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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
A 50 años de su muerte

Pablo Picasso: el coraje de ser original

Francisco Castillo

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Picasso y su obra irisdencente.
Picasso y su obra irisdencente.

El pintor malagueño falleció en Francia el 8 de abril de 1973. Tenía 91 años. La revista chilena Ercilla lo recordó con el siguiente artículo.

Genio y figura, hasta la sepultura. ¿Quién otro sino Pablo Picasso? El irascible español, maestro del pincel (opinión unánime de la crítica: fue el pintor del siglo veinte), falleció a los 91 años al margen del mundanal ruido en su lujoso castillo de "Notre Dame de Vie", en los Alpes marítimos franceses. Odiaba a los intrusos y hasta el momento de su muerte los cuidadores negaban el ingreso a los periodistas: "Madame Jacqueline les informará de cuanto sea necesario... después''. 

Ella es Jacqueline Roque (47, ex modelo de Picasso), quinta esposa del pintor y posible heredera de cincuenta millones de dólares. Respetando el hermetismo de su marido, fue dando con tirabuzón los detalles del funeral del artista (reposa temporalmente en una capilla, a 97 kilómetros de su casa), y respecto a las cláusulas de su testamento, se supo que éste realmente no existió jamás. 

"No existe prisión más cruel que la celebridad. Nadie puede vivir aislado: ni siquiera yo puedo resignarme a la soledad. Sin embargo, vivo prácticamente en una cárcel".

''Soy como pinto" 

El propio Picasso, en vida, daba razones de su hermetismo: 

-No existe prisión más cruel que la celebridad. Nadie puede vivir aislado: ni siquiera yo puedo resignarme a la soledad. Sin embargo, vivo prácticamente en una cárcel. He tenido que hacer construir doble cierre en torno a mi casa, y se necesitaba, además, tener un escuadrón de policías para mantener alejados a los curiosos. 

"Lo siento por mis amigos y les pido perdón. Quisiera abandonarme libremente a la corriente, pero no puedo: tengo que defender mi trabajo y, especialmente, mi ocio. Durante las horas de ocio es cuando más trabajo: miro las moscas, las flores, las hojas, los árboles. Dejo que la mente se vaya a la deriva. Antes o después, los pensamientos que vagan quedan enredados en alguna cosa, y esta cosa se delinea, se hace más precisa, toma forma”. 

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El pintor malagueño en sus años mozos.
El pintor malagueño en sus años mozos.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Crispín Crispino de la Santísima Trinidad Ruiz, más conocido como Pablo Picasso, vivió con intensidad cada día, armado de pinceles y colores. 

"Soy como pinto -le dijo una vez a su amigo Jean Cocteau-, y se necesita un gran coraje para ser original". Él tuvo, y por eso lo adoraban o lo atacaban. Indiferencia no hubo nunca. 

Comenzó a pintar a los diez años, en Málaga. Pero su padre, el profesor de dibujo José Ruiz BIasco, sólo tres años más tarde se dio cuenta que el niño tenía condiciones. Recordaba Picasso: 

-En mi primer cuadro pinté un matrimonio anciano en una cocina española, y actualmente se encuentra en el Museo Provincial de Málaga. Desde entonces he llenado muchas habitaciones con mis obras (se estima que pintó más de quince mil óleos). 

La escritora norteamericana Gertrude Stein empezó a comprar las telas del artista y lo puso en contacto con Henri Matisse. Apollinaire le presentó luego a George Braque, el co-iniciador del cubismo. 

De su madre, María Picasso, tomó el apellido a los veinte años e ingresó a la escuela de arte de Barcelona: completó en un día el examen de admisión, para el cual se daba el plazo de un mes. 

Cinco años más tarde, con el nacimiento del siglo, se fue a París. Allí comenzó el famoso Período Azul: los pobres, los enfermos, los desheredados fueron objeto de su atención; luego vino el Período Rosa y pareció enternecerse: desnudos, cómicos ambulantes, arlequines, escenas circenses lo caracterizan. Y luego el cubismo, el surrealismo. 

Al comienzo, supo de la pobreza y la generosidad. Instalado en Montmartre, sus amigos pintores y poetas hicieron de su casa el centro de reuniones: Apollinaire, Jacob, Salomon, Reverdy, Derain, Van Dongen, Gris habitaron o frecuentaron los sórdidos y oscuros cuartos del edificio. 

En ese entonces, la luz era un problema para el pintor. Pero con los años dejó de serlo. Decía: 

-Mis días están organizados de manera extraña, pero siempre han sido iguales. La luz del día está hecha para los encuentros con los amigos y para la vida al aire libre. Actualmente es perfectamente factible trabajar de noche. porque la luz es buena. Antiguamente, las sombras grisáceas de las lámparas no permitían pintar. Y prefiero la noche, porque hay silencio. 

La escritora norteamericana Gertrude Stein empezó a comprar las telas del artista y lo puso en contacto con Henri Matisse. Apollinaire le presentó luego a George Braque, el co-iniciador del cubismo. 

El malagueño Picasso comenzaba su extraordinario despegue. Y aunque participó de todas las aventuras de la pintura francesa de hace más de medio siglo, se mantuvo inalienablemente español. Frank Elgar, uno de los estudiosos de la obra del pintor, escribió: "Lleva en sí la suntuosa, trágica y pesada herencia española; la lleva en su pensamiento, en su humor, y la dilapida, sin agotarla jamás, en su pintura, sus grabados, su cerámica". 

Adoraba a las mujeres. Y éstas influyeron mucho en él. Cinco compañeras fueron testigos: primero, Olga Kalkova, bailarina rusa, con quien se casó en 1917 y tuvo un hijo, Paolo. Después vinieron Fernanda de Oliver, Dora Maas y Francoise Gillot, de quien tuvo a Claudio y Paloma. La Gillot fue la única en romper el compromiso de la privacidad, al publicar en 1965 “Mi vida con Picasso”, lo que le valió el rencor eterno del pintor. Este se negó a reconocer la paternidad de Claudio, cuando el hijo lo demandó ante la justicia francesa. Finalmente, en 1961, desposó a Jacqueline Roque, 44 años menor que él. 

En 1944 ingresó al Partido Comunista francés. Antes había manifestado su simpatía por el marxismo. En 1936 fue designado director del Museo del Prado por el gobierno de la república española. Y organizó la evacuación de los tesoros artísticos al producirse la guerra civil.

-Muchos me preguntan si soy sensual -contaba Picasso-. Muchos también suponen que debo ser agradable para las mujeres, a causa de los muchos desnudos que he dibujado. Les aseguro que no me afecta en absoluto dibujar mujeres desnudas. Los desnudos se me presentan naturalmente; no busco tampoco el erotismo. Si está incluido en mis obras, se debe a que existe.

Pero Picasso también fue político. En 1944 ingresó al Partido Comunista francés. Antes había manifestado su simpatía por el marxismo. En 1936 fue designado director del Museo del Prado por el gobierno de la república española. Y organizó la evacuación de los tesoros artísticos al producirse la guerra civil. Exasperado por el drama de su patria, vertió su sentimiento en "Guernica" (1937), donde inmortalizó los apocalipsis de la guerra; esta tela es considerada por muchos expertos como la obra cumbre del pintor. 

Actualmente está en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, desde donde no se mueve por orden expresa del autor. En 1969 el gobierno franquista trató de que Picasso donara el cuadro a España, pero el pintor se negó "hasta que vuelva a reinar la libertad en mi país". 

Por esa misma razón no regresó a España. Estuvo a punto de hacerlo hace tres años, luego de donar novecientas pinturas, dibujos y grabados al Museo de Barcelona, bautizado con su nombre. Pero en diciembre del 70 decidió boicotear la inauguración del museo y solicitó que ningún funcionario del régimen de Franco participara en la ceremonia. Fue su protesta contra los juicios de Burgos, que envolvieron a 16 nacionalistas vascos opositores. 

Rebelde, sus dardos también hicieron blanco en una oportunidad en el propio Partido Comunista soviético. Tras la muerte de Stalin, en 1953, realizó un retrato del dictador, que originó protesta en el Kremlin. Reaccionó indignado: 

-¿Por qué los comunistas tratan de darme lecciones de arte? Yo no pretendo enseñarles economía-, dijo.

Su época de pobreza

En su primera época, cuando Picasso deambulaba en Montmartre en la búsqueda de francos para comprar telas y pomos de óleo, recibió la importante ayuda de una chilena, que le dio refugio y alimentación por dos años. Fue en Biarritz, en Los Pirineos, donde doña Eugenia Huici Arguedas de Errázuriz (casada con el pintor José Tomás Errázuriz Urmeneta) acogió a Pablo Picasso. 

"Fue en un dormitorio que estaba pintado a la cal. Allí, sin levantar el pincel, Picasso trazó la silueta de unas "monas" que jugaban en la playa. Lo increíble era la cantidad de detalles que logró sin levantar el pincel".

-Esto debe haber sido entre los años 26 y 28 -recordó para ERCILLA el agricultor Max Errázuriz Zañartu, nieto de doña Eugenia-. Mi abuela era muy dada a estas cosas artísticas. También recuerdo que ayudó al compositor Stravinsky. Lo interesante, en el caso del pintor español, fue que éste le pagó a doña Eugenia en pinturas, pero fue algo insólito: pintó una pieza entera en la casa. 

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Eugenia Huici.
Eugenia Huici.

Errázuriz recuerda, a pesar del transcurso de los años, tan exclusiva obra: 

-Fue en un dormitorio que estaba pintado a la cal. Allí, sin levantar el pincel, Picasso trazó la silueta de unas "monas" que jugaban en la playa. Lo increíble era la cantidad de detalles que logró sin levantar el pincel. El trazo era de color celeste. Sobre la cabecera de la cama escribió unos versos y pintó, a brocha gorda, el techo de color azul. Luego, con un cuchillo, raspó parte de la pintura tallando puntas blancas a modo de estrellas. Eso fue lo único. Jamás le regaló un cuadro. 

"Por lo que me acuerdo, al final, mi abuela rezongaba un poco, porque Picasso no se iba nunca de la casa”. 

Lo que lamentan los Errázuriz es no haber podido traerse esas murallas. Hoy tendrían un valor incalculable .

Una nueva sensibilidad

Por Ana Helfant

El nombre de Picasso está unido a la pintura moderna como una síntesis de todo el arte producido en este siglo. Pero, especialmente, está unido al estilo cubista, en sus diferentes fases, aunque de hecho éste durara poco más de una década. Pero la pintura de Picasso abarca, sin embargo, las tres cuartas partes del siglo, una vida tan larga como la de Ticiano y una estrepitosa presencia de su arte que cubre el siglo con el vendaval de su espíritu innovador. 

El poeta Max Jacob recordaba la noche cuando Matisse le hizo ver a Picasso una estatuilla de arte africano y cómo éste se sintió fascinado con ella, manteniéndola entre sus manos por muy largo rato. Al día siguiente, al ir Max Jacob al taller de Picasso, se encontró que el suelo estaba inundado de papeles que repetían un mismo dibujo.

¿Por qué esta gloria que llegó a sintetizar en una sola persona toda la aventura del arte moderno? Porque sin duda el malagueño, obedeciendo a su impulso natural de español indómito, encarnó en su caprichosa pintura el ansia que este mundo moderno demostraría por el descubrimiento de una nueva sensibilidad y un nuevo horizonte para el arte que no fueran los cánones de la belleza netamente como tal. 

En su carrera de búsquedas, recurrió a muchas fuentes diferentes y hasta dispares, como el arte de los negros del África y la estatuaria clásica. El poeta Max Jacob recordaba la noche cuando Matisse le hizo ver a Picasso una estatuilla de arte africano y cómo éste se sintió fascinado con ella, manteniéndola entre sus manos por muy largo rato. Al día siguiente, al ir Max Jacob al taller de Picasso, se encontró que el suelo estaba inundado de papeles que repetían un mismo dibujo: era la cara de una mujer, siempre la misma, con un solo ojo y una nariz demasiado larga. 

Antes, abriendo los primeros fuegos en Barcelona, había demostrado atracción por una temática realista. Esa época que frecuentemente fue calificada como bajo la influencia de Lautrec, podría aparecer, sin embargo, como una influencia del catalán Nonell. Pero Picasso nunca quiso aceptar semejante parecido con Nonell y bien podría ser sólo el eco de su sólido espíritu hispano. Ese realismo dominó hasta en sus cuadros cubistas, como el célebre Les demoiselles d'Avignon, que en realidad sólo eran las "señoritas de Aviñón", una calle de Barcelona. 

Pero el encuentro con el arte de África y de Oceanía hizo despertar en Picasso a un fiero celtíbero. Los abruptos cortes en planos de la escultura negra le hicieron ver dos cosas: la posibilidad de reducir a planos todo volumen y formar un juego con esos planos, idea que también había tenido en parte Cézanne al geometrizar los volúmenes. La segunda idea era que, a partir de esta visión, los planos podían componerse nuevamente en la mente y la mano del artista, en una infinita gama, y fue en pos de esta permanente reestructuración que Picasso llegó a pintar figuras con dos narices o un solo ojo. 

Hacia 1932, Picasso inició un tipo de pintura en que la figura humana estaba virtualmente descuartizada. Julio Payró, el crítico argentino, solía decir que Picasso se habla adelantado al período de los horrores que seguirían con la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial.

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Em la película sobre Modogliani se ve el ego de dos grandes chocar como trenes en movimientos.

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