“Los países con menores requisitos de despido son los que tienen mayor productividad y mayor cantidad de empleo”, lanzó a principios de mes, Julio Crivelli, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), sumándose al pedido general por parte del empresariado trasandino de una reforma laboral.
La tarea no es fácil y el gobierno de Mauricio Macri comienza a correr contra el tiempo. En 11 días más enfrenta las primarias presidenciales, donde no tiene rival al interior de su coalición, pero mide fuerzas y movilización de votos frente a la dupla Alberto y Cristina Fernández. Las encuestas más optimistas para el kirchnerismo dan una diferencia de 6 puntos y las menos pesimistas para Macri, empate técnico. Lo cierto es que el margen es estrecho.
Frente a este escenario, Macri necesita sacar una reforma que en sus tres años de gestión le ha sido esquiva. Sin ir más lejos, su actual pareja de fórmula, el senador y candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto, se opuso a ella durante casi toda su gestión, pero ahora, al interior de Juntos por el Cambio, el parlamentario peronista del ala crítica del kirchnerismo ha salido a respaldar la idea.
Con este movimiento, la derecha entregó una señal y se abrió a intentar un acuerdo por fuera del círculo kirchnerista para sacar adelante una de las “reformas estructurales” que prometió en campaña, esa que necesita para desarticular el bastión del peronismo, el mundo sindical y popular, que ya se alineó con la dupla Fernández, cuando el pasado 17 de julio, la Central General de Trabajadores (CGT), la multisindical más grande del país, anunció su apoyo a la candidatura del Frente de Todos.
Desde afuera, el FMI sigue de cerca los pasos de la reforma y al interior de Argentina cada pestañeo del organismo internacional llena las portadas de los diarios, enciende declaraciones cruzadas y despierta una ola de académicos, analistas y economistas que se lanzan a proyectar y elucubrar acerca de la inflación, el precio del dólar y el empleo, que atraviesa su peor momento en 13 años. De acuerdo a las cifras entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) la tasa de desempleo alcanzó un 10,1% para el primer trimestre de 2019. Dos millones de desocupados.
El último gran terremoto comunicacional ocurrió este lunes, cuando en Washington, Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), entregó sus Perspectivas para América Latina y el Caribe. Declaraciones esparadas por los trasandinos, quienes entre 2022 y 2023 deberá devolverle al organismo más de 46.000 millones de dólares entre capital e intereses, lo que implicaría alrededor del 5 por ciento del PBI de cada año.
En conferencia de prensa la máximo autoridad del Fondo entregó sus sugerencias: achicar el gasto fiscal e incentivar la inversión. Dentro de la ecuación, un cambio en las reformas laborales supone en factor determinante. Frente a este punto, Werner fue claro: “para “acelerar el crecimiento de manera sostenible hay que profundizar el proceso de cambios estructurales de la economía”.
“Las reformas estructurales siguen siendo imperativas y es necesario acelerarlas para estimular el crecimiento potencial. Estas reformas deben incluir una mayor apertura de las economías al comercio y a la inversión extranjera directa, flexibilizar las regulaciones en los mercados de productos y de mano de obra , fomentar la competencia y mejorar la calidad del capital humano y físico”, afirmó Werner ante la prensa.
Así, tanto al FMI como las multigremiales se cuadran con el programa de flexibilización laboral de Macri y su proyección ante un eventual segundo mandato. Consultado sobre el panorama electoral, las palabras de Werner fueron correctas, pero no ocultaron su cercanía con el programa oficialista: “conocemos mucho mejor el programa que seguiría el presidente Macri por el trabajo que hemos hecho en los últimos tres años y sobre todo en este último año. Tenemos que seguir entendiendo mejor las plataformas de los diferentes candidatos que se están delineando cada vez con más detalle, pero por ahora siguen siendo bastante generales”.
La reforma, por tanto, se convierte en una cuestión trascendental para la Casa Rosada y marca la pauta en el calendario que irá entre las primarias del 11 de agosto y las generales del 27 de octubre, pero con el empleo en uno de sus peores momentos y los sindicatos del lado de Alberto y Cristina, recortar derechos laborales no será una tarea sencilla con las elecciones a la vuelta de la esquina.
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