Ayer a las 8 de la mañana tuvo lugar el primer debate presidencial en formato radial de cara a los comicios de noviembre, en el que se enfrentaron seis de los siete candidatos a La Moneda (todos menos Franco Parisi). Organizado por la Archi (Asociación de Radiodifusores de Chile), este debate radial se ha transformado en una verdadera tradición en la recta final de las elecciones presidenciales del país.
El de Archi contó con escasas novedades programáticas o de contenido político de parte de los candidatos. Esto considerando que ya llevan varios debates en el cuerpo, en los cuales se han encargado de hacer ver lo bueno de la candidatura propia y lo malo de la ajena.
Sin embargo la última semana, plagada de controversias y artillería cruzada, cristalizó un cambio en el tablero de cara a las presidenciales que encuestas y estudios ya venían mostrando: el pleito principal lo ocupan Gabriel Boric y José Antonio Kast, mientras que el lance entre Yasna Provoste y Sebastián Sichel solo alcanza para telonear el round principal entre los candidatos del Frente Amplio y el Partido Republicano.
En el debate, Kast se encargó de reforzar más que nunca la estrategia de mostrarse como el contendor principal de Boric, y como el único capaz de frenar el avance de la izquierda. Así, Kast refuerza sus pretensiones en el votante más duro de derecha, pero -voluntaria o involuntariamente- deja de disputar el jugoso votante de centro, electorado que el candidato del PR debería pretender si quiere llegar a La Moneda. Especialmente en consideración de que Boric sí que ha batallado por ese sector en cada aparición pública que ha podido.
La ofensiva de Kast incluyó recriminaciones a Boric por su juventud, al decir que “los militares trabajan harto más que usted”; también por la eventual falta de condena del candidato frentamplista contra la violencia en Araucanía; además de identificarlo constantemente con el Partido Comunista, como cuando Kast dijo que quienes voten por Boric, en realidad “votan por Jadue disfrazado de Boric”.
La buena performance de Kast tiene como objetivo directo el votante más acérrimo de derecha, lo que significa que se autoimpone un techo que le será difícil de superar si quiere competir por La Moneda. Ahora bien, esta estrategia podría hacerle perder la elección, pero ganar en influencia y poder para el futuro ordenamiento del sector derechista.
Ante tal escenario, a Boric no le quedó más que entrar en el barro a disputar con Kast, pese a la estrategia conciliadora que ha venido mostrando en la mayoría de los debates. Boric volvió a recordarle a Kast sus inversiones en Panamá, además de su reivindicación de la dictadura militar y las violaciones a los derechos humanos.
A grandes rasgos, los constantes ataques de Kast encontraron a Boric bien parado, lo cual vuelve a dejar a Boric en una situación en la que su poleposition no parece verse demasiado afectada. Kast, por su parte, ha mostrado buen desempeño en los debates, prueba de lo cual es que su figura cada vez cobra más protagonismo, pero a pesar de esto, la estrategia de Boric de administrar su ventaja en el primer lugar sin ensuciarse mucho no ha sufrido grandes traspiés y ha sido bien ejecutada por el candidato.
Además, la buena performance de Kast tiene como objetivo directo el votante más acérrimo de derecha, lo que significa que se autoimpone un techo que le será difícil de superar si quiere competir por La Moneda. Ahora bien, esta estrategia podría hacerle perder la elección, pero ganar en influencia y poder para el futuro ordenamiento del sector derechista.
¿Sichel y Provoste por el bronce?
Así las cosas, la batalla entre Sebastián Sichel y Yasna Provoste por ahora se asienta como un cruce por el tercer lugar más que hacerle pelea al show principal.
Una lectura posible es que ambos pertenecen a los partidos que han detentado el poder durante los últimos treinta años, de manera que este escenario podría leerse en clave de “lo viejo versus lo nuevo”, considerando que el Frente Amplio y el Partido Republicano -ambos de reciente creación- compiten por entrar a La Moneda. Con todo, José Antonio Kast es uno de los viejos estandartes de la UDI, y proviene de una familia identificada claramente con ese mundo, por lo que su figura es claramente menos nueva que la de Boric.
La seguidilla de golpes sufridos por Sichel durante las últimas semanas calaron profundo en la campaña del candidato oficialista, pero en el debate de ayer generó la impresión de aquel que no puede caer aún más bajo, de manera que eventualmente tuvo su mejor performance en comparación con los primeros debates. Se mostró incisivo con Boric y con Provoste, lejos de la imagen conciliadora que intentó explotar en el primer debate, cuando aún no salían a la luz su pasado como lobbista, su polémico retiro del 10% de fondo de pensiones, y los aportes en dinero de empresarios pesqueros y de la industria del gas.
Por otro lado, Provoste sintió también el golpe de la publicación que hizo ayer La Tercera, la cual develó que el esposo de la candidata, Mauricio Olagnier, tiene un juicio de cuentas en su contra ante la Contraloría por dineros fiscales que ascienden a más de $800 millones, cuando se desempeñaba como funcionario de la Junji.
la historia revelada por La Tercera vuelve a poner a la candidata en el mismo plano en el que aparecen los 30 años de gobierno de la alianza entre Concertación y derecha, escándalos de corrupción ligados a la ex Concertación, y los $600 millones perdidos que le significaron la acusación política que terminó destituyéndola de su cargo como ministra de Educación en 2008.
Provoste decidió transparentar todo lo relacionado al caso durante el debate, en un claro intento de diferenciarse de los grises y contradicciones en las que entró Sichel cuando fue cuestionado recientemente por una serie de publicaciones. Si bien Provoste controló relativamente bien los daños respecto del caso de su esposo -en los matinales se seguía hablando de los dineros de empresarios del gas en favor de Sichel-, le significó bajar un cambio en comparación con los ataques que en debates anteriores había dirigido contra Sichel.
Así, debió dejar atrás la estrategia de golpear a Sichel que le había dado ciertos resultados, para entrar en el campo de la táctica, buscando salir bien parada del golpe que le habían propinado.
Por otro lado, la historia revelada por La Tercera vuelve a poner a la candidata en el mismo plano en el que aparecen los 30 años de gobierno de la alianza entre Concertación y derecha, escándalos de corrupción ligados a la ex Concertación, y los $600 millones perdidos que le significaron la acusación política que terminó destituyéndola de su cargo como ministra de Educación en 2008.
Cierran la fila
Marco Enriquez-Ominami, por su parte, hizo gala de un recurrente buen desempeño en debates, de manera que estas instancias suelen significar pura ganancia para el candidato el cual, si bien no tiene oportunidades de competir por la banda presidencial, sí podría incrementar la cantidad de votos en su favor en algunos puntos, los cuales podrían ser cruciales a la hora de decidir quien pasa a segunda vuelta.
En un escenario en el que nada está muy claro sobre quién pasará a dicha instancia, Provoste es quien más podría echar de menos los vitales puntos que le pueda arrebatar Enríquez-Ominami.
Finalmente se encuentra el candidato Eduardo Artés, el cual volvió a posicionarse como el único candidato representante de la izquierda tradicional sigloveintista. Como es un discurso ya conocido, no fue un debate de muchas luces para Artés, el cual no ha podido convertirse aún en una amenaza real para Gabriel Boric en la pelea por los votos a la izquierda del candidato frenteamplista, lo cual tiene a Boric preocupado de manera casi exclusiva de seguir cautivando al elector de centro.
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Como dice un viejo dicho nada
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