1871 fue un año que comenzó con buenos augurios para Alemania. Tras décadas de tensiones, finalmente se lograba la unificación de los estados germanos. Pocos años más tarde, sin embargo, la estabilidad del Imperio Alemán sería amenazada. Aunque la Revolución Industrial tardó en llegar a la tierra de los Junkers, sus efectos se hicieron sentir. Surgió un proletariado organizado que exigió derechos y dignidad. Otto von Bismarck, canciller alemán, intentó primero aplacar la agitación social con la receta usual: represión y la proscripción del partido Social Demócrata, la voz de la clase trabajadora. No dio resultado.
La burguesía alemana y Von Bismarck comprendieron que deberían hacer concesiones. “El problema no se puede resolver con simples medidas policiales”, informaba el canciller al Káiser Federico III en 1878. ¿Cuál sería entonces la medida impulsada por Von Bismarck para abordar la cuestión social? La creación del primer sistema de seguridad social en el mundo, cuyo pilar fundamental fue la creación, en 1889, del primer sistema de pensiones de vejez.
Desde entonces el sistema alemán se convirtió en ejemplo mundial, siendo adaptado por numerosos países. Siguiendo el modelo alemán, Chile implementó a partir de 1924 -con la creación de la Caja de Previsión de Empleados Particulares y la del Seguro Obrero Obligatorio- un sistema de pensiones tripartito, esto es, financiado con aportes de empleadores, el Estado y los trabajadores. En 1981, la dictadura desmantelaría ese sistema solidario -el primero en América Latina- reemplazándolo por un sistema privatizado de ahorro forzoso.
Desde entonces el sistema alemán se convirtió en ejemplo mundial, siendo adaptado por numerosos países. Siguiendo el modelo alemán, Chile implementó a partir de 1924 -con la creación de la Caja de Previsión de Empleados Particulares y la del Seguro Obrero Obligatorio- un sistema de pensiones tripartito.
Hoy, y tras dos intentos fallidos, se discute nuevamente en el Congreso una reforma previsional que propone re-introducir algunos elementos de seguridad social en nuestro sistema de pensiones. El gobierno responde así en parte a una de las crisis sociales más severas en toda la historia republicana de Chile, gatillada en buena medida por las bajas pensiones otorgadas por el sistema de AFP.
Nuestras elites, sin la visión y habilidad de sus homólogos alemanes, parecen no estar dispuestas a hacer concesiones para abordar la crisis. Ajenas a la durísima realidad vivida por millones (que necesitan urgentemente mejores pensiones hoy y no en décadas subsecuentes), están disponiendo de todos sus recursos comunicacionales para bloquear la reforma.
La ofensiva se sostiene sobre tres narrativas falsas: libertad de elegir, propiedad de los fondos y la heredabilidad. Todas ellas evaden el problema central y urgente: mejorar las pensiones de las y los actuales jubilados.
Libertad de elegir ¿para quiénes?
Con su habitual retórica superlativa y sobrecargada, José Piñera declaraba el 1 de mayo de 1981 –momento en que se inaugura el sistema de AFP- como “el día más importante de las últimas décadas para todos los trabajadores chilenos”. En declaraciones recogidas por El Mercurio en su edición del 3 de mayo, un triunfante Piñera añadía: “el nuevo sistema hará más libres a las personas”. Para el joven ministro de 33 años y ex ejecutivo del conglomerado financiero Cruzat-Larraín, el sistema de AFP entregaría “una cadena de libertades a los trabajadores”, entre las que se contaban la “la facultad de quedarse [en el antiguo sistema solidario] o cambiarse de régimen” y “elegir la AFP que más le convenga”.
La libertad de elegir ha sido así la narrativa clave desde el origen del sistema de capitalización individual. La evidencia, no obstante, indica que esta narrativa no pasa de ser un falso eslogan. La Comisión Bravo, por ejemplo, recoge en uno de sus documentos el testimonio de trabajadores que fueron obligados a cambiarse desde su caja previsional a una de las nacientes AFP. Esta información es consistente con numerosos testimonios recabados durante nuestro trabajo de investigación.
La libertad de elegir ha sido así la narrativa clave desde el origen del sistema de capitalización individual. La evidencia, no obstante, indica que esta narrativa no pasa de ser un falso eslogan. La Comisión Bravo, por ejemplo, recoge en uno de sus documentos el testimonio de trabajadores que fueron obligados a cambiarse desde su caja previsional a una de las nacientes AFP.
Años más tarde, la concentración excesiva del mercado previsional también disminuyó ostensiblemente la 'libertad de elegir'. En consonancia con la tendencia mundial del capitalismo hacia una excesiva concentración 1, el mercado de las AFP se ha concentrado progresivamente. El sistema, que nació en 1981 con once administradoras, alcanzaría el máximo en 1994 con 21 AFP, para luego disminuir hasta llegar apenas a seis en 2004. Y así hasta hoy la 'industria previsional' se ha mantenido concentrada en poquísimas manos.
Posteriormente, con la reforma del 2008 que creó el Pilar Solidario, la libertad de elegir se redujo a su mínima expresión. Desde entonces, y por medio de una licitación, los nuevos afiliados al sistema serían obligados a cotizar en la AFP que se adjudicase el proceso ofreciendo las comisiones más bajas. En esa administradora estarían obligados a permanecer por al menos dos años.
A todas estas limitaciones se suma el hecho de que los y las afiliadas son muy poco sensibles a diferencias en el precio de las comisiones y las rentabilidades obtenidas por las distintas AFP 2. Es decir, la tendencia es permanecer y no cambiarse de AFP incluso cuando existan otras administradoras más baratas o rentables.
Quienes sí han podido ejercer la libertad de elección con los fondos de pensiones han sido las mismas AFP y los grupos económicos favorecidos con sus decisiones de inversión. En los primeros años del modelo, los grupos financieros capitalizaron sin pudor sus empresas con los fondos de pensiones administrados por sus AFP. Luego, como documenta Carlos Huneeus en su libro El régimen de Pinochet, grupos minoritarios de accionistas en concertación con las AFP tomaron el control de las empresas privatizadas entre 1985 y 1989.
El proceso no se detuvo con la llegada de la democracia. La ley en ese momento no les exigía a las AFP transparentar sus votaciones en las juntas de accionistas. Gracias a una regulación favorable a sus intereses, ex ejecutivos de las empresas privatizadas formaron coaliciones con las AFP. El grupo Enersis, controlado por José Yuraszeck y el mismísimo José Piñera, representa el caso más paradigmático. Como revelamos en el libro Todo Legal, escrito junto a Carlos Tromben, el grupo Enersis -que ya controlaba Chilectra- formó en 1990 una coalición con las AFP y el grupo Luksic para tomar el control de Endesa. La operación fue todo un éxito: en la junta de accionistas del 19 de abril, José Piñera pasó a formar parte del directorio y Rodrigo Manubens, hombre de la familia Luksic, asumía la presidencia de la eléctrica.
Quienes sí han podido ejercer la libertad de elección con los fondos de pensiones han sido las mismas AFP y los grupos económicos favorecidos con sus decisiones de inversión. En los primeros años del modelo, los grupos financieros capitalizaron sin pudor sus empresas con los fondos de pensiones administrados por sus AFP
Con plena 'libertad de elegir', las AFP han usado los fondos de pensiones de millones de chilenos para favorecer a sus aliados políticos y amigos personales. En los últimos años, el rol jugado por las AFP en casos como La Polar y el financiamiento de los grupos Saieh y Cueto ha demostrado que el conflicto de interés sigue abierto.
Propiedad y heredabilidad: la promesa de la libreta de ahorro
“Los trabajadores podrán formar sus administradoras de fondos”, titulaba El Mercurio el jueves 13 de noviembre de 1980. Ese día se hacía público el Decreto Ley 3.500, norma legal que daba vida a las AFP. La nota recogía declaraciones de José Piñera hechas en el edificio Diego Portales ante una audiencia de 3 mil dirigentes empresariales y gremiales. En la ocasión Piñera recurrió a una de sus imágenes favoritas para promocionar 'su' nuevo sistema previsional:
“Cada trabajador tendrá una libreta donde mes a mes podrá ver cómo marcha su propia inversión, lo cual le permitirá ir afinándola, de acuerdo a los fondos que haya acumulado y a la rentabilidad de los instrumentos financieros en que ponga su dinero”.
La libreta de ahorro representaba la promesa de convertir a cada trabajador en el dueño de sus ahorros y, además, de su propio destino. Según Piñera, así se “solucionaría el problema previsional”.
Pero, más allá de las promesas y de los retiros previsionales, la definición de propiedad en el sistema de AFP es particularmente sui generis. Como propietarios, los trabajadores no tienen voz efectiva -ni menos voto- en la forma en que cada AFP administra sus ahorros. Por ejemplo, hasta el día de hoy no existen representantes de los trabajadores en los directorios de las AFP. Cuando se les consulta a los creadores del sistema por esta contradicción su respuesta es siempre la misma: “los trabajadores no tienen los conocimientos para aportar”. La propiedad individual es una promesa vacua.
La idea de propiedad individual está entrelazada con la posibilidad de heredar. A diferencia de las dos anteriores, esta es una narrativa nueva; no fue utilizada para legitimar la imposición de las AFP en 1980-1981.
La heredabilidad es un concepto completamente ajeno a la concepción de seguridad social: los sistemas de pensiones están diseñados (o deberían estarlo) para otorgar pensiones dignas, no herencias. Las cifras, además, son rotundas: la mayoría de los afiliados al sistema ni siquiera tiene capacidad de ahorro para financiar sus pensiones. De acuerdo al Ministerio de Hacienda, apenas un 18% de los pensionados deja herencia.
Como propietarios, los trabajadores no tienen voz efectiva -ni menos voto- en la forma en que cada AFP administra sus ahorros. Por ejemplo, hasta el día de hoy no existen representantes de los trabajadores en los directorios de las AFP. Cuando se les consulta a los creadores del sistema por esta contradicción su respuesta es siempre la misma: “los trabajadores no tienen los conocimientos para aportar”.
La concepción sui generis de propiedad en el sistema de AFP ha sido funcional para los intereses de los grandes grupos económicos. Sin el control que podrían ejercer sus verdaderos dueños (los trabajadores), las AFP han inyectado una buena parte de los ahorros previsionales en los grupos económicos. Como señalan Jeannette von Wolfersdorff y Felipe Ruiz en sus respectivos trabajos 3, esta estrategia desigual de inversión ha agudizado aún más la excesiva concentración de nuestra economía y ha facilitado la expansión internacional de estos grupos.
De acuerdo con Ruiz, los grupos económicos locales que más capital han recibido desde las AFP son (1) Luksic, (2) Yarur, y (3) Matte. ¿Qué tienen en común estos tres grupos? Junto con tener intereses en el sistema bancario (los Luksic controlan el Banco de Chile; la familia Yarur el BCI; y los Matte el Banco Bice), los tres conglomerados han desplegado una agresiva estrategia de expansión internacional.
Menos diversificados, pero igual de poderosos que estos tres grupos económicos, los empresarios alemanes del siglo 19 apoyaron -a regañadientes- el desarrollo de un sistema de seguridad social. Comprendían que debían hacer esa concesión si querían una sociedad con cohesión social y estabilidad política (dos ingredientes fundamentales para poder hacer sus negocios). Seguramente el haber sido testigos de los procesos sociales de su siglo les hizo aquilatar la importancia del asunto.
1871 había comenzando con la unificación de Alemania. Semanas más tarde, a partir del 18 de marzo, otro hecho histórico sacudiría a Europa y a sus elites: la Comuna de París. La Comuna constituía un nuevo episodio de agitación social en el proceso iniciado con la Revolución Francesa en 1789, y que proseguiría con las revoluciones de 1830 y 1848.
En Chile, lamentablemente, tenemos una elite que -presa de sus privilegios- se niega a ver nuestra realidad. Atribuye los hechos acontecidos a partir de octubre de 2019 a un brote delictual y se empeña en bloquear cambios urgentes que permitirían abordar desigualdades escandalosas. Mientras tanto, el malestar expresado en la Revuelta de 2019 sigue macerando. Por más que se intente, no es posible detener los procesos sociales.
Referencias
1) Ver por ejemplo David Autor et al (2020) “The fall of the labor share and the rise of superstar firms”, publicado en The Quarterly Journal of Economics, Vol 135, Issue 2.
2) Ver por ejemplo Viviana Fernández (2013) “Profitability of Chile’s defined-contribution-based pension system during the multifund era”, publicado en Emerging Markets Finance and Trade, Vol 49, Issue 5.
3) Jeannette von Wolfersdorff (2022) “Capitalismo: Una historia sobre innovación, inversions y el ser humano”, publicado por Penguin Random House; Felipe Ruiz (2021) “Financialization and the Construction of Peripheral Business Power in the Chilean Pension System”, En: “Dependent Capitalisms in Contemporary Latin America and Europe”, editado por Aldo Madariaga y Stefano Palestini, publicado por Palgrave Macmillan.
* Ignacio Schiappacasse es académico de la Universidad Central, Facultad de Economía, Gobierno y Comunicaciones.
Comentarios
muy buenos articulos
gran medio
espero que en esta ocasion la
Felicitaciones!! muy buen
Excelente artículo. Ni la
Me interesa estar bien
Me interesa acceder a
De mi respetuosa
Cooncuerdo con el señor
Obvimente, muy tendencioso
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