El fútbol sudamericano se prepara para una nueva jornada de las eliminatorias rumbo al Mundial 2026, en que Paraguay y Chile medirán fuerzas. Si tuviéramos que ponderar el poderío de nuestro fútbol y compararlo con los otros países de la Conmebol, históricamente ha sido Paraguay quien disputa con Chile el cuarto lugar en la zona, bastante debajo de Brasil, Argentina y Uruguay. Por muchas razones, entre otras, la cantidad de participaciones en Copas del Mundo masculinas (9 CHI vs. 8 PAR; cuarto y quinto respectivamente) La cantidad de Copas América que han ganado (2 cada uno, con 230 puntos PAR y 229 CHI, nuevamente cuarto y quinto, respectivamente), etc. El equilibrio de la estadística global entre ambos es casi pleno: 68 partidos jugados, 31 granados por Chile, 29 por los guaraníes y 8 empates.
Mas, obviamente, la historia no juega y las realidades de las selecciones son distintas hoy a lo que insinúa su palmarés histórico. Y curiosamente, también en la desgracia, ambas selecciones tienen cercanía, de hecho, figuran en el ranking de la FIFA en los lugares 50 (CHI) y 53 (PAR); solo superando a Bolivia. Y no clasifican a una cita mundialista desde 2014 en el caso de Chile y 2010 los guaraníes. Sin embargo y pese a dicha cercanía, ambas selecciones llegan a este encuentro con realidades contrastantes, influenciadas por el desempeño de sus ligas locales y situaciones internas. Si bien es cierto ninguna se encuentra en los lugares de avanzada de la tabla de posiciones de las clasificatorias, Paraguay aparece como serio candidato a la clasificación y Chile como muy probable eliminado.
Así, mientras la 132ª edición de la Primera División de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) comenzó el 24 de enero, con bastante normalidad, Libertad lidera la tabla con una ventaja de tres puntos sobre Olimpia, su más cercano perseguidor. Equipos tradicionales como Cerro Porteño se encuentran a nueve puntos de la cima, reflejando una competencia intensa en un campeonato de pocos clubes, pero comparativamente más poderosos y estables que los chilenos. Consideremos, además, que el talento joven paraguayo ha captado la atención internacional. Un ejemplo destacado es Diego León, lateral de 17 años de Cerro Porteño, quien ha sido fichado por el Manchester United. Su incorporación al club inglés está prevista para junio de 2025, lo que resalta la calidad de las promesas emergentes en el fútbol paraguayo, que, a diferencia del chileno, históricamente ha tenido mucho mejores resultados en las competencias juveniles.
Mientras, en Chile, vivimos tiempos de vacas flacas. Permanentemente en esta columna, describo con tono lastimero la crisis total que asfixia a nuestro balompié. La Liga de Primera 2025, comenzó el 14 de febrero, en el marco de conflictos serios entre los clubes y los jugadores, representados por el SIFUP. Ya se han tenido que posponer partidos por imperdonables problemas logísticos, uno de los incidentes más notorios fue la suspensión del partido entre Unión Española y Universidad de Chile debido al pésimo estado de la cancha del Estadio Santa Laura. La falta de estadios adecuados para la práctica del deporte rey en la capital es penosa, impropia de un medio con un mínimo de dignidad. Además, conflictos internos en clubes emblemáticos han salido a la luz. En Colo-Colo, una acalorada discusión en una reunión directiva culminó literalmente a golpes. Y en lo que concierne a la selección, su rendimiento y el nivel de los jugadores que la integran se podría calificar de uno de los peores, sino el peor, de la historia de nuestro país. Y, por cierto, no aparecen figuras jóvenes que se destaquen. Que ilusionen a la parcialidad.
En suma, se mediarán seleccionados que han disputado históricamente la etiqueta de ser el cuarto detrás de los incuestionables y que hoy se encuentran de capa caída. Pero dentro de dicha dinámica, Paraguay llega al enfrentamiento con una liga local que muestra estabilidad y competitividad, respaldada por el surgimiento de jóvenes talentos que fortalecen su selección nacional. Por otro lado, Chile enfrenta problemas tanto en infraestructura como en la gestión interna de sus clubes y de la selección, sin renovación de talentos relevante.
Lo anterior no deja de ser interesante si consideramos que, a la hora de juzgar las realidades del fútbol de un país, parece hoy bastante serio argumentar que la calidad y riqueza del balompié de cada pueblo depende en gran medida de su tamaño y riqueza. Y Paraguay, es un país mucho más pequeño -de casi la mitad del tamaño de Chile y tres veces menos poblado- y considerablemente más pobre (45 CHI vs. 96 PAR, en el ranking de los países según su PIB nominal)
¿Entonces qué explica la diferencia?
Esperemos que no se reflejen estas consideraciones en la cancha y nuestros muchachos se inspiren en la patriada del Pato Yáñez, allá por el año 1981, cuando le ganamos de visita al cuadro que era el vigente campeón de América. Soñar, es gratis.
(*) Roberto Rabi González es escritor, abogado de la Universidad de Chile, profesor de Derecho Procesal y Penal e investigador de la Asociación de Investigadores del Fútbol Chileno (ASIFUCH).
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