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Martes, 12 de Agosto de 2025
Newsletter 'The Peer Review'

El castellano de Chile

Ricardo Martínez

Este artículo es parte de la edición de nuestro newsletter sobre análisis de ciencia, tecnología y academia 'The Peer Review'; el cual disponemos ahora para todo el público.

Los estudios de la lengua en Chile en la perspectiva de Guillermo Soto, quien ejercerá como director de la Academia Chilena de la Lengua a partir de 2022.

En las últimas semanas se ha elegido la renovación regular de la dirección de la Academia Chilena de la Lengua, institución que participa de las academias de la lengua española y que trabaja en el estudio y promoción de la lengua castellana. Guillermo Soto, lingüista y profesor de la Universidad de Chile asumirá su dirección en 2022. The Peer Review lo entrevista acá para consultarle sobre el estado del arte de la institución y de la lengua en Chile en estos tiempos de inicios de la tercera década del tercer milenio.

TPR: Recientemente usted ha sido elegido como director de la Academia Chilena de la Lengua, del Instituto Chile, y entidad que participa de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). ¿Cuáles son las proyecciones de la Academia para los años que vienen tanto a nivel nacional, como en el diálogo con ASALE?

Guillermo Soto: Soy director electo y nuestra actual directora, Adriana Valdés, sigue en el cargo hasta fin de año. Como directora de la Academia y como Presidenta del Instituto de Chile. Lo primero, entonces, que quisiera decir, es que nuestra directora ha llevado a cabo una magnífica labor en un periodo muy difícil. Ha tenido una especial voluntad de abrir las puertas de la Academia a la sociedad y, en especial, ha puesto a la Academia en las redes sociales. En estos años nuestra Institución ha renovado el modo en que se comunica con la gente y también el modo en que nos comunicamos al interior de la propia Academia. Las restricciones que han acompañado a la pandemia nos han forzado a usar las herramientas digitales y hemos podido llegar a un público nuevo; además, la comunicación telemática ha facilitado la participación en las reuniones de los académicos correspondientes que viven fuera de la Región Metropolitana. Estos cambios se deben a la visión y el liderazgo de Adriana.

Como aún no asumo como director, me limitaré a explicar un poco el quehacer de la Academia, explicando un poco más algunos proyectos que están en curso.

La Academia se organiza en cinco comisiones: la de Literatura, la de Periodismo, la de Gramática, la de Política Idiomática y la de Lexicografía, que se preocupa, principalmente, de la confección y actualización de diccionarios. De modo más general, la Academia observa el uso del español en Chile y propone orientaciones a los hablantes: no impone, orienta a partir de lo que los propios hablantes dicen y del conocimiento lingüístico e idiomático de nuestra lengua.

La Academia participa actualmente en varios proyectos conjuntos con las otras academias de la lengua española reunidas en ASALE. Uno de especial relevancia es la nueva edición del Diccionario de la lengua española, concebido esta vez no ya como un diccionario de papel, sino como un diccionario en línea. Esta edición va a significar muchos cambios porque ya no estaremos sujetos a las restricciones que nos imponen el papel y su límite de páginas. Es verdad que hoy podemos consultar en Internet las definiciones de las palabras que entrega el Diccionario, pero lo que se había hecho hasta ahora era poner en línea una obra que se había concebido como un libro de papel. La nueva edición se ha pensado directamente como una obra para Internet. También estamos comprometidos en la elaboración del Diccionario fraseológico panhispánico, un diccionario que busca recoger las locuciones que se usan en español, es decir, grupos fijos de palabras que se comportan como si fueran una sola palabra, como a tontas y a locas o dar la cara. Este proyecto, en que participan todas las academias de la lengua española y es dirigido por nuestro académico Alfredo Matus, también se ha concebido como un diccionario en línea. Además, está en preparación la segunda edición de la Nueva gramática de la lengua española, una obra importantísima, cuya primera edición de 2009 contaba con casi 4.000 páginas, sin considerar el volumen dedicado a los sonidos de nuestro idioma (lo que los lingüistas llamamos la fonología y la fonética de la lengua). En el campo literario, por otro lado, nuestra actual directora integra la comisión del Diccionario panhispánico de escritores, un proyecto coordinado por la Academia Argentina de Letras. Hay muchos otros proyectos conjuntos de las 23 academias, algunos todavía en carpeta y que empezarán una vez que vayamos terminando los comprometidos.

"La Academia se organiza en cinco comisiones: la de Literatura, la de Periodismo, la de Gramática, la de Política Idiomática y la de Lexicografía, que se preocupa, principalmente, de la confección y actualización de diccionarios".

TPR: Ha habido una cobertura en los últimos días a raíz de un reportaje del diario El Mundo de España acerca de las peculiaridades del español que se habla en Chile. ¿Cómo ve usted este debate o diálogo?

Guillermo Soto: La preocupación por el lenguaje, más específicamente, por nuestro idioma, y en nuestro caso, todavía más precisamente, por la variedad de español o castellano que hablamos los chilenos es del todo entendible. Somos un animal lingüístico y la lengua constituye no solo el instrumento de comunicación por excelencia con que contamos, sino que es también soporte de la cultura, del pensamiento más elaborado, y de nuestra identidad como individuos y como miembros de una comunidad. Como dice un lingüista, con el lenguaje decimos, hacemos y somos. Por eso, me parece natural que las lenguas despierten la curiosidad, el interés de las personas.

Ahora, que ese interés por el español de Chile traspase nuestras fronteras y llegue a un periódico español no debería sorprendernos tampoco. Menos en una época donde, fundamentalmente gracias a Internet, hay tanta comunicación internacional y tenemos tanta conciencia de las diversas variedades de español que existen. El español que hablamos los chilenos tiene, como se indica en el reportaje, una serie de características que, consideradas en conjunto, lo distinguen de otras variedades de nuestra lengua. De ahí que, cuando se clasifican zonas del español americano, como el español del Caribe, el andino o el rioplatense, Chile quede típicamente como una zona propia. Cuando se ven con detalle sus propiedades, sin embargo, muchas de estas no se restringen solo a nuestro país y varias son propias de ciertas áreas del país, como el Norte Grande o Chiloé. Para entender nuestra variedad de español hay que conocer la historia de cómo ella se fue formando desde el siglo XVI y los procesos sociales y políticos por los que hemos pasado desde que éramos una Capitanía General hasta el día de hoy.

Finalmente, creo que este debate es una oportunidad no solo para que tomemos más conciencia de nuestra identidad lingüística, sino también para que comprendamos la importancia de estudiar el español de Chile, porque sin datos fidedignos, las discusiones arriesgan volverse estériles. El primer lingüista que hubo en Chile, el alemán Rodolfo Lenz entendió desde su llegada al país a fines del siglo XIX, que el español de Chile constituía un rico tesoro lingüístico y que su estudio, junto con ser relevante por razones científicas y aplicadas en campos como la educación, contribuía también a nuestra mejor comprensión de nosotros mismos.

TPR: La Academia ha lanzado en estos días una consulta acerca de la palabra del año, proceso que realizan también desde hace varias décadas los diccionarios de Oxford, o la American Dialect Society, para el inglés. ¿Qué nos puede decir sobre la importancia, los usos y las aplicaciones de este tipo de iniciativas?

Guillermo Soto: La Academia invita a elegir la palabra que, a juicio de las personas, representa de mejor forma este 2021. Tiene mucho de lúdico, por supuesto. Se trata de imaginar qué palabra podría sintetizar un año tan extraño como este 2021. Pero en este juego hay mucho de reflexión sobre el lenguaje, mucho sobre el papel de las palabras, que condensan en una expresión fija un tipo de experiencia, un atributo, cierta idea que podemos poner en común. Se trata de emparejar lo vivido con una voz, y eso implica evaluar el año, formarse un juicio global sobre lo que ha pasado, y, a la vez, buscar una palabra que, formando parte de nuestro acervo común, nos permita compartir con otros nuestra evaluación personal. Ya he leído propuestas: incertidumbre, desasosiego, sindemia, palabras que están, por así decirlo, más del lado de lo disfórico que del optimismo. Veamos cómo sigue.

Lo que suele pasar en este tipo de consultas es que muchas palabras se repiten, lo que significa que distintas personas tienen un juicio parecido del año. Hay apreciaciones que son comunes y palabras que, cuando las leemos, resuenan en nosotros: palabras que estaban en el aire y en las que nos reconocemos. También podemos encontrarnos con sorpresas, con voces que apuntan a evaluaciones distintas de las que nosotros hemos hecho. En síntesis, creo que esta consulta nos permite observar las evaluaciones del año que han hecho las personas que la responden y, junto con ello, descubrir las que predominan, es decir, aquellas que son más compartidas por los hablantes. Como se debe elegir una sola palabra, hay una condensación, una síntesis máxima en la elección de cada uno. No se trata de una encuesta, por supuesto, ni se pretende que los resultados cumplan con ciertos criterios científicos. En vez de ello, tenemos un pequeño mapa de palabras que nos da una idea de cómo los chilenos, o al menos quienes respondieron a la invitación, titularían este año.

"La Academia observa el uso del español en Chile y propone orientaciones a los hablantes: no impone, orienta a partir de lo que los propios hablantes dicen y del conocimiento lingüístico e idiomático de nuestra lengua".

TPR: La Academia realiza labores relacionadas con la documentación de palabras (diccionarios, lexicografía), así como de otros niveles de articulación del lenguaje. ¿Cuáles son los proyectos más inmediatos y también de mediano plazo que están en carpeta?

Guillermo Soto: En lo más grueso, ya respondí esa pregunta. Me gustaría añadir que la Academia continúa trabajando en las adiciones, supresiones y modificaciones o enmiendas del Diccionario vigente, que es algo que debemos estar haciendo constantemente las academias porque la sociedad cambia y con ella cambian el lenguaje y también las valoraciones asociadas a las palabras. Un ejemplo: el 2019, las academias enmendaron 366 artículos del Diccionario para tener una obra que fuera más inclusiva. Muchas de estas enmiendas consistieron en la sustitución de la palabra hombre por persona o ser humano.

Además de los proyectos que ya he señalado, la Academia tiene, como dije, otros en espera, como un Tesoro lexicográfico del español de Chile, es decir, un diccionario que recoja la larga tradición que tenemos de diccionarios de chilenismos, poniendo en valor nuestro patrimonio lingüístico y lexicográfico. También, una vez terminado el Diccionario fraseológico panhispánico, pensamos elaborar con las otras academias de la lengua un Refranero panhispánico que recoja los refranes populares en español con sus variantes en diferentes zonas. Proyectos no nos faltan. Y hay más.

TPR: Recientemente en noviembre 2021 se ha emitido el número 49 de las Notas Idiomáticas que regularmente edita la Academia, señalando que, "estas  Notas  pretenden ofrecer una orientación idiomática. No imponen, sino que proponen; invitan a detenerse un momento para reflexionar sobre nuestros modos de hablar". ¿Cuál es la perspectiva que tiene la Academia, hoy en 2021, respecto del debate entre normativismo (la noción de que hay una manera correcta de usar la lengua) y el descriptivismo (la noción de que la lengua simplemente hay que estudiarla y no dictar normas sobre ella)?

Guillermo Soto: A mi juicio, el debate, así expuesto, se da entre dos nociones que pertenecen a ámbitos distintos. La descripción de las lenguas (de sus palabras, sus oraciones, sus sonidos) es una tarea científica, o al menos con vocación científica, que busca incrementar nuestro conocimiento de las lenguas particulares y de la facultad lingüística humana. La proposición, selección o aún imposición de una norma por sobre otras pertenece, en cambio, al ámbito de las políticas lingüísticas. Son dos planos relacionados, por supuesto, porque una buena política lingüística tiene que tener apoyo técnico, descansar en buenas descripciones lingüísticas. Sin embargo, son tareas distintas

Dicho eso, hay dos cuestiones que me parece que hay que agregar, aunque sea brevemente. En primer lugar, la relación entre las lenguas y las normas es anterior al normativismo y a las políticas lingüísticas. Hay un sentido de la palabra norma que está presente en el uso y en la evaluación que los hablantes hacen del uso de la lengua. “Aquí se dice así”; “nosotros no lo decimos de esa forma”, son juicios comunes de los hablantes. No me voy a extender en el punto, pero creo que estas evaluaciones de lo que está bien dicho y lo que está mal dicho, esta idea de que hay maneras correctas de decir algo, es consustancial al hecho lingüístico. Finalmente, los signos lingüísticos son, como decía Saussure, fundamentalmente arbitrarios (aunque no únicamente), ¿de dónde, pues, derivaría la estabilidad entre el signo y lo que este significa si no es de un vínculo entre ambos que el hablante siente como obligatorio? Una relación que se impone como la forma correcta de categorizar y denominar a cierta porción de la realidad. Por supuesto, esto no es equivalente a la idea normativista, pero nos sugiere que el mero descriptivismo no es capaz de dar cuenta de la naturaleza del lenguaje y las lenguas. Describe, pero no explica.

Lo segundo que quiero plantear es que la Academia hace mucho tiempo que no sostiene la idea de que haya una sola manera correcta de usar la lengua. No es lo mismo el escrito de un juez que una conversación de sobremesa o una noticia del periódico. Por lo demás, imponer una sola forma en una lengua como el español, con tantas variedades, es una quimera. El “usted no lo diga” está lejos del espíritu de la Academia. La pregunta entonces es si tienen sentido posiciones normativas o si debiéramos dejar que operara una especie de laissez faire lingüístico; si debiéramos hacer como ese rey de El principito que le ordenaba al sol que saliera al amanecer y se pusiera al anochecer.

La posición de la Academia es, creo, moderada, pero no prescindente. Busca orientar a los hablantes, sin oponerse al uso ya asentado y considerando la cultura idiomática, el conocimiento lingüístico y también la gran diversidad de usos y funciones que tiene el lenguaje. Se trata de una tarea importante que contribuye a la unidad idiomática allí donde ella es deseable: en las leyes, en el lenguaje de las ciencias, de la educación, de la administración, del comercio, entre otros dominios. Y hasta donde pueda ser deseable, porque en estos ámbitos no hay tampoco perfecta unidad y creo que no sería deseable tampoco que la hubiera. En síntesis, la Academia contribuye, para decirlo técnicamente, a la estandarización del español.

TPR: En los debates de la Convención Constitucional uno de los elementos que ha estado presente es el de Chile como un país en que se hablan diversas lenguas. ¿Cómo se está incorporando el plurilingüismo en la Academia?

Guillermo Soto: No creo ser el único que se ha emocionado al escuchar lenguas indígenas en la Convención Constitucional. El reconocimiento público de que en Chile se hablan otras lenguas, además del español, en un espacio de tanta relevancia política y jurídica para el país, significa, a mi juicio, un cambio muy importante del modo en que nos vemos y cómo nos proyectamos al futuro: un país diverso, plural, en que todos tenemos cabida sin dejar de ser quienes somos. Espero que este reconocimiento vaya acompañado de normas y políticas específicas que favorezcan la revitalización lingüística, un proceso que, en casos como el del mapudungun, ya ha sido iniciado por las propias comunidades.

Evidentemente, no le corresponde a la Academia Chilena de la Lengua liderar este proceso. Fundamentalmente, porque, como dije, es una tarea que conducen sus propios hablantes, los propios pueblos indígenas y sus autoridades y expertos. También, porque la Academia tiene como finalidad contribuir al cultivo de la lengua española y no se concibe, por tanto, como una academia de las lenguas que se hablan en Chile. Esto no quiere decir que no sea un tema que le interese a la Academia; al contrario, a la Academia le importa sobremanera la realidad lingüística y literaria del país por lo que creo que en el futuro se irán estrechando los vínculos con instituciones que se preocupan de lenguas distintas del español.

"La posición de la Academia es, creo, moderada, pero no prescindente. Busca orientar a los hablantes, sin oponerse al uso ya asentado y considerando la cultura idiomática, el conocimiento lingüístico y también la gran diversidad de usos y funciones que tiene el lenguaje".

TPR: Finalmente, la irrupción, que ya lleva un par de décadas, de la Internet, las redes sociales, las comunicaciones más directas con hablantes de otras regiones del español americano, están en estos días haciendo que en Chile particularmente tengamos una mayor exposición a otras variantes de la lengua hispana. ¿Cómo se observa y cómo se monitorea ese fenómeno desde la Academia?

Guillermo Soto: Se trata de un fenómeno fascinante. Estábamos acostumbrados a que los cambios tecnológicos supusieran cambios en el modo en que se investigan las lenguas. Las grabadoras de voz, las cámaras filmadoras, los computadores, todas estas innovaciones han tenido un impacto muy grande en las metodologías de investigación y han permitido estudiar ya nuevos temas ya temas antiguos de nuevas formas. Sin embargo, el cambio actual tiene otra dimensión porque lo que cambia es la realidad lingüística misma. Hoy participamos, sobre todo los jóvenes, de espacios de comunicación pluridialectales donde conviven mexicanos, chilenos, argentinos, españoles, etc. Y a esta interacción entre hablantes de distintos dialectos que permite Internet, hay que agregar la gran diversidad de formas discursivas, de modos de hablar y de escribir que encontramos en la red, donde además se combinan creativamente voz, letra e imagen. Si a todo esto sumamos la diversidad de acentos que, por la migración, escuchamos hoy en nuestras ciudades, creo que estamos ante un panorama lingüístico muy dinámico y atractivo. Creo que es un tema que debemos observar mucho más, sobre el que tenemos mucho que reflexionar y que nos reta a encontrar nuevas formas de comprensión y nuevas maneras de relacionarnos con nuestra lengua.

ALGUNOS TEXTOS DE INTERFERENCIA SOBRE ESTOS TEMAS

De castigado a idioma oficial: Cómo el guaraní pasó a ser una lengua valorada en Paraguay.

América y España: una larga historia de encuentros y desencuentros.

El lenguaje de la pandemia: los nuevos términos que aprendimos con el coronavirus.

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Sugiero se considere el cambio de nombre al idioma: el "español" es un idioma que no existe en España... Los idiomas oficiales son Castellano, Gallego, Vasco y Catalán. De éstos, en Chile hablamos el Castellano. Como con el lenguaje vamos construyendo realidades, me parece importante nombrar bien nuestro idioma. Insistir en decirle "español" al Castellano, es perpetuar el intento de Franco de eliminar el uso de los otros idiomas de España.

Efectivamente el Castellano es el idioma oficial de España. Además, existen otros idiomas, y entre ellos el “español”. Es un deber como chilenos el rezaltar que nuestro idioma es el CASTELLANO, como en varios otros países de América. En muchas partes del mundo - por ignorancia, - lo más probable - solo se menciona el español, lo que es incorrecto. La actual “Real Academia de la Lengua Española” (“RAE”), se fundó en el s.XVIII, con el objetivo de desarrollar el diccionario de Lengua Castellana, Nombre q después se cambió al actual. Esperemos retome el original !!!

Mi gran profesora de Lingüística en la U, siempre corregía cuando se decía que hablamos español...y recalcaba que en Chile se habla "castellano"....(y a veces yo también corrijo ).

Castilla es la unica region del Mundo en que se habla y se ha hablado Castellano.

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