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Domingo, 20 de Julio de 2025
Columna de opinión

"Chile en estado de decepción"

Juan Pablo Cárdenas S.

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Sala Jaime Guzmán del Senado, donde se realizó una de las primeras reuniones del nuevo proceso. Fuente: @RienziFranco
Sala Jaime Guzmán del Senado, donde se realizó una de las primeras reuniones del nuevo proceso. Fuente: @RienziFranco

La pérdida de interés por un nuevo proceso constituyente tiene explicación en el fracaso de la Convención Constitucional, en los profundos desacuerdos de quienes la integraron y en la intervención de la clase política en un nuevo intento por definir una reforma de nuestro sistema institucional.

La necesidad de una nueva Constitución nunca estuvo entre las prioridades de los chilenos, aunque fuera reclamada intensamente en las movilizaciones y el propio estallido social. Ahora, sin embargo, la demanda por una Carta Magna está muy por debajo en las aspiraciones populares según lo manifestado por los sondeos de opinión.

Es evidente que los temas referidos a la seguridad, la inflación, sí como las reformas pendientes sobre previsión y salud se han constituido en los más anhelados por un país acosado por la crisis económica, la inequidad y los rezagos sociales.

La pérdida de interés por un nuevo proceso constituyente tiene explicación en el fracaso de la Convención Constitucional, en los profundos desacuerdos de quienes la integraron y en la intervención de la clase política en un nuevo intento por definir una reforma de nuestro sistema institucional.

Los resultados del plebiscito de salida de este proceso manifestaron la enorme inconformidad popular con el texto constitucional propuesto, aunque es transversal el reconocimiento en cuanto a que la ciudadanía votó en contra, además, del Gobierno de Gabriel Boric y del conjunto de la clase política.

La pérdida de interés por un nuevo proceso constituyente tiene explicación en el fracaso de la Convención Constitucional, en los profundos desacuerdos de quienes la integraron y en la intervención de la clase política en un nuevo intento por definir una reforma de nuestro sistema institucional.

Por lo mismo es que la idea de insistir en una nueva Carta Magna lleva a muchos a conformarse con la Constitución de 1980 heredada de la dictadura y enmendada después en varias oportunidades. Se cree, actualmente, que este texto ya no es impedimento para el logro de las grandes reformas económico sociales pendientes, sobre todo cuando el Congreso ya cuenta con quórums discretos para hacerle más modificaciones al texto constitucional bien denominado 'de Pinochet-Lagos', puesto que fue durante la administración de este mandatario cuando se aprobaron las principales enmiendas. 

Irrita a los chilenos los ingentes recursos gastados por el Estado para sostener una experiencia fracasada en que por largos meses abundaron la insolvencia política, las querellas escandalosas entre los partidos y hasta la falta de probidad para concluir en un documento altamente cuestionado no solo por los expertos constitucionalistas sino por el propio sentido común del pueblo, el cual en votación obligatoria lo terminara desahuciando por más de un 60% de los sufragios.

Lo más triste de esta situación ha sido el auto empoderamiento de los diputados y senadores para definir y convocar de nuevo a los chilenos a un nuevo proceso constituyente. El faranduleo de las organizaciones políticas ha debido continuar por semanas, sirviendo con ello a la evidente postergación de las demandas populares más sentidas. Esto explica que no solo  la imagen de los legisladores siga deteriorándose sino también la del propio gobierno de Boric, hasta aquí incapaz siquiera de concitar acuerdo entre sus integrantes respecto de qué hacer primero dentro del listado de promesas electorales.

Ello explica  el rápido deterioro sufrido por el jefe del Estado en su imagen pública, como en las duras imputaciones recibidas fuera de La Moneda. Al grado que algunos pronósticos indican que muy difícilmente podrá prolongar por mucho tiempo su mandato, toda vez que descaradamente desde la derecha se hacen esfuerzos por insubordinar a las Fuerzas Armadas y las policías.

Lo más triste de esta situación ha sido el auto empoderamiento de los diputados y senadores para definir y convocar de nuevo a los chilenos a un nuevo proceso constituyente. El faranduleo de las organizaciones políticas ha debido continuar por semanas, sirviendo con ello a la evidente postergación de las demandas populares más sentidas.

El panorama del descontento se hace ostensible.

Huelgas por doquier a lo largo del país, nuevas rebeliones estudiantiles así como aquellas masivas protestas de los comerciantes, de los trabajadores portuarios y  las  crecientes demandas salariales, entre tantas otras convulsiones.

Esto, con una economía que se reconoce en estanflación, el agudo conflicto en la Araucanía y la tensión especialmente en el norte por el arribo incontrolable de inmigrantes, como por la acción de las bandas de narcotraficantes y del crimen organizado.

Además, en un clima de creciente agitación que, se sabe, nunca tendrá solución en la mayor adquisición de armas disuasivas y el creciente  reclutamiento de carabineros, en lo que algunos cifran las soluciones para hacerle el quite a la justicia social.

Todo esto se agrava por la indolencia de la clase política, mucho más preocupada de subirse a las testeras de las cámaras legislativas, asegurarse mayor representación en el Comité Político de la Moneda, como en aferrarse a esa considerable cantidad de cargos públicos ofertada a los partidos. Una situación que se da cuando hoy en día se han desdibujado totalmente los perfiles ideológicos de estos y la razón fundamental de militar en estas colectividades es la de alcanzar un puesto, aunque sea recurriendo al consabido nepotismo y otros vicios que siguen perpetuándose. 

En meses de dilación para definir el nuevo itinerario institucional, lo que queda claro es la desconfianza de la clase política respecto de las decisiones que puedan adoptar los ciudadanos. De allí que lo que se esté consolidando en estas últimas semanas sea la idea de imponerle “bordes” o límites preestablecidos a la redacción de una nueva Carta Fundamental.

Asimismo como se busca definir cupularmente una comisión de 'expertos' que actué como árbitro en caso de que la nueva Constitución resulte lesiva para los intereses y prerrogativas de los políticos profesionales, como, por ejemplo, reducir a una cámara el Poder Legislativo, garantizar la independencia plena de los tribunales de justicia e implementar las iniciativas de ley de los ciudadanos. Además de establecer la facultad ciudadana de remover de los cargos públicos a quienes defrauden la voluntad popular y se corrompan en el poder.

De allí que crezca el número de los que prefieren que todo siga igual, antes que aventurar al país a un incierto futuro institucional. A riesgo que la sombra del dictador siga presente en la política nacional, lo que después de todo tanto ha convenido a las a las ocho administraciones gubernamentales que lo han sucedido. 

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La porquería de constitución del 80 seguirá vigente de forma indeterminada. La derecha y los amarillos manejaron de manera burda para encontrar el resultado nefasto del 4-S. La propuesta no fue un fracaso en sí misma, era una institucionalidad que requería a una sociedad moderna y solidaria a la que no está la población acostumbrada y menos la elite política que sólo busca mantenerse en el poder.

Ustedes no pueden y no deben decir, por ser un medio informativo (que supongo llega a muchos lectores) que “ el fracaso de la Convencion constitucional se debió a los profundos desacuerdos de quienes la integraron” es una afirmación que podrá decir El Mercurio o La tercera (y lo dicen ) pero Uds no se pueden sumar a la campaña de la derecha sobre el resultado del rechazo Lean y opinen acerca de la magnífica columna de Yasna Mussa (diario WP) para que logren entender porque la derecha solo quería y quiere una “casa (contitucion) para albergar y proteger a la élite 🇨🇱 Si no lo hacen ya es porque tienen pánico que se produzca otro estallido social que sería imposible de parar Mantener las manda en reposo (columna de Yasna Lewin) Quizás esta es una de las razones porque el gobierno de Boric no tiene mucha afinidad con vuestra publicación, quien sabe ? En todo caso , Lewin, Ortiz, Herrero salvan lejos a Interferencia Podrían decirle a la Yasna Mussa (diario Washington Post en chile)!que le escribiera algunos artículos

Aún no se publica mi comentario ya enviado a Uds

Yo fuí un activo propagandista y activista de la propuesta de NC,,, pero Prefiero la constitución actual que un nuevo proceso ad-hoc de los corruptos partidos polítticos que lo único que saben hacer es estrujar la teta del estado y lo digo siendo también de un PP..

La verdad es que me cuesta reconocer que esta columna esté escrita por Juan P. Cárdenas. No puedo entender como aquí se están entregando frases a la bandada que son insostenibles desde un punto de vista serio y consistente con la realidad. A falta de consistencia y rigurosidad en la argumentación se lanzan a priori a mi entender barbaridades tales como: 1.-"La necesidad de una nueva Constitución nunca estuvo entre las prioridades de los chilenos,". FALSO, cuando se hizo la respectiva consulta a la ciudadanía acerca de si se quería una nueva Constitución, prácticamente un 80% de esta ciudadanía respondió afirmativamente. 2.- "La pérdida de interés por un nuevo proceso constituyente tiene explicación en el fracaso de la Convención Constitucional, en los profundos desacuerdos de quienes la integraron". FALSO, los acuerdos a los que se llegó en la mayor parte del articulado para la nueva Constitución superaron con creces los 2/3 de los constituyentes 3.- " Los resultados del plebiscito de salida de este proceso manifestaron la enorme inconformidad popular con el texto constitucional propuesto, aunque es transversal el reconocimiento en cuanto a que la ciudadanía votó en contra, además, del Gobierno de Gabriel Boric y del conjunto de la clase política". FALSO, no existe ningún antecedente serio que asocie el Gobierno de Gabriel Boric con los otros dos señalados, a pesar de la enorme campaña de desprestigio a través de todos los medios en donde hasta las encuestas de la época intentaron mostrar una imagen negativa del Presidente no pudiendo socavar ostensiblemente los niveles en la popularidad del mismo hasta esa fecha. 4.- "Por lo mismo es que la idea de insistir en una nueva Carta Magna lleva a muchos a conformarse con la Constitución de 1980 heredada de la dictadura y enmendada después en varias oportunidades." ARGUMENTO TENDENCIOSO. En ningún momento se especifica quienes son esos "muchos" a los que se alude. Son todos los que votaron rechazo?. Se consultó a la ciudadanía nuevamente por el tema? Se conoce a ciencia cierta si los ciudadanos votaron en contra porque quieren seguir con la Constitución de 1980 o bien porque simplemente no les convenció la elaborada por la Convención Constituyente pero sí desean una nueva Constitución? Desea la ciudadanía que sea la clase política, la que tiene los niveles mas bajos de aceptación en los ciudadanos quien esté elaborando una nueva Carta Magna? En fin, se podría seguir desmenuzando parte por parte esta columna y entiendo que es una opinión particular del columnista respecto de la contingencia, pero sólo se pide que en el tratamiento del tema que se elabora haya una mayor rigurosidad en las argumentaciones y no solo obedezcan a la visión parcial y fragmentada de quien las emite. Se ha hecho un análisis serio, con datos estadísticos, de la de la enorme campaña de desprestigio de la mayoría de los medios de comunicación, televisión, radio, prensa escrita, redes sociales que se hizo a la Convención mas allá de los errores puntuales que en ésta se pudieron haber tenido y que se sigue efectuando en contra de este Gobierno por parte de los sectores que tienen capturado este país con su poder económico y que le permite tener sojuzgado incluso al poder político y en muchos casos dadas la evidencias conocidas al Poder Judicial? Pareciera ser que la historia fuera repetitiva, porque a mi juicio aquí se está efectuando todo un plan elaborado y maquinado para hacer caer este gobierno elegido democráticamente tal como en el año 1970, con toda una campaña orquestada por los grandes poderes económicos para ir demoliendo fase por fase las bases de sustentación y el apoyo popular que concita el gobierno. Modelo típico utilizado para generar el descontento, la inseguridad, el temor, pagos de sueldos miserables, bloqueo para los cambios en salud, en el sistema de previsión, etc. hasta generar la sensación de falta de autoridad y desprestigio, o sea, parafraseando al columnista "estado de decepción" que posibilite a estos poderes seguir manteniendo su confortable y muy lucrativo "status quo" Saludos cordiales

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