Por estos días todo el mundo repite el mantra entre los periodistas que siguen “al mercado”. Los adjetivos descalificativos y las comparaciones: “tiene intereses creados... es lo mismo que Garay y Parisi”.
Oí hablar por primera vez de Gino Lorenzini hace ocho años, durante un evento conjunto de Innova Corfo. Poco después lo entrevisté y durante una hora, en el Starbucks de Agustinas con Miraflores, me contó su historia.
Que había administrado un supermercado, que era un joven esforzado, que estudió en la universidad Alberto Hurtado. Su historia era como la de tantos otros de su generación que buscaban encontrarse un lugar en el “ecosistema”, como se le decía entonces.
Felices y Forrados operaba entonces en una pequeña oficina de Santa Lucía, con vista hacia la Alameda. Ya había logrado alcanzar una masa crítica de usuarios y acertado algunas recomendaciones de cambio de fondo, pero al año siguiente las cosas se aceleraron.
José De Gregorio y Rodrigo Vergara tienen tantos intereses en el sistema de AFP como Lorenzini, pero nadie se los reprocha.
En abril de 2013, más de cien mil afiliados se cambiaron de fondo siguiendo las recomendaciones de Felices y Forrados. Los sitios de las AFP se cayeron y el mercado de renta fija entró en pánico. No había instrumentos suficientes para absorber la demanda.
Lorenzini se había posicionado como el campeón de una nueva categoría de negocio, el sueño de todo emprendedor. Pero se había granjeado el odio de enemigos poderosos. A partir de entonces jamás dejaría de estar bajo el radar de la Superintendencia de Pensiones, la de Valores (hoy CMF), la Asociación de AFP y los ministerios sectoriales, básicamente Hacienda y Trabajo.
Y comenzaron las fiscalizaciones, los oficios, las indagaciones. En junio de 2013 el Sernac ofició a Felices y Forrados para que explicara la naturaleza de sus contratos. Las advertencias apocalípticas también se sucedían: del consejo de estabilidad financiera de Hacienda dijeron que los cambios masivos de fondo representaban una amenaza contra el sistema financiero.
No ayudó a la credibilidad de Lorenzini fichar a Rafael Garay como director de estudios, ni que se duplicara como asesor, analista y periodista en terreno, que asistía a todos los debates previsionales desde la tribuna del Congreso, despachando micrófono en mano.
Para 2015 su discurso había cambiado desde ofrecer grandes rentabilidades al afiliado a evitar pérdidas. En ese sentido estaba sintonizando con un contexto en que los mercados de renta variable y renta fija operaban como espejos, cada uno reflejando de manera opuesta los cambios en la percepción de riesgo. La volatilidad de indicadores como el SP&500 o la bolsa de opciones y futuros de Chicago se habían instalado como escalas de Richter de una época inquieta, que había dejado atrás las certezas neoliberales de los años 90.
Las denuncias de Lorenzini en contra de Habitat, Moneda y el fideicomiso de Piñera nacieron de los escándalos de aquella épica. Los casos Penta, Corpesca, SQM y Cascadas abrieron un territorio completamente nuevo de información. AFP que invertían en fondos gestionados por sus propios accionistas y un político millonario que cimentó su fortuna apalancándose en las AFP.
Para entonces Gino Lorenzini ya era un personaje al que invitaban tanto a los matinales como a la comisión de Hacienda de la Cámara. El tenor de sus denuncias iba en aumento y su tono conspirativo le generaba más notoriedad, como también más detractores.
No ayudó a la credibilidad de Lorenzini fichar a Rafael Garay como director de estudios, ni que se duplicara como asesor, analista y periodista en terreno
Cuando presentó una solicitud de información para aclarar la naturaleza del vínculo entre Moneda y Habitat, en la Superintendencia de Pensiones no le dieron bola. Tampoco los tribunales ante los que presentó un recurso de protección por recibir amenazas en agosto de 2019.
Durante años opinar sobre AFP era una cuestión de entendidos, especialistas ubicados más allá del bien y el mal. José de Gregorio era antes que nada un ex presidente del Banco Central y decano de una de las dos principales escuelas de economía y negocios. Hoy es director de Volcom, una familia de fondos que administra inversiones de las AFP por 349 millones de dólares.
Seis meses después de dejar la presidencia del central, Rodrigo Vergara asumió como director de Moneda S.A. Administradora General de Fondos. Fue en junio de 2017, en plena campaña presidencial, cuando Piñera delegó en Moneda la gestión de 24 millones de dólares.
De Gregorio y Vergara tienen tantos intereses en el sistema de AFP como Lorenzini, pero nadie se los reprocha. Eso es clase. O mala clase.
Comentarios
Se agradece una nota desde
Lo que ha ocurrido con las
Admiro su labor y me inscribí
Que se puede esperar de toda
Buena publicacion
Está DEMOSTRADO en distintos
Es estúpido pensar que todos
Puñado de Ladrones ,
Es posible simpatizar con el
Estuve leyendo los
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