“Lo que estamos haciendo ahora es crear las condiciones climáticas para las próximas generaciones”, explica la investigadora británica Sharon Robinson. Especializada en ecofisiología –el estudio de la adaptación de un organismo a las condiciones ambientales–, la Dra. Robinson sabe de lo que habla: el año 2000 montó el primer centro de monitoreo a largo plazo de vegetación en la Antártica, aportando pruebas relevantes sobre el impacto real de la crisis climática en el lugar más extremo del planeta.
Esto último, algo que Robinson no imaginaba hace ya más de 20 años; cuando comenzaron a monitorear campos de musgos al este del límite donde termina lo que se conoce como la Antártica chilena.
En ese entonces, “la ciencia en general nos decía que no había grandes cambios aún en ese lugar”, confidencia la Dra. Robinson. Los vientos y el aislamiento del lugar le indicaban que el lugar “debía estar bastante protegido”. Pero cinco años después de montar el centro de monitoreo, Sharon Robinson comprendió que su hipótesis estaba equivocada: “la primera vez que fuimos [después de comenzar a monitorear] los musgos pasaron de un color verde brillante a rojo y café… Estábamos en shock”.
Los musgos, muchos de 500 años de antigüedad, estaban muertos.
“Cuando comenzamos nos propusimos monitorear cada cinco años, pensando que no veríamos cambios”. En ese momento, Robinson incluso pensaba que no vería esos cambios durante su vida profesional, retirándose antes de ver variaciones significativas en los musgos. Esta vegetación "nos puede decir como se ha comportado el clima en 500 años, y nunca había estado tan seco", asegura.
“Quizás estos eventos severos no serán vividos por mi generación, pero sí por nuestros niños”
Después de exponer en la versión 2022 del Congreso Futuro en Chile, Sharon Robinson conversó con INTERFERENCIA para explicar sus hallazgos en el lugar más al sur del mundo y su relación con el calentamiento global y la crisis climática.
La investigadora, directora ejecutiva del programa de desafíos globales de la Universidad de Wollongong y directora de implementación de la Ciencia en el programa Asegurando el Futuro Ambiental de la Antártica - el que cuenta con un financiamiento de $36 millones de dólares en 4 años- advierte que el momento de actuar es ahora, aunque para algunos no parezca tan importante.
“Quizás estos eventos severos no serán vividos por mi generación, pero sí por nuestros niños”, explica. Para Robinson, o la humanidad actúa rápido en los próximos 10 años y de forma significativa, o el daño será irreversible para las generaciones futuras.
Al mismo tiempo se muestra optimista, ya que en su opinión, es la gente joven la que está más consciente de la crisis. “Entienden que es su futuro y que es algo urgente, que es algo que todos deberían ver. Creo que a medida que se hagan lo suficientemente viejos como para votar, van a ayudar a cambiar la política. ¡Espero que el Congreso chileno sea parte de eso también!”, apunta.
Desde que implementó esta forma de detectar el avance del cambio climático a través de la medición de vegetación en la Antártica, ¿cuáles han sido sus mayores descubrimientos y qué nos pueden decir del calentamiento global?
-Estamos monitoreando una comunidad de musgos al este de la Antártica, al lado contrario del sector chileno, desde hace 20 años. Cuando comenzamos, los reportes de la IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático, por sus siglas en inglés] y la ciencia en general nos decía que no había grandes cambios aún en ese lugar de la Antártica. Creíamos que por los vientos y el aislamiento del lugar éste debía estar bastante protegido. Entonces cuando comenzamos, nos propusimos monitorear cada cinco años, pensando que no veríamos cambios. Pensé incluso que ya estaría retirada antes de encontrar cambios, pero igual era importante monitorear qué estaba pasando ahí. La primera vez que fuimos, los musgos pasaron de un color verde brillante a rojo y café. Estábamos en shock.
Imagino que eso no es un cambio lento como pensaban inicialmente.
-No, no lo es en absoluto. De hecho, pensábamos que sólo estaríamos monitoreando como crece el musgo, lentamente. Eso fue muy preocupante, pero ese periodo de cinco años resultó ser anómalamente seco, por lo que parte de este musgo logró recuperarse más adelante. Sin embargo, buena parte murió. Muchos se volvieron grises y murieron. Empezamos a monitorear más seguido, aunque es muy difícil ya que se necesitan recursos y permisos para estudiar la Antártica. Pero logramos ir varios años seguidos, 2010, 2011 y 2012.
¿Seguían muriendo los musgos?
Crecen muy lento, son del tamaño de mi mano más o menos, pero tienen 500 años, con mucho tiempo ahí, y estas especies están muriendo.
-Lo que encontramos ahí fue que la especie está cambiando. Sabemos que los musgos son los mismos, que llevan en el mismo lugar creciendo por 500 años. Crecen muy lento, son del tamaño de mi mano más o menos, pero tienen 500 años, con mucho tiempo ahí, y estas especies están muriendo. Otras especies que viven en mayor altura, en cambio, se están moviendo a ese lugar, porque la cantidad de agua se está reduciendo y son las partes más bajas de la Antártica las que tienen más agua en el verano. Ese es el lugar donde los musgos están yendo, tratando de encontrar el agua.
¿Había ocurrido esto antes?
-Los musgos pueden decirnos como el clima se ha comportado por 500 años, entonces sabemos por ellos que ahora está más seco de lo que ha estado el planeta en 500 años. Esto es muy preocupante, ya que este probablemente es uno de los mejores campos de musgo en todo el este de Antártica, es muy rico. Y es preocupante no sólo para la biodiversidad en la Antártica. Esto nos dice también que no deberíamos ser arrogantes frente a cómo cambiamos el clima, ya que esto me llevó a entender mejor que los cambios de vientos en el hemisferio sur estaban haciendo una diferencia en estos pequeños musgos. Es un continente muy aislado, no hay gente allá emitiendo gases de efecto invernadero o químicos que destruyen la capa de ozono... Todo el daño que hacemos ocurre por culpa del resto del planeta, de las personas en el resto de los lugares. Es una advertencia de que nadie en el planeta está a salvo del cambio climático.
Durante el Congreso Futuro usted se refirió a estos cambios de vientos y los relacionó con otro fenómeno causado por el humano: el hoyo en la capa de ozono ¿Cómo afecta el daño en la capa de ozono a los vientos al sur de la tierra?
-El ozono es un gas de efecto invernadero. Entonces, cuando lo destrozamos, significa que habrá menos moléculas ahí para capturar la luz solar que entra. Es lo contrario al resto del mundo, donde estamos poniendo más gases de efecto invernadero. De hecho, en la Antártica estamos destruyéndolo, destruyendo el ozono, removiéndolo. Y eso ha logrado mantenerla un poco más fresca de no haber ocurrido esto. El contraste entre el frío en la Antártica y el calor en el resto del mundo, el cual, como sabemos se está calentando, significa que los vientos están siendo empujados hacia la Antártica [enfriando entonces este lugar]. El gran anillo de vientos del oeste que recorre toda la Antártica la aísla en este tremendo patrón de vientos, acercándose cada vez más a ese lugar. Es distinto por ejemplo a Groenlandia, donde podemos ver pozas de agua a partir del derretimiento.
Ese fenómeno no es realmente positivo para el resto del ecosistema mundial, ¿o sí?
En Chile, las regiones donde hay esquemas hidroeléctricos y en la costa oeste se ven afectadas, siendo ahora más secas para los árboles por ejemplo y teniendo menos agua para esquemas hidroeléctricos.
-Bueno, es un cambio. Lo que hace es empujar los vientos a la Antártica, y eso mueve también las áreas donde llueve y las que están secas, se van hacia abajo. A raíz de eso, algunas áreas que previamente eran lluviosas ahora están más secas. Por ejemplo, en Chile, las regiones donde hay esquemas hidroeléctricos y en la costa oeste se ven afectadas, siendo ahora más secas para los árboles por ejemplo y teniendo menos agua para esquemas hidroeléctricos. Pero en algunas áreas, se ha tornado más húmedo. Entonces en algunos lugares los árboles crecen más y la agricultura se desarrolla mejor.
Pero, este aislamiento de la Antártica a causa del hoyo en la capa de ozono y el acercamiento de los vientos hacia ella, ¿es algo que debería preocupar a la humanidad? ¿Cuáles son las implicancias?
-Finalmente lo que estamos haciendo es alterar nuestro clima. Entonces, lo que muestra el hoyo en la capa de ozono es que cuando cambiamos la geoingeniería del planeta, cuando ponemos químicos en la atmósfera, la cambiamos. Y no necesariamente como humanidad conocemos la implicancia de esto. Lo que ocurre con el hoyo en la capa de ozono es que sabíamos que aumentaría la radiación ultravioleta, esa era la gran amenaza de la que estábamos preocupados, pero no teníamos idea que los vientos cambiarían. Entonces ese cambio que ha ocurrido a causa de la destrucción del ozono es algo totalmente inesperado y, combinado con los gases de efecto invernadero, está provocando un cambio enorme en los sistemas climáticos a lo largo del hemisferio sur. Y ese cambio es difícil para muchas personas, para muchas plantas y animales. También ilustra que estamos alterando el planeta, estamos provocando este gran cambio. En parte también es una de las razones de por qué la península antártica se está calentando rápidamente y los glaciares se están derritiendo.
¿Podemos alterar para bien el planeta?
-Esto muestra que tenemos la capacidad para cambiarlo. Muchas personas creen que no hace diferencia si liberan gases de efecto invernadero en la atmósfera. ¿Qué diferencia va a hacer? Pero todo lo que hacemos está cambiando el planeta para todos. El hoyo en la capa de ozono y el Protocolo de Montreal muestran que tenemos la capacidad de alterarlo para bien, de reparar el daño. Mi esperanza con el cambio climático es que la gente, en su conjunto, pueda actuar para reducir los gases de efecto invernadero, ya que estos, junto al hoyo en la capa de ozono, tienen consecuencias negativas enormes.
Usted calificó el Protocolo de Montreal, implementado en 1989 para detener el crecimiento del hoyo en la capa de ozono, como una advertencia a la humanidad para no ser arrogante en torno a cuánto sabemos del sistema climático, pero también como un éxito en términos de frenar el crecimiento del hoyo en la capa de ozono de la Antártica. Considerando que no sólo el hoyo en la capa de ozono la está derritiendo, ¿qué otras políticas recomendaría tomar para garantizar, al menos, disminuir el deterioro de la Antártica?
El Protocolo de Montreal ha sido muy exitoso, y si no lo hubiésemos implementado entonces habría pésimas consecuencias para las personas en Australia, Nueva Zelanda, Chile y todo el hemisferio sur. Pero logramos frenar eso. Necesitamos lo mismo con los gases de efecto invernadero.
-El Protocolo de Montreal ha sido muy exitoso, y si no lo hubiésemos implementado entonces habría pésimas consecuencias para las personas en Australia, Nueva Zelanda, Chile y todo el hemisferio sur. Pero logramos frenar eso. Necesitamos lo mismo con los gases de efecto invernadero. Hay que tomar acción rápido para reducirlos, y hay que hacerlo antes del 2050 pero se requiere un cambio real y positivo hacia alcanzar las cero emisiones en la próxima década, en la que estamos ya. Mientras más tardemos, peor. Lo bueno del hoyo en la capa de ozono es que implementamos el Protocolo de Montreal, como una comunidad global en los '80, y no se ha recuperado del todo -estimamos que estará como estaba en 1980 para 2060. Es toda una vida.
-Necesitamos tomar acción ahora, porque si no reducimos los gases de efecto invernadero sólo estamos extendiendo lo largo que será el cambio en nuestro clima y el tiempo que tendremos que soportar eventos extremos. Quizás estos eventos severos no serán vividos por mi generación, pero sí por nuestros niños. Lo que estamos haciendo ahora es crear las condiciones climáticas para las próximas generaciones. Esa es la verdadera lección, y ya las cosas están muy mal.
¿Qué políticas en particular deberían ser implementadas en esta década con el objetivo de llegar a cero emisiones de gases de efecto invernadero?
-Todos los países deben mirar cuáles son sus fuertes en términos de qué pueden hacer para frenar el cambio climático. Por ejemplo, en Australia tenemos luz solar abundante, deberíamos ser líderes en energía solar. Chile también, y los tienen además para energía eólica. Básicamente hay que desfosilizar nuestra base combustible. Eso requiere que las personas tomen esa iniciativa, pero, más importante, que lo hagan los gobiernos y la industria. Me frustro mucho cuando la gente dice que la ciencia no es clara. La ciencia es totalmente clara: el último reporte de la IPCC [EXPLICAR] dice que son los humanos los que están haciendo esta diferencia al planeta. Y eso requiere voluntad política y social. ¿Cómo convencemos a los políticos, o nos aseguramos de que la industria se tome realmente en serio el cambio climático?
En ese sentido y luego de haber trabajado en las Naciones Unidas, ¿ve esa voluntad en el mundo?
Tengo una buena impresión de la gente joven. Ellos lo entienden de verdad. Entienden que es su futuro y que es algo urgente, que es algo que todos deberían ver. Creo que a medida que se hagan lo suficientemente viejos como para votar, van a ayudar a cambiar la política. ¡Espero que el Congreso chileno sea parte de eso también!
-Veo que en algunos países la hay, existen buenos ejemplos. Pero también creo que en la mayoría de los lugares en la tierra debe hacerse más. No es suficiente con hablar sobre esto, no es suficiente decir "bueno, veo que el cambio climático está ocurriendo". Hay que tomar acción. De hecho, hay algunas industrias que lo están tomando en serio. Necesitamos mejores tecnologías en términos de baterías, ya que las energías renovables deben contar con un respaldo para cuando no hay energía solar, por ejemplo. Ahora tenemos la capacidad para lograr eso, y en algunas industrias están viendo esa oportunidad. Los políticos, en general, están siendo muy lentos. Tengo una visión más positiva de algunos aspectos de la industria, pero sí tengo una buena impresión de la gente joven. Ellos lo entienden de verdad. Entienden que es su futuro y que es algo urgente, que es algo que todos deberían ver. Creo que a medida que se hagan lo suficientemente viejos como para votar, van a ayudar a cambiar la política. ¡Espero que el Congreso chileno sea parte de eso también!
Para las últimas elecciones chilenas tuvimos un candidato que a ratos ponía en duda la crisis climática, pero terminó ganando Gabriel Boric, quien al menos en campaña puso el acento en la crisis climática y algunos cambios para mitigarla.
-¡Sí! Me alegré mucho cuando vi que ocupaba la mascarilla con las líneas del cambio climático.
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