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Sábado, 9 de Agosto de 2025
Escritora e hija de exiliados políticos

Autora de 'La Resaca de la Memoria': "el libro le recuerda a mi generación que la historia de la dictadura también es nuestra"

Lissette Fossa

La vida de Verónica Estay Stange (43 años) ha estado marcada por la historia del país: sus padres fueron militantes de izquierda, presos políticos y exiliados en dictadura y su tío, Miguel Estay Reyno, fue militante PC hasta que comenzó a colaborar como agente de la DINA y de la CNI y cumplió condena en Punta Peuco. En medio de una historia familiar llena de silencios, decidió reconstruir su pasado y enfrentar a sus fantasmas en este libro que acaba de lanzar.

La Resaca de la Memoria, es el título del libro que le tomó años escribir a Verónica Estay Stange. Estay es Doctora en Lengua y Literatura francesa con posdoctorado en Arte Contemporáneo, es docente en el Instituto de Estudios Políticos de París y en la Universidad de París Cité. Pero también carga con su historia familiar: es hija de dos presos políticos y exiliados de la dictadura y sobrina de Miguel Estay Reyno, quien perteneció a las Juventudes Comunistas y que tras ser detenido por la DINA, comenzó a colaborar con este organismo de represión para que detuvieran a los que fueron sus compañeros. Estay fue uno de los principales victimarios del “caso degollados”, crimen por el que cumplió cadena perpetua en Punta Peuco hasta su muerte, en 2021.

Marcada por el pasado de su familia, Verónica Estay, de 43 años, ha colaborado toda su vida en la lucha por la verdad y la justicia en organizaciones de derechos humanos, en Francia, donde participa como vicepresidenta en la Asociación de ex presos políticos chilenos, y en Chile, donde es parte del grupo fundador de Historias Desobedientes, agrupación que reúne a familiares de genocidas por la búsqueda de la verdad, la justicia y la memoria.

“Muy modestamente, espero que aporte algo a los miembros de mi generación, de las generaciones siguientes, la idea de que la historia de la dictadura, la memoria de la dictadura, es nuestra también. Y tenemos que hacerla nuestra y para eso hay que imaginarla".

Aunque Estay siempre fue reservada con su historia personal, con los años su curiosidad y las ansias de encontrar la verdad en su historia familiar terminó decantando en un libro que le tomó dos años escribir y varios meses más en traducir, del francés al español, y luego editar. El libro, una mezcla de memorias y con toques de ficción, indaga en esa historia.

“Muy modestamente, espero que aporte algo a los miembros de mi generación, de las generaciones siguientes, la idea de que la historia de la dictadura, la memoria de la dictadura, es nuestra también. Y tenemos que hacerla nuestra y para eso hay que imaginarla, hay que dar cuenta de los rastros que dejó en nosotros, de cómo nosotros vivimos aunque sea como testigos de segunda o tercera mano o como testigos de nada”, reflexiona la autora en esta entrevista con Interferencia.

“El título del libro hace referencia a ese estado, cuando uno no habita plenamente su cuerpo, como si tuviésemos resaca. Y la idea es que somos la generación de la resaca. Y hay que hacer algo para que la resaca pase o para que no se acompañe de amnesia, porque con la caña también puede pasar”, comenta.

El libro, editado y publicado por editorial LOM, se presentará en Santiago en Londres 38 el viernes 25 de agosto a las 18.00 hrs. y en la UTEM el 1 de septiembre a las 11:00 hrs. Mientras que se presentará este 15 de agosto en Mendoza y el 16 de agosto en Buenos Aires, Argentina.

- Su historia es particular, porque usted es hija de exiliados políticos de la dictadura, de víctimas de la dictadura, pero a la vez sobrina de una persona que fue agente de la dictadura, y no cualquier personaje, sino quien es conocido como “El Fanta”, un personaje complejo porque fue víctima de tortura y después se volvió un delator y más tarde un agente de la dictadura... ¿Cómo abarca esta historia en su libro?

Yo diría que esta historia narra los puntos de vista de esas múltiples personas que soy yo. Este relato contiene la experiencia de una hija de exiliados políticos, esa es una. Está la experiencia de ex presos políticos, esa es otra. La experiencia de una sobrina de un criminal, esa es la tercera. Está también la experiencia de una militante, la experiencia de una niña que siempre quiso volver a Chile, de una adulta que trata de involucrarse en la militancia. Están todas esas facetas de mí misma, que voy explorando una a una y a la vez trazando el panorama de la memoria histórica. Porque muchas de las etiquetas con las que cargo son las de nuestra generación, somos muchos “los hijos de”, los hijos del exilio, de la represión, etc.

"Yo siempre conocí esta historia, pero hace veinte años empecé a indagar con más detalle lo que había ocurrido y a dimensionar la magnitud de los acontecimientos. Y durante todo ese tiempo estuve investigando, sin plantearme en absoluto la posibilidad de escribir un libro o hacer algo con eso, era un interés puramente personal".

Voy dando cuenta de las facetas que me constituyen y al mismo tiempo narra el proceso de la invención de un relato propio, cómo inventar un relato propio en medio de tanta confusión. De una historia que no es mía y que conocí por fragmentos. Entonces, entre tantos fragmentos, lograr armar un rompecabezas más o menos coherente. Esa es la historia. Y empieza por la niña, sigue con la adolescente y luego la adulta, que poco a poco va descubriendo verdades muy dolorosas e insospechadas. El libro cuenta todo ese proceso.

- ¿Hace cuanto estaba trabajando en este libro? ¿Fue algo que planificó o se fue dando? 

- Esta historia, que se cruza con la historia de Chile, se volvió un centro de interés para mi desde hace veinte años, más o menos. Yo siempre conocí esta historia, pero hace veinte años empecé a indagar con más detalle lo que había ocurrido y a dimensionar la magnitud de los acontecimientos. Y durante todo ese tiempo estuve investigando, sin plantearme en absoluto la posibilidad de escribir un libro o hacer algo con eso, era un interés puramente personal.

Con el tiempo seguí trabajando en eso, y a partir de que me sumé a Historias Desobedientes, familiares de genocida por la memoria, la verdad y la justicia, me fui soltando, fui saliendo del closet progresivamente, atreviéndome a alzar la voz para contar esta historia públicamente y fue al término de ese largo proceso, que no fue previsto, ya que incluso cuando llegué a Historias Desobedientes yo dije que nunca iba a revelar mi historia, a dar entrevistas, nada. Pero al terminar ese proceso me plantee la posibilidad de escribir un libro, que surgió como una necesidad imperiosa, para poder darle algún sentido a todo esto. Contar la historia desde mi punto de vista. No estaba previsto que saliera justo en la conmemoración de los 50 años. Fue porque me demoré dos años en escribirlo y después me demoré en traducirlo, porque lo escribí de nuevo en francés, y después en encontrar un editor.

- ¿Con qué se van a encontrar los lectores en este libro? ¿Es todo una crónica real, de memorias? ¿O hay elementos de ficción?

- Hay elementos de verdad y elementos de ficción. Están ambas dimensiones, que en el fondo es una característica de mi generación, me parece. Porque, para escribir este libro me dediqué mucho a leer novelas, testimonios de miembros de la segunda generación post dictadura, tanto chilena como argentina. Y ese conocimiento, ese contacto con mi generación me permitió encontrar mi propia voz. Y creo que algo que tenemos en común es el recurso inevitable de la ficción, para dar cuenta de una realidad que no vivimos y que sin embargo nos afecta y nos constituye.

"A 50 años del golpe de Estado, creo que también es importante recordar que la memoria no es pasado, sino presente, y que la memoria está en nosotros, en nuestra visión de mundo, nuestro comportamiento, los valores que nos transmitieron, que tiene que ver con un pasado que no vivimos, pero que nos marcó".

- Y en ese sentido, ¿qué autores le llamaron más la atención, que tratan este tema? ¿Qué le gusten más?

- Me han gustado todos en realidad, pero los que leí de Chile son Nona Fernández, Álvaro  Bizama, Alejandro Zambra, Rafaél Gumucio. Y de Argentina, Mariana Eva Pérez, que tiene El Diario de una princesa Montonera, Ángela Urondo Raboy, Patricio Pron. 

Y muchas películas, de personas de mi generación, como Edificio de los Chilenos de Macarena Aguiló, Allende, mi Abuelo Allende, de Marcia Tambutti, El eco de las Canciones de Antonia Rossi. También muchas de Argentina.

De hecho, la literatura y el arte de la segunda generación de la dictadura se transformó en un tema de mi investigación, de mi trabajo. Fui dialogando con ellos y logré hacerme íntima amiga de ellos aunque no lo supiera, y así fui encontrando un tono propio, para poder contar lo que al principio era muy difícil de decir.

- Más allá de que no haya sido planificado, el libro aparece justo cuando se recuerdan los 50 años del golpe. ¿Qué valor, cree usted, tiene un relato así en este contexto? ¿Quiénes pueden impactarse o conmoverse con este relato?

- Yo creo, muy modestamente, espero que aporte algo a los miembros de mi generación, de las generaciones siguientes, la idea de que la historia de la dictadura, la memoria de la dictadura, es nuestra también. Y tenemos que hacerla nuestra y para eso hay que imaginarla, hay que dar cuenta de los rastros que dejó en nosotros, de cómo nosotros vivimos aunque sea como testigos de segunda o tercera mano o como testigos de nada, pero cargamos con ese rastro también. 

A 50 años del golpe de Estado, creo que también es importante recordar que la memoria no es pasado, sino presente, y que la memoria está en nosotros, en nuestra visión de mundo, nuestro comportamiento, los valores que nos transmitieron, que tiene que ver con un pasado que no vivimos, pero que nos marcó. Este relato espero que pueda recordarles a los miembros de esta generación y las siguientes que la historia y la memoria también es nuestra. Y que podemos contarla y reinventarla a nuestra manera.

"El motor de este relato es la curiosidad, el motor de saber, de conocer, y sólo después viene ya la necesidad o el deseo de decir. Pero primero es la necesidad de saber, saber todo, todas las versiones posibles, conocer todas las mentiras aunque sean mentiras, y las verdades aunque sean contradictorias, de unos y otros". 

- Además, su generación quedó media perdida, abandonada en muchos aspectos, sin referentes culturales, líderes, etc. Y usted le habla a esa generación…

- Sí. Y por eso uso el término de resaca, en el título del libro. Una generación medio mareada, medio perdida, extraviada en este mundo. El título del libro hace referencia a ese estado, cuando uno no habita plenamente su cuerpo, como si tuviésemos resaca. Y la idea es que somos la generación de la resaca. Y hay que hacer algo para que la resaca pase o para que no se acompañe de amnesia, porque con la caña también puede pasar. 

- La curiosidad, me parece, es un impulso importante a la hora de trabajar estas historias, sobre todo en memoria, derechos humanos, creo que se ha menospreciado ese valor. E implica estar dispuesto a decepcionarse, a desmitificar a quienes ves como héroes o como enemigos. ¿Le pasó eso en este proceso? ¿Pudo encontrarse en un proceso de desmitificar a personajes que parecían completamente malos o completamente buenos y al final no era tan así? 

- Es absolutamente eso. El motor de este relato es la curiosidad, el motor de saber, de conocer, y sólo después viene ya la necesidad o el deseo de decir. Pero primero es la necesidad de saber, saber todo, todas las versiones posibles, conocer todas las mentiras aunque sean mentiras, y las verdades aunque sean contradictorias, de unos y otros. 

Y claro, este relato desmitifica tanto a los héroes como a los villanos, siempre respetando que el horizonte último son los derechos humanos. Pero este libro no es un libro portador de un discurso militante o político en primera instancia, es un libro de descubrimiento de lo que somos como seres humanos. En ese sentido, puede romper algunos esquemas, puede molestar, pero es un libro escrito con absoluta honestidad. Da cuenta de lo que fui descubriendo y de lo que eso fue provocando en mí.

El libro está escrito en tercera persona, el personaje es un yo, que se llama “yo”, pero en tercera persona. Y en una parte escribo: “Y entonces se transformó en la fisgona de mierda que nadie quería tener en su entorno”. 

"En lo personal fue un proceso muy largo, difícil, doloroso, lleno de contradicciones internas muy fuertes, de dilemas éticos, y poco a poco tuve que ir construyendo mi propia brújula ética. Eso fue muy difícil, y estuvo acompañado de un largo proceso de trabajo de psicoanálisis, de otro modo no habría sido posible". 

- Hablando de las segundas generaciones de post dictadura, creo que en Chile recién se está hablando del proceso de la memoria, de los efectos de las dictaduras, aunque en Europa se habla desde hace tiempo, después de la Segunda Guerra Mundial. Pero acá es más reciente, no sé si para usted fue un proceso psicológico complejo también escribir sobre este tema.

- Uno de mis temas de investigación es justamente lo que se llama posmemoria, que es la herencia o transmisión de los traumas colectivos de la generación que efectivamente los vivió a las generaciones siguientes. Claro, es una problemática que tiene que ver con distintos campos, no sólo con la sociología, la historia, sino también con la psicología. 

En lo personal fue un proceso muy largo, difícil, doloroso, lleno de contradicciones internas muy fuertes, de dilemas éticos, y poco a poco tuve que ir construyendo mi propia brújula ética. Eso fue muy difícil, y estuvo acompañado de un largo proceso de trabajo de psicoanálisis, de otro modo no habría sido posible. Además, en el libro desentierro palabras que estaban muy ocultas, sepultadas, y eso cuesta mucho en lo personal y en lo interpersonal.

- Usted es chilena, vive en Francia, nació y vivió en México. Ahora está presentando su libro en Chile, ¿cómo ve a Chile ahora, en medio del auge del negacionismo? ¿Y en medio de la conmemoración de los 50 años? 

- Creo que en la situación actual está resultando muy difícil creer en el “nunca más”. Pero estoy convencida de que se crea o no se crea en el “nunca más” hay que trabajar por él. Pero el negacionismo está a la orden del día de una manera descarada y lo que pasó con el rechazo fue un tremendo golpe para la sociedad en su conjunto. Es como si una parte de Chile se aferrara con uñas y dientes a la herencia dictatorial. Un poco como una esclavitud voluntaria, casi. Me parece algo así, como si hubiese muchos Chiles que se enfrentan, que están en la efervescencia. Y es difícil enfrentarse a un Chile uniforme u homogéneo, porque hay muchos Chiles.

En ese contexto, mi libro creo que también viene a agregar una voz a las voces estridentes que están gritando por todos lados. No sé si será escuchado, pero espero que ayude, al menos, a algunas personas a pasar la resaca.

El libro puede comprarse online en la web de LOM en este enlace.



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