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Sábado, 2 de Agosto de 2025
Máximo Tribunal

Las dudas sobre Ricardo Blanco para presidir la Suprema: problemas de salud y una antigua causa por VIF complican su nominación

Felipe Saleh

Reconocido como un juez metódico, estudioso, austero y sin una tendencia asociada a un sector político en el que haya hecho redes. Es un técnico, que llegó sin proponérselo al máximo tribunal y ahora, según la tradición debería presidirlo. Pero sus ocho meses de licencia por tratamiento médico y una violenta discusión con su esposa, que terminó con medidas cautelares en su contra, abren la posibilidad de pasar por alto la costumbre de nombrar al ministro o ministra más antigua en la testera. 

Muy meticuloso, ordenado. Apegado estrictamente a las reglas, estudioso. Austero y de muy bajo perfil. Un juez de carrera a secas.  Esas son las características que más se repiten al hacer consultas sobre los rasgos del ministro de la Corte Suprema Ricardo Blanco Herrera. Nombrado el 6 de junio de 2013, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, es el más antiguo de los ministros en ejercicio que no ha ocupado el puesto de Presidente. Después de Sergio Muñoz y Haroldo Brito, que actualmente son ministros, pero que ya estuvieron a la cabeza del máximo tribunal. 

Por una antigua tradición del máximo tribunal, Ricardo Blanco debería ser el elegido el próximo lunes 18 de diciembre como nuevo presidente de este poder del Estado por parte de sus pares, para asumir el cargo el 8 de enero por un período de dos años.

Pero hay dos aspectos que generan ruido y dudas respecto de si concretar la nominación de Ricardo Blanco o simplemente pasar por alto la tradición y nombrar a otra persona. De ser ese el caso, sería la ministra Gloria Ana Chevesich, quien tiene la antigüedad siguiente, la que asumiría el poder, siendo la primer mujer en los exactos 200 años de historia de ese tribunal en Chile en asumir de manera titular el cargo.

El primer asunto que ha generado ruido al interior de la corte y en círculos judiciales más amplios es si Ricardo Blanco tiene las condiciones de salud necesarias para ocupar un puesto con alta carga laboral. El juez, de 69 años, tiene problemas de salud que requieren de un largo tratamiento. Debido a que se reconoce su personalidad especialmente hermética, y principalmente  a que la ley lo ampara en la reserva de sus datos, no se sabe públicamente su diagnóstico. Pero sí es un hecho que sólo durante este año estuvo ocho meses con licencia médica y que recién regresó a sus funciones en la cuarta sala del tribunal hace unas dos semanas.

“A las 13:00 horas, la víctima y el imputado tuvieron una discusión al interior del departamento en el que habitan, motivo por el cual el ofensor se ofuscó y amenazó a su cónyuge con matarla o dejarle la cara marcada para siempre”. 

Si Blanco no puede ejercer el cargo en caso de tener que pedir licencias médicas debido a su tratamiento, sería el ministro Sergio Muñoz quien lo reemplazaría, por ser el ministro más antiguo del tribunal. De hecho, ha sido él quien reemplaza al presidente en ejercicio, Juan Eduardo Fuentes, cuando se ha ausentado por razones de salud.

Varios personeros que están al tanto de este proceso, y que fueron consultados por Interferencia, manifiestan de manera privada de que el ministro Blanco debería renunciar a su ‘derecho de antigüedad’. Tal como señaló el medio ExAnte hace unos días, ese fue el caso del ministro Nibaldo Segura, que cedió voluntariamente su puesto en favor de Rubén Ballesteros en 2012, y del ministro Carlos Künsemüller, quien estimó que su salud no era compatible con las responsabilidades del puesto y pasó por alto la tradición en favor de Haroldo Brito en 2018.

“Antecedentes plausibles”

Otro problema que podría complicar su asunción como el nuevo presidente de la Corte Suprema, está registrado en la base de datos del Poder Judicial. Ahí figura la causa en que  Ricardo Blanco Herrera fue imputado como autor del delito de amenazas en el contexto de violencia intrafamiliar. 

Ocurrió en el verano 2008.  La denunciante fue su esposa desde 1984. Pero al momento de realizarse la audiencia de formalización, el 25 de enero de ese año, ella se desistió de la denuncia. Por eso, el proceso se acabó sin que Blanco, entonces ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, fuera formalizado.  

Sin embargo, el registro público de la denuncia demuestra que los hechos fueron ratificados por el fiscal Samuel Constela. El persecutor tomó el testimonio detallado a la víctima, y con esos antecedentes el juez Fernando Valderrama ordenó a Ricardo Blanco hacer abandono del departamento que habitaba con su esposa en la comuna de Providencia. Esta medida cautelar se puede tomar, incluso si el denunciado no ha sido formalizado. 

El juez Valderrama decidió determinar la medida cautelar teniendo en cuenta los antecedentes a la vista. “El fiscal informó que la víctima le señaló que los problemas con el imputado se arrastran desde el año 2000 y que éste la ha agredido en tres ocasiones, la primera de ellas con una cachetada en la cara y las dos restantes con empujones lanzándola contra los muebles de cocina; que nunca antes quiso denunciarlo por temor a su reacción”, dice el escrito en que el juez ordena la prohibición de acercamiento y el abandono de la casa en común. 

El documento fechado el 23 de enero de 2008, contiene el relato de la discusión entre Blanco y su esposa el día anterior. “A las 13:00 horas, la víctima y el imputado tuvieron una discusión al interior del departamento en el que habitan, motivo por el cual el ofensor se ofuscó y amenazó a su cónyuge con matarla o dejarle la cara marcada para siempre”. 

¿Cómo llegó un juez con estos antecedentes a integrar el máximo tribunal del país? “De rebote”, resumen las fuentes consultadas para esta nota,

El día de violencia continúa más tarde. “A las 19:00 horas del mismo día tuvieron una nueva discusión en la que el imputado le manifestó que no le importaba que hiciera alguna denuncia por cuanto iba a mover sus influencias y nada lograría, motivo por el cual la mujer durmió en una pieza contigua. A la mañana siguiente y luego de que el imputado se fuera a trabajar, la ofendida cambió el cilindro de la chapa”, consigna el escrito judicial. 

Ricardo Blanco regresó de su trabajo y según el relato de la esposa “no pudo entrar, llamándola por teléfono y amenazándola con volver con Carabineros y un fiscal para abrir la puerta”. Luego la mujer decide ir a 19 Comisaría de Providencia, donde estampa la denuncia y “prestó declaración ante el fiscal solicitante”.

Con los hechos sobre la mesa, el juez determinó que había “antecedentes plausibles sobre la existencia del delito de amenazas en contexto de violencia intrafamiliar, así como de la participación de autor del imputado en los mismos” y por eso decidió fijar una fecha para la formalización del juez Blanco.

En su momento, el hecho trascendió a la prensa que llegó el 25 de enero hasta el Octavo Juzgado de Garantía. Pero el mismo juez del tribunal ordenó que los periodistas no pudieran entrar ni menos grabar. Y así, ese año la noticia se redujo a un escueto recorte que consigna el desistimiento de la víctima.

Aduciendo que todo fue “un mal entendido”. Ricardo Blanco y su esposa siguen compartiendo, hasta hoy, el hogar común. La pareja no tiene hijos.

El ministro sorpresa

Este antiguo hecho de violencia intrafamiliar ha provocado, según comentan abogados y jueces conocedores de la Corte, que Ricardo Blanco mantenga un perfil muy bajo y no asista a las habituales reuniones sociales en el que se encuentran los ministros y comparten junto a sus esposas o esposos. “Tiene relaciones formales con todos los jueces, pero no tiene amigos en la Corte, no asiste a ninguna reunión fuera del horario laboral”, dice un abogado que frecuenta el círculo de la Suprema. 

La ministra de Piñera, Patricia Pérez,  habría tratado de bloquear su nominación en 2013 debido a la denuncia de violencia intrafamiliar. Según relatan conocedores de ese proceso, fue finalmente el apoyo de personas clave como la ex fiscal de la Corte Suprema, Lya Cabello, el ministro Haroldo Brito (pareja de Cabello) y el entonces presidente del máximo tribunal, Rubén Ballesteros, que llevaron a Blanco a integrar el tribunal.

¿Cómo llegó un juez con estos antecedentes a integrar el máximo tribunal del país? “De rebote”, resumen las fuentes consultadas para esta nota, en alusión a que no era el candidato principal para el puesto. 

Ese lugar lo ocupaba Juan Manuel Muñoz Pardo, nominado en el último año del primer gobierno de Sebastián Piñera. Nunca pudo conseguir los apoyos necesarios en el Senado, en gran medida por la  decidida acción del entonces senador y ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Frei logró aunar los votos en contra del nominado por el gobierno, en parte por su historial en causas de Derechos Humanos. Pero particularmente porque estuvo a favor de cambiar de “asesinato” a “envenenamiento” la carátula del proceso por la muerte del ex Presidente Frei Montalva, y además acogiera los recursos de amparo en favor de los procesados en la causa. 

La entonces ministra de Justicia, Patricia Pérez, debió retirar el nombre en enero de 2013 y buscar otro dentro de la quina. Ahí surgió el nombre de Ricardo Blanco. Primó su perfil estrictamente técnico. “Surgió de la nada. Los apoyos que tuvo fueron fáciles, porque (…) no tenía una identidad ideológica cercana a nadie. Era sobre todo juez, famoso por ser juez, nunca estuvo vinculado a ningún mundo”, afirma un conocedor del proceso que llevó a la nominación de Blanco como ministro de la Suprema en el cupo del gobierno. 

Pero no fue algo inmediato. La ministra de Piñera, Patricia Pérez, según estas mismas fuentes, habría tratado de bloquear su nominación debido a la denuncia de violencia intrafamiliar. Por eso, el nombramiento de Blanco se concretó recién en junio de 2013. Según relatan conocedores de ese proceso, fue finalmente el apoyo de personas clave como la ex fiscal de la Corte Suprema, Lya Cabello, el ministro Haroldo Brito (pareja de Cabello) y el entonces presidente del máximo tribunal, Rubén Ballesteros, que llevaron a Blanco a integrar el tribunal.

La opinión que predominó en ese momento fue que al haber un desistimiento por parte de la víctima, y por lo tanto ningún procesamiento posterior, el asunto de la violencia intrafamiliar quedaba zanjado. 

Como ministro de la Corte Suprema, Blanco ha cultivado un bajo perfil, poco ligado a las redes del mundo político. Solo se le conocen conversaciones esporádicas con el senador de la UDI Javier Macaya, y cierta cercanía con el también ministro de la Suprema y ex fiscal del banco BCI, Arturo Prado Puga, con quien Blanco fue compañero en la Universidad de Chile. 

También tiene una relación cercana, “pero no de visitarse, ni de amistad, pero sí de admiración”, con el ministro Sergio Muñoz, asegura una fuente conocedora de las relaciones al interior de ese tribunal.

¿Cambios?

Un grupo de senadores de un espectro casi transversal (Matías Walker, Pedro Araya, Alfonso de Urresti y Luz Ebensperger) han tratado de impulsar un proyecto que instale un sistema de elección distinto para él o la presidenta de la Corte Suprema, poniendo fin a la tradición de la antigüedad. La iniciativa fue formalmente rechazada por quienes integran la corte, a través de un oficio enviado al Senado en mayo de este año.

Las dudas que enfrenta la nominación del ministro Blanco podrían generar un momento propicio para pensar en un sistema de nominación del Presidente de la Corte Suprema que sea distinto, como la elección abierta por puntajes, por ejemplo. Pero por ahora no hay indicios de que el tribunal cambie una costumbre que viene de comienzos del siglo 19. 



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