación entre organizaciones de los pueblos originarios se realizó del 7 al 12 de octubre de 1991 en Bogotá, Colombia, durante el I Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Campesinas e Indígenas bajo el título de Campaña del autodescubrimiento de nuestra América”. ,
Según el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la primera articulación entre organizaciones de los pueblos originarios se realizó del 7 al 12 de octubre de 1991 en Bogotá, Colombia, durante el I Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Campesinas e Indígenas bajo el título de Campaña del autodescubrimiento de nuestra América”. A partir de ese evento, las cumbres y los encuentros continentales se convirtieron en una forma de organización regional, sin embargo, también fueron fracturándose por falta de reconocimiento".
La misma publicación, plantea que pese a que la cercanía del año 1992 generaba articulaciones entre grupos organizados, “los antecedentes del movimiento indígena en la región datan de principios de los años setenta, como en el caso del Consejo Regional Indígena en Colombia y la Federación Shuar de Ecuador, organizaciones indígenas que no eran bien vistas por las élites locales que las acusaban de la infiltración de comunistas en sus filas, e incitaban a la represión militar de las comunidades indígenas”.
Fabián Bonilla, doctor en Ciencias Sociales, explica en una entrevista al medio El Universal de México que “por un lado estaba la celebración del ‘descubrimiento’ y por el otro la respuesta desde el cuestionamiento a esa fiesta; del mismo modo, mientras unos veían en Colón la hazaña de un héroe, otros ‘el inicio de un proceso de muerte, colonización y conquista’”.
En Chile: la creación de la bandera wenufoye
El investigador Cristian Vargas Paillahueque, historiador del Arte y magíster en Estudios Latinoamericanos, plantea que en 1992 hay un contraste importante, pues “mientras el Consejo de Todas las Tierras convoca a la creación de la bandera nacional mapuche, ese mismo año, Chile envía el iceberg a la expo 92 en Sevilla, precisamente en el marco de esta conmemoración. Entonces, mientras los pueblos se están movilizando y están dándole una visibilidad cultural al proceso de descolonización, el Estado de Chile hace algo que es completamente contrario a esa demanda, precisamente el año 92 se logra ver esa fractura”.
Vargas Paillahueque se refiere al nacimiento de la wenufoye, la bandera protagonista en el estallido social desde el 18 de octubre 2019, la cual nació el año 1992 desde el Consejo de Todas las Tierras como un símbolo de autonomía.
“Lo que ocurrió en el Quinto Centenario pavimentó una ruta que tenía que ver con la valorización propia del mapuche y de quiénes somos; en ese sentido, el plano de la cultura fue importante porque precisamente contribuyó a ese proceso de reunificación nacional, en el cual hay mayor cantidad de población mapuche que se reconoce como mapuche en los años 90 también a nivel discursivo... ‘seguimos en pie, estamos vivos’. Hoy, pese a no estar reconocidos constitucionalmente, ha aumentado la gente que se reconoce como mapuche, y eso me parece que es parte fundamental del proceso de descolonización ideológica que se marca en este contexto”, reflexiona Cristian Vargas Paillahueque.
El investigador Cristian Vargas Paillahueque, historiador del Arte y magíster en Estudios Latinoamericanos, plantea que en 1992 hay un contraste importante, pues “mientras El Consejo de Todas las Tierras convoca a la creación de la bandera nacional mapuche, ese mismo año, Chile envía el iceberg a la expo 92 en Sevilla, precisamente en el marco de esta conmemoración,
Quien participó activamente en la creación de la bandera llamada Wenufoye, o "canelo del cielo”, fue la primera presidenta de la pasada Convención Constitucional, Elisa Loncon, que fue parte del Consejo de Todas las Tierras o Aukiñ Wallmapu Ngulam. La académica recuerda en el libro Agitadoras, Siete perfiles de un Chile feminista (Berrinche 2022) que para diseñar la bandera hicieron un trabajo de rescatar la memoria.
“Los colores, la forma, nacen del relato de la memoria de muchos territorios. El color de la sangre, los nombres de lugares que son muy violentos, la gente nos iba contando sus historias, y así fue tomando color la bandera. Teníamos que exteriorizar nuestra identidad producto de la negación que se instaló con la política de la Concertación, porque quienes empezaron a decidir ahí fueron los nombrados a dedo por el gobierno. Nosotros queríamos autodeterminación. Dijimos aquí está nuestra bandera y seguiremos por nuestra existencia y derechos. La bandera fue perseguida en un comienzo”, relató Loncon.
Por su parte, el profesor Juan Porma explica que el nacimiento de la wenufoye en Chile “es un hecho muy importante, en la medida en que la iniciativa fortalecía identitariamente el movimiento mapuche de los noventa. La bandera fue una iniciativa del Aukiñ Wallmapu Ngulam, una organización que en ese momento disputaba la hegemonía del movimiento mapuche. Los dirigentes de esta organización se negaron a participar del Acuerdo de Nueva Imperial realizado entre liderazgos mapuche y la Concertación por la Democracia, por lo cual, una vez esta coalición triunfa y toma el poder, el Aukiñ Wallmapu Ngulam se planteó muy crítico respecto de las medidas tomadas en materia indígena, así como también denunciaron su represión al movimiento mapuche”.
“Para valorar la importancia de la creación de esta bandera, resulta particularmente ilustrativo revisitar las declaraciones del Intendente de la Araucanía en 1992, Fernando Chuecas. La autoridad manifiesta preocupación en torno a esta bandera, pues ya existe una bandera nacional que representa al país, a la vez que niega la categoría de pueblo nación a los mapuche por considerarlo peligroso y atentatorio contra la unidad de la República. Estas declaraciones encuentran hoy un triste correlato con los debates generados en torno a la Plurinacionalidad. Finalmente la bandera trascendió y la vimos popularizarse a nivel internacional para el estallido social de 2019”, agrega Porma.
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Ni los españoles, ni los
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