Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado 02 de abril de 2023, y ahora se comparte para todos los lectores.
“Lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”, era una de las máximas del pintor catalán Salvador Dalí, quien le dio un giro a la célebre frase del publicista estadounidense Ivy Lee; “lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal”.
En el caso de Donald Trump, parece que la frase de Dalí es la que se ajusta mejor, ya que el ex presidente y candidato presidencial ha desarrollado a la perfección un marketing político que vuelve lo que antes eran defectos morales inhabilitantes para un presidente de Estados Unidos, en municiones destinadas a incendiar los ánimos de los partidarios, polarizar el debate y a transformarlo en una discusión en torno a su figura. Esto, entre otras cosas, es lo que lo llevó a la Presidencia en 2017.
¿Está pasando de nuevo?
El procesamiento criminal de Trump por parte del fiscal de Nueva York, el demócrata Alvin Bragg, quien el viernes pasado convenció al Gran Jurado del distrito de imputarlo bajo cargos que se mantienen en reserva hasta que el ex presidente acuda a la Corte, podría indicar un nuevo momento de antagonismo-protagonismo, que convierta las primarias del 2024 en un gran relato dirigido al público republicano acerca de cómo Donald Trump debe enfrentar enemigos poderosos demócratas que quieren destruirlo.
El procesamiento criminal de Trump podría indicar un nuevo momento de antagonismo-protagonismo, que convierta las primarias del 2024 en un gran relato dirigido al público republicano acerca de cómo Donald Trump debe enfrentar enemigos poderosos demócratas que quieren destruirlo.
Al menos el equipo político de Trump está viendo esa oportunidad, y después de pocas horas de conocida la noticia que venía de Nueva York, aprovecharon para contar desde Mar-a-Lago -la residencia de Trump y sede de su comando, en Florida- que en ese breve lapso se diparó el apoyo a su candidato en las encuestas, y la campaña recibió $4 millones de dólares de ciudadanos probablemente enfurecidos por lo que consideran un intervencionismo de la elite demócrata neoyorkina.
Cabe mencionar que Bragg tiene un vínculo indirecto con el millonario demócrata George Soros -quien para los republicanos representa lo peor de lo que llaman Deep State, que es una teoria de la conspiración que dice que el estado está controlado desde dentro por funcionarios demócratas que trabajan para mantener el poder de la elite liberal y encubrir sus descarríos morales-, lo que ha sido ampliamente difundido en las cámaras de eco republicanas de redes sociales.
También Trump recibió apoyos transversales de republicanos, incluso de aquellos que le s0n menos afines. Es el caso del ex vicepresidente Mike Pence, de quien se había distanciado desde el asalto del Capitolio -cuando huestes trumpistas irrumpieron en la sede del poder Legislativo en Washington para intentar forzar a Pence a que no reconozca el triunfo de Joe Biden el día en que asumía, en lo que muchos consideran un golpe de Estado fallido- y quien además compite en las primarias republicanas.
También este 'ataque' acercó nuevamente a Trump con Rupert Murdoch, el magnate de los medios de comunicación, quien controla, entre otras compañías Fox News, The Wall Street Journal y New York Post, las cuales fueron claves y favorables para las campañas presidenciales anteriores de Trump, pero que se habían vuelto en su contra también por el asalto del Capitolio.
La coronación de los réditos políticos inmediatos llegó cuando Ron DeSantis -gobernador de Florida y el más serio contendor de Trump en la primaria- defendió a Trump por la vía de irse contra de Bragg. "“¡Este tipo está haciendo política! Tiene una agenda. Eso no es el estado de derecho”, dijo en una actividad proselitista en Florida.
La coronación de los réditos políticos inmediatos llegó cuando Ron DeSantis -gobernador de Florida y el más serio contendor de Trump en la primaria- defendió a Trump por la vía de irse contra de Bragg. "“¡Este tipo está haciendo política! Tiene una agenda. Eso no es el estado de derecho”, dijo en una actividad proselitista en Florida.
DeSantis -un político de 44 años que tuvo un triunfo arrollador en la reciente elección de medio término de noviembre pasado que lo llevó a la Gobernación de Florida-, es visto por muchos republicanos más tradicionalistas como un antídoto contra el estilo Trump en el Partido Republicano. Una tesis que creció después de los mencionados comicios, pues estos representaron una derrota parcial pero importante para Trump, pues nunca se produjo la vaticinada 'ola roja' que barrería con los demócratas, 'azules', en el Congreso, y porque varios de los candidatos que el ex presidente apoyó de manera explícita, salieron derrotados.
Sin embargo, todo esto que puede ser visto como una oportunidad, no tiene de buen ánimo a Trump, quien -según reporta la prensa de Washington- no esperaba ser imputado, y convertirse así, en el primer ex presidente de Estados Unidos en pasar por un proceso criminal, que incluye toma de huellas dactilares y fotografía penal, aunque estos aspectos están siendo discutidos por los abogados, los jueces y el Servicio Secreto, con el propósito de evitar situaciones que puedan ser vistas como vejatorias.
De momento, hasta el martes 4 de abril, cuando se espera que Trump se entregue, no se sabe con certeza cuáles son los cargos en su contra, pero todo indica que será juzgado por falsificar las actas de sus cuentas en 2016, para pagar por esa vía US $130.000 a Michael Cohen, por el servicio prestado anteriormente de 'silenciar' a la actriz pornográfica Stormy Daniels con quien Trump habría tenido un affaire. A ese delito, que es menor para el distrito de Nueva York, se suma la presunción de que con esto también se violó la legislación electoral, pues mantener a Daniels en silencio era clave para lograr ser electo.
Trump niega el vínculo con Daniels y sus abogados han dicho que si tratan de acoplar ambas imputaciones -las cuales podrían llevar a una condena de cuatro años, aunque probablemente sin cárcel- responderán con jurisprudencia, en la cual hay un caso de un senador que pagó por evitar que se conociera un amorío suyo, pero que no fue condenado por la ley electoral, pues convenció al jurado que el soborno fue para proteger su matrimonio y no su carrera política.
Probablemente el nerviosismo está en las filas trumpianas porque no saben exactamente qué tiene Bragg en contra de Trump, salvo los testimonios en su contra de Cohen y Daniels, aunque la investigación considera como blanco de indagación a la Organización Trump, lo cual puede haber dejado flacos expuestos hasta ahora desconocidos.
De todas formas, probablemente el nerviosismo está en las filas trumpianas porque no saben exactamente qué tiene Bragg en contra de Trump, salvo los testimonios en su contra de Cohen y Daniels, aunque la investigación considera como blanco de indagación a la Organización Trump, lo cual puede haber dejado flacos expuestos hasta ahora desconocidos. De todos modos, los analistas del caso suponen que hay algo más, pues la estrategia de acoplar dos imputaciones pertenece a un ámbito 'creativo' del derecho, es decir, con una tesis jurídica compleja y novedosa, pero que para procesar y condenar a un ex presidente se necesita evidencia que pueda entender y ver cualquier elector.
También, probablemente Trump teme que este no sea el único caso en su contra que lleve a imputarlo. El ex presidente enfrenta cargos también en Georgia por intervenir en la elección del Estado, en Florida acusado de haberse quedado con documentos clasificados, y por la justicia federal por el asalto al Capitolio.
Con todo, para Trump los líos legales son pan de cada día, desde antes de entrar en la política, y para muchos, una débil acusación contra él, podría tener un efecto contraproducente, al crear 'anticuerpos' que lo protejan de acusaciones más graves. Para otros, el caso debiese demostrar que no hay nadie por encima de la ley.
[Artículos interesantes del caso]
- Una primicia presidencial, en el newsletter The Morning de The New York Times, escrito por Germán López.
- Trump imputado por el Gran Jurado de Nueva York; el primer presidente acusado de un cargo criminal, de Shayna Jacobs, Josh Dawsey, Devlin Barret y Jacqueline Alemany en The Washington Post.
- Trump está acusado en Nueva York: esto es lo que implica y lo que viene a continuación, de Perry Stein, en The Washington Post.
- Después de la acusación de Trumo, los republicanos enfocan su ira contra el fiscal Bragg del distrito de Manhattan, por Mariana Sotomayor y Jacqueline Alemany.
- Carrera para fiscal del distrito de Manhattan: El perfil de Alvin Bragg, de Gus Saltonstall en Patch.
- Los abogados de Trump: abróchense los cinturones, de Erica Orden, en Politico.
- Trump y sus asesores fueron tomados por sorpresa en la acusación de Nueva York, por Ashley Parker y Josh Dawsey en The Washington Post.
- Los republicanos estallan en indignación y se apresuran en defender al acusado, por Michael C. Bendery y Maggie Haberman en The New York Times.
- DeSantis irrumpe en la acusación contra Trump del fiscal de distrito de Manhattan Alvin Bragg: "es política", de Mary Kay Linge y Valentina Jaramillo, en New York Post.
- Los presentadores de Fox News respaldan a Trump después de meses de cierta distancia, por Michael M. Grynbaum y Victoria Kim, en en The New York Times.
- La acusación de Trump es un ma caso para enjuiciar a un ex presidente, el editorial de The Washington Post.
- Donald Trump: los 4 grandes problemas legales que debe enfrentar el ex presidente, de Gareth Evans, en BBC Mundo.
- Un presidente enfrenta un proceso criminal, y la democracia se pone a prueba, de Peter Baker, en The New York Times.
- Muchas democracias han perseguido a sus ex líderes. La política puede ser ruda, de Richard Pérez-Peña en The New York Times.
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