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Viernes, 18 de Julio de 2025
Guerra y protesta

A propósito de Ucrania: la historia de la bomba molotov

Felipe Arancibia Muñoz

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Comisario de Asuntos Exteriores de la URSS, Viacheslav Molotov
Comisario de Asuntos Exteriores de la URSS, Viacheslav Molotov

El cóctel incendiario debe su nombre a Viacheslav Molotov, comisario de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, quien afirmó que los bombardeos soviéticos durante la Guerra ruso-finlandesa eran envíos de comida. Tomándoselo con sarcasmo, el ejército finlandés afirmó que "si Molotov pone la comida, nosotros pondremos los cócteles".

Hace algunos días el Ministerio de Defensa de Ucrania llamó, a través de Twitter, a que la población civil se organice paramilitarmente para defenderse contra la invasión rusa. En el tuit se leía: “¡Pedimos a los ciudadanos que informen sobre el movimiento de equipos! ¡Haz cócteles molotov, neutraliza al ocupante!”.

A pesar de los peligros de fabricar estos elementos incendiarios, agencias de prensa internacionales publicaron fotos y vídeos de civiles ucranianos que se organizaron para hacer sus propias bombas artesanales.

Por su parte, la prensa chilena dedicó notas completas a una botillería en Lviv, que pasó de vender licores a ser un centro de fabricación de molotovs, replicando sin escrúpulos un breve tutorial para su confección: En una botella de vidrio añadir tres tazas de poliestireno, dos tazas de jabón rallado, 500 ml de gasolina, 100 ml de aceite de motor. Tapar con una mecha de trapo. Encender y lanzar con precaución.

En seguida comenzó a circular un vídeo, que aún no es desmentido, donde una pareja de ucranianos arroja un cóctel molotov contra un tanque ruso desde un auto en movimiento, prendiendo fuego tanto el vehículo militar como la ropa del civil que lanzó el artefacto.

A pesar de los peligros de fabricar estos elementos incendiarios, agencias de prensa internacionales publicaron fotos y vídeos de civiles ucranianos que se organizaron para hacer sus propias bombas artesanales.

Históricamente, esta no es la primera vez que una molotov revienta contra un tanque ruso. Una historia similar se vivió durante la Guerra de Invierno entre la Unión Soviética y Finlandia, conflicto bélico en el que el cóctel explosivo fue conocido por primera vez como ‘molotov’.

La pugna fino-soviética comenzó en noviembre de 1939, un mes después de la invasión a Polonia y la firma el acuerdo de no agresión entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. El siguiente paso del Kremlin fue afianzar la seguridad de Leningrado en el Báltico, por lo que exigió a su vecino del norte, Finlandia, la entrega de cerca de 25 kilómetros de territorios fronterizos.

Pese a la presión, los finlandeses se negaron. Fue entonces que los rusos decidieron atacar. El 30 de noviembre cruzaron la frontera y, horas más tarde, bombardearon Helsinki, capital finlandesa, dando inicio a la Guerra de Invierno.

El conflicto duró tres meses y resultó en una victoria pírrica para los soviéticos: apenas consiguieron un 11% del territorio vecino -mucho menos de lo planeado-, sufrieron entre 120 y 160 mil bajas y fueron expulsados de la Sociedad de las Naciones. A cambio, duplicaron la distancia entre Leningrado y Finlandia, de 32 a 64 kilómetros. 

Fue en medio de la guerra, durante la ofensiva de diciembre, cuando los soldados finlandeses bautizaron al cóctel molotov.

Según el historiador estadounidense William Trotter, autor de A Fronzen Hell: The Russo-Finnish Winter War of 1939-1940, el ejército finlandés no contaba con experiencia en tácticas antitanque para enfrentar a los T-34 soviéticos. Los soldados aplicaban cargas directas atacando las ruedas de los vehículos para dejarlos estancados. Palancas, troncos y cualquier otro material que sirviera de traba era suficiente.

Sin embargo, con el tiempo recurrieron a un arma más eficiente y que podía ser empleada a distancia: una bomba incendiaria hecha con una botella de vidrio y líquido inflamable, con la que inutilizar un tanque se hacía menos riesgoso.

Según Trotter, Alko, la empresa estatal de licores de Finlandia, produjo cerca de 450 mil unidades de cócteles molotov.

El explosivo recibió su nombre tras el bombardeo de Helsinki. Los soviéticos negaron públicamente el ataque, pero la prensa reveló fotografías que mostraban la destrucción causada por los aviones rusos en la capital finlandesa. 

Acuciado por la presión mediática, el comisario para los Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, Viacheslav Molotov, -el mismo que firmó el pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov- salió a defender la postura del Kremlin, comunicando que los bombardeos eran, en realidad, envíos de ayuda humanitaria para los civiles en peligro. 

Según Trotter, el ejército finlandés respondió con sarcasmo a las declaraciones del comisario soviético. Comenzaron a llamar a los bombardeos rusos como ‘cestas de picnic Molotov’ y, siguiendo el juego de palabras, bromeaban con que “si Molotov pone la comida, nosotros pondremos los cócteles”.

De todas formas, el mismo Trotter ha comentado que todo es parte de la leyenda bélica. Cada quien tienen su propia teoría, pero siempre ligada al humor negro que los finlandeses usaron para afrontar la guerra.

Por ejemplo, según The Second Book of General Ignorance, del investigador británico John Mitchinson, los finlandeses bautizaron las bombas como 'cócteles' pues eran "una bebida ideal para acompañar sus paquetes de comida" enviados por Molotov.

Sin embargo, no es una leyenda que, con el recrudecimiento de la guerra en el frío diciembre nórdico, los finlandeses encontraron la forma de producir cócteles molotov en masa.

 

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Cóctel molotov producido por Alko.
Cóctel molotov producido por Alko.

Según Trotter, Alko, la empresa estatal de licores de Finlandia, produjo cerca de 450 mil unidades de cócteles molotov, los que fueron mejorados sustituyendo las mechas de trapo por fósforos pirotécnicos resistentes a tormentas adosados al cuerpo de la botella.

Por otra parte, no hay un número oficial de bajas causadas por el uso de cócteles molotov, pero Trotter estima que unos 80 tanques soviéticos fueron destruidos en la frontera gracias a las bombas de Alko. 

Sin embargo, el cóctel molotov podría tener otro nombre, uno más latino. Esto, porque el primer uso de bombas incendiarias a base de botellas de vidrio se reportó en el siglo 19 en la costa mediterránea de España.

Si bien parece imposible que una molotov destruya un tanque, el secreto estaba en el talón de Aquiles de los T-34: el depósito de combustible estaba lo bastante expuesto para que los conductores pudieran recargar rápidamente el vehículo en medio de la batalla.

Conociendo esta debilidad, bastaba que el soldado finlandés tuviera buena puntería para incendiar el tanque completo y poner en serio peligro a sus conductores.

Bomba Domínguez

Sin embargo, el cóctel molotov podría tener otro nombre, uno más latino. Esto, porque el primer uso de bombas incendiarias a base de botellas de vidrio se reportó en el siglo 19 en la costa mediterránea de España.

Específicamente, la Gaceta de Madrid -predecesor diario oficial de España- reportó en julio de 1831 un enfrentamiento entre vigilantes navales del puerto de Calahonda y contrabandistas que intentaban introducir mercancía a la península.

Según la gaceta, el teniente de carabineros, Manuel Josef Domínguez: “Arrojó varios frascos de fuego al contrabandista, de manera que la tripulación de este tuvo que arrojarse al mar, de donde fueron sacados”. 

Con esto, se infiere que los primeros cócteles molotovs fueron empleados hace ya dos siglos por carabineros como Manuel Domínguez para repeler internadas de barcos contrabandistas en las costas españolas, quemando las embarcaciones intrusas.

No obstante, la bomba incendiaria se siguió utilizando y perfeccionando en España durante más de cien años y para la Guerra Civil española -tres años antes de la Guerra de Invierno- los cócteles molotovs ya estallaban sobre tanques soviéticos dispuestos por el bando republicano.

Al igual que los T-36 empleados durante la invasión de Finlandia, los T-26 republicanos eran ligeros y tenían su punto débil en la exposición del depósito de combustible. Por lo tanto, la estrategia del bando franquista para el asedio de Madrid durante el otoño de 1936 fue utilizar bombas incendiarias a distancia y evitar el conflicto frontal.

 

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El talón de Aquiles del T-26 soviético.
El talón de Aquiles del T-26 soviético.

Si bien la técnica pareció propicia y varios tanques fueron destruidos durante la batalla de Seseña, con la continuación de la guerra el bando republicano comenzó a copiar la técnica de los sublevados, incendiando los Panzer I suministrados al ejército de Franco por la Alemania nazi. 

Ante la pérdida de tantos recursos bélicos, los sublevados cambiaron de estrategia, pasando de la destrucción a la captura de tanques. Así, al fin de la guerra 150 de los 281 tanques T-26 republicanos habían sido capturados y reutilizados para actuar en el bando franquista.

El fuego instantáneo polaco y el M-16 del Che

Aunque parezca imposible mejorar el diseño de la molotov, en tiempos de resistencia la simpleza artesanal de una botella de vidrio en llamas parece no ser suficiente.

Durante el alzamiento de Varsovia de 1944, las resistencia polaca intentó liberar la capital de la ocupación nazi antes de que los soviéticos cruzaran el Vístula. La idea del estado secreto era evitar tanto a Hitler como a Stalin.

Para ello, la ‘Armia Krajowa’, el ejército nacional, desarrolló tácticas de guerrilla urbana, las que incluyeron el mejoramiento de la receta para la fabricación de molotovs añadiendo ácido sulfúrico concentrado, clorato de potasio y azúcar, lo que generaba una reacción química llamada “fuego instantáneo”.

Asimismo, ante la escasez de armas antitanque, los polacos desarrollaron armas capaces de lanzar molotovs a largas distancias, como catapultas, ballestas, hondas y morteros.

Asimismo, durante la primera parte del conflicto ruso-ucraniano, en las revueltas de Maidán de 2014, los civiles ucranianos fabricaron catapultas de madera para lanzar molotovs contra la policía.

De manera similar, durante la Revolución cubana las tropas de Ernesto 'Che' Guevara desarrollaron morteros artesanales con los que lanzar bombas molotov a más de 100 metros de distancia. 

En su libro, La Guerra de Guerrillas, Guevara describe cómo fabricar uno a partir de una escopeta: “Estas armas, bautizadas por nosotros en la guerra con el nombre de M-16, consisten en una escopeta calibre 16, recortada, con un par de patas agregadas en forma tal que éstas formen un trípode con la punta de la culata [...] Se carga con un cartucho abierto al que se le han sacado todas las municiones. Este se adapta perfectamente a un palo lo más cilíndrico posible, dicho palo viene a ser el proyectil y sobresale del cañón de la escopeta. En la punta que sobresale se le agrega un complemento de latón con un amortiguador de goma en la base y una botella de gasolina”.

En el mismo libro, Guevara describió al cóctel molotov como “un arma de extraordinaria efectividad” cuando se está cerca al enemigo. Y que, si se está a distancia, basta emplear el M-16 para que la molotov se convierta en “un arma ideal para cercos donde los enemigos tengan muchas construcciones de madera o material inflamable y también para disparar a los tanques en terrenos abruptos”.

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Ilustración del M-16 en la versión inglesa de La Guerra de Guerrillas
Ilustración del M-16 en la versión inglesa de La Guerra de Guerrillas

Asimismo, durante la primera parte del conflicto ruso-ucraniano, en las revueltas de Maidán de 2014, los civiles ucranianos fabricaron catapultas de madera para lanzar molotovs contra la policía. Por ahora, no se ha reportado una situación similar luego del anuncio del Ministerio de Defensa ucraniano.

'Tirar mecha' en Chile

Desde su popularización durante la Segunda Guerra Mundial, el cóctel molotov se esparció por todo el mundo como un artefacto de uso artesanal a disposición de movimientos insurreccionales, sean de izquierdas o derechas. Así fue usado desde la Guerra Civil española hasta la Guerra Ruso-Ucraniana, pasando por distintas revueltas sociales en Europa, Cuba, Palestina, Hong Kong y Sudamérica.

En Chile, las molotovs tuvieron su bum durante las protestas ultraderechistas contra el gobierno de Salvador Allende. En las escaramuzas, movimientos fascistas como Patria y Libertad utilizaron versiones mejoradas de los cócteles, añadiendo plumavit molido (poliestireno) a la mezcla para que el golpe incendiario ardiera por más tiempo sobre las superficies donde impactaba.

De todas formas, la molotov era un arma universal y organizaciones de izquierda como el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) también las confeccionaban para luchar por el control de la ciudad durante la Unidad Popular.

Ya en dictadura el uso de la molotov se extendió en las Jornadas de Protesta Nacional, durante las manifestaciones levantadas por sindicatos y federaciones estudiantiles. Desde entonces, la iconografía de la molotov arrojada por un encapuchado ha estado sujeta a los movimientos izquierdistas enfrentando a Carabineros sin causar demasiado revuelo comunicacional.

Sin embargo, en 2019, el uso del cóctel molotov volvió a entrar a la discusión mediática con las protestas estudiantiles contra Aula Segura.

De todas formas, la molotov era un arma universal y organizaciones de izquierda como el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) también las confeccionaban para luchar por el control de la ciudad durante la Unidad Popular.

Por esos meses que preludiaron al estallido social, se pudo ver por televisión cómo pequeños grupos de estudiantes del Instituto Nacional se vestían con overoles y pasamontañas para manifestarse en contra de la presencia policial en el establecimiento, arrojando las molotov desde el techo del instituto.

Para el estallido social, decenas de manifestantes fueron detenidos por carabineros acusados de porte de elementos incendiarios y el recuerdo de las protestas quedó marcado por el fuego.

Así se acusó que el incendio del Cine Arte Alameda comenzó por la explosión de una molotov, lo mismo con el Hotel Principado de Asturias, en que los imputados resultaron absueltos luego de que la Corte Suprema ordenara repetir el caso por pruebas ilícitas, o con la casona de la Universidad Pedro de Valdivia, donde solo una persona fue declarada culpable: por quemar una cortina.

A pesar que varios casos como estos fueron cerrados por pruebas ilícitas o falsas, en agosto de 2021 Ciper chequeó miles de causas asociadas a las protestas de 2019 y estimó en 44 las personas que actualmente se encuentran detenidas por confección y lanzamiento de bombas molotov.

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