Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado sábado 04 de marzo de 2023, y ahora se comparte para todos los lectores.
No hay una fecha prevista, pero ya es público que el presidente chino, Xi Jinping, visitará en los próximos meses a su colega ruso, Vladimir Putin, en Moscú.
Probablemente sea la cita bilateral más relevante hasta ahora para el curso de la guerra en Ucrania, pues el anuncio se dio en un febrero marcado por un fuerte incremento de la presión de Estados Unidos hacia China, en momentos en que el país asiático presentó un plan de paz de doce puntos, el cual fue bien recibido por los rusos, quienes dijeron estar dispuestos a estudiarlo, y descartado por ucranianos, estadounidenses y otros aliados europeos, por considerar que está hecho a la medida de Putin. Acá el texto original completo de la propuesta china en inglés, publicado por Xinhua.
Pese a que no es tan claro que el plan chino se ajuste completamente a los desgnios rusos -pues en su punto uno dice que "la soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser defendidas de manera efectiva" y pide un cese al fuego que, en caso de aplicarse, perjudicaría a las fuerzas militares rusas, que en este momento tienen la iniciativa-, la propuesta tiene el potencial de girar el eje de las decisiones desde Washington y Bruselas, a Beijing y eventualmente al resto de las capitales del BRICS (una alianza geopolítica de Brasil, Rusia, China y Sudáfrica).
Es en este contexto de cambio en las relaciones de poder entre los países donde se tiene que comprender la alianza entre chinos y rusos, la que si bien no se expresa militarmente, sí tiene una clara existencia diplomática.
Un exitoso plan chino de paz podría ser un hito en la reconfiguración del orden mundial, desde uno marcado por el excepcionalismo estadounidense y su poder militar sin contrapeso, a uno multipolar, en el que asoma una germinal alianza de lo que se llama Sur Global, expresado especialmente en BRICS.
Al respecto, recomiendo este artículo de Patricia M. Kim en Foreign Affairs; Los límites de la 'Alianza sin límites'. Si bien Kim busca identificar las brechas entre chinos y rusos -las que están en la historia de ambos países y también en la necesidad china de mayor estabilidad y mantener cercanía con Europa, para lo cual la guerra y las amenazas nucleares no ayudan-, la autora también hace un repaso exhaustivo de los numerosos intereses en común que tienen China y Rusia, y los lazos que los estrechan, así como la cercanía que hay entre Xi y Putin a nivel personal, quienes habrán sumado 40 reuniones cara a cara desde 2012 cuando el líder chino pise Moscú.
De tal modo, un exitoso plan chino de paz -probablemente respaldado por Lula da Silva, el presidente de Brasil, cuando visite Beijing- podría ser un hito en la reconfiguración del orden mundial, desde uno marcado por el excepcionalismo estadounidense y su poder militar sin contrapeso, a uno multipolar, en el que asoma una germinal alianza de lo que se llama Sur Global -expresado especialmente en BRICS, que suma decenas de países candidatos no occidentales-, en contraposición con la vieja alianza norteamericana-europeaoccidental, expresada en la OTAN.
Al respecto, es interesante el punto dos del plan de paz chino, el que propone "abandonar la mentalidad de Guerra Fría", lo que ha sido justamente la crítica que los líderes chinos han hecho a los estadounidenses y occidentales, quienes -a sus ojos- siguen presentando los conflictos internacionales como problemas entre el bien y el mal, o democracia y dictadura, con lo que se busca allanar las complejidades, ocultar las contradicciones y polarizar a los actores.
En relación a eso, es interesante el reciente ensayo de Andrew J. Bacevich en Foreign Affairs; El cálculo que no fue, por qué Estados Unidos sigue atrapado en sus sueños ilusorios de hegemonía, donde plantea que Estados Unidos se encuentra atrapado en una dinámica maniquea de cultura y doctrina políticas, la que le permitió entrar de lleno a la Segunda Guerra Mundial y sostener la Guerra Fría, pero que -ahora- lo ha arrastrado a involucrarse en conflictos que lo socavan y que no son determinantes para su seguridad ni prosperidad. Esto partió en Corea en los 50', siguió en Vietnam en los 60' y 70'; recrudeció en el siglo 21, con Irak y Afganistán; y actualmente corre el riesgo de que lo mismo pase con Ucrania.
Volviendo al plan chino de paz y lo que parece ser la reacción de Estados Unidos al respecto, la administración de Joe Biden, el presidente estadounidense, ha sido particularmente intensa.
Febrero partió con la acusación de espionaje de Estados Unidos a China a propósito del globo chino que sobrevoló el estado de Montana, y en adelante ha habido numerosos episodios de tensión, siendo los más relevantes la acusación del FBI respecto de que el Covid-19 se habría generado en un laboratorio chino, la filtración de datos de inteligencia estadounidenses que dicen que China podría estar preparando asistencia militar a Rusia, y la reciente aprobación del Cogreso estadounidense de una venta de armas a Taiwán por US $619 millones.
Respecto de la supuesta asistencia militar china, la presión ha sido particularmente fuerte. En días anteriores, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo que si China apoyaba a Rusia en la guerra, esta se convertiría en la Tercera Guerra Mundial. Recientemente, el coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, dijo a CNN que "nos gustaría ver a China unirse al resto del mundo para condenar esta invasión y no hacer nada para ayudar a Rusia a seguir luchando en esta guerra. De hecho, obviamente nos encantaría ver a China tomar medidas para ayudar a Ucrania en términos de su autodefensa".
Ha habido numerosos episodios de tensión, siendo los más relevantes la acusación del FBI respecto de que el Covid-19 se habría generado en un laboratorio chino, la filtración de datos de inteligencia estadounidenses que dicen que China podría estar preparando asistencia militar a Rusia, y la reciente aprobación del Cogreso estadounidense de una venta de armas a Taiwán por US $619 millones.
En estas presiones incluyo un episodio tal vez menor, pero que muestra la intención disruptiva general de la diplomacia estadounidense hacia China; Embajador de EE.UU. en China pronuncia fuerte discurso anti chino en importante evento empresarial en Beijing y crispa el mundo de los negocios, un artículo de mi autoría en INTERFERENCIA, en el que se recogen las inusitadas palabras del embajador Nicholas Burns en un evento de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China, y las reacciones en la audiencia, quienes -de acuerdo al periódico chino en inglés Global Times- las encontraron hostiles dado el contexto del encuentro.
Cabe señalar que todas estas acciones son previas a la reunión de la Asamblea Popular Nacional de China, del domingo 5 de marzo de 2023, donde se espera que los parlamentarios ratifiquen el nuevo poder de Xi Jinping, quien hace poco logró un inédito tercer mandato, y quien podría hacer anuncios y cambios en el organigrama de poder chino.
Respecto de las principales acciones de Estados Unidos contra China, las autoridades del país oriental negaron categóricamente el carácter espía de su globo, así como también el apoyo militar a Rusia y la tesis de que la pandemia habrí a nacido de un laboratorio virológico de Wuhan.
En cuanto a la venta de armas estadounidenses a Taiwán, territorio al que consideran parte de China y en rebeldía, la respuesta china fue menos templada, y sus autoridades exigieron la revocación inmediata de la venta, so pena de "contramedidas", pues el acto "envía señales equivocadas a las fuerzas separatistas de 'la independencia de Taiwán' y daña severamente las relaciones entre Estados Unidos y China, y la estabilidad a lo largo del estrecho de Taiwán", según declaró Liu Pengyu, portavoz de la Embajada china en Washington.
Recientemente, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, declaró que "es Estados Unidos la principal fuente de amenaza nuclear en el mundo [...] en los últimos años, Estados Unidos realizó grandes inversiones para mejorar su tríada nuclear, potenció el papel de las armas nucleares en su política de seguridad nacional y creó una red de alianzas militares en todo el mundo. [Washington] construyó pequeños bloques que recuerdan a los de la Guerra Fría mediante el refuerzo de la disuasión ampliada y la cooperación en materia de submarinos nucleares".
En el frente
Esta nueva presión a China a través de Taiwán -la última fue con el viaje a Taipéi de la entonces jefa de la mayoría demócrata en la Cámara, Nancy Pelosi, a principios de agosto del año pasado- se da en el marco de un momento militar delicado para Ucrania.
Al cierre de este newletter, la información proveniente desde el frente de Bajmut-Artémivsk indicaba que los rusos están muy cerca de cercar operacionalmente la ciudad, lo que quiere decir que estarían a punto de ocupar o controlar todas sus vías de acceso, lo que incluye las arterias de la zona oste del asentamiento que la conectan con las ciudades del Donbás todavía en manos de Ucrania.
Si bien algunos comentaristas y analistas rusos consideran que Bajmut-Artémivsk es una especie de Stalingrado, cuya victoria soviética marcó el giro del curso de la guerra hacia la derrota de la Alemania nazi, los cuadros políticos y militares son más bien sobrios y siempre señalaron que la plaza es relevante, pero no necesariamente un punto de inflexión.
En caso de que eso suceda finalmente -algo que incluso las fuerzas ucranianas han admitido como posible, aunque no se descara una contraofensiva de último momento que mejorare su posición- son tres los escenarios: 1/ que las fuerzas ucranianas se retiren antes, ordenadamente, y dejen la posición a los rusos, 2/ que se retiren a la desbandada incrementando muertos, heridos y prisioneros y 3/ que queden atrapadas en lo que se conoce como un 'caldero' en jerga militar, rodeados por los cuatro costados, con las únicas perspectivas de rendirse o morir.
En cualquiera de los casos, salvo que suceda dicha contraofensiva ucraniana, los rusos habrían logrado su tercer gran avance en el Donbás, pues seguramente las ofensivas rusas sobre las ciudades vecinas de Síversk y Konstantínovka serán más rápidas, con lo que los rusos podrían llevar pronto el frente a la la última línea de defensa ucraniana de las ciudades de Limán, Slóviansk y Kramatorsk, las cuales están a tiro de artillería desde las zonas altas de Bajmut-Artémivsk.
Respecto de la importancia estratégica y política de esta ciudad de 78 mil habitantes antes de la guerra, los ucranianos y los analistas occidentales dicen -ahora, porque antes decían lo contrario- que tiene una importancia estratégica limitada, y sí un valor político alto. Esto último, algo innegable, pues el propio Zelenski declaró en su visita a Bajmut de diciembre que el lugar era "la fortaleza de nuestra moral".
Sin embargo, el mismo argumento se lo traspasan a los rusos, quienes, según los ucranianos, con tal de obtener para el Kremlin una victoria simbólica (pírrica, según los más optimistas), han debido desgastar en Bajmut las tropas rusas Wagner -administradas bajo un modelo privado y las más eficientes en batalla- con hasta 30.000 bajas en este punto del frente (algo desmentido por el líder de los 'wagneritas', el empresario y militar Yevgueni Prigozhin).
Los rusos argumentan parecido, pero en la dirección contraria. Si bien algunos comentaristas y analistas rusos consideran que Bajmut-Artémivsk es una especie de Stalingrado, cuya victoria soviética marcó el giro del curso de la guerra hacia la derrota de la Alemania nazi, los cuadros políticos y militares son más bien sobrios y siempre señalaron que la plaza es relevante, pero no necesariamente un punto de inflexión.
De hecho, los militares rusos nunca expresaron apuro por ocupar la plaza, pues, desde su perspectiva -en la que se prioriza dañar las capacidades militares enemigas por sobre la ocupación de territorio, con el fin de 'desmilitarizar Ucrania'- la batalla prolongada ofrece un lugar donde machacar con artillería a los militares ucranianos y así infligirles severas pérdidas, en lo que llamaron la 'la picadora de carne de Bajmut', contabilizando hasta 500 bajas enemigas diarias.
[Otros artículos que sirvieron a este newsletter]
- ¿Está ganando Putin? El mundo está cambiando a su favor, de Peter Frankopan en The Spectator.
- Las armas chinas podrían revivir la guerra fallida de Rusia, de The Economist.
- La política de militarizar la relación con China refleja la histeria de Estados Unidos, de Scott Ritter en Global Times.
- Xi Jinping reforzará el control del Partido Comunista en la revisión que hará sobre el gobierno de China en reunión clave, de Amy Hawkins en The Guardian.
- Ucrania refuerza a una Bajmut bajo fuego, pero la misión no es clara, de Matthew Mpoke Bigg y Edward Wong, en The New York Times.
- Arde Bajmut: hay incendios por todas partes mientras los rusus se aprontan a capturar la ciudad, de Peter Beaumont desde Kramators en The Guardian.
- ¿Por qué es tan importante la lucha sobre Bajmut para Rusia y Ucrania? de Claire Parker, en The Washington Post.
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