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Martes, 29 de Julio de 2025
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Israel e Irán ¿Qué esperar de la guerra?

Andrés Almeida

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Benjamin Netanyahu y Alí Jamenei.
Benjamin Netanyahu y Alí Jamenei.

No es claro que los daños infraestructurales sean decisivos, pues la capacidad aérea iraní está soterrada en búnkeres de gran resistencia. Más difícil de determinar es si los ataques israelíes son capaces de desencadenar una ola de malestar social y político en Irán, y producir así un cambio de régimen, que es el propósito final de Israel. 

Este es el newsletter de análisis informativo exclusivo para suscriptores de Interferencia correspondiente al lunes 16 de junio de 2025, y que ahora se comparte con todos los lectores.

La guerra en el Medio Oriente adquirió otra escala luego del primer masivo ataque israelí contra Irán, el cual estaba destinado a generar un daño irreparable a la capacidad nuclear militar iraní, descabezando a los principales generales y científicos a cargo de ese desarrollo, y destruyendo buena parte de su infraestructura. 

Israel logró -o está muy cerca de hacerlo- la decapitación del liderazgo militar, pues ya son al menos seis los generales eliminados, y varios científicos, todos directamente relacionados con el desarrollo del potencial nuclear de Irán. 

Quiénes son los oficiales de reemplazo y cuáles son sus capacidades y posturas, son preguntas acuciantes, aunque -en la práctica- esta eliminación debiese, al menos, retrasar el desarrollo nuclear del país.

Pero, no es claro que los daños infraestructurales sean decisivos, pues la capacidad aérea iraní está soterrada en búnkeres de gran resistencia, con lo que pudo devolver el golpe mediante un ataque masivo de misiles y drones, y porque no se reportan daños irreparables en la infraestructura nuclear civil.

Más difícil de determinar es si los ataques israelíes son capaces de desencadenar una ola de malestar social y político en Irán, y producir así un cambio de régimen, que es el propósito final de Israel. 

Un objetivo delicado en extremo, pues no se sabe qué puede pasar después de una eventual caída del ayatola Jamenei, y porque esos ataques -en caso de fallar- suelen devolverse con dureza. Con lo que es de esperar que el régimen de los ayatolas también busque ahora el fin del régimen de Benjamin Netanyahu, en un Israel profundamente dividido y -quizá hasta qué punto- asustado, ya que Irán sí fue capaz de devolver el ataque y llueven misiles sobre Tel Aviv, Haifa y otras ciudades israelíes.

Cabe mencionar que Israel -y Estados Unidos- consideran que el programa nuclear iraní avanza de tal modo que busca convertir a Irán en una potencia nuclear, pues si bien el país cumple formalmente con los acuerdos internacionales, los niveles de enriquecimiento de uranio y el desarrollo misilístico paralelo, hacen que -sin tener ojivas nucleares- pueda llegar a tenerlas en un plazo de semanas, si así lo desea, lo que lo convertiría de facto en un actor nuclear militar. 

Es así que Israel considera este ataque como preventivo ante un riesgo existencial, y seguramente es por eso que Estados Unidos buscó arrastrar a la mesa de negociaciones a Irán, y cuando parecía haberlo logrado y bajó la guardia, dejó que Israel procediera. 

Es por esto también que Irán considera esto una ataque a traición, y le ofrece una perspectiva política de unidad, al debilitar así a las fuerzas políticas iraníes más llanas a negociar. Pese a ello, Irán no ha atacado a Estados Unidos ni ha cerrado el Estrecho de Ormuz, afectando así decisivamente sus intereses, lo que puede leerse como una señal de prudencia o de debilidad.

Después de los eventos en Siria, que desencadenaron la caída inesperada de Bashar Al - Assad, el debilitamiento de Irán y el fortalecimiento de Israel (y Turquía) en la región, no es raro que el optimismo esté más del lado de los israelíes, al menos de su Gobierno. También es notoria la capacidad militar de inteligencia de Israel, la que no sólo logró superioridad aérea por largas horas y ataques precisos, sino porque también pudo hacer ataques desde dentro del territorio iraní, operando con agentes muy seguramente del Mossad, lo que puede producir altos niveles de inestabilidad política. 

Pero, si este ataque en curso no es decisivo, Irán puede rehacerse, gracias a su tamaño (casi diez veces Israel), población (90 millones) y petróleo (cuarto productor mundial), e Israel puede llegar a convertirse en un lugar invivible, asediado por ataques masivos de drones y misiles -los que probadamente impactan suelo israelí, pese a su sofisticado sistema antiaéreo-, por vecinos con grandes poblaciones hostiles de alto crecimiento demográfico y por una población palestina cada vez más respaldada internacionalmente, la que tiene nada o muy poco que perder al lanzarse en su contra.

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De los pocos análisis en prensa chilena que no es solo pro sionista. Bien!

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