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Viernes, 18 de Julio de 2025
Derechos humanos

Centro israelí de DD. HH. acusa que cárceles pasaron a ser campos de tortura con Netanyahu

Diego Ortiz

De fondo, Netanyahu. En la esquina, la portada del reporte sobre cárceles israelíes de B'Tselem

De fondo, Netanyahu. En la esquina, la portada del reporte sobre cárceles israelíes de B'Tselem
De fondo, Netanyahu. En la esquina, la portada del reporte sobre cárceles israelíes de B'Tselem

La ONG B’Tselem recogió el testimonio de 55 detenidos —30 residentes de Cisjordania, 21 de Gaza y cuatro israelíes— luego de que los liberaran, la mayoría sin pasar por juicio o condena. Crudos relatos revelan sistemáticas golpizas, abuso sexual, inanición deliberada, condiciones antihigiénicas forzadas y privación del sueño.

Advertencia: el siguiente artículo contiene descripciones gráficas de torturas a las que prisioneros palestinos y, en menor medida, israelíes, habrían sido sometidos al interior de recintos del Servicio de Prisión de Israel. 

“Bienvenidos al infierno” es como el centro de información israelí para los derechos humanos en los territorios ocupados, B’Tselem, decidió titular su reciente reporte sobre las cárceles de Israel. La ONG recopiló 55 testimonios aportados por 30 cisjordanos, 21 gazatíes y cuatro israelíes que pasaron recientemente por instalaciones del Servicio de Prisión de Israel, llegando a la conclusión de que el gobierno del ultraderechista, Benjamín Netanyahu, transformó las prisiones en centros de tortura.

Para el centro especializado en derechos humanos, ahora las cárceles israelíes “operan como campos de tortura de-facto”.

De acuerdo con B’Tselem, los hallazgos “dejan al descubierto los resultados de un proceso apresurado donde más de una docena de prisiones israelíes, tanto militares como civiles, fueron convertidas en una red de campos dedicados al abuso de reclusos”, donde “cada recluso es condenado intencionalmente a dolor y sufrimiento severo e implacable”. 

Para el centro especializado en derechos humanos, ahora las cárceles israelíes “operan como campos de tortura de-facto”. (Lea acá el informe completo, en inglés). 

Los testimonios recopilados revelan la presencia sistemática de violencia física severa, abuso sexual, inanición deliberada, condiciones antihigiénicas forzadas, privación de sueño, hacinamiento extremo, humillación y degradación. “El abuso descrito consistentemente en los testimonios de docenas de individuos retenidos en distintas instalaciones es tan sistemático, que no hay espacio para dudar de una política organizada y declarada por las autoridades penitenciarias israelíes”, explica la ONG israelí. 

Desde el atentado de Hamas el pasado 7 de octubre, las cárceles israelíes han casi duplicado su población, con 9.623 palestinos presos a julio de 2024. Según detalla B’Tselem, 4.781 de estos fueron detenidos sin ningún tipo de formalización, sin cargos en su contra y sin derechos a defenderse, algo que Israel llama “detención administrativa”. “Algunos fueron encarcelados simplemente por expresar empatía frente al sufrimiento de palestinos. Otros fueron apresados durante actividades militares en la Franja de Gaza, simplemente porque cabían bajo la definición de ‘hombres en edad de combate’”, desarrolla B’Tselem

“Cuando bajamos del bus, un soldado nos dijo: ‘Bienvenidos al infierno’”

A.H., un palestino residenten en Hebrón, Cisjordania, cayó en una “detención administrativa” previo al 7 de octubre, en 2022. Pesaba 125 kilos. Al momento de entregar su testimonio al investigador de B’Tselem, en abril de 2024, pesaba 65. 

“Dos de ellos [los gendarmes] me sacaron la ropa como al resto de los prisioneros y me lanzaron encima de ellos. Uno trajo una zanahoria e intentó introducirla en mi ano. Mientras intentaba hacerlo, otros gendarmes me grababan con sus celulares. Grité de dolor y terror. Esto duró como tres minutos [...]. Cuando volvimos a nuestra celda seguíamos en shock, llorando en silencio. No podíamos mirarnos a la cara. Me pregunté a mí mismo: ‘¿Qué pasó? ¿Por qué nos está pasando esto?’”. 

Sami Khalili, de 41 años, quien servía una sentencia en la cárcel de Negev desde 2003, cuenta que luego del 7 de octubre sufrió abuso sexual junto a otros reclusos. “Nos desnudaron, incluso tuvimos que sacarnos la ropa interior. Nos revisaron con un detector de metales manual. Nos obligaron a abrir las piernas y luego sentarnos agachados. Luego empezaron a golpearnos en nuestras partes íntimas con el detector. Nos llovieron golpes. Después nos ordenaron saludar una bandera israelí que colgaba de la pared”, relató a los investigadores de B’Tselem

Los gendarmes los golpeaban con batones, les lanzaban granadas de aturdimiento y gas pimienta, les disparaban con tasers y los atacaban con perros, en varias ocasiones estando amarrados. “Estas agresiones fueron descritas como parte de la vida cotidiana en la prisión".

Múltiples relatos describen cómo los gendarmes los golpeaban con batones, les lanzaban granadas de aturdimiento y gas pimienta, les disparaban con tasers y los atacaban con perros, en varias ocasiones estando amarrados. “Estas agresiones fueron descritas como parte de la vida cotidiana en la prisión, y a menudo resultaban en lesiones severas, pérdida de consciencia, fracturas y, en casos extremos, en la muerte”, explica la ONG especializada en DD. HH.

“La comida era horrible, tanto en cantidad como calidad”, recuerda Hisham Saleh, detenido en Cisjordania después de llevar a un equipo de periodistas de CNN al lugar donde ese mismo día colonos israelíes habían asesinado a su hermano mientras recogían aceitunas. “La mayoría de las veces la comida estaba podrida, por ejemplo los huevos y el yogurt”, explica. Sami Khalili complementa el relato de Saleh, contando el menú típico: “tres cucharadas de arroz, tres a cuatro porotos, dos cortes de pepino, media zanahoria, un huevo dos veces a la semana y una salchicha tres veces a la semana”. 

M.A., en su declaración, cuenta que lo ingresaron en una celda de 1.5 metros cuadrados sin baño, donde estuvo solo por tres meses con las luces prendidas 24/7. “No sabía qué hora o día era. No tenía a nadie con quien hablar.

A lo anteriormente relatado se suman testimonios que dan cuenta de encierros prolongados, sin salir a la luz en días, con casi nula ventilación y en hacinamiento, con hasta 14 prisioneros por celda; las que normalmente se llenaban con 6. También se describen torturas como la deprivación del sueño: M.A., en su declaración, cuenta que lo ingresaron en una celda de 1.5 metros cuadrados sin baño, donde estuvo solo por tres meses con las luces prendidas 24/7. “No sabía qué hora o día era. No tenía a nadie con quien hablar. Casi me volví loco”, relató. 

“Esta política fue implementada bajo la dirección del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, cuya oficina supervisa el Servicio de Prisión de Israel (IPS por sus siglas en inglés), con el apoyo total del gobierno israelí y el primer ministro Benjamín Netanyahu”, acusa el centro israelí B’Tselem

El llamar “infierno” a la realidad que viven palestinos en las cárceles israelíes no pareciera ser una metáfora. Incluso, así describen a los recintos los propios gendarmes. “Cuando bajamos del bus, un soldado nos dijo: ‘Bienvenidos al infierno’”, relató Fouad Hassan, de 45 años y padre de cinco, detenido el 4 de noviembre de 2023 por sospechas del Ejército de Defensa de Israel hacia su hermano. 

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