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Sábado, 19 de Julio de 2025
Cambio de mando

Boric asume la Presidencia de Chile en medio de símbolos de renovación de la República

Lun Lee (desde Valparaíso)

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Foto: Yolanda Díaz
Foto: Yolanda Díaz

Pese a que Gabriel Boric puede ser el último presidente electo bajo la Constitución de 1980, los símbolos que desplegó preludian los cambios que el país espera después del estallido social: horizontalidad, feminismo, equidad, justicia, y respeto a los derechos humanos y pueblos originarios.

El cambio de mando celebrado en el Congreso y el ingreso de Gabriel Boric a La Moneda estuvieron cargados de cuidados simbolismos que tendían a destacar todo lo nuevo del proceso político, encarnado, al menos en esta jornada, en el nuevo Presidente de la República.

Así. Boric y su equipo aparecieron en escena con un estilo renovado, con vestimentas más coloridas y menos corbatas, con gestos menos ceremoniosos y con mayor libertad para expresar emociones. 

Más que una frivolidad, fue una alegoría de la nueva generación que entra a gobernar -el propio Boric tiene 36 años y es el mandatario más joven del planeta-, a la que no le acomoda el estilo de la política tradicional, ni en lo formal ni en fondo, la cual buscó en esta ceremonia un estilo republicano propio.

Prueba de ello es que la propia jefa de protocolo de Boric, Manahi Pakarati, la única diplomática rapanui, llevó el atuendo de gala de su propio pueblo. 

De tal modo, el equipo de Boric buscó conectar lo nuevo, pero combinándolo con la tradición republicana -por ejemplo, se siguió sin desvíos la estructura del guión de todos los cambios de mando- y los referentes históricos del país, en la línea de los grandes cambios y transformaciones, donde Salvador Allende tuvo un rol primordial.

La búsqueda de un nuevo tono republicano comenzó a primera hora de este viernes 11 de enero, específicamente, dentro del Palacio Presidencial de Cerro Castillo en Viña del Mar, la casa de descanso de los presidentes. La agenda del todavía presidente electo contemplaba un momento inédito en la historia de la residencia; un desayuno con dirigentes. 

Más que una frivolidad, fue una alegoría de la nueva generación que entra a gobernar -el propio Boric tiene 36 años y es el mandatario más joven del planeta-, a la que no le acomoda el estilo de la política tradicional, ni en lo formal ni en fondo, la cual buscó en esta ceremonia un estilo republicano propio.

La apertura de las puertas de la casona a vecinos y vecinas de Viña del Mar, coordinado junto a la alcaldesa de la ciudad jardín, Macarena Ripamonti (RD), fue un momento de reconocimiento hacia las personas. “Representan la fuerza y unidad que nos trajo a este momento”, fueron las palabras con las que Boric se refirió a este símbolo de la entrada de personas comunes a los lugares que antes estaba solo reservada para los poderosos y los influyentes.  

Temprano en el Congreso

Siguiendo el guión de los cambios de mando, Boric se dirigió luego al Congreso en Valparaíso.

Los invitados e invitadas a la ceremonia, comenzaron a llegar cerca de las 11.00 de la mañana. El volumen de personas rápidamente comenzó a aumentar. En el centro una alfombra roja con detalles dorados en sus bordes separaba el salón en dos. A la derecha los diputados y senadores, y a la izquierda los ministros, tanto del nuevo gobierno como los de Sebastián Piñera, quienes vivían las postrimerías de su cargo. 

La primera diferencia: corbatas y colores. Muchos de los nuevos ministros con el cuello descubierto y dos botones desabrochados, en cambio, los del antiguo gobierno, usaban corbatas oscuras y trajes formales. Las mujeres de cada gabinete también diferían notoriamente en estilos y en cantidades, siendo las de Boric más en cantidad y usando tonos lilas, morados y con algunos detalles verdes, algo que podría ser un simbolismo de la lucha feminista que hace algunos años se instaló dentro del contexto nacional. 

A la espera del arribo de Boric al Congreso, los nuevos ministros intercambiaban palabras en grupos de a tres o cuatro personas. Se saludaban afectuosamente, se abrazaban y tomaban selfies para registrar el momento. Los viejos ministros, hablaban entre ellos pero menos efusivamente y sin moverse tanto de las sillas, de las que pocas veces se alejaron. 

En la espera, se pudo ver a Mario Marcel (ex socialista), ministro de Hacienda, con su par de economía, Nicolás Grau (RD), conversando animadamente. Por su parte, Giorgio Jackson (RD) recorría la sala saludando y abrazando a cada uno de los nuevos ministros, si bien establecía diálogos con las nuevas figuras políticas, estos eran cortos y principalmente se le vio deambulando por la sala, hasta la llegada de Camila Vallejo (PC), la nueva ministra Secretaría General de Gobierno, con quien se mantuvo muy cercano. 

La bandera de la región de Magallanes, adornó el lugar donde la familia de Boric estaba instalada. Un último grito “viva la nación pueblo mapuche” se escuchó desde la tribuna y luego del silencio, la ceremonia iba a comenzar. 

Por su parte, Izkia Siches (independiente), la primera ministra del Interior en la historia de Chile -otro de los símbolos potentes que Gabriel Boric impulsó en esta nueva etapa gubernamental- se tomó el salón. Hablaba con los parlamentarios, se tomaba fotos y se veía muy cercana a Maya Fernández (PS), ministra de Defensa Nacional, y varias veces se acercó a las autoridades de las Fuerzas Armadas, con quienes al centro del pasillo registró una fotografía ampliamente viralizada en redes sociales, la cual connotaba que las mujeres por primera vez comandaban carteras tradicionalmente encomendadas a hombres. 

Llega Piñera

Exactamente a las 12:07 de la tarde, con el salón ya completo y los invitados sentados, comenzaron a escucharse los primeros aplausos y las miradas se centraron en la entrada del Congreso, por la calle Pedro Montt. Era la llegada de Sebastián Piñera, quien acompañado de su esposa Cecilia Morel ingresaron al salón, portando por última vez la banda presidencial. 

Desde la tribuna se escuchan frenéticos aplausos y frases como “gracias presidente”. Se trataba de una especie de ‘barra brava’ quienes elevando la voz intentaban ocultar los gritos de ‘asesino’ que profería otra parte del público, más grande, haciendo eco en las paredes, en alusión a las violaciones a los derechos humanos suscitadas por su gestión durante el estallido social. Fue un momento que duró cerca de 40 segundos. 

El paso de Piñera por la alfombra fue particular. Quienes se encontraban en el primer piso del salón se pararon lentamente para recibirlo, en cambio, algunos de los representantes de las delegaciones internacionales se abstuvieron de saludarlo, limitándose a aplaudirlo suavemente desde sus asientos. 

Entra Boric

Minutos más tarde, cuando el reloj marcó exactamente las 12:21 del día, Boric hizo su entrada. El recibimiento se dio entre vítores, gritos y aplausos que al unísono combinaron con una puesta de pie casi en simultáneo por parte de los asistentes ante la entrada del nuevo mandatario a la sala. De todos modos, los parlamentarios y ministros, aplaudieron, pero de forma más bien contenida, algunos con desgano.

La bandera de la región de Magallanes, adornó el lugar donde la familia de Boric estaba instalada. Un último grito “viva la nación pueblo mapuche” se escuchó desde la tribuna y luego del silencio, la ceremonia iba a comenzar. 

Antes de sentarse, Boric lanzó un beso a sus familiares más cercanos para luego llevarse la mano hacia su corazón en señal de agradecimiento. 

Comienza el cambio de mando 

Todos los cambios de mando implican fuertes emociones, pero esta tal vez pase a la historia como una de las más emotivas, pues su principal protagonista, Gabriel Boric, se permitió mostrarse feliz y conmovido, con una tímida sonrisa y ojos expresivos. 

Sin faltar al protocolo, Boric aprovechó de realizar algunos gestos de desaprobación de Piñera, como cuando giro sobre sí mismo, para ocupar la silla que estaba a la derecha del ex mandatario. 

“Ante el pueblo y los pueblos de Chile, prometo”

La última chapuza de Piñera se gestó al momento de entregar los símbolos presidenciales. Antes de entregar la piocha de O’ Higgins, que adorna la banda tricolor, Piñera decidió darle un beso, una expresión que fue recibida con incredulidad por quienes estaban en la sala y que el mismo presidente Gabriel Boric, al verla, levantó las cejas, y dio una mirada al costado que acompañó de una expresión de sorpresa. 

“Ante el pueblo y los pueblos de Chile, prometo”, fue la frase con la que juró Boric.

Un momento histórico en el cual Boric incluyó en su juramento a los pueblos originarios, pero que de algún modo también recordó la ceremonia de hace treinta años, cuando nació esta parte del rito republicano; cuando el dictador Augusto Pinochet entregó la banda presidencial a Gabriel Valdés (DC) -en ese entonces presidente del Senado- para que luego este se la traspasara al presidente del retorno a la democracia, Patricio Aylwin (DC). 

El guión es el mismo: solo que los actores son ahora Boric, Piñera y Álvaro Elizalde, el nuevo presidente del Senado. Una triada que tal vez sea la última, pues en cuatro años más, cuando termine el periodo de Boric, con alta probabilidad no existirá el Senado, sino un Consejo Territorial sin las capacidades contramayoritarias de esta corporación legislativa. 

Al ser consultado Elizalde por INTERFERENCIA por el peso histórico de este momento, el senador sostuvo la importancia de “estar a la altura de los desafíos de los chilenos, quienes piden cambios profundos para construir un país con menos desigualdades, mejores oportunidades para todos y sin abusos”. “Hay una irrupción de las nuevas generaciones en política que hay que valorar”, indicó el senador. 

Con la banda presidencial ya cruzando el torso del nuevo presidente -la cual fue confeccionada a manos de 16 costureras del Sindicato Revolucionario Textil, otro símbolo de la jornada- comenzaron los primeros tonos del himno nacional. Con la mano derecha en el corazón, Boric empezó a entonar los primeros versos del símbolo patrio. La bandera magallánica que se encontraba en las tribunas seguía colgada, y Boric cruzó la mirada para dedicarle una estrofa completa. Esto, en circunstancias en que en varias ocasiones quisieron entregar este estandarte regional al presidente, quien prefirió no recibirlo a lo largo de la ceremonia. 

El término de la ceremonia

Antes del cierre de la ceremonia, comenzaron a lucir una serie de gestos simbólicos que Gabriel Boric impulsó desde su campaña electoral y su gestión como presidente electo. Uno de ellos, el gabinete con mayoría femenina, el cual era históricamente inédito, pues Michelle Bachelet (PS), solo tuvo un gabinete paritario, sin mayoría femenina, al inicio de su primer periodo, para nunca volver a repetirlo ni superarlo. 

El siguiente gesto simbólico se reflejó al dejar la mesa central del salón, para darse un profundo abrazo con Fabiola Campillai, quien pocas horas antes había jurado como senadora, siendo este hecho el más significativo en lo que respecta a la asunción del nuevo Congreso. Dado que Campillai es un símbolo viviente de las violaciones a los derechos humanos, pues perdió la visión completa y el gusto y el olfato, por una lacrimógena arrojada por un carabinero a poca distancia y dirigida a su cara durante las jornadas de protesta del estallido social.

“Comienza una nueva era y personalmente tengo muchas esperanzas en el gobierno de Boric [...]Tener tan cerca a Piñera, una persona que hizo tanto daño a este pueblo, da muchas sensaciones en el cuerpo. Sentí impotencia de que se vaya sin hacer justicia aún y en la impunidad plena, dan ganas de decir algo, de sacar algo del cuerpo”. 

Cabe mencionar que Campillai fue electa por la Región Metropolitana, como independiente, sin compañeros de lista, obteniendo 400.000 votos y primera mayoría nacional.

Luego, Boric abrazó a Gustavo Gatica, a quien invitó a la ceremonia, el joven que en una de las protestas del estallido social perdió la visión de sus dos ojos también en manos de carabineros, mientras tomaba fotos de las protestas.

En conversación con INTERFERENCIA, Gatica indicó que “comienza una nueva era y personalmente tengo muchas esperanzas en el gobierno de Boric”, además agregó que “tener tan cerca a Piñera, una persona que hizo tanto daño a este pueblo, da muchas sensaciones en el cuerpo. Sentí impotencia de que se vaya sin hacer justicia aún y en la impunidad plena, dan ganas de decir algo, de sacar algo del cuerpo”. 

El último gesto simbólico en la ceremonia en el Congreso se dio al dejarlo. El presidente Boric, con la banda del Ejército entonando nuevamente el himno nacional, subió al Ford Galaxie que el propio Salvador Allende instauró como auto presidencial, en reemplazo del carruaje presidencial. Cabe mencionar que Allende también fue quien eliminó el frac del protocolo, algo que se asocia también al uso opcional de las corbatas que impuso Boric.

Sin embargo, con una diferencia, la encargada de trasladar al presidente fue una mujer, la suboficial de Carabineros, Lorena Cid. Además, de estar acompañado de la ministra del Interior, Izkia Siches. 

Alegorías que recordaban al nombramiento que días previos Boric había hecho de su edecán de Carabineros, Cecilia Navarro, primera mujer en ocupar el cargo. 

Llamó la atención que el discurso de Boric mencionó las palabras pueblo o pueblos en 23 ocasiones. "Chilenas y chilenos, habitantes de nuestra patria, pueblo de Chile", fue su encabezado

Antes de dejar la avenida Pedro Montt de Valparaíso, Boric se salió del protocolo y abrazó a un niño. Guiño que recordó a un gesto que la ex presidenta, Michelle Bachelet, también realizó en su primer mandato. 

La llegada a Santiago y primer discurso como presidente de Chile 

Desde las 16:00 horas comenzaron a llegar las primeras personas a la plaza de la Constitución, frente a La Moneda, entre las calles Teatinos y Morandé. Cerca de 600 personas que vestidas con gorros y poleras de la campaña de Boric, acompañaban con numerosas y coloridas banderas la celebración de un nuevo presidente. Algunas también de partidos políticos, como las de Convergencia Social, el partido del presidente.

La llegada de Boric desató la festividad entre quienes esperaban su arribo a La Moneda. Quien antes de saludar a su guardia de palacio, decidió rendir honores y saludar el busto de Salvador Allende, apostado en una de las esquinas de la casa presidencial. 

Tras un discurso que duró exactamente 28 minutos, que en alguna de sus pausas era acompañado por el grito “Boric, amigo, el pueblo está contigo” y “el pueblo unido, jamás será vencido”, el nuevo presidente trazó varias líneas que marcarán las intenciones de su gestión.

Al respecto, llamó la atención que el discurso de Boric mencionó las palabras pueblo o pueblos en 23 ocasiones. "Chilenas y chilenos, habitantes de nuestra patria, pueblo de Chile", fue su encabezado, y sacó aplausos cuando dijo "el pueblo de Chile es protagónico en este proceso, no estaríamos aquí sin las movilizaciones de ustedes". Y terminó con "sé que en 4 años más el pueblo de Chile nos juzgará por nuestras obras y no por nuestras palabras y que, como decía un viejo poeta, el adjetivo cuando no da vida, mata. Hoy era necesario hablar, mañana todos juntos a trabajar".

Boric también recordó la importancia de figuras presidenciales como Pedro Aguirre Cerda con su ‘gobernar es educar’, Eduardo Frei Montalva, el ‘compañero’ Salvador Allende y su nacionalización del cobre, la transición de Patricio Aylwin y, por último, a Michelle Bachelet. Al respecto, llamó la atención la omisión de Ricardo Lagos, quien le prestó su respaldo en segunda vuelta, aunque siempre fue duramente criticado por Boric, entre otras cosas, por haber creado el CAE, al cual sí se refirió en su discurso, aunque sin nombrarlo. 

También se refirió en plural a su gobierno, un gobierno que incluirá a las personas, con un gabinete que estará en los territorios cercano a los ciudadanos de Chile y que a pesar “de los tiempos complejos”, señaló que “iremos lento” pues “llegaremos lejos”. “Dignidad, ¡qué palabra tan linda!”, fue otra de sus frases, dando el respaldo a su política a favor de los Derechos Humanos, reconocimiento, verdad, justicia y reparación. 

Sanar las heridas del Estallido Social también la manifiesta como una de sus intenciones, por eso, otro de los nuevos símbolos de Boric, el retiro de 139 querellas por Ley de Seguridad del Estado interpuestas a manifestantes del Estallido Social. 

Por último, comprometió su gobierno en materias de delincuencia, crisis migratoria, la difícil situación económica actual y al conflicto mapuche, donde el diálogo y los acuerdos serán primordiales. 

El cierre, un final histórico. “Como pronosticara hace casi 50 años Salvador Allende. “Estamos de nuevo compatriotas abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, ¡el hombre y la mujer libre! para construir una sociedad mejor. Seguimos, ¡viva Chile!”, fueron las palabras que desataron los vítores entre los asistentes y que Boric selló con un beso a su compañera, Irina Karamanos.

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