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Miércoles, 6 de Agosto de 2025
Columna de opinión

Kamala, Pueblo contra Pueblo

Marco Enríquez-Ominami

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Kamala Harris. Foto. Kamala Harris en X.
Kamala Harris. Foto: Kamala Harris en X.

Lo que debemos preguntarnos es por qué el partido que se supone era el llamado a representar, precisamente, a las mujeres, a los negros, a los latinos, a los pobres, a la clase obrera, terminó votando por su opuesto. ¡¿En qué momento Trump y el Partido Republicano se transformó en el partido de las clases populares?! Creo que la respuesta es simple pero dolorosa: no solo abusan los mercados, también los Estados. La gente está cansada del abuso de los poderosos, de las elites, vengan de donde vengan.

Perdió la vicepresidenta Kamala Harris, hundida en el sinsentido de la izquierda. Negros, latinos, árabes, mujeres, trabajadores y migrantes terminaron votando por Trump, el ultraderechista que, pese a todo, como castigo o como virtud, terminó llevándose la bolsa de votos y una legitimidad arrolladora en el país más poderoso del mundo.

¿Por qué? Por una lección que nos esforzamos en no aprender. Dos ejemplos bastarán. En MSNBC, la periodista Joy Reid, profundamente demócrata y pro Kamala Harris, en su análisis sobre los resultados en North Carolina sentencia que "el problema" no fueron las mujeres negras, fueron las mujeres blancas. El documentalista peruano Elmer Ayala, por su parte, reposteó en X un video-meme que ha tenido miles de reproducciones, en el que entrevistan en EEUU a un hombre moreno, que con entusiasmo apoyaba a Trump, explicando que está cansado de la inmigración ilegal, y que cuando le preguntan de dónde es él, responde: "de Perú", a la sazón que suena la melodía irónica típica de los videos que terminan con la música de Curb Your Enthusiasm. Ayala, entonces, comenta con sorna: ¿Se imaginan el comportamiento del norteamericanizado Víctor en sus viajes de turismo a Perú?

Ni lo uno ni lo otro. No fueron las mujeres blancas las que fallaron, ni fueron los migrantes egoístas. El peruano-MAGA tiene toda la razón, porque claro que hay migrantes y migrantes, y la migración ilegal perjudica a la migración regular porque perjudica a la clase trabajadora y a sus derechos. Por eso siempre los más entusiastas con la migración irregular, aunque despotriquen en su contra, son los grandes empresarios, porque esa mano que pueden cuasi esclavizar, les permite mantener bajos los salarios, desarticular sindicatos, y abusar. Porque migrar es un derecho humano, tiene que estar regulada por los Estados estrictamente, de otro modo se cuela la trata de blancas, el tráfico de niños y el narcotráfico. Analizar de ese modo lo que pasó en EEUU es caer en lo que nos tiene a la deriva, que es instalar una cuña y hacer de la política una lucha de pueblo contra pueblo.

Este capítulo de la democracia estadounidense ha sido fundamental por varias razones, entre otras, porque nos explica que los candidatos elegidos a dedo por las grandes corporaciones y por las castas, saltándose las instancias democráticas, no siempre ganan -a veces sí, tal vez demasiadas- pero no siempre, y eso da esperanzas. Recordemos que Harris no ganó su puesto de candidata en primarias, que de hecho perdió como pocas veces se había perdido cuando se presentó, y que era una vicepresidenta sin lustre, y que además había fallado en su principal tarea, que era precisamente la de solucionar el problema migratorio.

Lo que debemos preguntarnos es por qué el partido que se supone era el llamado a representar, precisamente, a las mujeres, a los negros, a los latinos, a los pobres, a la clase obrera, terminó votando por su opuesto. ¡¿En qué momento Trump y el Partido Republicano se transformó en el partido de las clases populares?! Creo que la respuesta es simple pero dolorosa: no solo abusan los mercados, también los Estados. La gente está cansada del abuso de los poderosos, de las elites, vengan de donde vengan. De la colusión del papel confort, pero también de la judicial y de la estatal. No solo por los puestos y los pitutos, que también, sino que, sobre todo, por ejemplo, de las negociaciones que terminaron repartiendo las utilidades del litio miti-mota. Miti para sus pocos dueños, Ponce Lerou específicamente, y mota para el resto de los chilenos. O antes, las privatizaciones de las Empresas del Estado, que se hicieron en dictadura, por tanto, a contrapelo de la voluntad del pueblo, por servicios que la gente tiene que pagar, además, abusivamente. Negros, blancos, latinos e indios somos, antes que todo, trabajadores y trabajadoras, obreros o empresarios, da lo mismo. A ambos los abusa o el Estado, sus élites, o el mercado, las grandes corporaciones. Para todos la cancha está chueca, el chancho mal pelado.  Esa dimensión nos une, y sobre esa dimensión la campaña de Harris nunca habló.

Este capítulo de la democracia estadounidense ha sido fundamental por varias razones, entre otras, porque nos explica que los candidatos elegidos a dedo por las grandes corporaciones y por las castas, saltándose las instancias democráticas, no siempre ganan -a veces sí, tal vez demasiadas- pero no siempre, y eso da esperanzas. Recordemos que Harris no ganó su puesto de candidata en primarias, que de hecho perdió como pocas veces se había perdido cuando se presentó, y que era una vicepresidenta sin lustre, y que además había fallado en su principal tarea, que era precisamente la de solucionar el problema migratorio.

También porque, al revés de lo que siempre nos dicen del pueblo estadounidense los expertos, la situación en Gaza les importa, y porque parece que a la gente allá le gusta más la paz que la guerra. Por eso fue tan impactante y contraproducente aquel discurso de Harris, días antes del cierre de su campaña, en el que prometió que iba a convertir al ejército estadounidense en el más mortífero del mundo.

Finalmente, aunque podríamos seguir si no fuera por el espacio, porque esta carrera nos confirma que las campañas son fundamentales, porque son el momento en el que la política puede y tiene que encontrar y ganarse el corazón de la gente. La dimensión simbólica y representativa de la política fue fundamental en esta campaña. Trump después de esa reacción luego del atentado, con la que logró una postal heroica que va a quedar en la historia, pensábamos que lo había decidido todo, pero luego vino el debate en el que estuvo flojo y tuvo que reinventarse. Al revés, Harris, quien fue aclamada como ganadora luego del debate, y tratada entre algodones por los medios y los periodistas, nunca enfrentó una entrevista sin escaparse de las preguntas.

La izquierda tiene que extraer lecciones electorales de la campaña de MAGA y de sus resultados, pero sobre todo debe obtener lecciones ideológicas sobre qué está defendiendo y hacia qué horizonte de sentido y cambio va a colocar el timón, para lo que viene.



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Comentarios

Comentarios

A mí me queda la duda de que haya izquierda, porque están como todos al lado de los ricos que son como los reyes actuales. Además creo que inclinó la balanza lo que pasó el desastre del tren de Ohio. Trump los fue a ver y Biden estaba muy enfocado en Ucrania. Entonces es como evidente para todos (menos para ellos) que los demócratas son los que pierden y no que los republicanos arrasen.

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