Las elecciones de medio mandato presidencial de Estados Unidos, son una dura prueba para el presidente en ejercicio, pues se consideran como una especie de referéndum a su gestión. Esto, en tanto perderlas, implica tener minorías legislativas y renunciar a la iniciativa política para presentar leyes y reformas.
Los pronósticos para esta elección indicaban que el presidente Joe Biden muy probablemente perdería el control del Senado -ahora empatado, pero bajo el control de los demócratas pues en tal caso, lo desempata la vicepresidenta Kamala Harris- o el de la Cámara de Representantes donde los demócratas todavía son mayoría. Esto, en tanto los índices de aprobación de Biden son de en torno a 40%, lo que se considera un nivel bajo para el estándar de Estados Unidos.
En cualquier caso de pérdida de alguna de las cámaras, Biden y la agenda demócrata estarían en problemas, pues eso supondría refrenar su programa de estímulo economico, bajar el tranco -u olvidarse- de la reforma tributaria para gravar a los más ricos, -tal vez-resignar un menor apoyo al régimen de Ucrania en la guerra con Rusia y arriesgar varios nombramientos clave de jueces.
En cualquier caso de pérdida de alguna de las cámaras, Biden y la agenda demócrata estarían en problemas, pues eso supondría refrenar su programa de estímulo economico, bajar el tranco -u olvidarse- de la reforma tributaria para gravar a los más ricos, -tal vez-resignar un menor apoyo al régimen de Ucrania en la guerra con Rusia y arriesgar varios nombramientos clave de jueces.
De todos modos, pese a que se especuló una ola roja -el color con que se identifica al opositor Partido Republicano-, dada la inflación que aqueja a los estadounidenses y en general el malestar social que desgasta tempranamente a los gobiernos, los demócratas al parecer impidieron una derrota aplastante, reteniendo buena parte de sus bastiones electorales. Esto, en buena parte, como reacción a la andanada conservadora en la Corte Suprema -con jueces nombrados por el ex Presidente Donald Trump, quien condicionó la interna republicana en su favor- que ha implicado graves retrocesos en materias tan sensibles como el aborto.
En cuanto el Senado, se eligen solamente 35 cupos en listas uninominales, para 35 estados, de un total de 100 senadores. Pese a que es solo poco más de un tercio, cualquier cambio en favor de los republicanos implica que los demócratas pierden el control. En el papel, solo en algunos estados hay suficiente competencia como para que la elección se incline con similar probabilidad de un lado a otro.
Al cierre de esta edición, estos estados eran:
Georgia, donde hay un empate con el 89% de los votos contabilizados, sin que el desafiante Herschel Walker (republicano) ni el incumbente Raphael Warnock (demócrata) tengan más 50% de las preferencias, pues hay un tercer candidato que lo impide, y que podría forzar una segunda vuelta.
Pennsylvania, donde el demócrata John Fetterman tenía una ventaja de 0,9% con el 86% de los votos contabilizados por sobre el republicano Mehmet Oz, pero que tampoco llegaba al 50% dada la existencia de un tercer candidato libertario.
Wisonsin, donde la diferencia es muy estrecha entre el republicano Ron Johnson (51,5%) y el demócrata Mandela Barnes (48,5%).
Y Nevada, donde no al cierre de esta edición no habia registros de votos, donde la incumbente demócrata Catherine Cortez Masto compite contra el desafiante republicano Adam Laxalt, y donde las encuestas auguraban un estrecho resultado.
Según el pronóstico de The New York Times, había al cierre de esta edición un 75% de probabilidades de que los republicanos controlen la Cámara, teniendo 216 victorias probables, mientras que los demócratas contaban solo con 205. En 14 casos el periódico consideraba que el resultado sería una moneda al aire.
También se consideran en disputa los estados de Arizona y Utah, en donde al cierre de esta edición había ventajas claras para demócratas y republicanos, respectivamente, aunque solo con en torno a un 50% de los votos contabilizados,
Tampoco hay información sobre Alaska, pero ahí todos los pronósticos anuncian triunfo republicano.
Al cierre de esta edición, los demócratas habían asegurado 47 senadores y los republicanos 46.
En cuanto a la Cámara de Representantes, los demócratas habian asegurado 135 escaños y los republicanos 175, de un total de 435.
Según el pronóstico de The New York Times, había al cierre de esta edición un 75% de probabilidades de que los republicanos controlen la Cámara, teniendo 216 victorias probables, mientras que los demócratas contaban solo con 205. En 14 casos el periódico consideraba que el resultado sería una moneda al aire.
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