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Lunes, 21 de Julio de 2025
[Una voz en la ciudad]

Soy Luna y el Portal Lyon

Terencio

"Y esto es lo interesante: “Soy Luna”, la serie “tween” de Disney Channel, la hizo. No solo resucitó al “rock latino” (gancho para padres de chicas “tween” que añoran a Soda Stereo y, por ende, hará más felices las idas al Movistar Arena a ver los shows), sino que también resucitó a este modelo de patines que estaba olvidado, para el consumo masivo".

Cuando era chico el centro neurálgico de Providencia se había desplazado desde el paseo por las calles mirando las vitrinas (“vitrineo”) al ascenso helicoidal en los caracoles, el primero de los cuales fue el de Los Leones en 1974. En 1977 hubo una revolución en este tipo de edificios cuando casi en la esquina de Providencia con Ricardo de Lyon a un grupo de “genios” (Sergio Larraín García-Moreno, Ignacio Covarrubias y Jorge Swinburn) se les ocurrió inventar un caracol Guggenheim de dos hélices, el Dos Caracoles. En esos tiempos el problema de los caracoles era que se veían las mismas vitrinas en la subida y la bajada, pero el Dos Caracoles permitía bajar por el “segundo caracol”, con más tiendas expuestas. Fue en estos lugares donde llegaron los primeros productos juveniles importados (pre acuerdos de libre comercio), como la recordada “Hot Tuna” que traía en exclusiva las igualmente exclusivas zapatillas Vans (“Off the Wall”). Pero no fue ese el caracol más ondero, sino que uno que treinta metros más abajo por Provi facturaron los mismos Sergio Larraín García-Moreno, Ignacio Covarrubias y Jorge Swinburn un año más tarde: el Portal Lyon.

El Portal Lyon siempre tuvo una “onda” cool. En los primeros años había muchísimas tiendas de discos, y al mismo tiempo, fue de los primeros lugares donde en Santiago se podían comprar CDs. Recuerdo muy bien una tarde de 1996 en que, preparando la música para una de las primeras fiestas ochenteras, me adentré por la galería empinada y encontré una colección de discos compactos que recuperaban aquella década como compilados perfectos que le llevaban desde las Go-Go’s hasta Don Henley, pasando por ELO.

Como hacia un lustro antes la identidad juvenil estaba mutando hacia cosas más “nerdy” y tanto el Portal Lyon como su gemelo perdido, el Eurocentro en Ahumada, habían empezado a variar su oferta para dar cabida a poleras estampadas, “action figures” y también mucho cómic. Estos dos edificios eran el corazón de los “lolos” que querían acceder a colecciones de memorabilia y de identidad extranjera, pero en clave muy nacional. No puedo olvidar que fue en estos dos edificios donde –en 1998– me hice de una gran colección de Cartas Magic (“The Gathering”), especialmente del mazo de la Serie Negra; y tampoco olvido que en estos lugares fue en los primeros en que cosas como El Señor de los Anillos o HP Lovecraft se masificaron; ni menos que fue en el propio Eurocentro donde una tarde, perdido en el centro, vi por primera vez videos VHS en pantallas gigantes donde repetían batallas de la WWF (“por poquiiito”). 

El Portal Lyon fue el lugar donde había que ir para captar cuáles eran los trends juveniles alternativos. Y sigue siéndolo. No por nada el otro día, buscando para Pelayo las Cartas Invizimals, me adentré por primera vez en años allí, para encontrarme que hoy lo que la lleva son los tatuajes, la cannabis, los skates, el animé, productos kawaii, y como siempre, muchas poleras estampadas, amén de juegos de salón posmodernos.

Y fue entonces cuando los vi.

En el tercer piso había una tienda de skates que tenía los recordados patines de ruedas paralelas con el freno adelante en ese material inolvidable que es el uretano que hicieran famosas primero en sus skates Stacy Peralta, Jay Adams y Tony Alva (los Z-Boys, los “Lords of Dogtown”). Los patines eran una maravilla y justo tres días antes la Carlota me había estado pidiendo que para su cumpleaños le comprara unos de ese estilo. Curiosamente en el local los patines eran de tallas pequeñas, y de colores vistosos.

Finalmente hoy fuimos con la Carlota a que se los probara y le pregunté al dependiente que qué onda, que los patines paralelos estaban (al fin) de vuelta y le conté que entre 1982 y 1983 yo anduve en patines todo el tiempo que no estaba en el colegio ni durmiendo por mi barrio en Vecinal. 

Y me dijo lo obvio, que los habían empezado a traer hace año y medio, pero que en los dos últimos meses se habían convertido en un “boom”. ¿Por qué? Por “Soy Luna”.

Y esto es lo interesante: “Soy Luna”, la serie “tween” de Disney Channel, la hizo. No solo resucitó al “rock latino” (gancho para padres de chicas “tween” que añoran a Soda Stereo y, por ende, hará más felices las idas al Movistar Arena a ver los shows), sino que también resucitó a este modelo de patines que estaba olvidado, para el consumo masivo. Pero hay otra veta más sutil que estas. La idea de que el personaje principal de la serie “tween” del momento patine es mucho más viralizable entre niñitas de diez años porque ellas también patinan, patinaban antes de que “Luna” llegara. Y entonces la identificación con el personaje es como el triple que la que tenían con “Violetta”. Niñas cantantes no hay tantas, niñas que sueñan con ser patinadoras hay miles.

Cuando bajábamos por la espiral del Portal Lyon con la Carlota me acordé de todo esto. Entonces me detuve. La detuve. Me agaché y le dije: “Carlota, es la primera vez que vienes al Portal Lyon. Vendrás muchas veces en tu vida, cuando te gusten cosas que hoy ni siquiera imaginamos. Este lugar es el alma de cierta parte de Providencia”.

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