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Sábado, 20 de Abril de 2024
Análisis

La economía no va a crecer (mucho)

Carlos Tromben

Santiago Resiliente

Crédito: Santiago Resiliente
Crédito: Santiago Resiliente

El IMACEC es un instrumento estadístico y no mucho más. Su tendencia, por la estructura económica del país, es a crecer poco. El gobierno ahora debe pagar por la imprudencia de haber prometido lo que no podía. 

Admision UDEC

Felipe Larraín lucía triste en la foto, mientras la oposición arrojaban previsible veneno: ¿Qué pasó con los tiempos mejores? Este es un guión conocido y lo veremos repetirse. Se promete lo que no se puede dar, se lamenta lo que no es tan grave. 

Primero que nada ¿cómo se mide el famoso Índice Mensual de Actividad Económica, IMACEC? Magia no es. Estamos hablando de un índice que pondera datos duros y estimaciones de distintas fuentes. Por ejemplo, los registros de IVA, encuestas a mataderos y empresas agrícolas de ODEPA (Oficina de Estudios y Política Agraria), datos de generación eléctrica y tráfico aéreo, minutos de celular, tonelaje de carga y descarga de los puertos, activos y pasivos en bancos comerciales.

El Banco Central junta todos estos ingredientes en una olla grande y los pone a hervir, los sazona con una buena cucharada de validación y otra de consistencia, y lo deja enfriar un par de meses. Una vez enfriada la cazuela, la compara con la misma que cocinó hace doce meses y llega a una conclusión: el volumen de la cazuela aumentó en 3%, o decreció en 0,5%, por decir los números típicos (y estrechos) que muestran las magnitudes en que se mueve la cazuela económica chilena.

No prometerás

Según el análisis de Larraín Vial, el modesto horizonte de crecimiento de Chile aumenta en momentos específicos. El IMACEC toma viento de popa cuando el peso tiende a apreciarse frente al dólar, y cuando las tasas interés muestran una tendencia estable o a la baja. 

Con un peso fuerte, las empresas aceleran sus pedidos de bienes de capital en el extranjero, las cadenas de retail aumentan sus importaciones para rehacer sus inventarios de temporada y la inflación se mantiene bajo control. Ni muy alta ni muy baja. 

Fue lo que sucedió entre 2016 y comienzos de 2018, y pocos se dieron cuenta. El dólar tocó 720 pesos en enero 2016 y comenzó a bajar sin pausa. ¿Recuerdan cómo se dispararon las ventas de autos nuevos? ¿Las compras de departamentos? Todo eso entra en el IMACEC, pero su efecto se neutraliza con otros sectores que bajan.  El promedio se mantuvo bajo, pero con un desempleo que no subía del 7%. Era la nueva mediocridad.

Conforme se acercaban las elecciones, vino el mantra de los tiempos mejores y el presidente de la bolsa Juan Andrés Camus, pronosticó una hecatombe si no ganaba Sebastián Piñera. La tendencia del IMACEC fue de menos a más. Todos esos meses.

Hasta que el dólar tocó un piso de 590 pesos. Al mes siguiente el IMACEC llegó a un peak de 6,5% y en el gobierno descorchaban champaña. No advirtieron que la divisa había comenzado una racha alcista; en diciembre estaba a 700 y la actividad económica revirtió la tendencia. Crecía, pero cada vez menos. Mes a mes la cazuela estadística del Banco Central arrojaba el mismo resultado.  

La caída sistemática de las expectativas ha permitido mirar ciertas cosas en perspectiva: ni la desaceleración durante el período de Michelle Bachelet fue tan endógena como macharon desde el piñerismo, ni tampoco lo es la mediocridad que le ha tocado administrar. 

Las cifras son el resultado de una compleja interacción entre sectores y señales financieras, entre el del país y su entorno internacional, pero sobre todo son el reflejo de la estructura económica actual. 

Tiene que ver con que ya no existen las grandes holguras que Chile aprovechó para crecer a tasas de dos dígitos hace treinta años. La tierra cultivable, las vetas de cobre, los sectores medios y bajos que se incorporaron al consumo y al mercado de la vivienda. Todo eso crece a nivel vegetativo y los cocineros del Central obtienen lo mismo cada mes: 1%, 3%, 2%. Nunca más.

Tiene que ver también con que el país no ejerce control sobre los precios de las materias primas que exporta, ni sobre el valor de la paridad peso-dólar que tanto incide en la demanda interna. Antiguamente lo hizo, pero los resultados fueron siempre malos o derechamente desastrosos. Hoy la paridad la fija el mercado y eso ha tenido también consecuencias. Esto es debido a una de las herramientas especulativas más complejas y menos conocidas de hoy.

Señores y señoras, un aplauso para el alucinante y perverso señor carry-trade (una estrategia de especulación con el tipo de cambio observando las tasas de interés de los países de las divisas).

Entre Agustinas y Wall Street

Antiguamente el valor de un Arturo Prat (peso) frente a un George Washington (dólar) se movía en función de los términos del intercambio: el valor de lo que vendemos afuera relativo al valor de lo que compramos. Pero en los últimos años, los economistas han comenzado a analizar con lupa episodios en que esta relación se ha movido de manera anómala. 

Han llegado a atribuir estos movimientos sin explicación a una estrategia especulativa global. Esta consiste en endeudarse en países con bajas tasas de interés (Estados Unidos, Japón o Alemania) e invertir ese dinero en países con altas tasas (Rusia, Brasil o Turquía). El diferencial de tasas es de aproximadamente un 5% y explotarlo es lo que se denomina, justamente, carry-trade.

Entre el 20 y el 23 de diciembre de 2011, por ejemplo, el pesó cayó un 8,2%. José Carreño y Paulo Cox, del Banco Central, explican que hasta esa fecha el diferencial de tasas de interés entre Chile y Estados Unidos era de 4%; por ende, resultaba atractivo endeudarse en dólares (moneda de fondeo) e invertir en pesos o UF (moneda de inversión).

Pero en diciembre se temió que la Reserva Federal de Estados Unidos subiera su tasa. Los especuladores se asustaron y deshicieron sus posiciones en pesos, sacando unos 2.300 millones de dólares del país en tres días. 

En mayo de 2018 vino otra depreciación sin un fundamento claro. Los académicos Alejandro Bernales y Luis Morales, de la Facultad de Industria de la Universidad de Chile, atribuyen este segundo evento a movimientos especulativos de capitales entre Chile y Argentina. Esta vez fue el peso chileno la moneda de fondeo y el peso argentino la moneda de inversión. De este lado de la cordillera endeudarse cuesta 4% y en Argentina un título de renta fija rinde 40%. Es una diferencia de tal magnitud que incluso compensa el riesgo cambiario argentino. Resultado: salieron del país 4.800 millones en pocas semanas.

Vivimos en un contexto financiero internacional donde estas cosas pasan, a menos que se cierren algunas ventanas y se asuma el costo de hacerlo. De lo contrario las holguras de la política económica son píldoras de muy corto plazo. El Banco Central podría bajar las tasas de interés, pero en Chile su mandato es exclusivamente controlar la inflación y asegurar la fluidez de los medios de pago, no estimular el crecimiento. Y si baja las tasas de interés mientras ésas siguen altas en Argentina o Brasil, más incentivos para al carry-trade peso-real y peso chileno - peso argentino.

Todo esto sumado a la guerra comercial, China pasando de modo dragón a conejo, el cobre con tendencia a quedarse donde está, permiten avizorar un escenario para un dólar al alza y muchos IMACEC flojos de ahora en lo sucesivo. Es algo estadístico, no real en el sentido de que se siguen produciendo cerdos, cosechando paltas, importándose autos, concediéndose préstamos de vivienda y consumo; los chilenos siguen volando en aviones y gastando muchos minutos de celular. 

Eso nos remite a los otros dos cartuchos que le van quedando al gobierno para subir algunos puntos al crecimiento estadístico de la economía.

Uno es derechamente perverso y consiste, simplemente, en cambiar el instrumento de medición. El gobierno anterior de Piñera cambió la metodología para medir la pobreza. INTERFERENCIA informó ayer de los planes del INE para modificar el cálculo del IMACEC regional, que viene realizando desde 1992. Justo después de que el director del organismo denunciara la manipulación de datos de IPC del año pasado. 

El otro cartucho es político y debiera recibir toda la atención del ejecutivo para lograr al menos algo en estos meses complicados. La reforma tributaria con desintegración ya se estrelló contra la oposición en el congreso. Lo dijimos hace algunas semanas en este mismo espacio de INTERFERENCIA: la devolución del impuesto pagado por las empresas al impuesto de segunda categoría que pagan sus dueños tiene efectos. Aumenta la liquidez de las empresa y sobre todo la de sus dueños. Eso podrían reinvertirlo en la economía. Pero no están obligados ni por patriotismo. Puede que hasta apostar por un buen carry-trade rinda mejor.

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Comentarios

Comentarios

detrás de las lineas se lee piñera o me equivoco?

Felicitaciones por la columna, muy bien escrita para gente no experta en economía, solo un detalle el académico de la u. De chile se llama Luis y no Victor morales

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