Este artículo corresponde a la edición del viernes 19 de enero del newsletter exclusivo de lectores de Interferencia, La Semana, el que se comparte ahora con todo público.
Es parte del folclore de Chile decir que siempre que pasa algo de relevancia mundial, hay metido un chileno. Probablemente, no es algo propio solo de Chile, sino que también de muchos otros países con un mínimo peso demográfico y/o cierta vocación e interés por el mundo exterior. Con todo, cuando la prensa chilena descubre protagonistas o testigos chilenos de grandes eventos mundiales, le sacan todo el provecho comunicacional posible.
Sin embargo, para el caso de la guerra de Ucrania, se cumple la primera mitad de la premisa; siempre hay metido un chileno, pero extrañamente, no pasa eso con la segunda, pues los medios -y las autoridades- han demostrado un escaso interés por los casos de Gonzalo Lira y su misteriosa muerte, cuando estaba bajo la custodia de las autoridades ucranianas, y el de El Ciudadano, acusado por el Departamento de Estado de Estados Unidos de ser financiado por Rusia como parte de una campaña global de desinformación, lo cual es -a mi juicio- un serio atentado contra la libertad de expresión, cuando no se ofrecen pruebas y en tanto el medio lo ha desmentido.
De tal modo, lo que hay son dos casos que se desarrollan en una zona gris, en la cual Chile no ha tomado posturas oficiales a través de su Cancillería u otras autoridades.
¿Por qué?
Pregunté a la Cancillería si había posturas oficiales en torno a estos casos, y no las hay. Según me explicaron, esa reflexión empezaría en caso de que hubiera acciones de los afectados ante instancias oficiales. Por ejemplo, si es que finalmente la familia de Gonzalo Lira realiza acusaciones formales contra las autoridades ucranianas por tortura y denegación de atención sanitaria, o si bien El Ciudadano solicita alguna acción de reclamo o defensa frente a la intervención estadounidense en la libertad de prensa de Chile.
Pregunté a la Cancillería si había posturas oficiales en torno a estos casos, y no las hay. Según me explicaron, esa reflexión empezaría en caso de que hubiera acciones de los afectados ante instancias oficiales. Por ejemplo, si es que finalmente la familia de Gonzalo Lira realiza acusaciones formales contra las autoridades ucranianas por tortura y denegación de atención sanitaria, o si bien El Ciudadano solicita alguna acción de reclamo o defensa frente a la intervención estadounidense en la libertad de prensa de Chile.
Sin embargo -en mi opinión- el relativo silencio de Chile frente a estos casos pasa porque se trata de materias muy espinudas, en los que las autoridades chilenas no tienen nada que ganar, pues podrían conflictuar la relación con Estados Unidos y Ucrania, a cambio de la defensa de ciudadanos -y comunicadores- chilenos que no son parte de sus prioridades, en tanto éstos defienden posturas muchas veces contrarias a las políticas de relaciones exteriores de Chile.
En las indagaciones con mis fuentes en Cancillería, varias de ellas me reconocieron que los casos son complicados.
En el caso de Lira, si bien en Chile no ha tenido mayor revuelo, fuera del país ha concitado significativa mayor atención, lo que puede ir creciendo, en especia al ritmo del proceso electoral estadounidense. Por ejemplo, el influyente periodista conservador Tucker Carlson dijo en Twitter al presentar los cargos del padre de Gonzalo Lira por la muerte de su hijo que éste "es un ciudadano americano [estadounidense] que ha sido torturado en una prisión ucraniana desde julio, por el crimen de criticar a [Volodimir] Zelenski. Los oficiales de [Joe] Biden aprueban esto porque les gustaría aplicar el mismo estándar aquí".
En respuesta a este post, Elon Musk -dueño de Twitter (renombrado X) y un multimillonario estadounidense muy volcado en incidir en este tema en la agenda de Estados Unidos- respondió: "¿Un ciudadano americano [estadounidense] está en prisión luego de que nosotros enviamos sobre US $ 100 mil millones? Hay más en esta historia que simplemente criticar a Zelenski. Si eso es todo lo que hay, entonces acá tenemos un serio problema".
Además, Rusia no ha desperdiciado la ocasión para enrostrar a Estados Unidos y Ucrania el caso, intentando sacar a pizarrón a todo el tingaldo occidental que defiende la libertad de expresión y los derechos humanos, dado que no se han pronunciado respecto del caso de Lira, quien -recordemos- fue detenido por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por su sigla en ucraniano) en Járkov en abril de 2023, donde vivía, dada su intensa actividad en redes sociales donde defendía la postura rusa y criticaba la ucraniana y estadounidense, la cual fue tildada de 'desinformación' por Ucrania.
Según me aseguraron fuentes de Cancillería, Chile ofreció a Lira en su momento asistencia consular, pero el comunicador la desestimó al preferir la de Estados Unidos, considerando que Gonzalo Lira tiene ambas nacionalidades. Además, según se conoció en Chile, Lira volvió a entrar a Ucrania, luego de su liberación a mediados de año e intento de huida a Hungría, con pasaporte estadounidense, lo que hace que el problema bilateral sea principalmente con Estados Unidos. Cabe decir también que toda la actividad comunicacional de Lira era en inglés, a partir de su sitio en YouTube, llamado Roundtable.
Ahora, en Chile, el caso de Gonzalo Lira no ha tenido mayor revuelo, porque -según mi opinión- se trata de un personaje extraño, a quien nadie quiere defender mucho, salvo su familia.
En su momento, la periodista Lissette Fossa hizo un perfil de Lira en Interferencia -Qué se sabe de Gonzalo Lira y su misteriosa desaparición en Ucrania- donde se indagó en la fase chilena de la vida de Lira, quien acá fue escritor y realizador audiovisual antes de irse a Estados Unidos, pero cuyas características más llamativas fue su acentuado pinochetismo y misoginia. De hecho, tanto entonces -en el trabajo de Lissette de buscar cercanos al personaje-, como ahora, conmigo haciéndolo de nuevo, los chilenos que conocieron a Lira nada quieren hablar y dicen que no lo ven hace mucho tiempo.
Y para mayor abundamiento en la extrañeza del personaje, el analista y ex marine estadounidense Scott Ritter -quien ha adquirido prominencia dada su postura pro-rusa- había acusado a Gonzalo Lira de ser un agente de la SBU. Ritter basa su postura en el hecho de que el chileno-estadounidense fue liberado en algún momento por los ucranianos, quienes -según él- no habitúan a hacerlo en casos que consideran relevantes en el caso del frente informativo de la guerra. Además, Lira habría continuado con sus actividades en suelo ucraniano después de su liberación, lo que Ritter considera más que sospechoso.
De acuerdo a este ex analista y ex inspector de armas -quien es altamente influyente en el cosmos de blogeros y comunicadores pro-rusos y quien tiene llegada a fuentes políticas y militares de Rusia-, Lira operaba como agente de la SBU bajo principios de las ciencias del comportamiento, para conocer e influir en la audiencia pro-rusa que cultivó, que se contaba en cientos de miles, con el propósito de identificar público de habla inglesa hostil a las narrativas ucranianas y estadounidense, e ir testeando respuestas.
Este es el largo artículo en el que Ritter desarrolla sus ideas en Substack: Gonzalo Lira, el SBU y las operaciones de información.
El caso de El Ciudadano es más simple y más complicado a la vez.
Más simple, porque no tiene un muerto (como lo es el propio Gonzalo Lira), y no hay un entramado que concite la atención de Carlson, Musk o la Cancillería rusa, pero es más complicado para Chile, en tanto es inédito -hasta donde yo entiendo- que Estados Unidos haya hecho un ataque frontal contra un medio chileno, con lo que afecta la libertad de prensa del país en su conjunto, pues una situación así tiene el potencial de intimidar periodistas, afectar los acuerdos comerciales del medio, perjudicar su reputación y condicionar su cobertura.
Todos esos elementos los considero suficientes como para actuar 'de oficio' y no esperar el reclamo formal de El Ciudadano, por parte de Cancillería, pero seguramente hacerlo de ese modo, es una forma de incomodar al Departamento de Estado de Estados Unidos, cuyas intenciones finales en la mención de el medio como financiado por Rusia, se escapan, y cuya versión es verosímil en algunos círculos chilenos, pese al desmentido del medio.
A mi juicio lo de El Ciudadano es además más complejo porque estamos entrando al marco del Día Mundial de la Prensa, el cual se celebrará en Santiago de Chile, organizado por Cancillería, la Secretaría General de Gobierno y la UNESCO. Un caso así -si es que crece- podría tener una visibilidad mundial, pues la instancia es ideal para discutir cómo la está haciendo Chile en materias de libertad de prensa.
Acá el artículo donde Joaquín Riffo, de Interferencia, dio a conocer el caso: Departamento de Estado de EE.UU. acusa a El Ciudadano de difundir propaganda rusa: medio nacional lo desmiente.
[Otros artículos interesantes al respecto]
- El ciudadano estadounidense Gonzalo Lira muere por negligencia en una prisión ucraniana, de Alexander Rubinstein en The Grayzone.
- El padre de Gonzalo Lira, el estadounidense encarcelado en Ucrania, se pronuncia contra el "encarcelamiento político", de Alexander Rubinstein en The Grayzone.
- Rusia conmina a los 'colegas' de Gonzalo Lira a que 'levanten la voz' por los 'calabozos' de Kíev, de TASS, la agencia rusa de noticias.
Comentarios
Andrés Almeida, no trate de
Lira se fue a meter a las
Lamentable lo de Lira y lo
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