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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
Análisis

¿Quiénes son los verdaderos herederos del sionismo?

Steven Erlanger

Steven Erlanger, periodista del The New York Times

Steven Erlanger, periodista del The New York Times
Steven Erlanger, periodista del The New York Times

Columna escrita en febrero de 2016 en Jerusalén por el prestigioso periodista del diario The New York Times. Hoy es jefe de corresponsales diplomáticos en Europa, con asiento en Berlín. "El verdadero peligro del sionismo religioso no viene de los palestinos o del exterior, [...] lo que realmente temen los colonos, es a la derecha laica, que sigue representada por el Primer Ministro Netanyahu", recopila el periodista sobre el análisis de pensadores israelíes.

El sionismo nunca ha sido la más amable de las ideologías. El regreso del pueblo judío a su patria bíblica y la reanudación de su soberanía siempre han ido de la mano con el desplazamiento de aquellos que vivían antes en esas tierras.

“El sionismo es, en esencia, pertenencia de la tierra”, y agregó: “Y si eso es inmoral, entonces todo el sionismo es inmoral”.

El general y político israelí Yigal Allon definió el sionismo en 1975 como “el movimiento de liberación nacional de un pueblo exiliado de su patria histórica y disperso entre las naciones del mundo”. Algunos años después, y quizá con palabras más fuertes, otro general y político de derecha, Rehavam Ze’evi, sentenció: “El sionismo es, en esencia, pertenencia de la tierra”, y agregó: “Y si eso es inmoral, entonces todo el sionismo es inmoral”.

En la brecha entre ese idealismo y ese pragmatismo yace la feroz batalla que ahora se libra en Israel, 65 años después de la fundación del Estado, para determinar quiénes son los verdaderos herederos del sionismo.

La versión original del sionismo basaba la creación de la nación judía en el resurgimiento del lenguaje de los hebreos para unificar a una enorme variedad de judíos dispersos. Bernard Avishai, autor de “La tragedia del sionismo” y “La república hebrea”, señala que a partir de los años veinte y, en especial a raíz del Holocausto, surge la idea del “sionismo político”, que requería de un Estado y unas fuerzas armadas tanto para proteger a los judíos del antisemitismo como para transformarlos en un Estado moderno, que pudiera defenderse a sí mismo y, de ser necesario, desafiar al mundo.

Los fundadores de Israel fueron básicamente laicos, miembros de la generación de David Ben Gurión, y tuvieron una visión doble de Israel, tanto como “una luz entre las naciones” como un Estado como cualquier otro, parte de la comunidad internacional de naciones, volcado hacia afuera y socialmente justo.

Los “nuevos” sionistas, los religiosos, ven al mundo y a Israel de otro modo. Ellos están seguros de que representan al futuro. “Nosotros somos los verdaderos sionistas ahora”, me dijo uno de los colonos, Igal Canaan.

Ellos alegan que son los pioneros de esta generación, al correr riesgos para expandir el Estado ante los peligros de los palestinos, a quienes básicamente consideran, como dijera Avishai, “una distracción en el paisaje que a fin de cuentas será desplazada”.

Los nuevos sionistas consideran estar cumpliendo con los mandamientos de Dios y viven en comunidades compartidas como los primeros héroes de Israel. Ellos creen estar construyendo un Estado religioso, no un país europeo o cosmopolita.

Los nuevos sionistas consideran estar cumpliendo con los mandamientos de Dios y viven en comunidades compartidas como los primeros héroes de Israel. Ellos creen estar construyendo un Estado religioso, no un país europeo o cosmopolita.

“El sionismo justificó el regreso a la Tierra Santa en términos de valores universalistas”, señala Yaron Ezrahi, teórico político y profesor emérito de la Universidad Hebrea. “La idea era traer la ilustración y el desarrollo cultural, traer el universalismo al Medio Oriente. Pero los colonos son el epítome del particularismo, del localismo, y le dan mal nombre al sionismo. Si el sionismo es un movimiento europeo, los colonos son colonialistas en una era poscolonial”, agregó. “Han perdido los valores universales del sionismo”.

Uri Dromi, quien fue portavoz del primer ministro Yitzhak Rabin, dijo que los israelíes liberales y laicos se sienten “asediados y pesimistas” ante los temores por su seguridad y por el poder político de los religiosos nacionalistas y los ultraortodoxos. En lugar de tratar de ser una nación entre naciones, “ahora, sin que nadie lo diga, por lo que estamos haciendo, somos un pueblo que se quedó solo”.

El sionismo religioso es un campo relativamente grande, con alas liberales y nacionalistas en diverso grado. Pero considera que el movimiento de los colonos es “la creación más importante de esta generación”, como observa Yossi Klein Halevi, investigador del Instituto Shalom Hartman.

El verdadero peligro del sionismo religioso no viene de los palestinos o del exterior, ni siquiera de la menguada izquierda israelí. Lo que realmente temen los colonos, comenta Halevi, es a la derecha laica, que sigue representada por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu

El verdadero peligro del sionismo religioso no viene de los palestinos o del exterior, ni siquiera de la menguada izquierda israelí. Lo que realmente temen los colonos, comenta Halevi, es a la derecha laica, que sigue representada por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y su partido, el Likud. Explica que los nacionalistas religiosos “tienen un miedo casi apocalíptico” de que los traicione otro gobierno de derecha pragmático y laico, como el de Ariel Sharon, y socave al movimiento de los colonos.

En 2005, Sharon decidió retirar a todos los colonos y tropas israelíes de Gaza y de cuatro asentamientos en Cisjordania, lo que representó un fuerte golpe para los sionistas religiosos. Pero aprendieron la lección y buscaron aliados más fuertes en política, como Naftali Bennett, del partido Hogar Judío, favorable a los colonos, los partidos religiosos y los miembros jóvenes del Likud. Bennett, por ejemplo, está a favor de la anexión de lo que se llama el Área C, que es el 62 por ciento de Cisjordania y abarca la mayoría de los asentamientos israelíes.

La relación entre el sionismo religioso con la democracia es otro de los dramas ocultos que se viven ahora en Israel.

Con todo, el viejo sionismo no ha muerto y sigue dando frutos, observa Avishai. Cada nueva empresa de tecnología, cada nuevo restaurante tailandés y cada película exitosa –y la existencia misma de un Tel Aviv que habla hebreo, es plural y próspero– describe el éxito del sionismo tradicional y de su continua importancia en la vida israelí.



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