“Eso es como tener una sección para orinar en la piscina”, dice Jeffrey Duchin, un funcionario de salud pública en Seattle y el condado de King, durante un panel de discusión reciente, citando una frase que alguien le había mencionado. El orín “no se queda donde empezaste”, apuntó.

Así lo subraya el medio de comunicación especializado en salud Stat -que en los últimos meses cobró una alta relevancia por avisar de manera temprana de la gravedad de la pandemia-, el que indica que “estados como Georgia, Texas y Colorado van de puntillas a reabrir tiendas y negocios, reiniciar procedimientos médicos no esenciales y, según se espera, revivir economías comatosas. Pero a medida que las personas se mueven y entran en contacto con otros, el virus tiene la oportunidad de encontrar nuevas personas para infectar. Si los casos se acumulan en un solo lugar, es más probable que se extiendan, que las personas infectadas se suban a sus autos o suban a un vuelo o suban a un autobús y potencialmente enciendan una nueva propagación en sus destinos”.

“Creo que veremos aumentos de casos de esta epidemia, y eso no será contenido dentro de un estado”, menciona a Stat el experto en preparación de salud pública Crystal Watson del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud. “Por lo tanto, los estados vecinos y quizás los estados de todo el país y los países de todo el mundo van a tener casos importados de esos brotes”.

Según el medio, “la pregunta sobre los efectos dominó que ahora enfrentan los gobernadores, es algo que confrontará a universidades, empleadores, ligas deportivas y otros mientras consideran cómo volver a una apariencia de sus normales anteriores. Cualesquiera que sean las precauciones que puedan tomar: cambios escalonados, controles de temperatura, límites de capacidad, los lugares que reúnen a las personas podrían promover la propagación viral. Y eso no se detendrá en el estacionamiento de la oficina o en la puerta de la universidad o en la salida del estadio”.

“Si una empresa decide volver a trabajar, ¿cuál es el papel de esa empresa si terminan transmitiendo infecciones al público en general?”, dice a Stat el epidemiólogo Michael Mina de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.

Consigna este sitio que las universidades podrían pensar que vale la pena correr el riesgo de traer de vuelta a los estudiantes, ya que las personas más jóvenes en general tienen infecciones más leves y tienen menos probabilidades de morir que las personas mayores (aunque algunas tienen casos graves de Covid-19, la enfermedad causada por el virus). Si eso sucediera, dice el epidemiólogo Mina, “y los jóvenes comienzan a transmitir entre sí, pero en gran medida de forma asintomática o con síntomas leves, si no se mira lo suficiente la pregunta, podría decir: 'Genial, estamos construyendo inmunidad colectiva. ' Pero entonces esos jóvenes inevitablemente comenzarán a sembrar brotes en la comunidad en general, y cualquier otra persona puede estar en riesgo”.

El problema, dicen los expertos, es que las pruebas de diagnóstico siguen siendo tan limitadas que una segunda oleada de casos podría acumularse en silencio. El objetivo de la administración de Donald Trump de realizar 2 millones de pruebas a la semana está por debajo de lo que la mayoría de los expertos dicen que es necesario para rastrear adecuadamente el virus, y ese plan no estará en vigor hasta al menos finales de mayo.