El año 2008, el medio estadounidense The New York Times publicó dos artículos periodísticos sobre la industria salmonera en Chile. Bajo los títulos de Salmon Virus Indicts Chile’s Fishing Methods y Chile under fire for results of intensive salmon fish farms se puso en entredicho la capacidad de las compañías asociadas al producto marino que desató una reacción inmediata desde las empresas debido al impacto que la publicación podría generar en los consumidores.
En concreto, el reportaje hizo mención los efectos que el virus ISA tendría en la salmonicultura chilena y los problemas vinculados al control sanitario de la industria lo que provocó como consecuencia que, por ejemplo, se restringiera la compra de salmón nacional por parte de la cadena de supermercados Safeway, según indica el sitio Aqua.
Días después de la publicación, los entonces presidente y vicepresidente de SalmonChile, César Barros y Víctor Hugo Puchi, respectivamente, ofrecieron una conferencia desde las oficinas de la Asociación de la Industria del Salmón de Chile A.G. en Santiago, para rechazar lo publicado por el diario norteamericano.
Se destaca a Chile como el principal exportador de salmón de piscifactorías a Estados Unidos, un dato que el medio citado contrasta con el origen del pescado, pues al ser una especie introducida artificialmente ha generado que ecologistas y activistas denuncien que está dañando los ecosistemas chilenos.
"Lamentamos la permanente campaña de desprestigio dirigida por algunas organizaciones no gubernamentales que motivadas por el interés de dañar a la industria no han escatimado esfuerzos en tergiversar y manipular la información, confundiendo a la opinión pública con aseveraciones falsas y maliciosas", fueron parte de las palabras de César Barros.
La publicación, incluso motivó una reacción política por parte del Congreso, pues la Cámara de Diputadas y Diputados acordó de forma unánime solicitar a la entonces presidenta Michelle Bachelet, instruir a la Cancillería para que informara a la comunidad nacional e internacional sobre las regulaciones existentes en Chile respecto a dicha industria y sus políticas de fiscalización.
Dieciséis años después de dicha publicación, The New York Times publicó nuevamente un reportaje sobre la industria del salmón que tituló: "En Chile, el salmón es fuente de polémica y oposición" y que entre otras cosas, apunta hacia la oposición que la industria levanta entre activistas y ecologistas por el uso de antibióticos, como también el daño al medio ambiente y a la fauna nativa.
En ese sentido, se destaca a Chile como el principal exportador de salmón de piscifactorías a Estados Unidos, un dato que el medio citado contrasta con el origen del pescado, pues al ser una especie introducida artificialmente ha generado que ecologistas y activistas denuncien que está dañando los ecosistemas chilenos.
En términos económicos, lo anterior no ha sido un problema para la industria de este pescado, pues según indica el The New York Times el salmón de piscifactoría fue el segundo mayor producto de exportación de Chile anotando ingresos por $6.500 millones de dólares.
En ese contexto, el Times apunta a las críticas que la industria a recibido por el uso intensivo de antimicrobianos y por acusaciones que las señalan como responsables de contaminar vías fluviales y contribuir a la proliferación de algas.
Asimismo, sostiene que actualmente el mercado estadounidense consume más salmón chileno que nunca, de hecho, el 2022 se apuntó un récord, ya que, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, la mayor parte del salmón de piscifactoría que compra el país norteamericano proviene del extranjero y casi la mitad, desde Chile.
En ese contexto, el Times apunta a las críticas que la industria a recibido por el uso intensivo de antimicrobianos y por acusaciones que las señalan como responsables de contaminar vías fluviales y contribuir a la proliferación de algas. Postura que argumenta con un informe realizado para las Naciones Unidas que en abril calificaba a la salmonicultura como “una de las principales amenazas para el medioambiente que enfrenta la Patagonia”.
En adición, indica que David R. Boyd, profesor asociado de la Universidad de Columbia Británica, quien elaboró el informe de la ONU, recomendó suspender “la expansión de la acuicultura del salmón a la espera de un análisis científico independiente de los impactos medioambientales adversos”. La petición, fue rechazada por la industria.
En ese sentido, indica el artículo, la mayoría de las piscifactorías nacionales tratan a los peces con antibióticos y pesticidas para prevenir brotes de enfermedades como la piscirickettsiosis y la anemia infecciosa del salmón.
Según el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) en 2023 fueron utilizados más de 388 toneladas métricas de antibióticos en las piscifactorías. Algo que contratas directamente con Noruega, el mayor productor mundial de salmón de piscifactoría, que para el mismo año prácticamente no usó antibióticos.
El Times, también cita que desde 2014, el programa Seafood Watch del Acuario de la bahía de Monterrey, utoridad mundial en productos del mar sostenibles, ha aconsejado a los consumidores evitar casi todo el salmón cultivado en Chile, precisamente por la dependencia de la industria en los antibióticos.
Uno de los problemas es el aumento de la resistencia a los antibióticos que ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud como un grave amenaza a la salud pública mundial y que la acuicultura contribuye a ello, según Felipe Cabello, profesor de microbiología e inmunología del New York Medical College. Aunque según protocolos de cuarentena y análisis el salmón chileno prácticamente no contiene residuos de antibióticos al llegar hasta los supermercados de EE.UU.
El Times, también cita que desde 2014, el programa Seafood Watch del Acuario de la bahía de Monterrey, utoridad mundial en productos del mar sostenibles, ha aconsejado a los consumidores evitar casi todo el salmón cultivado en Chile, precisamente por la dependencia de la industria en los antibióticos.
Sin embargo, también menciona que en los últimos cinco años, la organización sin fines de lucro ha trabajado con grupos industriales chilenos para reducir a la mitad el uso de antibióticos para el próximo año. El problema, es que si bien su uso disminuyó algunos años, en 2021 aumentó significativamente hasta en un 34%. A su vez, los datos más recientes muestran que la cantidad de antibióticos utilizados en 2022 fue mayor que cuando comenzó la asociación.
Con todo, el medio norteamericano también indica que entre expertos existe preocupación producto de la alimentación de los salmones que ha sido sustituida por cultivos proteicos como la soya y subproductos de la ganadería. De esta forma, señalan que Ivonne Lozano, investigadora y experta en seguridad alimentaria de la Universidad de Chile, afirmó que la industria chilena le está dando a los peces alimentos que para ellos son artificiales.
En ese aspecto, se estima que los alimentos filtrados caen al fondo marino, junto con las heces de los peces y otros nutrientes, lo que contribuye a la proliferación periódica de algas nocivas y a las zonas con escaso oxígeno llamadas "zonas muertas" que matan la vida oceánica.
Puede leer el reportaje completo de The New York Times en español en el siguiente enlace.
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