¿Qué versión de Gabriel Boric gobernará Chile a partir del 11 de marzo de 2022? La interrogante que durante las últimas semanas se intentó instalar en los medios más conservadores sugirió que el presidente electo tenía dos caras. Por un lado, existiría un Boric comunista, descamisado y castro-chavista; por otro, un joven socialdemócrata, respetuoso del rodeo y las tradiciones chilenas, y heredero de las visiones más moderadas de la Concertación.
En otras palabras, lo que un puñado de columnistas, políticos de derecha y editorialistas intentaron insinuar es que Gabriel Boric Font sería lo más parecido a la versión chilena de Henry Jeckyll, el personaje creado por Robert Louis Stevenson que al beber una poción se convertía en el maléfico Edward Hyde, un criminal capaz de las más horrendas atrocidades.
“Brusco cambio del discurso”, editorializó El Mercurio el mismo día de la segunda vuelta. Una “transfiguración”, escribió en las mismas páginas el columnista de Libertad y Desarrollo Hernán Felipe Errázuriz. Hernán Larraín, por su parte, presidente del consejo asesor del think tank, celebró en La Tercera la “mutación” de Boric, aunque advirtió determinadas “regresiones autoritarias”.
Políticos de derecha y editorialistas intentaron insinuar es que Gabriel Boric Font sería lo más parecido a la versión chilena de Henry Jeckyll, el personaje creado por Robert Louis Stevenson que al beber una poción se convertía en el maléfico Edward Hyde, un criminal capaz de las más horrendas atrocidades.
¿Sobre reaccionaron algunos medios conservadores –tal como lo hicieron los mercados– de cara a la segunda vuelta? ¿Fue esta caricatura una de las tantas falsedades que inundaron el debate durante las cuatro semanas que separaron una vuelta de la otra? ¿Existe realmente este monstruo de dos cabezas que intentaron dibujar o se trata más bien de una proyección de quienes justamente elaboraron estas teorías?
Una respuesta interesante apareció en los medios una semana después del categórico triunfo del magallánico. Fue entonces cuando el propio Hernán Larraín –probablemente embargado por el más genuino espíritu navideño– publicó una columna 'en buena' en La Tercera donde luego de meses de enlodar la candidatura de Boric le deseó el mejor de los gobiernos.
Al día siguiente, sin embargo, Gonzalo Cordero –otro de los consejeros de Libertad y Desarrollo– señaló: “no espero nada bueno del nuevo Chile, pero tal vez, en la soledad del poder, en algún momento nuestro novel presidente sienta que la responsabilidad de todo lo que se destruya será suya y solo suya”. La serpenteante reacción de LyD culminó con una columna de Natalia González, quien admitió que Boric “habría sabido encarnar una diversidad de sentires y demandas que se identificaron con él y le dieron un rotundo apoyo”, pero que una excesiva exaltación de su figura “solo pavimenta el peligroso camino al caudillismo”.
Leídas todas estas posturas resulta difícil aventurar qué posición adoptarán los sectores más conservadores –léase prensa tradicional, centros de pensamiento y grandes grupos económicos– de cara al gobierno del frenteamplista. ¿Habrá cabida para una cohabitación amable como ocurrió durante el gobierno de Ricardo Lagos? ¿Chocarán sus afanes transformadores con los mismos muros que debió enfrentar Michelle Bachelet, particularmente en su segundo gobierno?
El momento histórico es otro y las características personales de los protagonistas tampoco son las mismas. Mientras Lagos se esforzaba por quedar bien con el empresariado y asistía a los aniversarios mercuriales, la figura de mujer de izquierda-separada-empoderada de Bachelet chocaba con los ideales más conservadores. Por el lado de estos sectores, en tanto, aun es prematuro aventurar que los remezones de los últimos dos años les hayan enseñado que el que no se adapta a los tiempos vivirá condenado a una larga e irrelevante agonía.
Leídas todas estas posturas resulta difícil aventurar qué posición adoptarán los sectores más conservadores –léase prensa tradicional, centros de pensamiento y grandes grupos económicos– de cara al gobierno del frenteamplista. ¿Habrá cabida para una cohabitación amable como ocurrió durante el gobierno de Ricardo Lagos? ¿Chocarán sus afanes transformadores con los mismos muros que debió enfrentar Michelle Bachelet, particularmente en su segundo gobierno?
La escasa perspectiva que nos dan los primeros días post elecciones podrían hacernos pensar que Boric y su entorno entienden que pelearse a gritos con los poderes fácticos no generará ningún dividendo. La aceptación por parte de El Mercurio de que el triunfo del presidente electo pueda haberse debido a su poder movilizador de nuevos electores y no a su supuesta 'moderación' ya es una primera señal. En el mismo sentido apunta la celebrada primera entrevista a fondo que Irina Karamanos decidió dar en la más reciente edición de la Revista Ya de El Mercurio.
Esta última, sin embargo, no estuvo ajena a cuestionamientos. “Al igual que hace 30 años, la elite gobernante parece buscar la validación de El Mercurio”, tuiteó el académico de la UAI Andrés Scherman. “Atrévanse, hay otros medios y formatos”, agregó.
¿Existen más antecedentes que nos permitan adelantar escenarios?
La relación del presidente electo con la prensa conservadora ha conocido episodios tensos. El domingo 4 de septiembre de 2011, por ejemplo, Reportajes de El Mercurio dedicó su portada para publicar los puntajes de la PSU de los principales dirigentes estudiantiles. “De los 9 líderes del movimiento universitario, sólo cuatro tuvieron puntajes sobre 700 puntos en la PSU. En sus registros abundan los 600 y 500. También hay algunos con 400”, consignó la nota en una maniobra que buscaba desacreditar a los jóvenes que ponían en jaque al primer gobierno de Sebastián Piñera. Pese al foco del reportaje, varios de los líderes decidieron hablar con el diario, entre ellos Giorgio Jackson y Camila Vallejo.
“El Mercurio es una mierda. LUN es una mierda. Los Edwards son weones malos, y son una mierda”, escribió ese mismo día Gabriel Boric en un tuit que no tuvo más que una docena de RTs. El magallánico de 25 años, quien tres meses más tarde superaría a Vallejo para convertirse en presidente de la Fech, se manifestaba indignado ante la publicación de Reportajes y a la polémica portada que un día antes había publicado LUN tras la tragedia aérea de Juan Fernández. El exabrupto, sin embargo, no sería impedimento para que un año más tarde, en diciembre de 2012, El Mercurio eligiera a Boric entre los 100 líderes jóvenes del año. “El heredero de Camila”, como consignó el texto, posó sonriente junto a su colega de la Feuc Noam Titelman.
Una década más tarde, los equilibrios de poder son otros y si bien Boric ocupa la más alta magistratura, está claro que ya no gozará de la misma libertad para manifestar sus críticas a la prensa. ¿Qué versión del conservadurismo veremos en los próximos cuatro años?
Comentarios
La prensa tradicional es el
Es de esperar que Gabriel
Boric debe acercarse más a la
Este señor al que le dicen
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