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Jueves, 12 de Junio de 2025
Hace 50 años

Renán Fuentealba: “Nadie en la DC pide la devolución de empresas”

Marta Harnecker
José Cayuela

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Revista Chile Hoy.
Revista Chile Hoy.

Desde que ingresó a la Falange Nacional en 1937, el senador Renán Fuentealba (56, casado, tres hijos) se ha convertido en uno de los más destacados dirigentes demócrata-cristianos, como Bernardo Leighton, Radomiro Tomic o Narciso Irureta. Licenciado en Derecho, desde su época de estudiante fue escalando posiciones dentro del partido, desde la de simple militante hasta la de ser presidente, cargo que ha ocupado en seis oportunidades. Ha sido regidor (de Illapel), diputado por la provincia de Coquimbo (1957-1965) y senador por la región de Bío-Bío, Maule y Cautín (reelecto en abril pasado).

Durante el gobierno de la UP, Fuentealba, uno de los principales propiciadores dentro de su partido, de las conversaciones con el presidente Salvador Allende, a quien le une una larga amistad. Como presidente de la DC, hasta que fue reemplazado por Patricio Aylwin, mantuvo una actitud dura frente a la UP y ello le valió fuertes ataques de la izquierda, en especial durante la huelga de los mineros de El Teniente. Sin embargo, al dejar la presidencia de su partido, Fuentealba se convirtió en uno de los más vehementes partidarios del diálogo con el Gobierno para evitar el enfrentamiento civil o el golpe militar fascista. Interferencia publica un extracto de la entrevista que le hizo la revista Chile Hoy a mediados de agosto de 1973: 

Ch. H.: Radomiro Tomic en una entrevista a Chile Hoy dijo que la Democracia Cristiana, de haber gobernado con su programa de 1970, habría enfrentado dificultades parecidas a las de la Unidad Popular. ¿Opina usted lo mismo? 

R.F.: Si. Coincido con el planteamiento de Radomiro Tomic y, más aún, creo que habría tenido que enfrentar dificultades aún mayores que las que está enfrentando el gobierno de la Unidad Popular. Baste recordar que el gobierno demócrata cristiano, en el período que va del 64 al 70, tuvo que sufrir una oposición muy cerrada tanto de los sectores de derecha como de los sectores de la Unidad Popular o el antiguo Frente de Acción Popular y no nos habría extrañado que ese mismo hecho se repitiera con Tomic en la presidencia, ya que la derecha vería heridos sus intereses con el programa de este candidato y la izquierda se sentiría afectada por nuestra concepción de una nueva sociedad socialista que es diferente a la de ella. Nuestro éxito posible le podría hacer muy difícil el acceso al Gobierno de los sectores marxistas. Unos por una razón y otros por otra se habrían opuesto, a menos que Tomic y su gobierno hubieran logrado concertar una acción común con las fuerzas sociales y políticas de la Unidad Popular. 

Ch. H.: Al afirmar esto, ¿usted está descartando la posibilidad de haber llegado a un acuerdo político con la derecha? 

Antes, cuando la derecha gobernaba en Chile, nosotros celebramos también pactos electorales con partidos de oposición: radicales, socialistas, comunistas, conservadores, falangistas, liberales, se unían en alianzas electorales para derrotar al gobierno de Ibáñez, por ejemplo, porque se creía que ese Gobierno podía derivar en una dictadura.

R.F.: Evidentemente, creo que el gobierno de Radomiro Tomic habría procurado conseguir la unidad de las fuerzas sociales y políticas revolucionarias para poder establecer en Chile una nueva sociedad socialista, sectores que están especialmente en la UP. Pero no habría sido fácil. 

Ch.H.: Es famosa su frase calificando de “fascistas de hoy y de siempre" a parlamentarios y dirigentes del Partido Nacional. Sin embargo, su partido ha mantenido una estrecha alianza con estos sectores, ¿no cree usted que ello ha favorecido y favorece las posiciones de derecha que, por otra parte, la DC asegura combatir? 

R.F.: He sostenido, si mal no recuerdo, que dentro del Partido Nacional hay sectores fascistas enquistados. Por otra parte, niego que la Democracia Cristiana mantenga una estrecha alianza política con el Partido Nacional. Tuvimos un pacto electoral a plazo fijo, con una sola y clara finalidad: defender la estabilidad del régimen democrático y la libertad política en Chile. Esto no tiene absolutamente nada de extraño; ni significa que haya entre el PN y la DC una alianza política. Antes, cuando la derecha gobernaba en Chile, nosotros celebramos también pactos electorales con partidos de oposición: radicales, socialistas, comunistas, conservadores, falangistas, liberales, se unían en alianzas electorales para derrotar al gobierno de Ibáñez, por ejemplo, porque se creía que ese Gobierno podía derivar en una dictadura. Y nos juntábamos, a pesar de que éramos diferentes, para defender la libertad y el régimen democrático. Lo mismo estamos haciendo nosotros ahora con el Partido Nacional. 

Como este partido y nosotros estamos en la oposición se producen coincidencias, como las que se produjeron en los gobiernos anteriores, pero eso no significa que no subsistan discrepancias fundamentales sobre diversos problemas: económicos, sociales, sobre la participación de los trabajadores, sobre el papel de las organizaciones sociales, sobre la creación de un área en la economía nacional que esté realmente en manos de los trabajadores y tantas otras cuestiones que nos separan. De manera que nuestras condiciones son, por lo general, sobre materias que se relacionan con la esencia del régimen de libertad política y nada más. 

Creo que la derecha política es democrática, pero creo que hay sectores de derecha, especialmente en la derecha económica, que no lo son, que buscan el derrocamiento del Gobierno y que desearían un golpe militar. 

Ch. H.: ¿Pero no cree usted que hoy, en la actual coyuntura, quienes más amenazan esa libertad política son justamente el Partido Nacional y otros sectores de ultraderecha? 

R. F.: Lo que comprueba es que las amenazas en contra del régimen de libertad política provienen de diversos sectores. Me parece que el Partido Nacional, en cuanto a partido político, es un partido democrático. Hay sectores de la derecha que son golpistas, pero yo hago una distinción entre la derecha económica y la derecha política. La derecha política en nuestro país ha sido y es fundamentalmente democrática. Los gobiernos de derecha que ha habido en Chile han respetado la libertad política. Eso es lo que dice la historia y lo que ha permitido que la Democracia Cristiana y luego la Unidad Popular hayan llegado a ser Gobierno. La democracia no existía en forma perfecta pero había cierta libertad política. Resumiendo, creo que la derecha política es democrática, pero creo que hay sectores de derecha, especialmente en la derecha económica, que no lo son, que buscan el derrocamiento del Gobierno y que desearían un golpe militar. 

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Revista Chile Hoy.
Revista Chile Hoy.

Ch. H.: ¿Por qué pudo la DC italiana realizar un Gobierno de apertura a la izquierda, en alianza con partidos marxistas, y por qué en Chile no se ha podido materializar esa combinación política.

R. F.: Porque en Italia la DC y ciertos sectores marxistas hicieron un esfuerzo real y sincero para llegar a acuerdos y lo lograron, conscientes como están de que la guerra fría, propia de un mundo bipolar, a dos bandas (USA y URSS), ha sido reemplazada por un mundo multipolar, en que los grandes dialogan y llegan a soluciones comunes entre sí, por encima de sus diferencias ideológicas.

Ch. H.: Ahora, de acuerdo con la impresión que se formó usted de su reciente viaje a Italia, ¿es efectivo que la Democracia Cristiana italiana mira con simpatía la acción del gobierno popular chileno? 

R.F.: La Democracia Cristiana italiana es, como ustedes saben, el partido mayoritario en Italia, donde coexisten diversas corrientes internas. Naturalmente hay sectores dentro de ella… hoy representados por los que la dirigen que miran con simpatías que aquí en Chile se puedan realizar cambios profundos como los propiciados por el actual Gobierno. Pero también ellos están muy penetrados de las dificultades que se han presentado y de cómo el proceso se ha paulatinamente desvirtuado, porque se ha ido apartando de su propio programa y de promesas hechas por el presidente de la república en su campaña presidencial. Aquí ha ido degenerando el proceso de socialización en un proceso de estatización, que no es lo mismo. Nosotros distinguimos entre socialización y estatización. Aquí estamos realmente viendo un proceso de estatización. Creo que eso debe ser corregido y ojalá lo sea. Desde este punto de vista, la Democracia Cristiana italiana tiene sectores que simpatizan con lo que aquí se está realizando. 

Ch. H.: ¿No es contradictorio que usted por una parte haya propiciado la Reforma Constitucional que se conoce como la reforma Hamilton-Fuentealba y que, llegado el momento de su promulgación, haya aparecido como la única voz discordante, incluso con el señor Hamilton, respecto de la forma como el Gobierno podía o debía promulgarla? 

No ha habido la intención, al presentar el proyecto, de que el proceso de cambios se paralice, de ponerle dificultades, ni hay el propósito tampoco de que, a través del proyecto de Reforma Agraria, se devuelvan las tierras a sus antiguos propietarios. No es así.

R. F.: No veo ninguna contradicción, porque una cosa es el proyecto en sí mismo y otra es su tramitación y promulgación. Respecto de este segundo punto he sostenido un criterio jurídico diferente del sustentado, lo reconozco hidalgamente, por la mayoría de las personas que opinan sobre estas materias. Sostuve un punto de vista jurídico que era coincidente con el del Gobierno. Ahora bien, cuando el partido hizo suya una tesis jurídica que no era la mía, sino la que sostenía la mayoría de los intérpretes, simplemente me abstuve de seguir opinando sobre el particular. De manera que aquí no hay una contradicción. 

Ch. H.: En ese momento su declaración tuvo una importancia política determinante, incluso hubo quienes sostuvieron que si no la hubiera hecho habría existido una tentación al golpe mucho mayor contra el Gobierno, acusándolo de haber desbordado la constitucionalidad... ¿Eso no le trajo problemas dentro del partido? 

R. F.: Tuve naturalmente dificultades a raíz de las opiniones que expresé. Hubo personas que me criticaron muy duramente porque había dado esa interpretación. Mi declaración tuvo efectivamente repercusión política y a ella contribuyó a que hubiera un relajamiento en la tensión que en ese momento existía y me alegro mucho de haberla hecho y haber contribuido a ello. La hice con honradez conforme a mi conciencia y con lo que sostuve mientras fui presidente del partido. Mientras esa actitud no fue cambiada por la actual directiva, pensé que tenía el derecho a expresar mi opinión y la expresé. 

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Entrevista a Renán Fuentealba
Entrevista a Renán Fuentealba

Ch. D.: Usted dice que su discrepancia es sólo en cuanto a la forma en que el proyecto debe ser promulgado. Por lo tanto, no existirían discrepancias en el fondo. Es aquí entonces cuando queremos plantearle las discrepancias que existen con los propios trabajadores demócrata cristianos. Nuestra revista ha hecho entrevistas en la base y esos trabajadores no están dispuestos a abandonar las empresas ni los fundos que hoy están en sus manos…

R. F.: En esa materia pienso que no hay nadie en el partido, ¡nadie que sostenga que las empresas y las tierras expropiadas deben ser devueltas a sus antiguos dueños! Esa es una imagen falsa que ha sido creada por sectores de Gobierno en virtud de esa pasión y ese sectarismo que existen para atacarnos unos a otros. No ha habido la intención, al presentar el proyecto, de que el proceso de cambios se paralice, de ponerle dificultades, ni hay el propósito tampoco de que, a través del proyecto de Reforma Agraria, se devuelvan las tierras a sus antiguos propietarios. No es así. Esa es una afirmación errada. Nadie piensa en eso en el partido Demócrata Cristiano. Y cuando Aylwin ha estado dialogando no le ha dicho al Gobierno: "devuelva las empresas". Lo que queremos es exactamente lo que dijo el presidente de la república en uno de sus discursos: "que se ordene y normalice el proceso de cambios de acuerdo con la ley". 

En la Democracia Cristiana no hay nadie que esté pidiendo la devolución de las empresas. Usted no podría citar ningún texto de ningún discurso, de ninguna declaración, de ninguna persona que dirige o pertenece al partido Demócrata Cristiano que haya sostenido que tienen que devolverse las empresas o las tierras a sus antiguos propietarios.

Ch. H.: Pero, en el caso de Fensa, en el caso de Maderas Prensadas Cholguán, en este momento, hay dictámenes como, por ejemplo, del Contralor o los Tribunales de Justicia que están exigiendo al Gobierno que devuelva a su administración anterior estas empresas. ¿Y usted dice que no hay nadie. en la DC que exija esa devolución? 

R. F.: En la Democracia Cristiana no hay nadie que esté pidiendo la devolución de las empresas. Usted no podría citar ningún texto de ningún discurso, de ninguna declaración, de ninguna persona que dirige o pertenece al partido Demócrata Cristiano que haya sostenido que tienen que devolverse las empresas o las tierras a sus antiguos propietarios. Ahora usted me cita el caso de los tribunales. Claro, si este proceso se ha hecho a través de decretos que son ilegales o cuya legalidad es discutida, el que los tribunales ordenen mañana restituir una determinada empresa se debe precisamente a que el proceso se ha realizado en forma anormal y desordenada. Pero en eso no tenemos nada que ver los demócratas cristianos. 

Ch. H.: Pero muchos de los afectados, como usted dice, son militantes de la Democracia Cristiana... 

R. F.: Yo no recuerdo en este momento que haya un militante de la Democracia Cristiana afectado. Puede que haya alguno, no le digo ni que sí ni que no, pero el partido Demócrata Cristiano jamás ha sostenido que esto debe volver atrás. 

El Gobierno sabe perfectamente que somos partidarios de un proceso de "socialización" pero no de un proceso de "estatización". No queremos que todo el poder económico, que todas las empresas estén en manos del Estado.

Ch. H.: ¿Eso equivale a decir que todas las empresas que hoy están intervenidas o requisadas podrían pasar al área social si el Gobierno enviara un proyecto y que este proyecto sería apoyado por la Democracia Cristiana? 

R. F.: Existen proyectos que fueron elaborados el año pasado en la época de las conversaciones, donde hubo bastantes avances y coincidencias para definir las distintas áreas de la economía. Se trata de doscientas empresas, doscientas cincuenta, las que sean... Sobre eso precisamente hay que conversar. El Gobierno sabe perfectamente que somos partidarios de un proceso de "socialización" pero no de un proceso de "estatización". No queremos que todo el poder económico, que todas las empresas estén en manos del Estado. Estimamos que tiene que haber un área estatal, Y por lo demás en la Reforma Constitucional, que todavía no se promulga, hay un artículo que fue aprobado por nosotros y la Unidad Popular en que se señalan 13 ó 14 rubros fundamentales de la economía nacional que deben estar en manos del Estado. Respecto a todas esas empresas que caen en esos rubros no podemos tener impedimentos para que sean estatales, porque nos contradeciríamos con lo que hemos sostenido.

No pedimos que se devuelvan las empresas a sus antiguos dueños, pedimos que se defina qué va al área social, qué va al área mixta y qué al área privada. Y decimos algo más: que se cree un gran sector de la economía que sea de autogestión, o de empresas de trabajadores, que los trabajadores administren y en que perciban parte (parte y no todo) de los excedentes o utilidades que produzca dicha empresa; en que no sean propietarios, sino que administren y perciban utilidades. El propietario sería la comunidad nacional de trabajadores organizados representada por un ente jurídico integrado por los trabajadores y representantes del Estado, que formarían un "fondo nacional" para la independencia socialista, que no tiene nada que ver con el capitalismo.



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