Los incendios forestales que afectaron a la Región de Valparaíso entre el viernes 2 y lunes 5 de febrero consumieron más de 9.500 hectáreas, entre terreno de ciudades, pueblos y zonas industriales, así como formaciones vegetales, terrenos de uso agrícola, embalses, lagos y lagunas.
Según pudo determinar el Proyecto Tayú de la Fundación Terram, un total de 4.286 hectáreas consumidas corresponden a bosque nativo, información que fue obtenida a través de un análisis del Catastro de Usos de la Tierra y Recursos Vegetacionales de Conaf y del Observatorio de la Tierra Copernicus
Además, utilizando datos propios, el análisis constató que el incendio afectó a 330 hectáreas de vegetación nativa urbana.
Del mismo modo, el análisis pudo determinar que otras 202 hectáreas arrasadas eran bosque mixto, 2.568 praderas y matorrales. En tanto que 1.904 hectáreas corresponden a plantaciones forestales.
Ahora bien, dentro del bosque nativo siniestrado se encontraban agrupaciones de palma chilena, considerada en peligro y a la espera de ser reconocida como Monumento Natural.
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Así también, se perdieron poblaciones de belloto del norte, considerado Monumento Natural y vulnerable. Además de naranjillo, lingue y patagua, especies consideradas vulnerables, así como orquídea y alstroemeria, las que están en peligro.
Asimismo, se quemaron especies típicas de bosque esclerófilo como peumos, quillayes y litres. (Lee el análisis completo de Terram haciendo clic aquí).
“Entre Viña del Mar y Quilpué se desarrollaba una preciosa asociación de alto valor ecológico con Puya o Chagual Calipso, Quisco y Palma Chilena”, señaló el coordinador del Proyecto Tayú, Joaquín Gómez.
Además, utilizando datos propios, el análisis constató que el incendio afectó a 330 hectáreas de vegetación nativa urbana, principalmente en quebradas húmedas y ciertas laderas aún no urbanizadas de las comunas de Viña del Mar y Quilpué.
De acuerdo a Flavia Liberona, directora de Terram, estas formaciones vegetacionales urbanas tienen un valor muy elevado, sobre todo en un contexto de crisis climática, al aportar beneficios no solo ambientales y ecológicos, como la regulación de aguas lluvia, la provisión de sombra, la reducción local de temperatura y la disminución de ruidos, sino también sociales, al ser verdaderos pulmones verdes y espacios de recreación y esparcimiento para las personas, cada día en menor cantidad dentro de las ciudades.
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Por su parte, el coordinador Territorial del Área de Vegetación Nativa del Proyecto Tayú, Joaquín Gómez, señaló que: “No solo se perdió una enorme cantidad de bosque nativo en esta catástrofe. Entre Viña del Mar y Quilpué, en las inmediaciones del Palmar El Salto, Jardín Botánico y sector Las Cucharas, se desarrollaba una preciosa asociación de alto valor ecológico con Puya o Chagual Calipso, Quisco y Palma Chilena”.
“Urge de forma extrema, no solo lograr normativas que hagan frente a los incendios, sino también mejorar sustancialmente la protección jurídica de nuestra vegetación, que se encuentra a merced de la afectación por múltiples amenazas”, indicó Gómez.
De acuerdo a la directora del Proyecto Tayú, Eliana Chong, es urgente contar con una planificación urbana y territorial, además de legislar sobre los cambios de uso de suelo que se generan posterior a los incendios, de modo de permitir su recuperación, evitando que sean ocupados por proyectos inmobiliarios o de plantaciones de frutales.
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