La emblemática revista chilena fundada en plena dictadura en 1976 -que durante más de cuatro décadas se dedicó a cubrir la vida social, el mundo del espectáculo, cultural, de la moda, pero también de la política de Chile y el mundo- anunció el viernes 28 de diciembre que dejará de publicarse a partir de ahora.
En un escueto mensaje, que contrasta con el glamour que ha rodeado a esta revista, Cosas anunció ayer por redes sociales: “Revista Cosas dice adiós. El equipo periodístico de Cosas les da las gracias por acompañarnos fielmente estos 42 años, por leernos, por preferirnos y por permitirnos ser parte de sus vidas. Revista Cosas cierra hoy sus páginas con la certeza de haber sido un medio que hizo historia, encabezado por Mónica Comandari. Hasta siempre Equipo Cosas”.
Fue un final repentino y poco para glamoroso. Y llama la atención que el comunicado no llevara la firma de la dueña, Mónica Comandari, ni de sus hijos que están involucrados en las operaciones, o de otros ejecutivos.
De hecho, fue Juan Luis Sommers, hijo de Comandari, quien ayer en la mañana llamó, uno por uno, a cada departamento de la revista Cosas para anunciarles el cierre definitivo. “Pese a cierta sorpresa por lo abrupto, todo se desarrolló en un ambiente civilizado”, afirma un ex empleado de ese medio, quien estuvo al tanto de lo sucedido. Otra persona, que también supo de primeras fuentes lo que ocurrió la mañana del viernes, asegura que Sommers, hablando por la Editorial Tiempo Presente, empresa que editaba Cosas, les aseguró a todos los trabajadores -un poco más de 50 personas- que recibirían todas sus indemnizaciones correspondientes.
“Por su mentalidad, a Mónica le costó adaptarse a este nuevo mundo, pero el gran problema de fondo es que sus hijos no quieren la editorial, para ellos es un ‘cacho’ al que no le pueden sacar la plata suficiente”.
Con ello Sommers Comandari buscaba calmar los rumores internos que hablaban de que la familia dueña de Cosas pretendía declararse en quiebra para evitar algunas compensaciones. Esta inquietud entre los empleados se acentuó cuando el editor general, Óscar Sepúlveda, entabló a fines de agosto una demanda en contra de la editorial. En el escrito ante el 1º Juzgado de Letras de Santiago, el periodista y co-autor del libro “La Historia Secreta del Régimen Militar” denunció que la hija de Mónica Comandari, Francisca Reyes, que trabaja en el área de la edición gráfica de Cosas, “ha afirmado a terceros que me voy en diciembre y que se ha propuesto ‘hacerme la vida imposible’ de aquí a fin de año para provocar la renuncia, sin indemnizaciones”.
Hace dos semanas INTERFERENCIA había adelantado la difícil situación de este medio en un artículo titulado “Revista Cosas baraja drásticos recortes e incluso cierre para 2019”, que en el último tiempo sólo imprimía 17.000 ejemplares por edición.
Cosas de familia
Varios empleados y ex empleados contactados por nuestro medio aseguran que la crisis terminal de Cosas se venía incubando hace al menos cinco años. Una razón del rápido declive fue que la revista no supo dar un salto exitoso hacia el mundo digital. “Por su mentalidad, a Mónica le costó adaptarse a este nuevo mundo, y la editorial no supo adaptarse estratégicamente al nuevo contexto de la industria de los medios de comunicación”, afirma una de estas personas. “Pero el gran problema de fondo, honestamente, es que sus hijos no quieren la editorial, para ellos es un ‘cacho’ al que no le pueden sacar la plata suficiente”.
Además de Sommers, la hija de Mónica Comandari, Francisca Reyes, también ha desempeñado un papel relevante en la conducción de la revista y habría sido ella la autora del diseño -fallido a la luz de los acontecimientos- de transformar a Cosas en un medio digital a partir de marzo de 2019.
La familia dueña de Cosas habría negociado con Andrónico Luksic la venta de la marca. Pero los casi tres millones de dólares que pedía le parecieron demasiado al propietario de Canal 13.
Sommers, quién presidió la Asociación Nacional de la Prensa hace una década, también tomó decisiones que, en retrospectiva, perjudicaron a la editorial. Habría sido él, según personas al tanto de las deliberaciones ejecutivas de la Editorial Tiempo Nuevo, quien decidió cerrar la revista Poder y Negocios, una suerte de spin-off de Cosas que, hace unos 10 años, buscaba penetrar con mayor profundidad en el segmento empresarial del país. También enterró la idea de crear una revista juvenil a partir de la marca Cosas.
En cambio, cuando la industria de la publicidad impresa todavía entregaba raudales de dineros frescos a la revista, Sommers apostó por construir un edificio y explotar, como veta de negocios, la industria inmobiliaria. Así nació el edificio de la calle Almirante Pastene Nº 333, en la esquina con la avenida Andrés Bello en pleno barrio Providencia, donde hasta ayer estaban también las oficinas de la revista.
“La estrategia de Sommers en los últimos años siempre fue vender la Cosas”, dice un conocedor y partícipe de la industria. “Su sueño era venderle la revista al grupo de El Mercurio”. La amistad entre Mónica Comandari y Agustín Edwards del Río, primogénito del fallecido dueño de El Mercurio, era un punto de partida auspicioso. Sin embargo, los acercamientos fueron tibios y el grupo medial de la familia Edwards nunca pensó seriamente en adquirir la revista.
Este año, en medio de una crisis que a todas luces parecía terminal -tal como explicó la propia Comandari en una carta a sus empleados en mayo pasado- la familia dueña de la revista quincenal realizó intentos por, al menos, vender la marca Cosas.
Así, se habrían acercado a Andrónico Luksic, el acaudalado empresario dueño de Canal 13, para ofrecerle ese negocio. Sin embargo, este y sus asesores habrían rechazado la oferta por considerar demasiado alto el precio: unos 1.500 millones de peso, o casi tres millones de dólares.
Epílogo
La revista Cosas de Perú, originalmente un joint venture entre Comandari y la familia dueña del prestigioso diario El Comercio de ese país, los Miró Quesada, ya no cuenta con participación chilena. Comandari habría vendido su participación hace algunos años.
Ella, en tanto, se ha visto afligida por un problema crónico de salud que la mantuvo alejada de la redacción durante los últimos tres años. Según empleados de la revista, pasa menos de una semana al mes en las oficinas, lo que potenció la presencia e importancia de sus hijos en ese medio.
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