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Sábado, 9 de Agosto de 2025
[Análisis internacional]

La tragedia ecuatoriana

Andrés Almeida

Uno de los grandes fenómenos político-culturales de Ecuador es la profunda desafección con la política profesional, la cual sienten que solo sirve a los intereses de los políticos, quienes cambian de ideas y valores conforme sople la dirección del viento. "Por lo menos ustedes los chilenos saben quiénes son de derecha y quiénes de izquierda", me dijo un taxista quiteño de derecha. A siete días de las elecciones, el candidato Fernando Villavicencio fue asesinado y no es claro que ni eso movilice a los ecuatorianos.

Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana de ayer sábado 11 de agosto de 2023, y ahora se comparte para todos los lectores.

Durante julio tuve la oportunidad de estar en Ecuador, aunque no por asuntos profesionales, sino por un gran encuentro familiar que tuvo lugar en las cercanías de Quito, y que me permitió viajar -con padre, hermana, hermano, cuñada, sobrinas, primas y primo- en una van por Ibarra, Baños y Tena, una bella ciudad amazónica. 

Durante todo el periplo, la realidad social y política ecuatoriana la tocamos sólo tangencialmente, pues divide, pero más que nada, porque poco interesa, en un ambiente de desafección que va mucho más lejos de lo que pueda pasar con mi familia ecuatoriana. Pero, esa realidad, de todos modos, marcó nuestro itinerario desde el principio, cuando decidimos que esta vez no visitaríamos las bellas playas de Esmeraldas, Manabí o Guayas, por un asunto de inseguridad particularmente exacerbado en la costa ecuatoriana.

Al final, fuimos a la Amazonía, lo que resultó una afortunada contingencia, dentro de la tragedia ecuatoriana en ciernes, dada la conmoción que nos generó ese inmenso y fantástico espacio natural y cultural. Con todo, eludimos las playas, afectadas por las disputas de poder entre bandas ecuatorianas de narcotráfico, quienes llevan una no tan soterrada guerra civil dirigida desde las cárceles, principalmente costeñas, para saber quién se lleva la parte del león, luego de haber convertido a Ecuador en un inmenso hub regional de distribución de cocaína. Algo logrado, con toda seguridad, con recursos de los grandes carteles mexicanos, y 'aportes' de la experiencia colombiana.

Estando nosotros allá, fue asesinado Agustín Itriago, el alcalde de Manta, junto a Ariana Estefanía Chancay, una deportista local que estaba con él, en medio de una balacera.

Estando nosotros allá, fue asesinado Agustín Itriago, el alcalde de Manta, junto a Ariana Estefanía Chancay, una deportista local que estaba con él, en medio de una balacera. Al sabernos lejos de un destino que perfectamente podríamos haber optado en condiciones 'normales', pues en torno a este puerto -capital de Manabí-, hay alternativas de turismo realmente excepcionales, respiramos aliviados y hasta cierto punto satisfechos de nuestra decisión.

De todos modos, no corrió por nuestros espinazos ningún escalofrío. De algún modo, estando allá, se pierde el miedo que genera el framing de los medios de comunicación, los que solemos exacerbar las partes más crudas y estridentes de la realidad, generando la sensación de que todo es así. Me recordé del terremoto en Chile, en 2010, cuando mis familiares ecuatorianos nos llamaban desesperados, convencidos de que estábamos bajo los escombros, eso, mientras caminábamos despreocupadamente por las ricas e inmutables calles coloniales del Centro Histórico de Quito, el que, de todos modos, estaba más inseguro, en especial la zona de La Ronda, antaño centro neurálgico de la bohemia quiteña. 

Respecto de los sucesos de Manta, en cambio, conversamos brevemente de lo que ya sabíamos; Ecuador pasó de ser uno de los países más seguros de América Latina -todo un logro entonces, en una región profundamente desigual, para un país de bajos ingresos per cápita, vecino de una Colombia cruzada por el narcotráfico-, a uno de los más peligrosos, luego de que la corrupción institucionalizada permitiera la penetración silenciosa del narco en todos los niveles institucionales. Esto, con el aditamento de una realidad post-pandémica que empobreció a todos, aunque con mayor fuerza a los más pobres (como olvidar las imágenes de los muertos por covid en las calles de Guayaquil), cuyos jóvenes se arrojan sin pensarlo mucho al mundo del crímen, que algo tiene que ofrecer... 

... a diferencia de la política.

Pienso que uno de los grandes fenómenos político-culturales de Ecuador es la profunda desafección de los ecuatorianos con la política profesional, la cual sienten que solo sirve a los intereses de los políticos, quienes cambian de ideas y valores conforme sople la dirección del viento. "Por lo menos ustedes los chilenos saben quiénes son de derecha y quiénes de izquierda", me dijo un taxista quiteño de derecha.

Sin mucho temor a equivocarme, pienso que uno de los grandes fenómenos político-culturales de Ecuador es la profunda desafección de los ecuatorianos con la política profesional, la cual sienten que solo sirve a los intereses de los políticos, quienes cambian de ideas y valores conforme sople la dirección del viento. "Por lo menos ustedes los chilenos saben quiénes son de derecha y quiénes de izquierda", me dijo un taxista quiteño de derecha, mientras yo pensaba en Lenín Moreno, quien gobernó como un mandatario de derecha, aunque electo con los votos del izquierdista Rafael Correa, quien -a su vez- se opone al aborto y no trepidó en poner en manos de grandes capitales activos ambientales, en la misma Amazonía que recién visité. 

A un mes de una elección presidencial clave -en el papel- no había ambiente electoral alguno en la calles ni en las conversaciones casuales. Las encuestas refrendan eso, y según una Cedatos, a un mes de la elección, 60% estaba indeciso y 65% no conoce a las duplas paritarias que se presentan como candidatos a presidente(a) y vicepresidente(a). Esto, aunque parece que la cosa va cambiando, a juzgar por otro estudio más reciente de Click Research que dice que los indecisos son 'solo' el 41%, en una elección de voto obligatorio.

Con esos datos es claro que cualquier cosa puede pasar el próximo domingo 20 de agosto, día de la elección, algo que pude percibir 'en terreno'. Pese a que yo no estaba en funciones periodísticas, de todos modos no perdí muchas oportunidades para preguntar a ecuatorianas y ecuatorianos de a pie su opinión sobre los comicios.

Al principio preguntaba "¿quién quiere usted que gane las elecciones?", pero no era una buena manera de iniciar el tema, pues impajaritablemente, la pregunta no tenía respuesta. Más bien, sonsacando, uno podía deducir 'quién quiere usted que pierda las elecciones', y la cosa se ordenaba, más o menos, en torno a la figura de Correa, el ex presidente ecuatoriano, asilado en Bélgica y condenado por la Justicia ecuatoriana por casos de corrupción. 

Quiénes estaban con Correa -y por transitividad con la candidata correísta Luisa González-, argumentaban, básicamente que este ex mandatario robó como todos los demás, pero al menos dejó una red de carreteras de primer nivel, y algunas otras obras públicas; "dejó obra", mientras que quiénes estaban en contra de este líder, buscan el candidato o candidata que -a su juicio- mejor se oponga al correísmo, es decir, el que tiene mayor posibilidades de ganar. Es decir, sin mayor entusiasmo, tampoco.

Aprendí que era mejor preguntar ¿quién cree usted que va a ganar? Las respuestas eran incluso más ambiguas, pero permitían mostrar algunas estructuras de análisis más interesantes. Casi todas las personas con quienes hablé, pensaban que González probablemente estará en una segunda vuelta en octubre.

Aprendí que era mejor preguntar ¿quién cree usted que va a ganar? Las respuestas eran incluso más ambiguas, pero permitían mostrar algunas estructuras de análisis más interesantes. Casi todas las personas con quienes hablé, pensaban que González probablemente estará en una segunda vuelta en octubre, la que ocurrirá con gran probabilidad, pues es muy difícil que algún candidato obtenga más del 50% de los votos o 40% de ellos, pero con una distancia de más de 10% de distancia del segundo.

Luego de eso, varios mencionaron al izquierdista, anti-correísta, Yaku Pérez, el candidato indígena que perdió la elección -con sospecha de fraude- con Guillermo Lasso, el actual Presidente, quien, a su vez, adelantó su salida y la de los asambleístas al decretar la 'muerte cruzada' (renuncia a su Gobierno y de los asambleístas) que obliga a estos comicios. Aunque, sobre Yaku pesa la derrota con Lasso y la división del movimiento indígena, que no lo ha respaldado en bloque.

Otros mencionaron a Jan Topić, un joven empresario guayaquileño apoyado por el derechista Partido Social Cristiano, quien ha buscado parecerse a Nayib Bukele, pero sin lograr todavía consolidar esa idea. Otros, pero menos, en mis casuística, mencionaron a Otto Sonnenholzner, el ex vicepresidente de Moreno, y unos pocos hablaron de Fernando Villavicencio, quien hizo su plataforma política denunciando la corrupción correísta y el narcotráfico, lo que le valió un exilio en Perú, hasta el giro de timón de Moreno, quien le permitió volver a Ecuador.

De todos modos, pese a que la elección parece girar en torno a Correa, el campeón anti-correísta, Villavicencio, no parecía estar cosechando esa condición, quizá porque de un momento a otro dejó de hablar de la presencia de la mafia albanesa, la cual salpicaba a Lasso. A juzgar por la encuesta Numma, Villavicencio iba 4°, con 8,7% de la intención de voto, por debajo de Yaku (11,2%), Otto (13,9%) y González (26,2%). Es decir, solo por arriba de Topić (4,8%).

Pese a que la elección parece girar en torno a Correa, el campeón anti-correísta, Villavicencio, no parecía estar cosechando esa condición, quizá porque de un momento a otro dejó de hablar de la presencia de la mafia albanesa, la cual salpicaba a Lasso.

Al parecer, Villavicencio quería cambiar esto en el debate de este domingo 13 de agosto, donde llevaría varias acusaciones de ligazones entre políticos y narcotraficantes. Esta pudo ser la razón de su asesinato, ocurrido en Quito, a la salida de una actividad proselitista, lo cual es lo más probable, dadas las amenazas de muerte que el mismo Villavicencio reportó. Además, hay que considerar que en el crimen están involucrados ciudadanos colombianos, lo que permite pensar que éste incluso podría ir más allá de las fronteras nacionales.

Pero, otros creen que las motivaciones pueden ir por el lado de perjudicar a la candidata correísta, pues de algún modo se ha instalado la idea de que hubo grados de connivencia entre el narco y el gobierno de Correa. Al menos, la salida de los militares estadounidenses de Manta, por orden de Correa, es considerado un punto clave en el incremento de la actividad de narcotráfico en Ecuador, dado que la función de vigilancia que realizaban las tropas estadounidenses no fue reemplazada por las fuerzas militares ni policiales ecuatorianas. 

De todos modos, el asesinato de Villavicencio perturba el proceso electoral y lo hace aún más incierto. Asumamos que el crimen perjudica a Luisa González, ya que la viuda de Villavicencio, Verónica Saráuz, acusa en Semana (Colombia) directamente al correísmo de la muerte de su esposo ¿pero cuánto?

La duda se establece dado que el homicidio es de responsabilidad política de Lasso, pues, aunque los perpetradores parecen provenir del crimen organizado, hay muchas dudas respecto del actuar de policías y otras autoridades, dadas algunas irregularidades en los procedimientos, al punto en que al país debió partir un equipo del FBI para apoyar la investigación.

Eso al menos no lo maneja Correa, quien twitteó: "Han asesinado a Fernando Villavicencio. Ecuador se ha convertido en un Estado fallido. Dueles Patria. Mi solidaridad con su familia y con todas las familias de las víctimas de la violencia. Los que pretenden sembrar aún más odio con esta nueva tragedia, ojalá entiendan que aquello tan solo nos sigue destruyendo".

Por otro lado, no es claro quién puede redituar electoralmente del crimen, ni es fácil hacerlo. De partida, hay un enorme dilema respecto de lo que harán los partidarios de Villavicencio, quienes pueden reemplazar el candidato, o bien 'subir' a la candidatura presidencial -desde la vicepresidencial- a Andrea González.

Por otro lado, no es claro quién puede redituar electoralmente del crimen, ni es fácil hacerlo. De partida, hay un enorme dilema respecto de lo que harán los partidarios de Villavicencio, quienes pueden reemplazar el candidato, o bien 'subir' a la candidatura presidencial -desde la vicepresidencial- a Andrea González, una joven guayaquileña de 36 años, blanca, sin mayor experiencia política, emprendedora y ambientalista, quien dice que a su generación no le calzan las etiquetas de "izquierda" o "derecha".

Más allá de lo que finalmente pase con estas elecciones, cuyos ganadores gobernarán solo un año, complementando el periodo de Lasso, lo cierto es que el asesinato de Villavicencio ganará probablemente el adjetivo de "histórico", porque parece estar marcando -por desgracia- una trayectoria de violencia y crisis que va de mal en peor.

Así lo piensa mi padre José Almeida -un antropólogo de 73 años-, quien cree que si se agudiza la crisis, algunos podrían querer una salida militar, lo que agravaría aún más las cosas, dado que las fuerzas armadas ecuatorianas no escapan de la corrupción. "Habrá que confiar en la democracia", dice sin mucha confianza.

"Más bien hay que pensar en los casos de asesinatos de candidatos en otros países. Y eso nos lleva a Luis Donaldo Colosio en México y a Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán en Colombia. Me temo que esos son los referentes", me dijo.

Le pregunté también si había algo similar en la historia ecuatoriana. Están los casos lejanos en el tiempo de los magnicidios de Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro, pero nada similar contemporáneo. Tal vez, la muerte de Jaime Roldós, quien murió en un extraño accidente aéreo en 1981, en momento en que se disponía a hacer reformas que habrían perjudicado a las elites ecuatorianas, a cuyo funeral me llevó cuando yo tenía seis años.  

"Más bien hay que pensar en los casos de asesinatos de candidatos en otros países. Y eso nos lleva a Luis Donaldo Colosio en México y a Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán en Colombia. Me temo que esos son los referentes", me dijo.



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La tragedia del pueblo Ecuatoriano, debemos entenderla y analizarla como una tragedia Latinoamericana. Ya que los poderes del narcotrafico, de la corrupción corroen la democracia de todos nuestros países, sino la vemos integralmente, seguimos corriendo el riesgo del avance descontrolado de estas lacras y afectando a la democracia en sus bases. Aquí y ahora, ya no son suficientes las declaraciones de buenas intenciones, debemos buscar activamente la colaboración internacional para esclarecer estos hechos y definir en el contexto democrático con respeto a la ley y derechos humanos, cuál a debe ser la colaboración de cada país, y entre ellos Chile para actuar, contra el crimen organizado.

Es cierto Oscar, la penetración del narco y sus prácticas nos amenaza a todos los latinoamericanos. concuerdo con que la colaboración entre demócratas puede ser el camino. Entendiendo que además del narco el populismo también es una terrible amenaza.

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