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Sábado, 26 de Julio de 2025
Libro

Extracto de 'Yo maté a Pinochet', obra de dramaturgia de la trilogía 'Justicia, Utopía y Militancia'

Cristián Flores

El libro, lanzado este mes por Ediciones Oxímoron, contiene tres obras escritas por Cristián Flores, director de Los Barbudos, en el contexto de conmemoración de los 50 años del golpe de Estado: Yo maté a Pinochet, El país sin duelo y El hombre que devoraba a las palomasInterferencia publica acá un extracto de la primera obra, que estuvo en tablas en 2013.

Un hombre en un espacio, entra con una bicicleta pinchada, una radio en la que suena un tango y una mochila con una caja de herramientas dentro. Se detiene porque siente que lo persiguen, avanza y se detiene un par de veces.

Sí, yo maté al Pinoché... yo lo maté... ¿Acaso piensan que se murió solo ese viejo chuchesumare? ¿Ese perro culiao asqueroso? Fue hace hartos años, el 97, no había otra forma, era preciso, no se podía esperar más (Sarcástico) “muerta la perra se acaba la leva”. (Pausa)

Porque el Pinoché después del año 97 no era el Pinoché de la dictadura, no era el Pinoché de los pinocheques, no era el Pinoché que el 91 acuarteló al ejército completo como modo de presión y lo mismo después el 93 en el boinazo...

Se quedaron en silencio un rato, los descoloqué, no lo podían creer, y yo me cagué de la risa por la cara que pusieron... ¿Acaso lo mataste tú Pablito? Pero se quedó en silencio, como si lo que le preguntaba era algo absurdo ¿Lo mató ud. Sofía? Y se cagó de la risa, y me miró de un modo tal que... No pues, ninguno de ustedes dos... Se notaba que no habían podido hacerlo, que fracasaron en el intento o que quizás jamás lo intentaron... Lo complejo no fue el hecho de declarar que yo soy el asesino del Pinoché, sino terminar con la mentira que habían creído en estos años... Yo lo confesé antes, pero nadie me creyó, ven que como soy el típico chico aniñao... Luego no insistí porque quise ver hasta donde llegaba todo esto, hasta qué punto uno puede vivir engañado y hasta qué punto yo era capaz de contener este secreto. Además, no quería que pensaran que estaba loco... Las pistas estaban ahí mismo, bastaba solo atar los cabos... Porque el Pinoché después del año 97 no era el Pinoché de la dictadura, no era el Pinoché de los pinocheques, no era el Pinoché que el 91 acuarteló al ejército completo como modo de presión y lo mismo después el 93 en el boinazo... ¿Se acuerdan, que el Pato Aylwin murió pollo? Y un año después, ¿se acuerdan? Frei ¿por razones de Estado? Más bien de puro cagao de miedo el narigón culiao decidió tirarle tierra encima al caso... ¿Por qué? Porque ese era el verdadero, el poderoso Pinoché. En cambio el de la aparición en un programa de televisión irrelevante “Noches de Bomba”, irónico además. (Se ríe) Después el que se retiró de la comandancia en jefe del Ejército porque lo decía la Constitución, pero pudo no haberse provocado, si él hacía lo que quería. Después su nombramiento constitucional como senador vitalicio, pero que en rigor casi no participó del parlamento, fue a puro calentar la silla... Después lo tomaron preso en una clínica en Londres y todo queda en nada... el gobierno chileno hizo de todo para traerlo de vuelta y el muy maricón, que se supone que estaba enfermo, llegó caminando... Y acá todos los juicios quedan en nada, le quitan el fuero, que se lo dan, que estaba loco, que no estaba loco.

Después una entrevista que hace en Miami, y de nuevo, le quitan el fuero, se lo dan, que estaba loco, que no estaba loco. Después las cuentas del Riggs, el tráfico de armas, la cocaína, el enriquecimiento ilícito... Que era ladrón, que no era ladrón, y todo y nada ¿Por qué?... Porque ese no era Pinoché, no era ese viejo culiao asqueroso. Porque yo lo maté el noventa y siete. Quizás era de verdad ese de las cuentas... Daniel López, o no sé quién, pero el del Golpe y el de la silla de ruedas no eran la misma persona, pero era uno igual a él... ¡su doble!... ¡Puta que estaba bien pensado! ¡Una conspiración que mantuviera su imagen viva!  

No había pisado ese lugar como del 94... fui... no sé... porque me dieron ganas de ir, no sé. Justo antes andaba en la caminata cuando llevaban al cura Pierre pa’ la catedral... ¡Qué güena imagen esa! Una multitud de gente caminando detrás del cortejo que se llevaba a unos de los de verdad, a uno de esos que cuesta encontrar hoy.

¡Si era algo simbólico...! Obvio, obvio que después que lo maté, el doble del Pinoché debía aparecer en la tele, aunque fuera en el programa más estúpido, pa’ no generar duda y de pasadita molestar a su verdugo. Obvio que los milicos no iban a dejar que un extraño se hiciera cargo de la comandancia de un ejército, obvio que ese extraño no podía ejercer como senador, obvio que el Gobierno no permitiría que un extraño, el doble o el triple, ¡ah! o no sé cuántos de Pinoché fuera enjuiciado, porque no estaba permitido tocar esa imagen, ese símbolo, y porque obvio que ese extraño no se iba a hacer cargo de todas las cagás del dictador, ni cagando... y obvio... ¡ah! Y obvio todo lo demás... Se los dije, pero no me creyeron, prefieren creer la historia oficial, es más cómodo... (Pone una canción en su radio).

No había pisado ese lugar como del 94... fui... no sé... porque me dieron ganas de ir, no sé. Justo antes andaba en la caminata cuando llevaban al cura Pierre pa’ la catedral... ¡Qué güena imagen esa! Una multitud de gente caminando detrás del cortejo que se llevaba a unos de los de verdad, a uno de esos que cuesta encontrar hoy.

En la caminata había gritos.... “compañero Pierre...” gritaba un cabro en zancos poniéndole güeno con un megáfono... Y la multitud le respondía “... ¡presente!...”. Y el cabro en zancos poniéndole más güeno, “¡Juventud y Gloria!” y la gente “¡La Victoria!”. Y todos juntos “¡Juventud y Gloria, La Victoria!...”. Fue bonito encontrarse con las vecinas de la población, con unos compañeros de la básica, con unos cabros con los que jugaba a la pelota y con unas pololitas que tuve de chico... ¡buh! con harta gente... Con las Hermanitas de Jesús, que estaban viejitas ya, pero me reconocieron altiro y me pidieron que fuera a tocar la guitarra en una misa que iban a hacer antes de que enterraran al Pierre... Yo aprendí a tocar la guitarra en la parroquia cuando cabro, era súper güen músico... me comprometí altiro ¿cómo les iba a decir que no?... Pero no voy a ir… Hace años que no tomo una guitarra... No pude aguantarme el nudo en la garganta, se me llenaron los ojos de lágrimas, pero no lloré. Pensaba en cuántos más estarían igual que yo, y los vi. Justo cuando el cortejo pasó por el frente de un edificio en construcción, ahí arriba un obrero detuvo su trabajo, se sacó su casco, las antiparras, fue hacia la orilla y se despidió meneando sus brazos. Y sus demás compañeros se sumaron, y todos levantaron sus cascos, sus poleras y se despidieron al borde del edificio, 20 pisos pa’ arriba, los obreros homenajearon al curita... Yo les saqué una foto.

Fue como si el tiempo se hubiera detenido, fue como haber retrocedido 30 años... parecía que todo eso de treinta años atrás estaba vivo, era una imagen bonita, era una multitud de gente caminando, tratando de levantar literalmente un muerto, de revivirlo. Era como si no pudieran vivir sin ese mito de su revolución de los ochenta... ¡Aonde! ¡Si ellos nunca pudieron pitiarse al viejo reculiao hijo de puta, y se quedaron felices con su plebiscito por el No! No poh, en ese tiempo y después, había que pitiarse weones nomás, porque ya no servía esa linda revolución de la empanada y el vino tinto, porque ya nos habían cagado con eso antes… y porque todos sabíamos lo que iba a pasar después si no corría bala. (Da vuelta el cassete)

“Un salú por loh finaoh / meno el marío e’ Lucía / que no merecía un día / en el mundo haber estao / Salú por loh asesinaoh / por loh con y sin cortejo / por loh jóveneh y loh viejoh / que ya estiraron la pata / como el garganta e’ lata / que murió jugando el tejo. Hoy loh muerto recordemoh / feoh, bonitoh, curaoh / gordoh, flacoh, pelaoh".

De ahí se me pinchó la bici. Yo seguí caminando y como sin querer llegué al lugar, al bar de don Vitoco. Tenía la misma máscara de siempre, seguía siendo la verdulería más surtida que jamás vi. Nadie en aquellos años se podía ni imaginar que allí atrás había un bar de verdad, un clandestino.  Yo estoy seguro de que muy pocos sabían, si no, no estaría vivo pa’ contarlo. Tenía la misma contraseña, pero ahora estaba atendido por una joven, la Claudita, igualita a don Vitoco... Cuando entré estaba sonando el mismo tocadiscos, impecable, habían los mismos muebles, los mismos pisos, las mismas botellas de licor antiguas llenas de té pa’ adornar la barra... ¡Ese lugar estaba igualito!... ¡Puta, me sentí como el cabro chico de esos años! En un momento me quedé solo y me puse a mirar el lugar un rato, así, en silencio... Después saqué una pilsen de la máquina, un vaso, me serví, y me mandé un salú. Un salú en décimas que aprendí de un amigo poeta, el Omar decía... “Un salú por loh finaoh / meno el marío e’ Lucía / que no merecía un día / en el mundo haber estao / Salú por loh asesinaoh / por loh con y sin cortejo / por loh jóveneh y loh viejoh / que ya estiraron la pata / como el garganta e’ lata / que murió jugando el tejo. Hoy loh muerto recordemoh / feoh, bonitoh, curaoh / gordoh, flacoh, pelaoh / a loh que hechamoh demonoh / a loh maloh y loh güenoh / al cojo Piña y al Manco / al que duerme en cajón blanco / y al que el tambor le ha fallao / que al patio de lo callaoh / ni ud. ni yo me le arranco...”. (Aplaude)

¡Que guën brindis ese de mi amigo!... Cuando terminé me mandé el vaso al seco. Después entró la Claudita y me echó la media aniñá. Qué, qué ¿Por qué saca la pilsen sin permiso? Qué... Qué... ¿Por qué... no la esperé pa’ pedírsela a ella? Qué... Qué... Qué ¿Por qué me atendía solo? Qué ¿Qué me creía? Yo le dije “si don Victor no tiene problema que uno se atienda solo, si uno es de confianza, uno ha sido cliente habitual muchos años...”. Se fue en el manso rollo. Me dijo que estaba bien, pero que así no funcionaban las cosas ahora, que me fuera a sentar, que ella me iba a servir, que su papito ya no era el que atendía... porque su papito hace tiempo había fallecido. (Pausa) Chucha… Qué iba a saber yo que don Vitoco había fallecido... Le pedí disculpas, me fui a sentar, ella me trajo la pilsen… Después en la mesa yo pensaba que en verdad la chicoca no se parecía en nada a su taita. El viejito era super piola y ella era super pará... Desubicado yo también... Taba clarito que tenía el carácter fuerte, me hizo recordar a mis amigas del Lautaro.

(Se escucha la canción “Comandante Che Guevara”) ¡Puta que me gusta este tema!... Llegó un cabro al lugar, traía una guitarra, yo le dije que se tocara esa canción, el chicoco me dijo que no la conocía... Pero que tonto yo. Yo no lo había reconocido a él, si era el José poh, el hijo de mi amigo, el finao Gato... Mi compare Gatito (Se ríe. Silencio) Uds. no me van a creer cómo falleció mi compare Gatito. (Se ríe) Fue en el 93, el 21 octubre, en la conocida, pero no muy recordada masacre de Apoquindo. Ahí un grupo de cuatro compañeros y una compañera, el Gatito, el Yuri, el Ale, el Alvarito y la Orianita, hicieron una recuperación de dinero en el Banco O’Higgins, en el ultra protegido barrio de Las Condes, ahí, lamentablemente se echaron a un guardia. Salieron arrancando en un taxi como con cuatro millones de pesos y chocaron con un árbol. Después, como pudieron, se subieron a una liebre, la intercomunal 24 C, nunca, nunca me voy a olvidar. Los interceptaron los pacos y comenzó una batalla. Los pacos disparaban contra la micro con gente arriba, y mis compas se defendían, y se echaron a uno de esos perros. Después llegó hasta un helicóptero... Ya cuando la cosa era evidente, nada se podía hacer, era imposible librar, ellos comunicaron al chofer que se rendían para evitar la masacre. El chofer sacó un pañuelo blanco para dar esa señal, y mis compas arrojaron sus armas de vida por la ventana y la puerta de la liebre... Se subieron los pacos, y ahí dentro acribillaron a todo lo que se movía... El Gatito, el Ale y el Yuri murieron, la Orianita y Alvarito fueron torturados en la calle. También murieron tres pasajeros... De uno no me acuerdo, el otro era un joven, como de veintitanto... Y la otra, la otra era una joven... casi una niñita... El peso de su muerte es enorme, no saben cuánto. Cada uno de ellos se fue alegre eso sí, dispuestos y muy claritos a su último combate, vivieron muy intensamente sus vidas, haciendo lo que querían hacer.

En las protestas, si había que cortar la luz, nosotros les tirábamos las cadenas a los postes, a los transformadores, se escuchaba la explosión. Y después, con los vecinos, quemando todo lo que sirviera de combustible, somieres, neumáticos, muebles viejos, palos, de todo. Y después en la esquina todos compartiendo, los cabros chicos, los viejos y las viejas. 

Ven, entonces ¿cómo no iba a pitearme a ese viejo chuchesumare hijo de puta del Pinoché? Nunca me voy a olvidar de la sensación en mis manos cuando lo agarré de espalda frente al espejo, le pegué su puntiá y le pasé el corvo por su cogote... ¡Cómo le chorreaba el ñachi al chancho culiao! 

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Cristián Flores, autor de la obra.
Cristián Flores, autor de la obra.

Cuando reconocí al José le invité a una Pilsen, le dije que yo le podía enseñar la canción... “Después tío” me dijo y se fue pa’ la barra... Yo sé que él se sabía el tema... Ni el músico más fulero no se sabe esa canción... Es que él es muy joven... Ni pariente como cuando uno era un cabro, uno andaba metido en todas y las queríamos hacer todas... En la parroquia, en la junta de vecinos, haciendo murales, colonias urbanas, tocando en las peñas. En las protestas, si había que cortar la luz, nosotros les tirábamos las cadenas a los postes, a los transformadores, se escuchaba la explosión. Y después, con los vecinos, quemando todo lo que sirviera de combustible, somieres, neumáticos, muebles viejos, palos, de todo. Y después en la esquina todos compartiendo, los cabros chicos, los viejos y las viejas. Ya cuando éramos más grandes hacíamos y sentíamos mucho más, más balazos, más explosiones, más olor a lacrimógena, y a mentolatum, y el limón, y las velas... Y los que se iban a acostar temprano tenían que tener cuidado en apagarla, porque si se quedaban dormidos con las velas prendidas se les podía quemar la casa. Pa’ qué les voy a decir que yo era de los últimos en acostarme. En ese tiempo tiraba mis piedras también, o si había que ir a hacer una recuperación a las tiendas Bata o las Hush Puppies, allá montábamos un espectáculo súper vistoso y bien organizado pa’ que la gente nos conociera... Una vez nos dijeron que teníamos que organizar la llegada de un camión con pollo que se había recuperado. Nos juntamos pa’ hacer el cruce, a la hora y en el punto indicado, como cinco cabros. Cuando llegamos, había una cuca, una patrulla... ¡Chucha! No sabíamos qué hacer, si enfrentarnos o si irnos. Pero iba a llegar el camión y los compañeros que, aunque no los conocíamos, no se podían quedar solos y no se podían perder lo pollos... pero la cuca se fue y atrás llegó el camión... Había que hacerla corta, se llamó a los vecinos, se tiraron sus panfletos, se dijeron sus consignas, abrimos el camión... ¡Chucha! Quedó la mansa cagaita... Salieron volando todos los pollos. Nosotros pensábamos que los pollos venían faenados poh, pero estaban vivos... Y después todos tratando de agarrar los pollos, por aquí por allá, por el suelo, las plumas volaban... Y cuando las viejas los agarraban, se los llevaban de las patas y todos cagaos de la risa, pero urgíos porque había que hacerla corta... Es que la violencia estaba naturalizada en nosotros, era como estar en una fiesta, todos participábamos... Saben, de lo único que no la queríamos hacer era de paco o milico. En verdad, cuando chico sí. Mis viejitos me disfrazaban de milico y a mí me gustaba, (Riendo) era lo único que imaginaba ser, milico... La mayoría de los cabros chicos o casi todos querían ser pacos o milicos, otros también querían ser carpinteros, gásfiter, futbolistas, pero otros querían ser abogados o doctores. Esos eran los más motivados, pero en esa época uno los agarraba pal webeo porque creíamos que eran medio aweonaos ¿¡Cómo iban a querer ser abogados o doctores!?... Bueno, después, con el tiempo, ahora, yo creo que esos estaban bien. Soñar es algo importante. ¿Cómo uno va a poder ser o hacer algo mejor si ni siquiera lo puede soñar o imaginar? ¿Pa’ qué va a vivir uno si algo no lo moviliza? ¿Qué sentido tendría?

La obra completa se puede adquirir en la web de ediciones Oxímoron y en librerías de todo el país.

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