Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado viernes 25 de marzo de 2022, y ahora se comparte para todos los lectores.
Desde que se inició la invasión rusa de Ucrania ha pasado un mes, y su resultado sigue siendo incierto. En parte, porque la desinformación ha cundido, y ambos bandos han dedicado fuertes esfuerzos, tanto de propaganda -para difundir versiones que apoyan sus causas, pero que no necesariamente casan con la verdad- como de censura, lo que hace difícil un balance que permita evaluar el estatus actual de la guerra y avizorar su desarrollo venidero.
En este reporte se ofrecen los datos básicos disponibles a la fecha, y algunos artículos que permiten ver el peso de la desinformación en el transcurso de la guerra, lo que incluye ciertamente a Rusia, pero también a Occidente.
El Ministerio de Defensa de Ucrania afirma que sus fuerzas han causado 15.000 muertos a los rusos, una cifra simbólica, pues equivale al número de soldados soviéticos que perdieron la vida en Afganistán en 10 años de conflagración (1979-1989).
En cuanto a los datos de bajas rusas y ucranianas, hay bastante discrepancia. Al respecto, una buena aproximación la realizó Ginés Soriano, en Infodefensa.
Así, el Ministerio de Defensa de Ucrania afirma que sus fuerzas han causado 15.000 muertos a los rusos, una cifra simbólica, pues equivale al número de soldados soviéticos que perdieron la vida en Afganistán en 10 años de conflagración (1979-1989), siendo esa derrota militar una causa directa del derrumbe de la Unión Soviética. La CIA, en tanto, hace una semana calculaba las bajas mortales rusas en 7.000.
En cuanto a las bajas totales rusas -muertos y heridos-, según las mismas fuentes de inteligencia de Estados Unidos, estas eran entre 14.000 y 21.000 en la tercera semana de guerra. Algo que también -en caso de ser cierto- sería un número significativo, pues representan en torno a un 10% de las tropas rusas en Ucrania -la que se calculan en 150.000 soldados-, lo que a su vez implicaría que hay muchas unidades bajo mínimos operativos. Es decir, el Ejército ruso estaría estadísticamente estancado.
Dentro de las bajas mortales, Ucrania cuentan cinco generales rusos, entre los cuales dos han sido reconocidos por los rusos, uno por la OTAN, y los otros dos sólo por los ucranianos.
Recientemente el jefe ruso de la Dirección de Operaciones del Estado Mayor General, Serguéi Rudskói, dijo que las bajas rusas son solo 1.351 militares muertos y 3.825 heridos, según reportó el periódico estatal ruso Sputnik Mundo este viernes 25 de marzo de 2022.
El dato era impacientemente esperado -aunque esté muy probablemente subestimado- pues hasta la fecha los rusos solo habían reconocido 498 muertes de militares propios, durante la primera semana de conflicto. Esto, en circunstancias en que en la versión online del diario ruso Komsomólskaya Pravda del domingo pasado apareció brevemente un artículo en el que se afirmaba que el Ministerio de Defensa de Rusia reconocía 9.861 soldados rusos muertos. La entidad lo negó, y el diario acusó haber recibido un ataque cibernético, pero no se entregó una cifra oficial rusa, hasta ahora.
Por el lado de Ucrania, el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, reconoció la muerte de 1.300 militares ucranianos a mediados de marzo, sin que haya reportes por parte de los rusos de bajas del ejército enemigo. Una cifra que se considera largamente subestimada.
Finalmente, en cuanto al armamento, es interesante el conteo que hace el sitio Oryxspioenkop, del analista holandés Stijn Mitzer -un experto en defensa conocido por sus reportes acerca del Ejército de Norcorea-, quien mediante evidencia gráfica y satelital documenta la pérdida de 1.794 equipos y vehículos militares rusos, entre los cuales se cuentan 280 tanques; 2,3% para un total de 12.420 de estos blindados (aunque no todos estos tanques están movilizados sobre Ucrania).
Por el lado de Ucrania, el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, reconoció la muerte de 1.300 militares ucranianos a mediados de marzo, sin que haya reportes por parte de los rusos de bajas del ejército enemigo. Una cifra que se considera largamente subestimada, incluso para las fuentes de inteligencia occidentales. Entre estas muertes, se cuenta la baja mortal de un general ucraniano, según reportan los rusos.
Los rusos también reportaron los objetivos militares y estratégicos ucranianos destruidos o capturados. De tal manera, también según Sputnik Mundo, el Ministerio de Defensa de Rusia anunció la destrucción de 14 aeródromos, 202 sistemas de defensa aérea, 1.572 tanques y otros blindados, 160 lanzacohetes, 257 drones, 8 barcos, 90 centros de control o de comunicación, 86 estaciones de radar, 633 piezas de artillería, 184 aviones y helicópteros, y 1.379 vehículos militares, además de la captura de las centrales nucleares de Chernóbil y de Zaporozhie.
Esta información contrasta con la de Oryxspioenkop, donde se reporta la pérdida de tan solo 536 unidades de equipos o vehículos militares ucranianos, incluidos 74 tanques. El proxy de estos blindados es relevante, pues si se sigue el dato del holandés, el porcentaje de tanques ucranianos perdidos es de 2,9% (de un total de 2.596), pero si se considera el dato ruso -que suma tanques y otros blindados- el porcentaje de blindados asciende a 10,6%, considerando que Ucrania tiene además de 2.596 tanques, 12.303 otros blindados (es decir, un total de 14.899).
Cabe mencionar que los totales fueron tomados de Infobae, que usó como fuentes SIPRI, Global Firepower e IISS.
Aunque no son cifras militares, también cuentan en la mirada general del conflicto las bajas civiles de los ucranianos. De tal modo, la ONU reporta la muerte de al menos 1.035 civiles en Ucrania, incuidos 90 niños, y 1.650 heridos, incluidos 118 niños. Una cifra por debajo del primer mes de la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003, cuando 4.000 civiles irakíes perdieron la vida. según Body Count, entidad que contó al menos 106.000 para todo ese conflicto, el cual duró siete años. En todo caso, Ucrania reportó más de 2.000 muertos civiles en la primera semana del conflicto.
Es muy interesante observar el trabajo con mapas de actualización constante que han realizado distintos medios occidentales, utilizando sofisticados mecanismos de verificación de las declaraciones de ambos bandos y otras fuentes.
Además, uno de cada cuatro ucranianos se ha debido desplazar del lugar donde vivía; 6,5 millones de personas al interior de Ucrania, y 3,5 millones a distintos países europeos, principalmente de la OTAN, y -dentro de ese conjunto- principalmente a Polonia, país fronterizo con históricas rencillas con Ucrania, que debió recibir 2,1 millones de refugiados.
Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, anunció en su reciente visita a Bruselas que su país recibirá 100.000 refugiados ucranianos. Es decir, menos que cualquier país fronterizo de Ucrania, salvo Bielorrusia, pero incluido Rusia, que ha recibido 232.000 refugiados.
Desde luego todas estas cifras en el campo militar son solo referenciales, pues -primero- no son fehacientes, y -segundo- su impacto depende de una serie de aspectos logísticos, tácticos y estratégicos, que no permiten adelantar conclusiones.
Así, en las últimas horas Ucrania ha dicho que lanzó una fuerte contraofensiva que ha hecho retroceder parcialmente a los rusos en Kíev y el Donbáss, además de la destrucción de un barco de guerra ruso en el Mar Negro, mientras que Rusia anunció la extinción de las fuerzas navales ucranianas y el 'casi' colapso de las fuerzas de aire.
Es por eso por lo que es muy interesante -e incluso fascinante- observar el trabajo con mapas de actualización constante que han realizado distintos medios occidentales, utilizando sofisticados mecanismos de verificación de las declaraciones de ambos bandos y otras fuentes. Esta información gráfica permite aproximarse a lo que está sucediendo en el campo de batalla e imaginar cómo funcionan los números antes descritos en el teatro de operaciones.
A continuación, una lista y breve descripción de esos esfuerzos periodísticos a la fecha (son sitios dinámicos que van cambiando en la medida que avanzan los días):
- Financial Times: este periódico financiero británico abrió a todo público esta herramienta, la que muestra un mapa general de Ucrania con los avances rusos y las contraofensivas declaradas por los ucranianos a la fecha, los volúmenes de desplazados y sus destinos, el cerco de Kíev, y los ataques rusos y sus objetivos alcanzados en una línea de tiempo, entre otros.
Y es que tiene sentido de realidad el manido dicho "la verdad es la primera víctima de la guerra" (atribuido a Esquilo, quien en verdad dijo que "Dios no es adverso al engaño en una causa justa").
- The New York Times: donde se puede ver el despliegue de tropas de la OTAN en los países vecinos a Rusia y Ucrania, dados los recientes anuncios de incrementar el poder militar de la alianza atlántica; los avances rusos en el frente occidental, donde hay más avances relativos rusos; los avances y enfrentamientos generales en todos los frentes; y los ataques a edificios en Mariupol, entre otros mapas que no tienen reciente actualización.
- The Guardian: en este caso también se ofrece un mapa general de Ucrania, el que tiene la particularidad de mostrar mayores maniobras del ejército ucraniano; los avances rusos sobre Mariupol; y un mapa animado que muestra los ataques rusos, entre otros mapas, gráficos y fotos ad-hoc.
- El País: el diario español abre su sección con la contraofensiva ucraniana en Kíev, y luego tiene un mapa general de los avances y contraofensivas de rusos y ucranianos. Lo más interesante tal vez sea una animación que muestra el progreso ruso en el territorio, el cual se observa constante hasta la tercera semana de guerra y el cual pierde velocidad en la cuarta.
Esto es básicamente lo que se sabe públicamente en el plano militar, y -como la lectora o el lector habrá notado- es información bastante parcial, cuando no engañosa.
Y es que tiene sentido de realidad el manido dicho "la verdad es la primera víctima de la guerra" (atribuido a Esquilo, quien en verdad dijo que "Dios no es adverso al engaño en una causa justa", teniendo por origen la expresión como tal un rayado en un muro de Dublín en 1915). Esto, en el entendido que -en guerra- la victoria es más importante que la verdad, en la misma medida que el uso de la mentira es menos grave que la derrota.
Por lo mismo, hay que tener redoblado cuidado respecto de la interpretación que hace cada quién de estos datos líquidos, tratando de entender quién es cada quién.
Con el antecedente de las palabras de Psaki, Biden en Bruselas elevó la advertencia, al decir que la OTAN responderá si Rusia emplea armas químicas, con lo que también se elevó el nivel de alerta de la alianza militar.
Al respecto, es interesante todo el debate que se está armando en torno al supuesto uso y producción de armas químicas y biológicas. Mientras que fuentes del Ministerio de Defensa ruso dijeron hace dos semanas que poseen información que apunta a que Estados Unidos está desarrollando programas de guerra bactereológica en el país a través de laboratorios repartidos por toda Ucrania, la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, negó que Estados Unidos posea dichas armas y advirtió de la posibilidad de que Vladimir Putin, el presidente ruso, use armas químicas, como ya hizo en otros conflictos.
Con el antecedente de las palabras de Psaki, Biden en Bruselas elevó la advertencia, al decir que la OTAN responderá si Rusia emplea armas químicas, con lo que también se elevó el nivel de alerta de la alianza militar. Ante ello, el teniente general Igor Kirílov -comandante de las Fuerzas de Protección Radiológica, Química y Biológica del Ejército ruso- acusó a Hunter Biden -el hijo del presidente estadounidense, quien tiene estrechos lazos con la oligarquía ucraniana- de ser financista de dichos laboratorios, a través de la firma Rosemont Seneca, conforme información supuestamente recabada por la inteligencia rusa en Ucrania.
Cabe señalar que ninguna de estas aseveraciones es comprobable; ni la supuesta intención de Putin de usar armas químicas si la guerra le es adversa, ni la participación de Estados Unidos en laboratorios ucranianos que desarrollan armas biológicas, y todas provienen de fuentes oficiales de países en conflicto que no ofrecen evidencia.
Y ambas recuerdan episodios en los que la credibilidad de ambos bandos es escasa. En el caso de Putin, dado el historial de manejo de información falsa en guerras anteriores, y en el caso de Estados Unidos, dado que nunca existieron armas de destrucción masiva en Irak, que es lo que justificó la invasión a dicho país.
Este es tan solo un ejemplo de múltiples campañas de desinformación de distinto tamaño que se suceden a diario entre ambos beligerantes.
Al respecto, está ampliamente documentada la desinformación de origen ruso. Un buen ejemplo es el artículo de Paul Sonne y Mary Ilyushina en The Washington Post titulado Dentro de la burbuja de propaganda rusa: donde la guerra no es guerra, pero es menos frecuente encontrar artículos occidentales críticos respecto de la desinformación que produce Occidente.
Putin ha desplegado una campaña de desinformación y censura enorme en el país, impidiendo -entre muchas otras cosas- el despliegue de plataformas occidentales como Facebook e Instagram, y podría hacerlo con YouTube.
Sin embargo, algo hay, como por ejemplo, en el mismo Post; En calles ucranianas, la realidad no coincide con los alardes gubernamentales de victoria sobre las fuerzas rusas, donde Sudarsan Raghavan muestra cómo la contraofensiva ucraniana en las afueras de Kíev no representa necesariamente un punto de inflexión en la guerra, al menos para el caso específico de lo que le tocó observar a dicho periodista. Una postura que es anatema para una prensa occidental que ha adoptado casi unánimemente un tono triunfalista y que celebra la contraofensiva ucraniana como prueba fehaciente de que Putin tiene la guerra perdida.
El artículo de Raghavan, quien estuvo en terreno, tiene al cierre de esta edición 789 comentarios, la mayoría críticos, en los que se acusa al periodista y a los editores de no ayudar a la causa ucraniana, pese a que está escrito con mucha cautela, y también hay lectores que anuncian el fin de su suscripción al Post.
Es que la verdad es incómoda en todos lados.
Por lo mismo, Putin ha desplegado una campaña de desinformación y censura enorme en el país, impidiendo -entre muchas otras cosas- el despliegue de plataformas occidentales como Facebook e Instagram, y podría hacerlo con YouTube. Incluso es probable que en este frente el gobernante ruso cargue con el asesinato de la periodista rusa opositora Oxana Baulina en Kíev, quien parece haber muerto en un atentado y no en una acción típica de guerra.
A su vez, Occidente ha reaccionado con medidas inéditas de censura. La Unión Europea (UE) prohibió Russia Today (RT) y Sputnik, ambos medios estatales rusos, mientras que Estados Unidos cerró RT America, mientras que Canadá prohibió en su territorio a RT y RT France. Además, Facebook, YouTube y Tik Tok (una plataforma china, pero con fuertes operaciones en Estados Unidos) cortaron los canales de estos medios rusos. Hasta Twitter pone en sus cuentas una advertencia respecto de que se trata de medios controlados por el gobierno ruso, lo que no hacen con la BBC, la Deutsche Welle, France TV, NPR o TVN, que también son prensa estatal.
La prensa occidental no tiene necesariamente los trigos limpios. Basta recordar el papel clave del primer magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst, dueño de The New York Journal, mediante el cual publicó noticias falsas que acusaban a los españoles de hundir el buque de guerra Maine en Cuba.
La justificación es que RT y Sputnik formarían parte de la máquina de propaganda y de desinformación rusa, lo cual puede ser cierto, pero, al igual que lo es que para elaborar este artículo fue indispensable consultar esos medios, y así conocer la versión rusa de los acontecimientos.
Además, la prensa occidental no tiene necesariamente los trigos limpios. Basta recordar el papel clave del primer magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst, dueño de The New York Journal, mediante el cual publicó noticias falsas que acusaban a los españoles de hundir el buque de guerra Maine en Cuba, lo que enardeció la opinión pública estadounidense, empujándola en favor de la guerra que deseaba el propio Hearst, y el presidente Theodore Roosvelt en 1898.
Termino con otro dicho que orbita el periodismo: "no es noticia que un perro muerda a un hombre, pero sí que un hombre muerda un perro". En este caso, es esperable que la Rusia de Putin le diga a los rusos qué ver y no ver, pero no que lo haga Occidente con los occidentales ¿o sí?
Comentarios
Sólo queía agregar que
Saludo este articulo donde se
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