Este año participé como jurado en el panel de la Estadística Internacional de la Década, de la Sociedad Real de Estadística.
Similar a la competición Palabra del Año del diccionario Oxford de inglés, la estadística internacional tiene como objetivo capturar el espíritu o la atmósfera de la década. El jurado aceptó nominaciones de la comunidad de estadística y también de un público amplio para llegar a una estadística que ilumine los temas más importantes de estos diez años.
El 23 de diciembre anunciamos al ganador: las 8,4 millones de canchas de fútbol deforestadas en el Amazonas durante la pasada década. Eso equivale a 62.159 kilómetros cuadrados, o 148 millones de canchas de básquetbol, aproximádamente.
Esta estadística, aunque sólo entrega una porción del problema, aproxima a lo que ha sido el dramático cambio en el paisaje de esta zona de Sudamérica en los últimos 10 años. Desde el 2010, kilómetro tras kilómetro ha sido reemplazado por una amplia variedad de productos comerciales, incluyendo ganadería, madereras y la industria del aceite de palma.
Este cálculo realizado por el comité está basado en los resultados del monitoreo de deforestación del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil, así como también las regulaciones de la FIFA para las dimensiones de las canchas de fútbol
Calculando el costo
Existen varias razones que explican por qué la deforestación importa – financieras, medioambientales y sociales.
Primero que todo, entre 20 y 30 millones de personas viven en la selva amazónica, dependiendo de ella para su supervivencia. Es también el hogar de miles de especies de plantas y animales, muchos en peligro de extinción.
En segundo lugar, un quinto de las reservas de agua dulce del planeta están localizadas en la cuenca del Amazonas, abasteciendo de agua al mundo mediante la liberación de vapor de agua a la atmósfera, el cual puede viajar miles de kilómetros. Pero sequías sin precedentes han marcado a Brasil esta década, un fenómeno atribuible a la deforestación del Amazonas.
Durante las sequías, en el estado de San Pablo, algunos granjeros mencionaron que perdieron sobre un tercio de sus cosechas debido a la escasez de agua. El gobierno prometió a la industria del café cerca de US $ 300 millones para aliviar las pérdidas.
Además, la selva amazónica es la responsable de almacenar más de 180 mil millones de carbono. Cuando los árboles son talados o quemados, ese carbono es liberado de vuelta a la atmósfera. Estudios muestran que el costo social de las emisiones de carbono circula en torno a los $ 417 dólares por tonelada.
Finalmente, como demuestra un estudio de noviembre de 2018, el Amazonas podría generar sobre US $ 8 mil millones cada año si sólo se la dejara existir a través de sus efectos medioambientales y la producción de industrias sustentables, que incluyen el cultivo de nueces o caucho.
¿Ganancia económica?
Algunos podrían argumentar que ha existido una ganancia económica asociada a la deforestación, y que realmente no es una cuestión negativa. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue aún más lejos, diciendo que salvar el Amazonas es un impedimento para el crecimiento económico y que “donde hay tierras indígenas, hay riqueza bajo ellas”.
En un esfuerzo por ser así de reflexivo, vamos a ver. Asumiendo que cada acre de selva (o 0,4 hectáreas) convertido a tierra de cultivo vale aproximadamente $1.000 dólares -que es lo que los granjeros norteamericanos pagan por comprar tierra productiva en Brasil-, en la última década, esa tierra de cultivo habría generado cerca de mil millones de dólares.
La tierra deforestada contribuye mayoritariamente al criado de ganado para sacrificio y venta. Existe un poco más de 200 millones de reses en Brasil. Asumiendo una relación de dos vacas por acre, la tierra extra significa una ganancia de cerca de 20 mil millones de dólares para Brasil.
Realmente una suma ínfima comparada a las pérdidas económicas asociadas a la deforestación. Los granjeros, grupos con intereses económicos y personas buscando tierra barata tienen un interés claro en que la deforestación prosiga, pero cualquier ganancia a corto tiempo es claramente superada por las pérdidas en el largo plazo.
Rebotando
Ahora mismo, a cada minuto, más de tres canchas de fútbol del Amazonas se están perdiendo.
¿Qué pasaría si alguien quisiera replantar la selva perdida? Muchas organizaciones de caridad están juntando dinero para ese propósito.
Con un costo de más de $ 2.000 dólares por acre –y ese es el costo más barato que encontré– la tarea no es precisamente económica, totalizando sobre US $ 30 mil millones reemplazar lo que ha perdido el Amazonas esta década.
Aún así, los estudios que he analizado y según mis propios cálculos, billones de dólares se han perdido gracias a la deforestación tan solo en esta década.
Liberty Vittert es profesora de la práctrica de datos científicos de Washington University en St. Louis.
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