Pocos han reparado en la declaración introductoria del programa de José Antonio Kast, donde se alerta sobre una conspiración global, la llamada “transformación social totalitaria”, que estaría siendo “maquinada por círculos académicos, medios de prensa tradicionales, grandes empresas tecnológicas, organizaciones internacionales, sectores acomodados dentro del aparato burocrático estatal, empresarios favorecidos por la política y partidos políticos”.
Esas son las alucinaciones conspirativas que “iluminan” al Partido Republicano y a su líder; las mismas que la miopía de la centro derecha se ha apurado en abrazar, sin pensar las consecuencias para la propia existencia de una alternativa liberal democrática en Chile.
Pese a estos delirios conspiranoides de la nueva ultraderecha criolla, Kast tuvo que aceptar los mínimos civilizatorios que pidió en sus nueve condiciones el excandidato Sebastián Sichel; pero fue solo una tenue luz de esperanza para los huérfanos de una centroderecha moderna, liberal y democrática. Una llama que duró poco cuando el propio Sebastián Sichel inclinó ayer su cerviz ante el nuevo patrón que rige sin contrapeso a Chile Vamos.
Mientras en Francia y Alemania la centro derecha ocupó el concepto de “cordón sanitario” para explicar por qué no era aceptable una alianza con la ultraderecha nacionalista, toda la élite política de la UDI, RN y Evópoli corrió presurosa a besar el anillo del presidenciable republicano.
Mientras en Francia y Alemania la centro derecha ocupó el concepto de “cordón sanitario” para explicar por qué no era aceptable una alianza con la ultraderecha nacionalista, toda la élite política de la UDI, RN y Evópoli corrió presurosa a besar el anillo del presidenciable republicano, pese a los insólitos fundamentos de su partido, su programa y al pensamiento sectario de sus seguidores.
La experiencia de este peligro ya se vio con la irrupción de Donald Trump en el Partido Republicano, que generó una profunda transformación en la identidad de sus representantes y seguidores. La seductora verborrea nacional populista comunicada por el magnate encontró terreno fértil en la facción republicana del Tea Party, en pastores fundamentalistas anticientíficos y en grupos supremacistas blancos.
No obstante, hubo también honrosos detractores de ese giro a la extrema derecha, entre ellos destacaron líderes moderados, como el ya fallecido senador John McCain o su par Mitt Romney; ambos excandidatos presidenciales en la década anterior, en un Partido Republicano que no buscaba polarizar sino situarse en la “centroderecha” del espectro político americano.
Otras alertas sobre esta involución antidemocrática surgieron desde algunas bases instruidas del Partido Republicano que desarrollaron iniciativas como el Lincoln Proyect, donde se analizaron los mensajes de Trump, poniendo la alerta sobre las innumerables noticias falsas que comunicaba el Presidente, como la eficacia de la Cloroquina.
En cuanto al negacionismo, comencemos por el propio Kast, quien duda de los crímenes de Miguel Krassnoff Martchenko y las 20 sentencias en su contra ratificadas por la Corte Suprema. Anuncia además que cuando sea Presidente “patrocinaré una Ley de Punto Final o bien indultaré a los presos de Punta Peuco”.
También denunciaron los delirantes análisis y teorías conspirativas emanadas de QAnon, cuya influencia en Trump fue bien reflejada por Media Matters for America, al señalar que el ex Presidente retuiteó más de 250 veces mensajes de esa secta y dio credibilidad al menos a 150 cuentas de redes sociales afines a esta organización declarada amenaza terrorista por el FBI.
¿Qué tiene que ver Trump o QAnon con nuestra coyuntura electoral? Que por las oscuras alcantarillas del extremismo de la ultraderecha chilena también transitan desde hace mucho los negacionistas y conspiranóicos, cuyos dichos y actos ni siquiera publicaba el duopolio de la prensa, al menos hasta hace un par de meses.
Negacionistas de los derechos humanos, del calentamiento global o de la influencia humana en el cambio climático. Negacionistas de la ciencia, de la pandemia, de la efectividad de las vacunas. Negacionistas de los derechos de la mujer, de la discriminación a la diversidades sexuales. Negacionistas del multilateralismo que quieren desconocer los tratados y convenios internacionales.
En cuanto al negacionismo, comencemos por el propio Kast, quien duda de los crímenes de Miguel Krassnoff Martchenko y las 20 sentencias en su contra ratificadas por la Corte Suprema. Anuncia además que cuando sea Presidente “patrocinaré una Ley de Punto Final o bien indultaré a los presos de Punta Peuco”.
Veamos ahora al flamante diputado republicano Gonzalo de la Carrera, quien se declaró a favor del “uso DESPROPORCIONADO de la fuerza por parte de Carabineros frente a las agresiones en las protestas”, y aseguró que los 453 lesionados por trauma ocular reportados oficialmente por los hospitales durante el estallido social, en realidad “no son mas de 20”.
Sigamos con otros influyentes del círculo de Kast, negacionistas de la ciencia como la enfermera María José Hernández, quien como encargada de Salud del Programa de Kast planteó abiertamente que si su candidato era elegido "eliminaría el pase verde” para que “cada uno opte por las medidas de prevención a tomar frente al contagio (…) también haríamos una mayor apertura de fronteras, eliminando las cuarentenas".
Quizá por esto la llegada de la ex subsecretaria de Salud Paula Daza al comando de Kast generó tanta resistencia en las redes sociales de sus seguidores, donde se habla abiertamente de la traición ante la “dictadura sanitaria globalista”, se dice que las “vacunas modifican el ADN” y que la “falsa pandemia es un negocio de las transnacionales”.
El broche final en este festival negacionista lo vimos la semana pasada con el misógino y xenófobo Johannes Kaiser. Algunos se desayunaron con sus dichos en el canal youtube El Nacional Libertario, que ha venido difundiendo desde hace años mentiras, abusos verbales contra las mujeres y doctrinas de odio contra migrantes. Kast participa hace mucho tiempo en estos programas y se ha declarado “amigo” de este “valiente aliado”.
Otra perla es el académico de la UC Julio Vergara, asesor de Kast en temas de energía, quien cuestiona el cambio climático y pone en duda el calentamiento global, al señalar en un documento del Partido Republicano que "hay dos bandos en la modelación e interpretación climática" y una corriente significativa en la comunidad científica considera que “el aporte industrial es pequeño para inducir cambios en el clima”.
La opinión de este ex oficial de la Armada por mas de 26 años, fue ampliamente desacreditada por varios especialistas en una publicación de El Mostrador, donde se señala que opiniones de este tipo comúnmente “se asocian a estudios contrarios a la ciencia del clima y que son financiados por empresas dedicadas a energías que emiten gases de efectos invernaderos (GEI), y lo que buscan en generar una idea de falta de consenso y evidencia sobre el cambio climático”.
El broche final en este festival negacionista lo vimos la semana pasada con el misógino y xenófobo Johannes Kaiser. Algunos se desayunaron con sus dichos en el canal youtube El Nacional Libertario, que ha venido difundiendo desde hace años mentiras, abusos verbales contra las mujeres y doctrinas de odio contra migrantes. Kast participa hace mucho tiempo en estos programas y se ha declarado “amigo” de este “valiente aliado”.
Por eso es bueno recordar que luego del asalto al Capitolio en Estados Unidos, todos los miembros del Partido Demócrata y los pocos del Partido Republicano que fueron opositores o neutrales de Trump pudieron levantar la frente con dignidad, por haber dicho que hay límites que no se deben cruzar; que las autoridades no pueden difundir impunemente falsedades ni discursos de odio, sin dañar severamente la confianza y credibilidad de las instituciones.
Lamentablemente, en su reciente visita a Estados Unidos el candidato Kast no se entrevistó con ninguno de los baluartes republicanos que supieron en su minuto denunciar los excesos del expresidente Trump. Por el contrario, hizo un remake de su abrazo a Jair Bolsonaro al darse cita con Marco Rubio, el senador ultraconservador que ha dicho que “los humanos no son responsables del cambio climático en la forma que algunas de estas personas nos están haciendo creer”.
Un senador que según la plataforma PolitiFact.com del Instituto Poynter, que analiza la veracidad de las afirmaciones públicas de los políticos, tiene un 50% de sus dichos calificados como “mayoritariamente falsos o abiertamente mentiras”. Ese es el estándar del contertulio y amigo de Kast, que también dio credibilidad a QAnon y puso en duda el triunfo electoral del presidente Biden.
Por eso, habrá que ver si algún demócrata de la derecha será capaz de retornar a la tradición republicana de una parte de ese sector. Quién será nuestro Romney o McCain y dónde estarán los liberales capaces de sacar la voz como Lincoln Proyect. Ojalá que alguien nos sorprenda y la regresión negacionista no sea sin retorno.
Comentarios
Yasna, hablar de
A lo mejor no son tantos ni
Lamentablemente, la opinión
buen analisis Yasna, te sigo
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