A principios del siglo 20, el 25 de octubre de 1919 para ser precisos, el diario oficial de Uruguay publicaba el detalle de la Ley 6.997, la que surgió como resultado de una sesión de la Cámara de Senadores de la época. ¿El motivo de tal norma? Señalar aquellos días del año en los que de manera excepcional no se trabaja, se dedican a alguna festividad o simplemente al descanso; en definitiva, determinar qué días del año serían considerados “feriado” desde esa fecha en adelante.
“Dentro del nuevo régimen constitucional, comprendidos los días domingo, quedan subsistentes las siguientes únicas festividades”. Luego de enumerar una serie de fechas y efemérides, señala en su artículo 4°: “Declárase feriada con el nombre de Semana de Turismo la sexta semana siguiente a la de Carnaval”, la que por cierto usualmente se celebra a mediados de febrero.
Lo que no muchos saben en la porción de Latinoamérica que no incluye a Uruguay, es que esa semana corresponde precisamente a lo que en la mayoría de los países católicos se conoce como Semana Santa, lo que según la cultura cristiano-occidental corresponde a los últimos días, la pasión y la muerte de Cristo.
Una verdadera secularización del Estado
La iniciativa legal surgió como resultado de la escisión entre el Estado y la Iglesia Católica, en el cúlmen de un complejo proceso histórico en Uruguay que abarcó la Revolución de 1904, último gran conflicto interno armado en ese país; y la promulgación de la Constitución de 1918, con aires fuertemente estatistas y modernizadores, la cual vino a suplir a la añosa carta magna de 1830.
Precisamente la constitución del 30 -la cual consagró el inicio de la vida independiente del país charrúa- señalaba en su artículo 5° que “La Religión del Estado es la Católica Apostólica Romana”.
"La Constitución de 1917 [fue plebiscitada en esa fecha] consagró la separación absoluta de la Iglesia y el Estado y puso fin a un largo proceso de secularización iniciado en 1859. La Iglesia perdió su preponderancia sociocultural y desde el Estado se articuló un imaginario colectivo prescindente de referentes religiosos”, señala el historiador uruguayo, Tomás Sansón, de la Universidad de la República.
Tal como señala el autor, el proceso de separación entre Iglesia y Estado había comenzado muchas décadas antes de la Constitución de 1918. El propio Sansón, menciona en su artículo “La Iglesia y el proceso de secularización en el Uruguay moderno (1859-1919)”, que los principales antecedentes de la pugna entre cierto sector de la clase política y la Iglesia comenzó debido a las abiertas manifestaciones antimasónicas que algunos representantes clericales habían hecho en la década correspondiente al 1850.
Debido a eso, el entonces Presidente de la República de Uruguay, Gabriel Antonio Pereira -del Partido Colorado- expulsó a los jesuitas del país en enero de 1859. Posteriormente, se promulgaron las leyes de Registro Civil (1879) y de Matrimonio Civil Obligatorio (1885), las cuales “erosionaron y debilitaron la influencia eclesiástica pues le quitaron el monopolio de la inscripción de bautismos, matrimonios y defunciones”, señala Sansón en su artículo.
Pero la guinda de la torta de la secularización del Estado en el país oriental ocurrió en el gobierno de José Battle Ordóñez (Partido Colorado), quien luego de triunfar en la Revolución de 1904, llevó a cabo medidas abiertamente anticlericales como la supresión de la enseñanza de materias y prácticas religiosas en las escuelas públicas en 1905, la ley de divorcio en 1907, y la eliminación de imágenes religiosas en hospitales públicos en 1906:
Todas políticas públicas que incluso en el Chile de hoy -país que también separó su Estado de la Iglesia- suenan rupturistas y controvertidas ante una clase conservadora fuertemente católica.
Considerando la supresión de la religión oficial que ocurrió con la promulgación de la Constitución de 1918 de Uruguay, el renombramiento oficial de la Semana Santa por Semana de Turismo, vino a ser una más de las demostraciones simbólicas de que ese Estado había roto con cualquier creencia religiosa.
Semana de Turismo actualmente
Hasta tiempos actuales, la Semana de Turismo es fuertemente potenciada por el Ministerio del Turismo de Uruguay. Se trata de una semana completa en la que se suspenden actividades laborales, lo que le da a la gente tiempo de recorrer el país y asistir a distintas actividades recreacionales.
Durante esos días se suele realizar la Vuelta Ciclista del Uruguay, competencia de ciclismo en ruta organizada por la Federación Ciclista Uruguaya, la que se realizaba de manera ininterrumpida durante 76 años, hasta que la pandemia de Covid-19 obligó a suspenderla hasta la actualidad.
En la Semana de Turismo se celebra también la Semana de la Cerveza de Paysandú, algo similar al Oktoberfest alemán, aprovechando los días feriados de abril.
Además, en Montevideo, se celebra la Semana Criolla, en la que se realizan muestras culturales provenientes del interior y el mundo rural de Uruguay, lo que resalta aspectos tradicionales de la cultura de ese país, como corridas a caballo, gastronomía típica, entre otras actividades.
Ambos eventos se encuentran suspendidos para este año debido al avance de la pandemia de Coronavirus en Uruguay.
Comentarios
"semana completa en la que se
Porque son más honestos,
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