Este artículo corresponde al newsletter exclusivo Reunión de Pauta del lunes 24 de octubre, que el director de INTERFERENCIA envía a los suscriptores del medio. el que hoy se comparte con todos los lectores.
La relación entre Gabriel Boric y la prensa no ha sido buena. Ya en la campaña presidencial del año pasado, el entonces candidato tuvo varios roces con medios de comunicación.
Hoy, la insistencia del gobierno en menospreciar el periodismo en favor de una presencia más fuerte en redes sociales y de relatos que imitan la exitosa campaña del árbol en Punta Arenas -como la reciente puesta en escena del Presidente en el desierto florido- muestran que la creencia de las actuales autoridades parece ser que pueden prescindir de la prensa para comunicarse con los ciudadanos.
Todo indica que el gobierno ha optado -de la mano de la Secom, pero también de las asesoras comunicacionales de la presidencia- por aplicar una estrategia de prensa calcada a la que utilizaron los gobiernos de la Concertación: muchas entrevistas a El Mercurio y entregar golpes noticiosos políticos preferentemente a La Tercera, y en los últimos meses también a ExAnte.
La reciente salida de Javiera Olivares de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), a la que se suma la salida hace unas semanas del experimentado periodista Sebastián Minay, parece reafirmar esa desconfianza del gobierno hacia la prensa, cualquiera sea su línea editorial.
Pablo Paredes, el director de la Secom, es un experto en relatos (cómo el árbol o el desierto florido) y ha sabido construir una imagen presidencial que muestra las fortalezas blandas y muy humanas de Gabriel Boric. Es un guion que parece apuntar más hacia el futuro (con todo el mandatario es joven y bien podría volver a la presidencia por tener al menos 30 años de carrera por delante), que a la dura realidad económica, social y de seguridad pública que enfrenta la población.
En medio del desfonde político del gobierno tras el plebiscito del 4 de septiembre, es una política comunicacional que sirve más al ego y proyecciones futuras de quienes residen hoy en La Moneda que a los tiempos difíciles que vive el país.
La prensa, desde luego, no es un actor que encaje en este libreto. Por eso, todo indica que el gobierno ha optado -de la mano de la Secom, pero también de las asesoras comunicacionales de la presidencia- por aplicar una estrategia de prensa calcada a la que utilizaron los gobiernos de la Concertación: muchas entrevistas a El Mercurio y entregar golpes noticiosos políticos preferentemente a La Tercera, y en los últimos meses también a ExAnte, un medio fundado y dirigido por Cristián Bofill y que es percibido como cercano al gran empresariado.
Lo que debería hacer el gobierno es promover diálogos con editores y directivos de la prensa nacional, no despreciar la TV y tampoco los programas matinales de ésta. Seguramente serán conversaciones y apariciones que les resultarán incómodos, pero que son gestos necesarios de comunicación política y pública.
Si las actuales autoridades tuvieran una mejor comunicación con antiguos liderazgos concertacionistas, sabrían que la mayoría de ellos -incluyendo al ex Presidente Ricardo Lagos- se arrepiente de haber aplicado por tanto tiempo esa estrategia de prensa. Después de todo, fue bajo los primeros de esa coalición que hubo una extinción masiva de medios de prensa que en los años 80 sostuvieron un periodismo valiente en contra de la dictadura, como las revistas Análisis, Cauce y Hoy, o diarios como La Época y Fortín Mapocho.
Lo que debería hacer el gobierno es promover diálogos con editores y directivos de la prensa nacional, no despreciar la TV y tampoco los programas matinales de ésta. Seguramente serán conversaciones y apariciones que les resultarán incómodos, pero que son gestos necesarios de comunicación política y pública.
Si se mantiene el actual libreto, con un gobierno que tiene pocos conocimientos sobre el funcionamiento de la prensa, pero con seguidores entusiasmados en redes sociales, la tan anhelada Ley de Prensa que vienen pidiendo sectores progresistas hace más de una década, parece tener muy poca agua en la piscina. Porque a ratos, lo expresado por los seguidores más incondicionales del gobierno, e incluso por algunas autoridades de éste, parecen indicar que están más interesados en un ley que censure opiniones que no les gustan, que fomentar una necesaria y más plural prensa para el país.
Comentarios
Como dicen por ahí: A los
Excelente columna de Víctor
Es uno más de los demás,
Necesito comentar los
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